La resistencia del pueblo más contaminado de la Rioja

“Casi todos los meses mueren niños antes de nacer, y sabemos bien por qué” cuenta María, una de las tantas mujeres que viene denunciando la contaminación de una curtiembre (hoy Curtume CBR) que empezó a funcionar hace casi tres décadas en Nonogasta, sobre la ruta 40 (Departamento de Chilecito, La Rioja).

La familia Yoma fue dueña de la curtiembre hasta que en el año 2005 entró en quiebra. Tres años después la adquirió la empresa brasileña Bom Retiro por la suma de 6 millones de dólares en cuatro pagos -ocho veces menos que su precio real-, comprometiéndose sólo a mantener 700 de los 1300 trabajadores que tenía la curtiembre (actualmente sólo 200 son de Nonogasta). Pero además, la compra fue acompañada de varias condiciones que exigían los inversores de Brasil. Entre ellas, que se le otorguen los beneficios de la promoción industrial, la previa construcción de una planta de efluentes -que costaría 15 millones de pesos para la provincia-, y la liberación del 21% del impuesto a la exportación. La excusa de todos esos beneficios era que la curtiembre se encontraba endeudada por 160 millones de dólares con los bancos Nación, Ciudad y Provincia de Buenos Aires.

Hay mucho detrás de esta historia en la que se destacan: créditos otorgados entre 1995 y 1998 sin suficientes garantías; así como el decreto 684 -firmado en 1998 por el entonces presidente Menem- por el que se encomendaba la realización de todas las acciones por parte del Estado necesarias para lograr la capitalización de los créditos de Yoma S. A. y sus sociedades controladas La Cordial S. A. y Curtidos Riojanos S. A.; además, un pedido a la Nación de 130 millones de pesos en adjudicación de beneficios para la empresa realizado por la provincia en 2008; y por último, luego de los recursos presentados por el Banco Nación en pos de recuperar parte de la deuda contraída por la empresa, a comienzos de este año la Corte Suprema de Justicia anuló uno de los fallos del proceso de adjudicación, por el cual la Cámara de Chilecito había entregado la Curtiembre a la empresa brasileña Curtume CBR.

Todas estas irregularidades involucran desde el poder político de la provincia hasta la justicia local. Aunque lo que más sorprende a quienes sufren los desastres ambientales de la curtiembre es que, aprovechando este fallo de la corte, los Yoma podrían obtener nuevamente la curtiembre sin pagar un peso, ni a los bancos, ni a los trabajadores que fueron despedidos en su momento, descontando desde ya la sola posibilidad de una reparación por los daños causados a la salud y al ambiente de Nonogasta.

El fuerte olor que se siente no es lo único que preocupa a muchos vecinos. Cuentan que eso corresponde a una parte ínfima del asunto. Uno de los problemas más graves de la producción de la curtiembre es la utilización de sustancias “cancerígenas y mutagénicas” como el cromo, el plomo, ácido sulfúrico y sulfídrico, amoniaco, cal y otros. De hecho, es tan indiscutible la situación que el propio Beder Herrera, actual gobernador de la provincia, hace poco expresó: “La gente tiene razón y lo digo públicamente. Es la única empresa que contamina porque tiene cromo, por ese olor nauseabundo que aguantó 30 años la gente”.

El silencio que recorre Nonogasta

El miedo de gran parte de la población a expresarse sobre el tema es entendible sólo con advertir el poder que tiene la empresa, pero también lo es por la necesidad de muchas personas de conservar su fuente de trabajo (aunque en palabras de un vecino “hay mucha movilidad de trabajadores, cuando caen enfermos los echan”). Los profesionales de la salud tampoco hablan públicamente del asunto. Sólo algunos pocos, como el médico Raúl Secrestat, ex director del Hospital de Nonogasta, quien aseguró al Diario Chilecito la existencia de una “relación directa entre la contaminación, las malformaciones y casos de cáncer”.

Ya en 2004 la curtiembre fue allanada por orden de un juez federal de la Rioja, gracias a las denuncias por el aumento de los casos de leucemia y distintas enfermedades respiratorias relacionadas con las sustancias contaminantes que son utilizadas en el proceso de curtido. Sin embargo, a pesar de haber aumentado tanto la producción como la exportación de cueros, la empresa no tomó ninguna medida de seguridad. Lejos de ello, “el agua de la vertiente que es de buena calidad en la zona no va para el consumo humano sino a la curtiembre, y esto es totalmente gratis” comenta un vecino.

Pero no todo está perdido. Hace unos años, vecinos y vecinas de Nonogasta organizaron la Asamblea el Retamo. Junto a ellos se solidarizó la Asamblea Ciudadanos por la Vida de Chilecito que defiende el cerro Famatina para que no lo destruyan las grandes empresas mineras. Y en pos de visibilizar estos conflictos, decidieron organizar este último fin de semana, la XXII Unión de Asambleas Ciudadanas, un encuentro que viene reuniendo a distintas asambleas de todo el país en diferentes territorios desde Chubut hasta Jujuy, donde se unieron para decir “basta”.