Inundaciones: el costo de no hacer nada

Liliana Negre de Alonso

Hace exactamente un año alertábamos sobre las graves consecuencias de lo sucedido en La Plata entre el 2 y el 3 de abril de 2013, cuando murieron unas 89 personas y otras 190.000 resultaron afectadas.

Exactamente un año después, nos encontramos ante una repetición del fenómeno y de la imprevisión: inundaciones que nos dejan con un saldo de unos 3000 evacuados y una pérdida, que según los productores, es de aproximadamente 100.000 toneladas de cereales (valuada en unos 30 millones de dólares).

Estos sucesos lamentables demuestran nuevamente la carencia de planificación enfocada a prevenir y mitigar este tipo de inclemencias y la responsabilidad directa de los distintos niveles de gobierno, fundamentalmente del nacional, materializada en la falta de inversión en infraestructura básica.

Entonces, sin obviar la posible pérdida de vidas que es algo incuantificable, me gustaría hacer un breve ejercicio demostrando lo que mencionaba un año atrás: como país debemos pensar en el largo plazo e invertir en la infraestructura necesaria si queremos dejar de padecer estas tragedias, y no correr más detrás de los problemas. A modo de ejemplo, si sumamos los costos sociales y materiales, como la pérdida de producción agrícola, entre otros, claramente tendremos los fondos necesarios para realizar inversiones claves en el país en materia de infraestructura.

Hacer las obras necesarias tiene un costo, claro está, pero a la luz de los sucesos que atravesamos, el costo de no hacer nada es aún mayor. La falta de inversión no sólo se observa en la insuficiencia de obras hídricas y pluviales sino que también engloba a muchos otros rubros importantísimos que impactan directamente sobre la vida de los argentinos.

En San Luis el 50% del Presupuesto Provincial se destina a inversión en capital, generando una dinámica de desarrollo sustentable en la actividad económica y una mejora de la calidad de vida en términos permanentes. El año pasado mencioné que en el Presupuesto Nacional de 2013 sólo se destinaba un 11% a gastos en capital; si observamos los datos del Presupuesto Nacional para 2014 vemos que el dato es exactamente el mismo, se sigue priorizando los gastos corrientes por sobre la inversión de largo plazo.

El problema no sólo se manifiesta en la falta de presupuesto original destinado a obras, sino también en materia de ejecución de los programas. Desde el Senado, hemos pedido información al Poder Ejecutivo Nacional para conocer el destino del Fondo Fiduciario de Infraestructura Hídrica (Decreto 1381/2001). Se sospecha que este fondo, destinado al “desarrollo de los proyectos de infraestructura de obras hídricas de recuperación de tierras productivas, mitigación de inundaciones en zonas rurales y avenamiento y protección de infraestructura vial y ferroviaria en zonas rurales y periurbanas”, ha sido desviado hacia el financiamiento de otros gastos tales como publicidad de la feria Tecnópolis. En el mismo sentido, la AGN en 2008 concluyó que se habían aplicado recursos del Fondo a otras finalidades.

En resumen, la historia se repite y todos los argentinos debemos pagar el costo de no hacer nada