Las prioridades y la realidad

En política exterior existen prioridades que varían según los momentos y las circunstancias. Hoy Uruguay entra al Consejo de Seguridad y bienvenido sea, sin sobredimensionar el hecho ni olvidar las delicadas situaciones que puede involucrar. Afortunadamente, se ha apostado a un funcionario de alto nivel profesional que asegura un manejo solvente de esas delicadas situaciones.

Se ha hablado mucho estos días de la incorporación de Uruguay al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro “no permanente”. Sin duda es una posición importante, aunque no debe sobredimensionarse, porque bien es sabido que mientras exista el veto, las cinco grandes potencias son las dueñas absolutas de las decisiones (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido). Si están ellas de acuerdo, nada hay para agregar y si una sola está en contra, poco hay para hacer, porque opondrá el veto y dejará sin efecto cualquier resolución. Naturalmente, estar en el debate es interesante y nada cabe objetar al respeto. Sin embargo, en ocasiones, nos pone ante un compromiso difícil, en que el interés nacional puede colidir con algunas definiciones de política o bien tener que optar entre la posición de Estados con los que mantenemos equidistancia (encerrona no desdeñable). En ese Consejo conviviremos, además de con los “grandes”, con países como Chad y Angola, Venezuela y Nigeria, bien distantes de nuestras orientaciones, lo que no se hace sencillo en asuntos normalmente muy delicados que hacen a la paz. Continuar leyendo

Viajes presidenciales y política exterior

Con motivo del viaje del presidente Tabaré Vázquez a París y Tokio, se han realizado algunos comentarios al respecto que, si ya no tienen la virulencia de otros tiempos, no dejan de asumir un sesgo crítico sobre la diplomacia presidencial. No es baladí, por consiguiente, formular algunas reflexiones sobre un tema que, en ocasiones, poco se considera con la seriedad del caso.

Desde nuestra primera Presidencia, al retornar la democracia, Uruguay marcó una fuerte presencia en el mundo internacional. En América Latina fue el tiempo del Grupo Contadora, que realizó un notable esfuerzo en la pacificación de América Central, y el de Cartagena, que trató el tema de la deuda externa, entonces dominante. Fueron muchas reuniones, varias de ellas —incluso— en Uruguay. A Europa y los Estados Unidos se realizaron visitas de Estado, con todo lo que ello significa de presencia, y se logró obtener que se realizara en Punta del Este la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), que por vez primera se reunía fuera de Europa y mantuvo el nombre del país, que repicó durante años en todos los diarios del mundo.

Con un provincianismo menudo se discutían estos viajes que iban poniendo al Uruguay, nuevamente, en el mapa de la democracia. Un país como el nuestro tiene que estar, mostrarse, ser parte de un diálogo civilizado. Se deben aprovechar esas ocasiones para mostrar nuestros valores culturales, la significación de un país que no es potencia, pero que tiene un peso específico en la región. Continuar leyendo