Una renuncia que es mucho más

Ante todo, digamos que Read no solo es un dirigente experimentado, sino alguien tan emblemático como que ya fue orador en la celebración del 1.º de mayo de 1983, cuando, aún bajo la dictadura, un grupo de gremios coordinados en el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) lograron una sorprendente autorización para hacer un acto tradicional, hasta entonces prohibido. Al año siguiente, el 1.º de mayo, el sindicalismo exhibiría la nueva denominación de PIT-CNT, que reunificaba ese plenario con la vieja CNT. En todo ese proceso, fue Richard Read figura principalísima y orador permanente hasta el 1.º de mayo de 2013, cuando llamó la atención planteando el tema de la ética del trabajador: “No quiero al atorrante, al vago, al lumpen. No quiero eso en mi sindicato, quiero laburantes”.

Con el tiempo, todos maduramos y ese ya era el caso. Aquel joven de discurso radical que conocimos entonces daba paso a un dirigente que comprendía por dónde pasaba el fondo del interés del trabajador.

Desde entonces, cada tanto, Read se desmarcaba del oficialismo sindical, notoriamente alineado con la orientación comunista y del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Comenzó a hablar de “productividad”, una mala palabra para esa conducción, considerada una expresión típicamente capitalista. Bajo ese rubro, sin embargo, Read logró un acuerdo en su ramo, en que -en ciertos sectores- se bajó la jornada laboral a 6 horas sobre la base de un aumento en la producción. Continuar leyendo