No sabemos si el amor salvará al mundo, pero el marketing sí lo hará

Hace algunos días conocimos la noticia sobre el riesgo de quiebra de la ciudad de Nueva York. ¿Es esto posible? ¿Puede estar “La Gran Manzana “en bancarrota? ¿Dónde quedó el eterno y recordado “I LOVE NY” además de impreso en remeras y pines? Frente a este último interrogante surge una pregunta más ¿Puede una buena estrategia de marca país rescatar a esta Ciudad y a las otras tantas de EEUU que en este momento están corriendo la misma suerte? La respuesta es positiva.

Un país, una ciudad bien posicionada, es igual que una empresa con una marca bien establecida; genera mayor rentabilidad y eso le permite transitar situaciones de crisis con menores dificultades. A fines de la primera década del nuevo milenio comenzó a gestarse este concepto que fue contagiándose internacionalmente. La idea de lograr unificar en una frase, un isologo o un logotipo, los atributos distintivos y diferenciadores de un pueblo, se extendió geográficamente. Pero ¿cómo se encara en forma efectiva una estrategia de posicionamiento a nivel país? Exactamente igual a la de una compañía sólo que teniendo en consideración que los participantes y responsables del éxito son todos y muchos: habitantes, políticos, funcionarios, periodistas y empresarios.

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