Entre la innovación y la manipulación

Entre las definiciones de política más simples y contundentes está la que dice que esta actividad es la capacidad de generar certidumbre en la sociedad. Todo lo que se encuentra dentro de este concepto debería encuadrarse en tal definición, por ejemplo, el sistema electoral.

El 14 de noviembre el jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, reglamentó el decreto de 441 que da cuenta del Régimen Normativo de Boleta Única y Tecnologías Electrónicas. Con este nuevo sistema de votación para las elecciones locales se toma distancia del proceso que empezó en 1912 con la sanción de la denominada Ley Sanz Peña. Luego de 102 años se dejarán de lado las boletas múltiples de papel para pasar al voto electrónico.

Si bien aún no se sabe qué sistema se usará con relación al voto electrónico, conviene resaltar que algunos modelos no solo no le otorgan al sistema político más certidumbre sino por el contrario pueden opacarlo al excluir a la ciudadanía y a los partidos políticos de los procesos de control y fiscalización.

El modelo de urna electrónica que propone una de las empresas que participará de la licitación es un retroceso democrático que puede comprobarse en la crisis de Venezuela. Allí las urnas electrónicas de la empresa Smartmatic están en el centro del conflicto político. La desconfianza de los venezolanos hacia las autoridades electorales y el voto electrónico apunta a la manipulación de los votos y a la violación del carácter secreto del mismo. Además se utilizó todo tipo de acciones para excluir a los partidos de la oposición del control y la fiscalización.

El riesgo de la tecnocracia consiste, so pretextos modernizantes, en la delegación por parte de la ciudadanía de todo el poder electoral en pocas manos, en leviatanes que operan discrecionalmente y sin ningún tipo de control social.  Con solo hacer una rápida búsqueda en Internet nos encontramos con que esta empresa está muy vinculada a la palabra fraude o a los problemas legales que ocasionaron su paso fugaz por Estados Unidos. Sin embargo, tampoco encontramos claridad, o certidumbre si nos atenemos al planteo inicial del artículo, en la web oficial de Smartmatic.

La empresa se adjudica haber procesado 2.300 millones de votos en más de 3.500 procesos electorales. Si tomamos el referéndum de Chávez en 2004, como fecha de presentación en sociedad de esta empresa, nos da que han hecho más de 6,5 elecciones por semana, es decir, una por día prácticamente, algo muy poco creíble por cierto. También se resalta que todo esto se ha hecho sin “ningún tipo de discrepancia”, aseveración que contrasta con las denuncias presentadas por los partidos de la oposición de Venezuela sobre las elecciones presidenciales de 2013 que llegaron hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

En definitiva, resulta de suma importancia incorporar tecnología en todas las etapas del proceso electoral. Ahora bien, la innovación electoral debe venir acompañada de estrictas medidas de seguridad que no solo queden en manos de unos pocos entendidos; la ciudadanía y los partidos políticos deben estar en condiciones de auditar, controlar y participar de los cambios y así evitar que la innovación sea solo un pretexto para la manipulación.

Nuevos desafíos para fortalecer la democracia

Los debates en torno a los temas electorales son mucho más importantes de lo que parecen. La reforma electoral es uno de los pilares más importantes de la reforma política.

Modelos de sistemas electorales sobran; cada país, cada provincia y cada municipio tiene su librito. Cada uno de ellos delimita las fronteras entre representantes y representados. No es este un tema menor. La fortaleza de la democracia puede medirse por intermedio de la calidad de la representación. En Chile, por ejemplo, la presidente Bachelet se puso la reforma electoral al hombro luego de recibir un informe del PNUD que revelaba la insatisfacción de los chilenos con su sistema político-electoral.

En la Argentina el debate se ha instalado en un año en donde, si bien no hay elecciones, se ha transformado en la plataforma de despegue de muchos precandidatos que ven una oportunidad ante un escenario de cambio inapelable. En el Congreso de la Nación el diputado Pablo Javkin presentó un proyecto de boleta única tomando el modelo de Santa Fe. Sergio Massa hizo lo propio para incorporar en la provincia de Buenos Aires el voto electrónico.

Uno de los elementos centrales de los sistemas electorales es la forma de votación y el debate está planteado en estas dos opciones. En cuanto a boleta única la experiencia se reproduce en la abrumadora mayoría de los países de América latina. En nuestro país sobresalen los modelos Santa Fe y Córdoba.

Para Oscar Blando, Director de Reforma Política de la provincia de Santa Fe, “la boleta única ataca prácticas clientelares ya que no se pueden utilizar las boletas para el intercambio de favores por votos, como el voto cadena y elimina la posibilidad de distribuir boletas falsas o adulteradas de los adversarios para perjudicarlos”. También “evita la llamada lista sábana horizontal y los candidatos a diputados y concejales ya no serán elegidos por colgarse de una candidatura conocida para gobernador o intendente, si no que lo serán a partir de la decisión autónoma de los votantes”.

La diferencia que separa a la santafesina de la cordobesa es que la primera cuenta con un casillero propio para la opción de voto en blanco, el cual debe tener características similares a las de las demás opciones electorales: quien quiere votar en blanco debe realizar una marca clara por esta opción, ya que la boleta no marcada se computa como voto nulo y no como voto en blanco.

En cuanto a voto electrónico, hay una experiencia provincial que ha comenzado a recorrer la región. Los funcionarios de la provincia de Salta viajan permanentemente a Ecuador. En este país las últimas elecciones locales no salieron muy bien con la excepción de una prueba piloto que se hizo en la provincia de Azuay con el “modelo salteño”. Las autoridades se comprometieron a implementar el voto electrónico en casi todo el país para las elecciones de 2017.

Pero así como hay muchos tipos de boleta única, también hay muchas variantes en cuanto a voto electrónico. En Brasil prácticamente es una cuestión de fe. Su éxito reside en la confianza que le tienen los partidos políticos pero en términos de seguridad no es el mejor ejemplo. Por otro lado, la crisis política de Venezuela empañó al modelo de voto electrónico local. La empresa Smarmatic es cuestionada por la oposición luego de la elección presidencial de 2013 y su proyección regional ha menguado.

El modelo salteño es distinto a estos dos, que sí son urnas electrónicas dado que guardan datos. La diferencia reside en que se trata de un sistema de boleta única electrónica. En este sistema se aprovecha las fortalezas de los sistemas tradicionales basados en la existencia de un documento físico, pero utilizando una boleta única electrónica. Los votos se registran sobre el papel y en un chip que contiene la boleta. En la máquina no se registra ningún voto ni acción del votante que se haya usado para conformarlo. Esto último sumado a la posibilidad de utilizar cualquier máquina del recinto hace que no se pueda rastrear el orden de votación y violar el secreto del voto. Estos dos últimos puntos son blanco de críticas en lo que respecta a urnas electrónicas.

Lo cierto es que en la provincia de Salta la utilización de este modelo cambió la forma de hacer política. Para el gobernador Juan Manuel Urtubey “el aparato ya no sirve para nada, a la gente nadie le maneja el voto”. Lo llamativo es que hasta una organización trotskista como el Partido Obrero defiende esta forma de votación.

Otra ventaja es que este asegura el contacto físico entre un comprobante o boleta electoral y el elector. Lo electrónicamente grabado en el chip es lo que luego habrá de ser utilizado para realizar el escrutinio, volviendo a controlarse su coincidencia con lo impreso por parte de las autoridades de mesa y fiscales partidarios. Ello implica que cualquier persona sin conocimientos técnicos especiales puede verificar el correcto funcionamiento de las máquinas y la conformación de los resultados electorales.

A todo esto debe sumársele la ventaja en cuanto a la rapidez del escrutinio que a su vez admite la verificación de la asignación de los votos y de la suma de cada uno de ellos. Por lo tanto, en la mesa de discusión ya no solo se encuentra la boleta única o el voto electrónico, ahora deberá sumársele la boleta única electrónica también.