Corte la Panamericana tranquilo, la Justicia lo protege

Luis Novaresio

Menos mal que de tanto en tanto se hace justicia. Habrá que agradecérselo a la Cámara Federal de Apelaciones de San Martín, que en las últimas horas puso las cosas en su lugar. Es más: espero que vuestras señorías no lo tomen como presión indebida pero auguro que prontito nomás lo metan en cafúa a este desacatado de Sergio Berni, con traje a rayas incluido.

Repaso los hechos. El 30 de agosto de 2012 un conjunto de conciudadanos decidió cortar los cinco carriles (todos, bah)  de la Panamericana, mano a Capital,  a la altura de la 197. Uno de los cruces más transitados del país, debo decir, aunque no me quiero ir por las ramas. Eran beneficiarios de “Argentina Trabaja” que pedían un aumento de la asignación para alcanzar la canasta familia con este plan que, ya se sabe, tiene poca o escasa contraprestación. Fue a las 10 de la mañana, cuando, también se sabe, circula la mayor cantidad de autos en un día laborable. Pero no quiero perderme en esos detalles tan nimios. Apenas miles de autos quedaron varados en una cola de sólo 15 kilómetros. Laburantes, comerciantes, estudiantes, empresarios o meros congéneres de a pie que se les da por circular libremente por la Panamericana. Unos desubicados, no me digan.

Al mediodía, la Gendarmería al mando del viceministro de Seguridad tuvo la (¿fascista?, impertinente, sin dudas) idea de llegar con sus efectivos e intimarlos a desalojar la mayoría de los carriles de esa “callecita”. No hubo forma con la negociación. Entonces, luego de dar noticia a la Justicia competente (que, por supuesto estaba en donde tiene que estar, en sus despachos a kilómetros del lugar), Berni amenaza con detener a 68 conciudadanos considerando que cortar la Panamericana constituía un delito en flagrancia:  el antojadizo funcionario creyó ver que el piquete (con perdón de la palabra) perjudicaba a cientos, cientos y cientos de automovilistas privándolos de su derecho de circulación por las pampas argentinas ya que llevaban atrapados casi dos horas en una cola kilométrica. ¡Un desubicado, el tipo!

Los manifestantes, antes de ser detenidos,  se defendieron como corresponde. A los piedrazos, claro. Como daño colateral, un par de autos varados desde las 10 de la mattina ligó un abollón no tan grave. (Otra vez me pierdo en los detalles. Solicito disculpas). Entonces Berni, un desacatado consumado, procedió a detenerlos y trasladarlos a la primera dependencia de seguridad que tenía a mano mientras la Justicia hacía lo que tiene que hacer: mandar a constatar por oficio el estado de las cosas y ver si esa fila de 15.000 metros existía como mostraban todas las cámaras de TV o era una alucinación y, en su hora, adoptar un “temperamento jurídico”. En tres o cuatro días, digamos.

Los injuriados piqueteros fueron a parar unas horitas a Campo de Mayo, dado que en las comisarías nacionales no hay lugar, en las cárceles los presos que no se escapan saltando los alambrados las tienen completas, y la familia de Berni se negó a recibirlos en su hogar. Insensibles, por cierto.

Un abogado de los manifestantes pidió en el giro de los próximos 5 minutos que se procesara a Berni por secuestro, privación ilegítima de la libertad y abuso de autoridad considerando además que, a lo mejor, los gendarmes que lo apoyaron eran copartícipes del atropello. ¡Encima que los uniformados cobran con 3000 pesos por mes, pendulan entre las fronteras y el conurbano bonaerense en inmejorables condiciones de trabajo, nos hacen esto!

La jueza Sandra Arroyo Salgado desestimó la denuncia. Se le ocurrió pensar que el viceministro actuó en defensa del interés general de los miles de varados en el piquete de menos de 100 personas y, ¡lean bien!, lo sobreseyó. Sepa, doctora, que la tenemos bien identificada y obraremos en consecuencia.

Sobre todo, porque los integrantes de la sala II de la Honorable Cámara de Apelaciones de San Martín, integrada según reza la guía judicial por los doctores Daniel Rudi, Diego Gurruchaga y Alberto Criscuolo, revocaron tal disparate y mandaron a la jueza de sobreseimiento fácil a que profundice la investigación para ver si Berni no es un delincuente serial. Un fronterizo del Código Penal que privilegia el derecho de la mayoría a circular por sobre la convicción de que cortar la Panamericana es un derecho absoluto, universal e inmutable nacido en el 2001 en donde si eso no se hacía uno no existía. Importa poco que hayan pasado casi 15 años de aquella coyuntura espantosa y de exclusión que podía hacernos pensar en “entender” semejante recurso desesperado.

Cortar la Panamericana, una ruta nacional, un camino esencial o el pasaje de la vuelta de tu casa es lo mismo. La Justicia te ampara. Y ojo con el funcionario que venga con el sonsonete de querer aplicar la ley que dice que el derecho propio termina cuando empieza el ajeno porque tenemos procesamientos listos para todos y todas.

Y si no me creen, peticionen ante las autoridades como dice la Constitución y llamen a la Cámara Federal de Apelaciones de San Martín. Compartan y agradezcan a los jueces el criterio del fallo. El teléfono, sale con sólo googlearlo. Será justicia. ¿O no?