Oportunidad única para desterrar al autoritarismo corrupto

Llegamos a un principio de final feliz. La monarquía de Santa Cruz va a dejar de ser una cruz que debamos cargar entre todos. La Presidenta se despide con un humor agresivo e impune y todos los demás imaginamos un futuro sin ella. Estuvieron cerca de llevarse puesta a la democracia, de imponer esa absurda mezcla de negocios y autoritarismo, de corrupción con justificación ideológica, de derecha con pretensiones  de izquierda. Manchados, acusados, descubiertos en su enriquecimiento desmesurado, en el lugar de las ideas que proclaman instalaron la complicidad que los une. Y todos los que no pensamos como ellos, en lugar de opositores, venimos a ocupar el lugar del imperialismo y las corporaciones. Impunidad y caradurismo no les falta. En rigor, les sobra como a nadie nunca antes.

Hoy votamos y, primero, el candidato oficial es el menos oficialista de los candidatos. No es kirchnerista ni de La Cámpora, lo que queda claro al animarse a visitar Clarín. En realidad, ya todos se dieron una vuelta por el grupo de medios liderado por Héctor Magnetto; crearon tantos medios aburridos de oficialismo hiperbólico para terminar visitando al que no lograron comprar ni acallar. Y Scioli también  viajó a Cuba, no sabemos si para adherir al sistema o para averiguar cómo acercarse al imperialismo.

O sea que se va el apellido Kirchner, no lo hereda un fanático de esa enfermedad y luego pierden la mayoría absoluta, hasta es posible que no logren ganar en primera vuelta y sean derrotados.

Que quede claro: no es una elección más, no votamos candidatos sino sistema político, votamos entre democracia o autoritarismo. No llegaron a dictadura, no por falta de voluntad sino de puro incapaces y, además, hubo resistencia. Resistencia, virtud escasa en nuestra sociedad, vocación de servicio, presente en muchos lados menos en la política. Necesitamos cambiar, el Gobierno actual es malo y está gastado, son todos personajes unidos y amontonados  por la complicidad.

Massa venía primero lejos, tenía sus merecimientos, al jugarse había impedido la reelección. No quiero ni imaginar que hubiera sido La Presidente si la reelegían. Sin necesidad de ser perseguidos, se hubieran ido millares a vivir a otros lugares. Massa los derrotó y convirtió sus sueños en pesadillas. Igual,  con el dinero oficial contrataron miles de obsecuentes, como  José Pablo Feimann, que explica el imperialismo en el Canal Gourmet en el de cocina que denominan Encuentro, donde estos personajes anquilosados despliegan su recetario ya vencido por la realidad.

Macri organizó un centro-derecha transformador, apoyado en la eficiencia administrativa. Eso está en la Capital, el distrito más progresista y complicado, pero les fue bien, tienen un cincuenta por ciento de adhesión. Ese sector, el centro-derecha, es hoy el mejor organizado como partido: tuvo una interna en serio, ganó Macri y convocó e integró a los vencidos. Eso no se hubiera podido imaginar en otras fuerzas; en el kirchnerismo un disidente es un traidor que debe ser perseguido, primero por los servicios de información que tanto admiran y luego por los grupos de militantes rentados, o sea, alcahuetes oficiales que tanto abundan.

Macri va a internas con radicales y la señora Carrio; Massa compite con De la Sota; Scioli no compite con nadie. Ya lo eligieron, no por ser el mejor, no tenían otro, los leales a pleno eran todos piantavotos.

Margarita Stolbizer es una candidata de UNEN, grupo que tenía tantos candidatos que casi se queda sin ninguno. Pero merece el respeto de todos, ella expresa el progresismo, el centro-izquierda y la honestidad; ésa es la nueva política, la que necesitamos.

Digamos que el oficialismo retrocede con el desarrollo social; en Capital, Córdoba y Santa Fe sale tercero cómodo. Ya perdió Mendoza.  Sueña con ser la expresión mayoritaria de los necesitados de la Provincia de Buenos Aires. Ese es su sueño, su esperanza, que las clientelas les sigan siendo leales.

Los candidatos oficialistas de la Provincia se salieron de cauce, se dijeron cosas que nada tienen que ver con las ideas que no expresan y demasiado con los intereses que sí comparten y a veces compiten. Scioli había decidido tomar distancia del conflicto, la Presidenta tomó conciencia de que era una guerra posterior a su poder, ya sin ella gobernando.  Y salió a otra cadena, discursos donde intenta amenazar a la Justicia. Lo mira a Zannini y le dice “¿Te acordás cuando nos allanaron por el Banco?”. Les propone a todos no tenerle miedo a la Justicia, ya vendrán los empleaditos de “la legitima” y avisarán a los jueces que con el poder no se puede, que los fueros son eso, blindaje para que el delito escape del espacio de la ley. Brasil tiene corrupción, pero también empresarios y políticos presos. En eso, seguimos siendo los peores.

El discurso Presidencial podría sintetizarse en una sola frase: “Mantengámonos unidos que mi Gobierno nos da impunidad y  nos protege”.  Votamos un sistema, democracia con instituciones. Votamos contra una decadencia, autoritarismo con corrupción. Insisto, no elegimos tan sólo un candidato, sino mucho más, una forma de vida. Hagámonos cargo de semejante responsabilidad.

Derrotas y mentiras

El Gobierno ganó en Salta, salió tercero en Santa Fe y en Capital, segundo en Mendoza y en Neuquén, y sigue alquilando mediciones que los dan en alza, en imagen, simpatía y otras virtudes de poca incidencia electoral. En Capital lo más llamativo fue el festejo, como si alguno de los encuestadores hubiera chocado contra la realidad. Y las explicaciones, todas del tenor de “no supimos comunicar”, alguien tendría que avisarles que comunican en demasía, que aburren con sus relatos, que el espejo de la realidad está los medios que ellos llaman “opositores” y “hegemónicos” y decidieron odiar. En contraposición, los medios oficialistas van engendrando una realidad demasiado parecida a la ficción. Si las democracias sobrevivieron a las dictaduras fue esencialmente por su capacidad de autocrítica. Por esa virtud que el kirchnerismo les prohibió hace rato a sus dependientes.

La noche de Capital fue jugosa, el joven Recalde contando que se puede, la hilera de candidatos con cara de “yo no fui” apilados para aparecer como iguales, la ausencia de la Presidenta, los de 678 bajando del dogma para visitar por un rato el asombro. Y salieron cuartos como candidatos y terceros como partido. Después de Mendoza, Santa Fe y Neuquén, no parece fácil seguir con la idea de que ganan en primera vuelta.

Todo parece reducirse a la Provincia de Buenos Aires, como si en ella, por contener casi el cuarenta por ciento de los votos se encontrará la ventaja vencedora del oficialismo. Si hacemos memoria, fue en esa provincia donde De Narváez derrotó al propio oficialismo yMassa se impuso a Scioli, donde primero aprendieron a morder el polvo de la derrota. Ahora la sueñan como la niña mimada que conserva los votos para terminar de hacer la revolución. El PRO todavía no tiene candidato con fuerza en esa provincia, pero cómo olvidar a Ítalo Luder esperando que lleguen los votos de La Matanza, terminó ya tarde por dirigirse a mi persona y pedirme, “puede bajar usted a aceptar la derrota”, y yo bajé con esa triste tarea en la Calle Reconquista al mil. Los esperados votos de la Matanza no cambiaban el asombro por la aparición de un desconocido de nombre Alejandro Armendáriz.

En el 2011 el oficialismo metía miedo. En la Provincia solo Jesús Cariglino se decidió a enfrentarlos, y logró ganarles. Para eso hay que tener gestión y el consecuente apoyo de los votantes. Ahora son muchos los que actúan con la dignidad de Cariglino, son tantos como para repetir la derrota que al oficialismo le impuso primero De Narváez y luego Sergio Massa. La provincia de Buenos Aires no es ya el seguro de vida del gobierno, es una expresión más del deterioro que sufren en todos los órdenes.

El acercamiento entre Massa y De la Sota puede ser importante tanto como resultar tardío. Es una digna tarea tratar de rescatar al peronismo de este kirchnerismo que imagina modernizarlo a partir de un tratamiento de rejuvenecimiento con pastillas de marxismo que están vencidas desde la caída del muro de Berlín. Una idea de avanzar retrocediendo donde nunca estuvimos, a un error de la historia que supimos superar en tiempos donde deslumbraba y asustaba al mundo, lo abrazan ahora cuando ya ni sus inventores lo consideran vigente. Marxistas aburridos y de pura explicación expulsiva de votantes, esos a los que el General llamaba “piantavotos”, esos son convocados por la Presidenta para explicar lo que ella imagina como una revolución, y termina apestando a “involución”.

Somos una sociedad con una democracia amañada y con riesgos de caer en manos de un autoritarismo de negocios con disfraz de progresismo. Una democracia cruzada por el miedo, miedo del Gobierno a perder el poder y tener que responderle a la justicia, miedo de la oposición a que el kirchnerismo no pierda y entonces ingresemos a una etapa final de disolución. No tenemos moneda ni índices para medir nuestras propias debilidades, caímos en un mundo donde por pensar distinto uno pertenece a “las corporaciones” o le dicen gorila. Un mundo donde los funcionarios se dedican a perseguir y denostar a los ciudadanos. Un mundo donde el oficialismo imagina que pierde elecciones solo porque no llega a la perfección de mostrar sus virtudes, sus logros, sus aciertos.

Imaginan que el pueblo es limitado de entendederas y necesita de la “vanguardia iluminada” para conocer los logros obtenidos. Sueñan que si hubieran eliminado a todos los medios libres solo serían ellos los narradores, y convencerían a las mayorías de las virtudes de esta sabia minoría. Olvidan un detalle, los logros son los que disfrutan ellos, al pueblo no hay que contarle como vive, saben de sobra lo duro que la están pasando. Las críticas de las supuestas corporaciones son el espejo de la realidad. Hace demasiado tiempo que gobiernan, ya nos llevaron de vuelta a la falta de moneda y al crecimiento de la deuda, ya necesitan cambiar la justicia para no correr el riesgo de tener que pagar por sus corrupciones, ya estamos iguales o peor que cuando empezaron.

Hay miedo de que intenten inventar un INDEC electoral. En lo demás, me parece que ya están sabiendo que les llegó el tiempo de la derrota. El tiempo que merecían ellos, y mucho más lo merecíamos y esperábamos nosotros.

El tercer paso

Salta no dijo demasiado, gobierna y se impuso un peronismo no excesivamente degradado por el poder de turno. Luego, en Mendoza quedó claro que el oficialismo pierde la provincia, y en Santa Fe, con su mejor candidato, mucho más peronista que kirchnerista, quedaron terceros y fuera del debate del futuro. En Mendoza, además, el peronismo derroto al kirchnerismo.

En Capital, el PRO salió primero y segundo, Eco quedó tercero, y en el Frente para la Victoria, cuarto, todo era festejo. Lo mismo que en Santa Fe, la competencia por el ganador era entre dos que no pertenecían a la soberbia gobernante.  Y en Córdoba, los radicales y el PRO se enfrentan a un peronismo que no obedece al autoritarismo imperante. Menem había alquilado el peronismo a lo más retrogrado de la derecha, la Presidenta convocó a defender a su Gobierno a lo más retrogrado de la izquierda, a los restos del marxismo fracasado tanto en nuestro país como en el  mundo.

Las elecciones marcan que el PRO, que nació en Capital, logro consolidarse en su lugar de origen y expandirse en el resto del país.  La alianza con los radicales muestra que era la única posible para ambas fuerzas, la única que los dejaba en condiciones de desalojar al oficialismo. Los que más recurren a la supuesta ideología para cuestionar este acuerdo son sin duda los que menos entienden del tema. Primero necesitamos recuperar la democracia, luego debatir los rumbos.

La interna entre Rodríguez Larreta y Michetti se comió al resto del debate político. Algunos idiotas de turno imaginaron que la libertad de que una línea interna lo enfrente a Macri expresaba debilidad, como si la autoridad política se asimilara a la militar. No sé si los del PRO  planearon el éxito de este enfrentamiento o les salió de casualidad, en todo caso el resultado es el mismo: el Pro expresó en su seno el principal  debate por el cual valía la pena concurrir a votar, o al menos el más convocante.

Y los que imaginaban un golpe en contra de Macri se quedaron con las ganas, ganó su candidato y permitió elecciones libres. Además, se acercó al cincuenta por ciento de los votos. El Gobierno terminó festejando con bombos y platillos el tercer puesto tercero -cuarto si asumimos que el macrismo ocupa el primer y segundo resultado en votos.  Los discursos del PRO festejaban un éxito indiscutible, el de Recalde parecía el de un opositor que no le avisaron que gobernaban hace rato. El oficialismo promete obediencia y luego imagina adversarios, como si no tomaran conciencia de que no nos dejan en otro lugar que en el de enemigos.

Hace unos meses acompañé al gobernador de Córdoba a un acto político en Paraná, Entre Ríos. Al otro día me asombró el hecho absurdo de encontrar  que De la Sota no figuraba en ninguno de los dos diarios de esa capital. Pudimos comprobar que para Uribarri la presencia del gobernador De  la Sota no merecía aparecer en los diarios y se reservaba el derecho a impedirlo. Hace unos días hablé en un acto en Chajarí, el mismo clima de persecución al disidente amenazaba a medios y empleados públicos. En Entre Ríos, la dictadura del proletariado imponía sus efluvios de persecución autoritaria. Como en los medios oficiales y oficialistas que avanzan invadiendo la libertad. Pero no logran demasiado, al menos si lo medimos en votos. Hubieran tenido mejor resultado si hicieran obras en lugar de propaganda.