Los esfuerzos en educación deben empezar con nuestros niños en las escuelas

Todos sabemos que la educación es un potente motor de cambio, de superación y de inclusión social. Además, es la herramienta más eficaz para el crecimiento equitativo, perdurable y justo de cualquier sociedad. Todo país se define por su sistema educativo, desde qué tipo de sociedad somos y sobre todo qué configuración social queremos para nuestro futuro: alfabetizada, competente, con igualdad de oportunidades en un mundo globalizado que exige la permanente capacitación de todos nosotros. Ese país con esa pobreza cero que todos anhelamos.

Son muchos los estudios que demuestran la relación entre los niveles de educación y de pobreza: a mayor nivel educativo alcanzado disminuyen notoriamente las posibilidades de ser pobres y estar marginados de la sociedad, que genera un círculo vicioso en las futuras generaciones.

Cada política que se ocupe de que los niños estén en las escuelas nunca estará de más, desde la asignación universal que les permita desarrollarse en plenitud, la obligatoriedad de sala de 4 años, entre tantas otras. Continuar leyendo

Pensar un país para las próximas décadas

Somos un país joven,  dentro de muy poco celebraremos el Bicentenario de nuestra Independencia pero recién conformamos un Estado hace apenas más de un siglo a partir de una Nación integrada por diferentes culturas, costumbres, creencias.

A veces, este horizonte temporal acotado nos impide dimensionar los tiempos de los procesos sociales. Estamos siempre pensando en el corto plazo, en la coyuntura, dificultándonos extender la mirada en el futuro. ¿Somos capaces de pensar el país para las próximas décadas?

Argentina necesita de acuerdos, de consensos, de políticas a largo plazo. Nuestro país requiere poner la mirada en el porvenir. En este sentido la conformación de un Frente entre fuerzas políticas de diferentes partidos, que comparten principios, líneas de acción y objetivos constituye una gran esperanza para nuestra República devaluada por el deterioro de sus instituciones señeras.

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Claves para entender el problema y acciones para combatirlo

El problema del narcotráfico es complejo y para alcanzar una solución adecuada debemos conocer y comprender de qué se trata. Necesitamos conocer, para discernir sobre las capacidades de las distintas instituciones que intervengan, y determinar la competencia que les cabe a cada una de ellos. Estas tres “C” (Conocimiento, Capacidad y Competencia), son fundamentales si se quiere lograr un verdadero efecto de disuasión sustentado en códigos claros y efectivos. Leyes y reglas de juego adecuadas para enfrentar este flagelo que amenaza a la salud, la vida y la estabilidad de los argentinos, y atender a su prevención. Es un problema urgente que no admite dilaciones, trasciende a la política partidaria y exige el compromiso patriótico y desinteresado de todos.

Claves

1. El narcotráfico es un delito de proyección internacional que no reconoce fronteras; y menos aún cuando los controles que, son responsabilidad de cada Estado, tampoco se las impone claramente.

2. El producto que cultiva, produce, promueve, trafica y vende –la droga en sus distintas variantes-, se fracciona en diferentes fases hasta alcanzar pequeñas dosis para llegar al consumidor en la etapa de comercialización final; en todo el proceso es maleable, incluso en grandes cantidades, y relativamente fácil de transportar, esconder, enmascarar y simular.

3. Es un negocio ilícito de una enorme rentabilidad; por lo tanto, sus ejecutores, cuentan con grandes cantidades de dinero. En este sentido, su capacidad de comprar voluntades y corromper instituciones es enorme.

4. Al ser sustancias que producen adicción, también facilita a los delincuentes operar sobre la voluntad de las victimas e incorporarlas al circuito delictivo de diferentes maneras, a cambio de la propia sustancia.

5. El narcotráfico ejerce sus actividades en forma territorial. Es decir que necesita hacer pie y adueñarse del territorio de su interés. Necesita disponer de una logística adecuada y de impunidad territorial. Se involucra y trata de apropiarse, por lo tanto, del gobierno, la seguridad y la justicia del lugar donde ejerce sus actividades. Funciona como una empresa con un gran sentido de la eficacia y la eficiencia pero también con un supuesto sentido social y, como tal, no es ajeno el asistencialismo como marketing, que realiza en las comunidades.

6. Es un flagelo que no distingue clases sociales ni diferencias culturales. Todos los estamentos de la sociedad son vulnerables, desde las clases más humildes hasta las más pudientes.

7. Es productor y generador de actividades subrepticias. Crea y maneja su propia red de inteligencia porque necesita de información confiable para su desarrollo.

8. Necesita de facilidades financieras que le permitan transformar el dinero mal habido en dinero limpio y libre de sospecha. Es tal la cantidad de riqueza que produce, que esta metamorfosis del dinero da lugar a otro negocio ilícito de enorme rentabilidad. La corrupción es, por lo tanto, causa y efecto del narcotráfico. Un verdadero círculo vicioso.

Acciones

Conocer estas características nos ayuda a entender la necesidad de soluciones integrales, que respondan a una decisión política del más alto nivel de la conducción del Estado. Estas soluciones deberán estar referidas al corto, mediano y largo plazos, porque las particularidades de este flagelo nos hacen pensar primero en la educación y la salud. Educación, mirando tal vez el mediano y largo plazo, para prevenir; y salud, pensando en el muy corto plazo, para contener y curar a las víctimas.

Al avance del narcotráfico hay que oponerle barreras que detengan o minimicen el ingreso y egreso de la droga, que impidan su circulación en el territorio nacional, que eviten su producción y fraccionamiento, que dificulten el lavado de dinero producto del negocio ilícito.

La prevención del delito es clave, debemos actuar sobre sus causas y no sobre las consecuencias. Es necesario contar con leyes adecuadas, concretas y específicas. Se hace necesario repensar y actualizar las leyes de Seguridad Interior, Defensa Nacional, Inteligencia Nacional; tal vez, las de Tenencia y Tráfico de Estupefacientes y de Extradición, entre otras, y sus respectivas reglamentaciones. Los Códigos, más allá de dar un marco legal para castigar, cumplen un efecto disuasivo. El delito es dinámico y se traslada de un lugar a otro, buscando los contextos más favorables para desarrollarse. Esto es importante de considerar a la hora de plantear modificaciones.

Una tarea que debemos encarar legisladores, juristas y constitucionalistas. Pensar nuevas leyes, normas y procedimientos referidos a la interceptación y al control de vehículos terrestres, aéreos y marítimos,que violen los espacios de jurisdicción nacional.

De manera prioritaria, atacar a la corrupción y al lavado de dinero, que son parte inseparables y condición necesaria para el narcotráfico.

Recuperar el control de aquellos territorios donde ya está presente este delito y evitar que se apodere de otros. El control efectivo del Estado sobre las zonas vulnerables es primordial. Éstas, a veces son áreas puntuales y, otras, extensos territorios: fronteras, vías de comunicación, pistas de aterrizaje, puertos marítimos y fluviales; zonas de producción, transferencia, fraccionamiento, distribución y comercialización.

Al ser un problema global su solución exige de una gran coordinación, no sólo entre las agencias de seguridad involucradas en forma directa, sino también entre los estados nacionales que comparten con el nuestro el comercio internacional y el tránsito de personas, no sólo en la región.

Proteger la información. Los narcotraficantes cuentan con muchos medios técnicos porque disponen de dinero en abundancia.

Proteger a los funcionarios involucrados en la lucha contra el narcotráfico. No sólo a aquellos que hacen el trabajo de campo (las fuerzas de seguridad y policiales) también a los que ejercen la conducción política, estratégica y operativa; a los jueces y fiscales, etc. Debe estar protegida a la confidencialidad de sus dichos y acciones. Estos funcionarios, además, deben contar con una preparación especial y estar sujetos a un estricto control de organismos competentes del Estado.

No basta con el compromiso de un intendente o un gobernador. Éstos poseen recursos materiales y humanos limitados e insuficientes para hacer frente a esta amenaza que los excede y, posiblemente, si la decisión no parte de la autoridad nacional, terminarán fracasando o siendo víctimas de las organizaciones delictivas. Fundamentalmente, es necesario el compromiso político, decidido y enérgico del Estado Nacional, que involucre a todos sus estamentos y con un presupuesto acorde a la prioridad que merece el problema.