Industrializar es poblar

¿Será que la gente sigue a los caminos o los caminos a la gente? ¿Marcamos el rumbo o este nos viene dado?

¿Hubiera San Martín cruzado los Andes si hubiese estado convencido de que la gente sigue a los caminos y no los caminos a la gente? ¿Qué hay de Napoleón? ¿De Aníbal y los elefantes? ¿De Churchill? ¿De Steve Jobs o Bill Gates? ¿De Borges o Cortázar?

Durante milenios, incontables debates teológicos y filosóficos en torno a esta pregunta han desvelado a generaciones de líderes y dirigentes. Los destinos de sus pueblos y de sus organizaciones han dependido en gran medida de esta apuesta “cognitiva”. Es por ello, tal vez, que ni la teología ni la filosofía han podido llegar a respuestas conclusivas que nos sosieguen definitivamente. ¿Será justamente porque el punto de gravedad del problema no está fuera, sino dentro, en la mente de los hombres, en su concepción del mundo?

En algún momento de nuestra historia como nación sembrar fue poblar, luego lo fue emprender, extraer, construir y así hilvanamos nuestra historia. En el mundo del futuro, territorio, población y tecnología seguirán definiendo nuestro devenir como especie, así de concreto como ha sido siempre en la historia de la humanidad. ¿Dejaremos que el devenir se moldee solo por las fuerzas del azar y los caprichos del destino o seremos arquitectos conscientes de nuestro propio futuro? Continuar leyendo

Los beneficios de una nueva autopista estratégica

Cuenta el Antiguo Testamento que Esaú “menospreció su primogenitura” vendiéndosela a su hermano Jacob por un efímero “plato de lentejas” ¿La primogenitura era sólo una palabra? ¿Un título de nobleza? No, la primogenitura era el seguro individual que un hombre antiguo tenía para acceder al poder político y la solidez patrimonial. Cambiar un futuro venturoso por un plato de comida resultaba ya tan poco razonable en el año 3000 A.C. como hoy. En 5000 años el marco de racionalidad para la acción no ha variado mucho en ese sentido.

Pero como si se tratara de un poema de Borges, no sólo Caín sigue matando a Abel, también Esaú sigue vendiendo su primogenitura una y otra vez por un plato de lentejas.

Esto sucede con los países, las organizaciones y las corporaciones, cuando por apetito de  coyuntura se degluten a la estructura en un bocado, matando al futuro como proyecto y convirtiéndolo en un presente continuo.

La Argentina del Siglo XIX apostó por la primogenitura agropecuaria y logró situarse en el camino del crecimiento estratégico. Esto resultó positivo hasta que el “futuro” se transformó en “presente continuo” y renunció así a su primogenitura industrial por un plato de renta, dejando de imitar el camino material de Canadá o Australia, por entonces centrado en la adquisición de bienes de capital. El Siglo XX fue la ardua herencia condicionada de aquel desacierto.

El Siglo XXI se abre ante nosotros como una promesa y la primogenitura Argentina está en su australidad, justo allí, en la última frontera planetaria de los recursos naturales, enfrente de nuestra Patagonia, más allá de Malvinas y hasta el Polo Sur.

En el siglo XIX quedamos a las puertas de la Tierra Prometida por el Pacto Roca-Runciman; esto fue por nuestra propia responsabilidad. En el XXI tenemos nuestra oportunidad de construir aquella potencia media que pudimos ser, porque el Siglo XXI será el siglo del mar, de las plataformas continentales y del continente Antártico.

Es que se trata de un gigantesco sistema de más de seis millones de kilómetros cuadrados de subsuelo, océano y continentes donde está todo lo que el hombre como especie necesita para hacer frente a horizontes futuros de escasez planetaria: energía, minerales, proteínas, biodiversidad y agua potable.

Tenemos un rol planetario que jugar en la conquista de nuevos hábitat, nuevas fronteras para la minería metalífera y nuevas reservas de recursos estratégicos.

Como en el Siglo XIX, el Siglo XXI pone ante nosotros el “ancho de espada” del “territorio” que antes fuera la Pampa Húmeda y que mañana será el Atlántico Sur. Al territorio debe seguirle la opción por el capital y la tecnología puesta al servicio de la producción como motor social. Si no es así, todo será un nuevo plato de lentejas que devoraremos en alguna contienda electoral.

¿Cómo asegurar nuestra primogenitura? No es posible construir políticas de Estado cuando temas de valor estratégico pero de baja incidencia en la vida cotidiana de la gente se hallan sujetos a las vicisitudes del “mercado electoral”. Hay cosas que no están en la vidriera pero que forman parte de las más altas responsabilidades de Estado.

Un país que se piensa a sí mismo como oceánico y bicontinental no puede dejar librado a los vaivenes de la coyuntura el rumbo de la política de Estado más promisoria para el futuro económico y social de la Argentina. No es una exageración, Argentina tiene un gran papel global que jugar en nuestro mar.

Las lecciones de Roberto Mangabeira Unger

Hacer grande un país requiere más “sesos y libros” que “pan y circo”.

Roberto Mangabeira Unger es tal vez hoy uno de los espejos más contradictorios en el que suelen mirarse las elites del Brasil contemporáneo. Filosofo del Derecho, se autodenomina hombre de la “izquierda humanizante”, no por su simpatía con Marx, ni con el trotskismo, ni mucho menos con los movimientos antisistema, sino por su obstinada convicción por el cambio posible. La plasticidad.

Este hombre de las ideas, profesor de Obama en Harvard, fue sin lugar a dudas el primer puente viviente de Brasil hacia el Siglo XXI. Su labor fue nada más y nada menos que darle sentido orgánico y continuidad estructural al trabajo de Fernando Henrique Cardoso durante la segunda Presidencia de Lula Da Silva.

¿Cómo hizo esto? Fue él mismo quien puso sobre sus espaldas el enorme peso de tratar de hilvanar el “caos subjetivista” de los intereses sectoriales de las “elites revolucionarias” con la “tiranía estática” del objetivismo de las “elites conservadoras”. Porque Parménides y Heráclito nunca mueren.

Brasil, más allá del subibaja de toda coyuntura macroeconómica, tenía por delante la posibilidad de construir un “destino histórico” de poderío estratégico, de movilidad social y crecimiento en la producción y la innovación tecnológica, pero como en la fábula del “elefante amarrado a una estaca”, los países suelen estar a veces socializados para el “éxito sub-óptimo”.

Mangabeira entendió que para salir del lamentable pantano de la “miseria” y de la “comedia” no eran necesarios magos y alquimistas sino hombres dúctiles, pragmáticos, socialmente comprometidos y decididos al cambio, que miren hacia adelante y planifiquen con rigor técnico y visión política para armonizar esfuerzos y aunar horizontes.

Cardoso estabilizó la macroeconomía de su país y puso los cimientos del Brasil “Suecia Tropical”. Lula pensó distinto y sobre esos cimientos construyo el ideario de un Brasil “País Continente” dándole énfasis a la integración sudamericana. Los timonazos no son buenos sobre todo si consideramos al “portaviones” del Estado  como una gran masa acelerada que surca mares bravíos a gran velocidad.

Mangabeira propuso una fórmula de síntesis: “Brasil Emergente”, un actor local con liderazgo global y capacidad de interlocución mixta con el mundo desarrollado (el viejo poder) y las potencias emergentes (el nuevo poder). No debe haber contradicción sino armonía cuando se trabaja en una matriz de oportunidades y fortalezas antes que en una de debilidades y amenazas.

Mangabeira fue siempre un férreo opositor a Lula, a quien consideraba el “peor presidente de la historia de Brasil”, pero terminó incorporándose a su gabinete en 2007, habiéndole sacado un compromiso, el de dejarlo conducir un Ministerio absolutamente transversal a todos dedicado a la planificación estratégica de largo plazo.

La explicación era simple, sea por torpeza, descoordinación o corrupción, los caminos mal andados son más difíciles de desandar que los nunca transitados.

Los “parches” de coyunturas electoralistas o de simple “capitalismo de amigos” tienen un altísimo costo social y estratégico para los países. Si pensamos que planificar y hacer lo mejor es caro, evaluemos el costo de políticas nacionales sin planificación.

Pero sería injusto no decir que el correlato directo del gigante “sin pies de barro” fueron los mayores índices de movilidad social de la historia de Brasil, el acceso masivo a la vivienda, al automóvil, a las universidades y a las tecnologías, todas ellas también presentes en el ideario trazado por Mangabeira Unger.

Mangabeira no es un ser especial, es un hombre sencillo de un metro sesenta y cinco, parco al hablar pero enamorado del bien común hecho con buen gusto y sin bolsillos con doble fondo.

La herencia institucional de Mangabeira transita inmutable las tempestades del presente encarnada en la Secretaría de Asuntos Estratégicos (SAE) de la Presidencia de Brasil.

Argentina en 2016 necesita una Secretaría similar que piense nuestro país a 20 años. Tenemos una agenda enorme por delante. Si somos adultos dejaremos de ver conspiradores para ver pescadores pragmáticos que se benefician de nuestro rio revuelto.

“El justo medio” se traduce hoy en el “consenso” como único punto de fuga hacia el futuro. Ojala octubre nos encuentre juntos como una sociedad adulta que traza con pragmatismo y compromiso social su itinerario fundamental de largo.

Barracas del Paraná y Puerto Madero: Rosario siempre estuvo cerca

¿Conoce Ud. Puerto Paranay, Oro Verde  o Puerto Naranjito en Misiones? ¿Laprida o San Isidro en la Provincia de Formosa? ¿O quizás Agua Blanca en la Provincia de Salta? Aunque cueste creerlo, estas localidades forman parte cotidiana de nuestra agenda de seguridad porteña.

Pues si fuese posible hacer visible un flujo de interacciones entre estos ignotos puntos de nuestra patria y los nodos de fabricación y comercialización de drogas en la Ciudad de Buenos Aires o el Gran Rosario nos sorprenderíamos. Es que las interconexiones logísticas entre la Villa 21.24; la 1.11.14; la 31 o la Zavaleta con Puerto Naranjito o Agua Blanca, por ejemplo, son vitales para desentrañar el fenómeno narco minorista de la Argentina contemporánea. Continuar leyendo

De las fronteras a las villas

Para el narcotráfico, las fronteras y las villas forman parte de un circuito socio-delictivo unificado que se retroalimenta y crece. Para el narco no hay distancias entre las fronteras sin radares y los angostos pasillos de las villas porteñas, bonaerenses o rosarinas.

En los noventa, Argentina todavía era un país de grandes zares de la droga provenientes de México y Colombia. Hoy somos, además, un país de narcos locales (barones) dotados de creciente control territorial de áreas calientes en las grandes urbes y con vínculos logístico-criminales en Paraguay, Bolivia, Perú y las diásporas chinas en Sudamérica.

¿En qué consiste este  circuito unificado “villas- fronteras”? En primer lugar, las pericias químicas de las drogas incautadas en nuestras villas nos surgieren que esa pasta base proviene de cultivos de hoja de coca con patrones genéticos más compatibles con los de Perú y Bolivia, que con los de Colombia o Ecuador. Es decir, que ha sido la pasta base boliviana y peruana la que ha convertido a nuestro país en un mercado de estupefacientes con capacidad de cristalización de cocaína. Este dato es muy revelador porque marca una diferencia sustancial con los patrones genéticos de la cocaína incautada en grandes procedimientos que tienen por destino final Europa, más compatibles con los provenientes de Colombia.

En segundo lugar, el seguimiento en fase investigativa de las redes que operan en nuestras villas nos llevan a una misma conclusión: la droga del narco-menudeo local se nutre de los circuitos aéreos de pistas clandestinas o del tráfico “hormiga” de “bagayeros” que ingresan la pasta base tras cruzar nuestras desguarecidas fronteras de Paraguay y Bolivia.

En tercer lugar, y también de la mano de pericias químicas, es posible hoy conjeturar a partir de un conjunto de indicadores bastante inequívocos que varios de los precursores químicos utilizados suelen ser de origen asiático. Esta eventual ruta de precursores químicos nos conduce inmediatamente al “boom” de la minería peruana que encuentra en China no solo a su gran inversor sino también al gran proveedor de estos “insumos duales”.

De esta manera, varios aspectos tácticos y logísticos que tienen que ver con la naturaleza económica del negocio del narco-menudeo nos revelan parte de la trama oculta en el circuito unificado villas-fronteras.

Seamos cautos. Este análisis debe situarnos muy lejos de la xenofobia. Argentina es país abierto construido durante dos siglos gracias al esfuerzo de los inmigrantes. El xenófobo es el narcotráfico. Son los narcos quienes “estratifican” las tareas y los riesgos según la pertenencia nacional y étnica de los sujetos. Varias tramas delictivas nos acercan a la conclusión de que existe una pirámide étnica de jerarquías en el negocio territorial del narcotráfico. En más de una ocasión se ha verificado en nuestro país una secuencia sorprendente: capos de origen peruano, traficantes paraguayos y bolivianos, dealers argentinos y gerenciadores locales chinos.

Es por ello, que el reciente cuádruple homicidio de la Villa 1-11-14 nos obliga a realizar un salto cuántico para unir en una sola secuencia causal las porosas fronteras de Salta, Jujuy, Formosa y Misiones con los bunkers, kioscos y dealers de Capital Federal, Rosario y el Gran Buenos Aires. Solo de esta forma estamos en condiciones de salir del estupor mediático para darle a estos homicidios el valor que merecen, el de otra lamentable pieza de nuestra “arqueología del futuro”.

El cuádruple homicidio forma parte de una peligrosa hoja ruta que como sociedad hemos comenzado a transitar y que nos da una pauta del tipo y magnitud del delito organizado que tendremos en nuestro país en la próxima década, si es que no asumimos con seriedad y profesionalismo la agenda de seguridad del presente.

Hace décadas que somos incapaces de resolver la cuestión del vínculo entre el poder político (federal, provincial y municipal) y las fuerzas de seguridad a nivel territorial. Esta descoordinación, que es más que administrativa por cuanto cobra vidas, es descoordinación en el campo de la prevención, del combate directo al narcotráfico, y también del gerenciamiento de los sistemas de información anticipada (inteligencia).

Los narcos saben que “estamos en otra”, que no nos ponemos de acuerdo y que todo forma parte de una épica e intestina gesta política. Entre tanto, para ellos, “business”.

Tenemos que estar atentos y no dejarnos engañar. Es necesario que nuestro país deje de lado el camino del “efectismo” para recuperar la senda de la “efectividad”. Las estadísticas de incautación y las puestas en escena son, a los fines del combate real, “pan y circo”. El inventario nos confunde porque forma parte de una estrategia de marketing comunicacional. Las estadísticas de incautación se abultan y abruman.

“¡Mil de dosis de paco en un operativo!” ¿Sabe la gente cuanto es el volumen o el peso de mil dosis de paco? Presuponiendo máxima calidad estamos a hablando de no más de un cuarto kilogramo de residuos de pasta base de cocaína. Es decir, que cuando un país enorme como el nuestro ha incautado 300.000 dosis de paco en un año, en realidad estamos hablando de apenas 75kg de pasta base. Esto no es mucho.

“No esperes que nada cambie si haces siempre lo mismo”, dice la sabiduría popular. Necesitamos un “shock” que saque a la política de seguridad del “simulador de vuelo” y la “puesta en escena” y nos sitúe como sociedad en su conjunto en un combate decidido y planificado contra el narcotráfico y a favor de la vida.

Debemos recorrer el camino de las soluciones probadas. Hay decenas de casos exitosos en el mundo, no hay tiempo para los experimentos. Cada proceso de experimentación y aprendizaje tiene un costo social e institucional enorme, además de constituir a nuestra propia torpeza en una ventaja irrecuperable puesta al servicio del Crimen.

Ya lo sabemos. El problema territorial de la (in)seguridad es un problema de responsabilidad política cuyo diagnóstico principal es la acefalía del poder punitivo y reparador del estado puesto al servicio del combate al crimen organizado.

Necesitamos salir de los “oligopolios” de la seguridad y reconstruir el “monopolio” legítimo de la fuerza en un proyecto federal total en favor de la gente.

El narcotráfico al volante: ¿rumbo a los carteles argentinos?

El narco nos ha hecho cruzar el tan temido umbral del “inofensivo” país de tránsito para situarnos, ya no de manera transitoria sino estructural, en las “peligrosas” sombras del país de las cocinas y las guerras tribales entre dealers por el control territorial. Aunque las sobre-simplificaciones técnicas que alarman abundan por doquier, no están erradas en el diagnóstico macro, puesto que aun reconstruyéndolo con el rigor propio de los tecnicismos científicos y metodológicos, la situación es igual de grave.

¿En que reside tal gravedad? Básicamente en que el mercado del narcotráfico está desordenado y ese desorden ha tomado el volante de la agenda de seguridad nacional cambiando los patrones de comportamiento de otros delitos, volviéndolos impredecibles y dotándolos de renovada virulencia. Continuar leyendo

Malvinas: última frontera planetaria de los recursos naturales

Hoy los argentinos somos mucho más conscientes del gigantesco valor que tiene y que tendrá Malvinas en un futuro no muy lejano. Hemos logrado comenzar a integrar la pasión y los sentimientos que despierta esa porción de nuestra identidad territorial a una visión social pragmática y comprometida con el desarrollo sustentable y la paz.

Afortunadamente somos cada vez más quienes sabemos que Malvinas no es un capricho, que por el contrario se trata de una enorme ventana de oportunidades que puede transformar nuestras estructuras productivas e impactar decisivamente sobre el sueño de la movilidad social ascendente, el trabajo y el desarrollo industrial. Este es un fenómeno de conciencia endémica sin retorno. Justamente, porque hoy sabemos que Malvinas no es un archipiélago. Malvinas es un sistema geográfico al que sin titubeos podemos llamar “la última frontera planetaria de los recursos naturales”.

En menos de un siglo pasaremos de ser 6.500 millones a 9.500 millones de personas habitando el planeta. Con la industria y el consumo global tal y como lo conocemos vamos hacia un inevitable cuello de botella para el aprovisionamiento de cinco elementos claves para nuestra subsistencia como especie: energía, minerales metalíferos, proteínas, biodiversidad y el verdadero quinto elemento, agua potable.

En vistas a este escenario, el mundo ha puesto sus ojos en los únicos dos territorios del globo terráqueo que aún no están bajo soberanía efectiva de los estados. Esos dos escenarios tienen a Malvinas como punto en común. El primero es la Antártida, un enorme continente de 14 millones de kilómetros cuadrados, casi seis veces el tamaño de la Argentina continental, donde todos esos recursos están disponibles. La Argentina reclama soberanía sobre una octava parte de ese continente, casi la misma porción que el Reino Unido gracias al enclave colonial de Malvinas, Georgias y Sándwich de Sur, aun cuando este hecho no forme parte de su discurso geopolítico.

El segundo escenario de alto valor futuro son los fondos marinos y las plataformas continentales. Nuestro país tiene la tercera en extensión a escala planetaria, detrás de la rusa y la australiana. Nada y nada menos de 6 millones de kilómetros cuadrados de plataforma continental, cerca de dos veces y media la superficie de nuestra Argentina continental. ¿Qué hay allí? Todo. Energía, minerales metalíferos, proteínas y biodiversidad. Malvinas es un tema demasiado serio para ser simplemente un capricho. Y hoy celebramos la conciencia endémica de su valor estratégico y social.

Pueblos por Malvinas

Desde la Iniciativa Pueblos por Malvinas queremos constituir a nuestra gente en garantes del Diálogo Bilateral por la Cuestión de la Soberanía. En este esfuerzo estamos recorriendo el país desde hace un año llevando adelante la campaña del millón firmas por el diálogo, firmas que serán elevadas a la Secretaria General de Naciones Unidas en el marco de los reclamos generados por nuestro país ante el Comité de Descolonización.

Maratón “Malvinas Corazón de mi país” 

Buscando profundizar el conocimiento social del enorme potencial de Malvinas queremos invitar a todos los argentinos salir a correr por Malvinas buscando elevar al mundo un mensaje de paz y esperanza a través de la Maratón “Malvinas Corazón de mi País”. Argentina corre en un gesto enorme de solidaridad transgeneracional, puesto que Malvinas es un legado estratégico, una promesa de prosperidad futura para las próximas.

Argentina también corre en un generoso gesto de solidaridad intercultural, el pueblo argentino, unido en una cruzada pacifica frente al poder colonial que condiciona los sueños de libertad y desarrollo de los hombres y mujeres del mundo. El hecho colonial de Malvinas es un espejo invertido en el que la humanidad no debe volver a verse reflejado nunca más en ningún lugar del mundo. El próximo 15 de septiembre en Río Grande, Tierra del Fuego; los días 20 y 21 en San Lorenzo y Cafayate, Salta; el 28 de septiembre en Cutral-có, Neuquén; y el 5 de octubre en San Juan, iniciaremos un itinerario federal buscando compartir una visión del futuro de una Argentina grande, con un enorme potencial de desarrollo y un prometedora vocación austral, malvinera y antártica. Será un encuentro cultural, generacional e inclusivo y una oportunidad para transmitir al mundo un mensaje colectivo por Malvinas.