Nacen nuevos “Campagnolis”

Luis Novaresio

Los jueces Luis Herrero y Emilio Fernández han pasado a integrar el triste conjunto de magistrados perseguidos por sus fallos. Son los “nuevos Campagnoli”. Impacta tanto el hostigamiento del que son víctima como la ausencia de difusión masiva de este hecho.

Herrero y Fernández integran la Sala II de la Cámara de Apelaciones de la Seguridad Social. Cientos de miles de jubilados los conocen (o deberían) porque fueron ellos los que los defendieron en los tribunales aplicando la Constitución, la sana crítica y el más elemental respeto por quien ha trabajado toda la vida y espera una jubilación digna. Son los mismos magistrados que sienten que repugna a la ley que un abuelo cobre la miseria que percibe o que se le niegue un reajuste salarial a pesar de haber aportado años y años para tener un poco más al momento del retiro. Y, lamentablemente, por eso se los quiere destituir.

Hace pocos días, con el voto de los representantes del Poder ejecutivo nacional y de los consejeros oficialistas se aconsejó abrir un jury de enjuiciamiento contra ellos.  Ellos son Ada Iturrez, Carlos Moreno, Manuel Urriza, Enrique “Wado” De Pedro y el vice ministro de Justicia, Julián Alvarez. Se opusieron Ricardo Recondo, Mario Cimadevilla, Alejandro Fargosi y Mario Fera.

Hay que leer las 21 fojas del dictamen acusatorio. Hay que hacerlo porque pocas veces  la arbitrariedad se expresó tan palmaria en negro sobre blanco. Es cierto que es tedioso y por momentos abstruso. Es que cuando se pretende consumar la injusticia, la oscuridad del lenguaje suele ser un buen taparrabos.

Para resumirlo, se imputan a Herrero y a Fernández defectos de forma en sus procederes. Nunca, pero nunca, se les imputa haber contravenido la ley de fondo o haber fallado inconstitucionalmente. En las causas base de la acusación (Aguiar y Camoerchioli) el representante de la Anses (la misma institución que desoye con deliberación y alevosía los fallos de la justicia que ordenan aumentarle a los jubilados que ganaron eternos procesos)  cree que los magistrados no respetaron el orden de votación en distintos fallos, omitieron considerar el voto en disidencia de su compañera de sala, no se excusaron ante supuestos casos de amistad con una de las partes y, ¡tremenda arbitrariedad!, osaron hablar con los medios del estado del fuero previsional. La Anses incumplidora en la sustancia de la justicia previsional se ofende por las formas. Los patos que le tiran a la escopeta.

Es impactante la posición  de la tercera integrante de la sala de la seguridad social, la Doctora Nora Cármen Dorado, que aparece como “agraviada” ante el proceder de sus colegas. No esperen encontrar los que se enfrenten a este expediente argumentos de derecho. Si lo leen, hallarán una especie de pelea de conventillo (con todo respeto por esas queridas viviendas populares) en donde un magistrada de la Nación cree que sus compañeros no la consideran, precluyen sus argumentos o, como decíamos en quinto grado, “le hacen el vacío”. ¿Opina la doctora Dorado que un jubilado que aportó años y años merece ganar 2800 pesos por tener la condena de ser un aportante autónomo? ¿Se siente agraviada la jueza porque la Corte ordena en casos como “Badaro” recomponer los haberes jubilatorios? De ninguna manera. La doctora Dorado se enoja porque los jueces que sí se ocupan del fondo de la cuestión omiten supuestas formas trascendentales como no pensar como ella y, encima, no considerarla la mejor compañera de la clase. Un ejemplo de compromiso con la justicia, sin dudas.

Ahora será el Consejo de la Magistratura en pleno el que deba decidir si dos jueces deben ser apartados de sus estrados por pensar distinto al poder y fundamentarlo de acuerdo a la Constitución. Deberán levantar la mano (como no lo hicieron ante jueces como Norberto Oyarbide) para expulsar a magistrados que contradijeron al Poder Ejecutivo de la Nación, que se cree el dueño de los aportes de trabajadores y jubilados y no se reconoce apenas como su administrador. Deberán, en suma, decidir si Campagnoli está sólo en el equipo de los echados fuera de la ley por ser honestos y por estar convencidos de que las normas  no son un escollo para los caprichos del que gobierna sino la base elemental del juego republicano.

Todos los estaremos mirando cuando alcen sus manitas.