Invertir en Cuba. ¿Por qué ahora sí?

Karel Becerra

Cuba se ha puesto de moda, las noticias son diarias y los cambios “abrumadores”, según reflejan los medio del mundo. Aprovechando la coyuntura, muchos empresarios piensan hoy en realizar negocios y explorar nuevas oportunidades. Para facilidad del inversionista extranjero, la Asamblea Nacional promulgó la ley 118 de inversión extranjera. La anterior databa de 1995, con inversiones directas que bajaron hasta los 3,5 millones de dólares durante todo 2005, un número notablemente insignificante para un país. Si miles de empresarios antes dijeron “no”, ¿por qué ahora sí?

Un cambio se encuentra en el capítulo I, artículo 1.1. Mientras que en 1995 se tenía como objetivo contribuir “al desarrollo sostenible del país”, la ley actual plantea como objetivo el “desarrollo económico en función de una sociedad socialista próspera y sostenible”. Es más un retroceso que un avance.

Para lograr el objetivo principal, se remarca en el capítulo III, artículo 4.1 que, en caso de “motivos de utilidad pública o interés social previamente declarados por el Consejo de Ministros”, la inversión puede ser expropiada. Luego, con la intención de transmitir tranquilidad al incauto inversor, “protegen” al inversionista, permitiendo que este acuda a la vía judicial en los tribunales nacionales.

Existen otros artículos aún más sutiles que facilitan la constricción del socialismo. Capítulo XII, artículo 47: “Las indicaciones que se dispongan por el Consejo de Ministros para los sectores de la economía priorizados”. Significa que los inversores están limitados a sectores o áreas estrictamente definidas según los intereses del Gobierno. Entonces lo que hoy es útil en el futuro puede ser peligroso para la soberanía nacional. Un caso conocido, bajo la ley de 1995, ha sido la empresa de telecomunicaciones Etecsa, capitalizada y modernizada con capital extranjero, pero hoy controlada 100 % por el Gobierno. Esto no ha cambiado ni una coma, incluso ha empeorado. Mientras mejor le vaya, peor será su final.

También se debe observar con atención el capítulo III, artículo 6.1.: “El plazo de la autorización otorgada […] puede ser prorrogado por la propia autoridad […] De no prorrogarse el plazo a su vencimiento, se procederá a la liquidación de la empresa”. El significado es que, al vencer el plazo, los inversionistas serán presionados por los funcionarios autorizados a extender el plazo. Muchos inversores, ante la facilidad de corromper el sistema, caen en esta trampa, muchas veces tendida por los mismos servicios secretos. Este grave error implica que tendrán solo tres salidas, ser informante y fiel defensor de la revolución, pasar el resto de sus días en la cárcel o enterarse a tiempo, si sus conexiones no son informantes, para tomar uno de los pocos vuelos disponibles ese día. Existen casos peores que han terminado con el suicidio o la muerte de empresarios en circunstancias sospechosas.

Ese es el panorama real, un marco legal poco favorable y un alto riesgo de que su inversión sea liquidada por interés social, su sector sea cerrado y usted se vea obligado a vender o se le venza el plazo. Todo esto sin realizar los cálculos y los estimados de retorno en un país sin estadísticas confiables. Entonces, ¿es recomendable invertir en Cuba? Si antes no, ahora tampoco.

Notas:

  • Cy Tokmakjian. Empresario canadiense con facturación anual de 80 millones de dólares, condenado a 15 años por “soborno y otros delitos económicos”.
  • Max Marambio. Empresario chileno. Ex escolta de Salvador Allende y amigo personal de Fidel Castro, condenado a 20 años de prisión. Escapó a tiempo hacia América del Sur.
  • Jean-Louis Autret. Empresario francés, condenado a 15 años de cárcel.
  • Alfredo Jaime Capetillo. Empresario mexicano, declarado fugitivo y con pedido de captura, acusado de corrupción. Escapó a tiempo a su país de origen.
  • Claudio Vetere. Empresario canadiense condenado a 10 años de prisión.
  • Marco Puche. Empresario canadiense condenado a 8 años de prisión.
  • Arturo Cuba. Empresario en prisión preventiva. Se suicidó en la celda.
  • Roberto Baudrand. Empresario chileno, muerto de manera accidental mientras era investigado por corrupción.
  • Sarkis Yacoubian. Empresario canadiense. Condenado a 9 años de prisión.
  • Amado Fakhre. Empresario británico. Estuvo 2 años en prisión preventiva y luego fue liberado.
  • Stephen Purvis. Empresario británico. Cumplió 2 años de prisión por cargos de corrupción.