Un oxímoron llamado Papa Francisco

Cuenta el cuento que dos grandes conversaban sobre las utopías. Eduardo Galeano le preguntaba a Fernando Birri para qué servían. “Si siempre están allí, lejos, inalcanzables por más que camines hacia ellas. ¿Para qué?”, preguntó el uruguayo. El cineasta de Santa Fe no dudó y respondió: “Están para eso. Para saber hacia dónde hay que caminar. Están para seguir caminando”.

El Papa Francisco fue esta semana una utopía. Inmensa. Aunque pensándolo bien, fue una utopía real. Un verdadero oxímoron. Quizá no sea la primera vez que este hombre genere contradicciones. Desde esta misma columna criticamos su intromisión en las bendiciones implícitas a nombramientos de jueces supremos o su vidrioso gesto de enviar rosarios a algunos detenidos sí y a otros no.

Sin embargo, que ayer mismo el jefe de la Iglesia Católica haya subido a su avión papal a 12 refugiados sirios en la isla de Lesbos para acogerlos en Roma, a su cargo, no admite discusiones. Continuar leyendo

¿Importa si el Papa es K?

La pregunta es si importa. No si ilusiona o decepciona. La inquietud abarca mirar hacia el ámbito de la política. No a la religión. Un creyente, un católico apostólico y romano, quizá podrá inquirirse si Francisco apoya a Cristina y no a Macri desde el lugar de la alegría o la decepción. Siendo la religión un vínculo único e irrepetible con Dios (y por ende con sus ministros), ese debate es personal, muy fuerte, claro, pero intransferible.

¿Importa políticamente, desde lo público, que el jefe de la Iglesia haya dejado claro que sus simpatías terrenales están con el kirchnerismo? ¿O, al menos, que no se encuentran cerca de los globos amarillos argentinos? Porque, dejémonos de eufemismos:  si no alcanzan los tres largos encuentros en poco tiempo con la doctora Fernández, más propios desde la gestualidad de una cena de amigos que del saludo de dos jefes de Estado, si no basta con que el Papa Bergoglio haya respaldado la nominación de Roberto Carlés -quien  no reunía los requisitos más elementales de experiencia- como juez a la Corte Suprema, si no es suficiente el rosario a Milagro Sala y que su Santidad no fije fecha para visitar al país luego del resultado de las elecciones del año pasado, habrá que recurrir -para probar esa evidente simpatía papal hacia los K- al relato que este cronista escuchó de un ex titular del poder ejecutivo nacional y un ex ministro de otro gobierno que oyeron de boca del ex arzobispo de Buenos Aires el “cuiden a Cristina” cuando lo visitaron en Santa Marta. Continuar leyendo

Por qué sí al debate presidencial

Porque es una obligación para los candidatos. El mandato de dar cuenta de sus actos es uno de los pilares de la república. Se aprende en Instrucción Cívica en la secundaria y no hay que buscarle tantas vueltas. No hay que caer en la tentación de algunos de hacernos creer que lo obvio merece una explicación sofisticada. Debatir es tan obvio como las cuatro estaciones.

Porque no hace falta una ley para hacerlo. El 90 por ciento de los países que tienen debate no tienen ley que los obligue. Hay un imperativo moral sobre cada candidato que siente que sus mandantes (porque, por las dudas, los candidatos y los eventuales funcionarios son mandatarios y no mandantes de la ciudadanía) tienen sí el derecho a saber de qué se trata. Además: a los puristas de la ley, desde el primer semestre de este año hay un proyecto impulsado por la diputada Carla Carrizo con despacho de una comisión que duerme el sueño de los injustos por expresa decisión de los que poseen mayorías.

Porque hay reglas claras y acordadas entre todos. Hace un mes, los 6 equipos de prensa de los presidenciables firmaron las normas de etiqueta del debate suscriptas minuciosamente en 27 páginas que obran en poder de Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa, Nicolás del Caño, Margarita Stolbizer y Nicolás del Caño en la que asumieron implícitamente estar esta noche en el debate. Desde los romanos para acá, los contratos se firman para ser cumplidos. Y esto es otra obviedad que no merece más explicaciones.

Porque las reglas son muy “protectoras” de los candidatos y de sus temores. El debate fue pensado para que las exposiciones fueran individuales, libres, sin interrupciones libres de los candidatos y los moderadores que pudieran propiciar un contrapunto como ocurre en la vida misma. Ellos hablarán y, de antemano, sabrán quién le preguntará sobre este tópico.  Este cronista se opuso a tal tabulación pero “Argentina debate” propició ceder cierta libertad de debate en pos de un bien mayor que es conseguir dar el primer paso en un, esperemos, largo camino de debate democrático para las futuras generaciones. Todos aceptamos. Al menos, todos los que esta noche concurran.

Porque un debate es una situación de “stress político” muy menor comparado con el ejercicio de la administración de la nación. Y ya se sabe que, otra vez los romanos, quien puede lo más, puede lo menos. A la inversa, por la negativa, también conjuga.

Porque se quiso un debate transparente, público y diverso. Se convocaron a periodistas de todos los medios (y claro, que en una selección de seis la injusticia de un número tan limitado se pudo haber dado respecto de tantos otros comunicadores talentosos y con méritos) y se puso a disposición la señal gratuita para todos y todas. Las emisoras que no estén será por decisión propia (inexplicable que la Televisión Pública se haya retirado cuando un candidato anunció que no participaría) y algunos periodistas tampoco asistirán por decisión de los medios en donde trabajan, aun cuando hubiesen querido hacerlo

Por eso es que sí al evento presidencial convocado hace más de un año por “Argentina debate”. Hoy a las 21, en la respetada Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, transmitido por América TV en televisión abierta e Infobae por streaming, entre otros, para ver, escuchar, conocer, saber, dudar, considerar y, sobre todo, entendernos respetados por los que antes de asumir el poder nos dicen qué saben y cómo piensan hacerlo.

Un tres ambientes para Boca

Resulta que la locura en el futbol cotiza como un tres ambientes amplio en Palermo. En zona linda, con baño en suite, pongámosle si sabés negociar. Una ganga. Re buen precio. Resulta que ser más hábil que 1300 policías, burlar la pasión de miles, humillar a la ley en pleno se paga en una cuota sencilla, sin gastos adicionales de escrituración, redacción de reglamento de copropiedad ni, obvio, ningún sellado de ley. Eso sobre todo: la ley se la pasan por el reverendo sitio en donde prima la oscuridad.

Es que la ley dejó de funcionar el jueves pasado en el territorio de la bombonera, suspendida por el disparate de hecho y de derecho que se vivió por 4 horas, con efecto expansivo hasta ahora.

Un energúmeno “dispara” un gas pimienta diseñado en su casa, preparado como conocían pocos (ahora lo sabemos todos porque, ¡gracias TV!, en cuanto programa hubo enseñaron a revolver granos de cayena, alcohol y lo que sea para armarlo) y pone en riesgo la salud de los jugadores de River. Nadie lo detiene cuando perfora la manga. Nadie lo detiene cuando ya lo había hecho ni cuando largó el irritante. Nadie lo detiene cuando se escapaba y, por supuesto, nadie creyó que la ley argentina debía aplicarse ante una tentativa de lesiones (al menos) y suspender ese espectáculo público por fuerza de agallas de algún fiscal o juez competente en la calle. Fue patético ver la renuncia a ser un Estado en serio al negarse a hacer cumplir la ley y esperar que el señor gordito de traje azul se comunicara con el presidente de la Conmebol para ver qué hacíamos. Cual territorio de las embajadas extranjeras, la Bombonera pasó a ser patrimonio de la Confederación Sudamericana en donde sólo rige la ley del negocio del fútbol y queda sin efecto el código penal argentino. ¿Funcionarios argentinos? Autores, por omisión, de tremendo disparate.

Papelón consumado, se esperaba una sanción ejemplar ante lo ocurrido. Fumando, esperen. Boca pagará el valor de un tres ambiente, cerrará las puertas en un par de eventos y nada de ser quitado de las competencias internacionales, no vaya a ser cosa que el espectáculo no pueda seguir.

Uno sabe que la impunidad existe. Pero la combinación con la grosería y la desvergüenza era inédita hasta que anoche estos tipos que dicen son los que dirigen este maravilloso deporte considerado como la sublimación de la guerra se transformaron en primitivos apologistas de la violencia, mercenarios con precio de doscientos mil dólares, cueste lo que cueste. Así sea que cueste la perdida de la vida humana.

El dedo peronista de Mauricio

¿Tiene derecho Mauricio Macri a bendecir la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta por sobre la de Gabriela Michetti? Si lo tiene, ¿está bien que lo haga desde el punto de la igualdad que debe garantizarse en un proceso de democracia interna de los partidos?

Derecho, tiene. Es obvio. No sólo porque lo que no está prohibido está permitido -la ley electoral de la Capital no se lo impide- sino porque al jefe de Gobierno le comprenden las generales de la ley al ser considerado igual al resto de sus conciudadanos con derecho a opinar. Además, ocho años de gestión le permiten ser testigo privilegiado de cómo y quién administra.

Ahora: ¿está bien que Macri haya laudado a favor de Larreta? “No es justo, me entristece, provoca desigualdad”, dijo la contrincante Michetti. Y, parece, tiene razón.  De movida, no hacía falta que el jefe de Gobierno hiciera explícito lo que ya venía sugiriendo sottovoce (por ser delicados). Se sabe y se supo siempre que “Mauricio” cree que “Horacio” le garantiza la continuidad  de su modelo (sic) y que estima en su jefe de gabinete el haber estado a su lado cada vez que se tomaron medidas propias de la gestión. Costado ejecutivo puro, podría definirse.  “Gabriela” fue su compañera de fórmula hace 8 años, renunció a la vice jefatura para consolidar el poder del PRO en la lista de diputados, se paseó en la Provincia cuando se la pensaba como candidata a gobernadora y lo respaldó en todo el país con su cada vez que hubo necesidad de carisma personal que cubriese esa falta en su líder partidario. Construcción política pura, por volver a las definiciones gráficas.

Y en esta inteligencia (probablemente injusta por el reduccionismo) uno es el ejercicio del poder diario y la otra la filosofía del partido.  Se optó por lo primero.

¿Cuánto influye la venia de Mauricio? Hasta hoy es una incógnita. Sólo a develar en los comicios del 26 de abril en donde no sólo competirán dos candidatos sino dos modos de pensar la política.  El dedo de Macri no es más que una expresión bien peronista de la verticalidad partidaria promulgada por “el General”. Paréntesis: no mintió Macri cuando dijo que compartía las verdades del PJ: el acatamiento sin chistar de lo que dice el líder es una de ellas.  Si los dirigentes no creen en el derecho de los ciudadanos a elegir en las internas partidarias (eso son las PASO) y “empujan”, dentro de la ley pero fuera de la igualdad hacia un candidato, tienen todavía el escollo de la decisión popular.

El dedo elector no es más que un síntoma del caudillismo político argentino que se dice combatir desde las nuevas expresiones políticas como el PRO. La diferencia, se estima, es que en el caso que la decisión personal del líder no sea la acertada, el resultados de las urnas de las primarias puede ser un límite democrático a la voluntad de quien quiere inclinar la cancha. Si la elección anticipada del caudillo es buena, quedará ratificada en  las urnas.

En suma: nos pinta como sociedad conocer si una bendición desde la cúspide del poder aún pesa a la hora de saber que, cuando se vota, somos los dueños laicos de la decisión tomada por convicciones y valoraciones personales y no por manifestaciones del “faro conductor”. Le guste a quien le guste.

Cristina versus Cristina

La apelación de  Gerardo Pollicita cuestionando el fallo del juez Daniel Rafecas que mandó a desestimar de plano “la denuncia Nisman”  es contundente. El fiscal considera que lo denunciado por el procurador muerto es tan grave que merece que la Justicia abra una investigación que garantice el derecho de defensa de los acusados y salde, en la institución republicana que corresponde, una duda fundada sobre el pacto con Irán de 2013.

Démosle un marco histórico y jurídico a la cosa. Hay 8 iraníes acusados de haber hecho volar la AMIA. Algunos con rango de secretarios de Estado de esa república islámica. Por 20 años (¡20 años!) ese país se negó sistemáticamente a colaborar con la investigación permitiendo que los acusados se defendieran. De repente, contradiciendo su posición propia, la Argentina decide confiar en esos incumplidores y ausentes de colaboración pergeñando una “Comisión de la Verdad” que, por encima del juez de la causa, permitiese, dirigiese y encausase (sic) las declaraciones de los acusados de dinamitar la mutual. Y para más seguridad (otra vez sic), los interrogatorios se harían en suelo iraní bajo la mirada atenta del mismo Estado que por dos décadas esquivó la justicia nacional. Eso es, a trazos torpes, el corazón del Memorándum de entendimiento

¿Hace falta más que el sentido común para sospechar de semejante acuerdo? La Cámara de Apelaciones vio en él un atropello constitucional y lo suspendió ¿Hay que ser una lumbrera para intuir, al menos, que esa aberración jurídica puede haber torpeza o dolo interesado en la gestación de un acuerdo liminarmente extraño?

El fiscal Pollicita apela porque no entiende varias cosas. No cree que el Memorándum sin validez no haya configurado tentativa. Estima que las miles de escuchan merecen el análisis judicial, cuanto menos. Y, además, estima que el juez Rafecas da por probado de manera injusta que la Argentina nunca pidió el levantamiento de las alertas rojas sobre los iraníes. ¿Con qué pruebas? Con un e mail privado del director de Interpol Robert Noble al canciller Timerman y con dos entrevistas periodísticas del mismo ministro de Relaciones Exteriores a Página/12 y a The Wall Street Journal. Y punto.

 ¿En serio un juez no cree necesario ni una testimonial del mismo Noble que ratifique eso y le alcanza con el mail particular? ¿Es riguroso en materia probatoria basarse en ese correo electrónico? ¿Dos entrevistas brindadas en un par de periódicos le alcanzan el magistrado y no estima pertinente que esos dichos sean ratificados por sus protagonistas ante su estrado? Quien no sea abogado podrá creer que no hay por qué ser desconfiado. Quien es juez sabe que un documento privado no tiene relevancia en el proceso si no se incorpora legalmente, con testimomiales o reconocimiento de documental. Derecho procesal I, de la Facultad de Leyes.

Por fin, el juez toma nota de dos documentos jamás presentados por Alberto Nisman en ningún proceso y rescatados de una caja de seguridad privada (dice privada) que parecen contradecir su abundante denuncia firmada de puño y letra, en plenas facultades de libertad y voluntariamente lanzadas a la maquinaria judicial. Por si hay dudas: se pretenden cotejar dos documentos jamás puestos a la luz pública con deliberación y claridad por un procurador con una larga denuncia sí hecha pública con la misma deliberación y claridad por el doctor Nisman. Es como cotejar un deseo, un devaneo intelectual con una concreción fáctica, un hecho exteriorizado.

Este es el mismo argumento que le valió a la Presidente de la Nación para lanzar desde su investidura y de su monólogo ante la Asamblea Legislativa su teoría de “Nisman versus Nisman”. Alcanzaría aquí decir que resulta impropio e indecoroso (cuanto menos) preguntarse públicamente cuál Nisman es que el vale: si el de las notas guardadas en la caja fuerte o el de la firma y presentación pública hecha ante el juez. Porque Nisman no puede contestar ni defenderse hoy por razones obvias. Porque murió.

Sin embargo, con la apelación de Pollicita la teoría presidencial del fiscal contra sí mismo cae. Se derrumba. La doctora Kirchner no tuvo frente a sí (¿no se lo contaron completo? ¿ella lo omitió?) el total de la nota que la secretaria letrada y personal de Nisman acompañó ante el juzgado de Rafecas. La doctora Soledad Castro le dijo al juez que según su criterio (el de Nisman) estos documentos aún se hallaban defasados dado que se había modificado sustancialmente su convicción respecto de un conjunto de presunciones y conclusiones contenidas en esos textos, por lo que entendía necesario corregir una vez más su letra, para que ésta plasme su entera y actual convicción. Así lo explicitó el Dr. Nisman a sus Secretarios Letrados y a quien suscribe”

El texto que la Presidente no conoció -u olvidó citar- y que el juez Rafecas ignoró (no hay dudas) dice: Nisman escribió aquellos documentos pero a mí (cuenta la doctora Castro) me dijo que estaban desfasados por las circunstancias de la firma del Memorando y que, por ende, habían sido corregidos. Ergo: los de la caja privada, carecen de valor.

Siguiendo esta lógica perversa de interpretar deseos de alguien que ya no está entre nosotros, podríamos inquirir a los que sí viven y denuncian conspiraciones: ¿La Presidente no leyó completo el escrito de la secretaria de Nisman que explica que no hubo cambio de opinión sino decisión de inclinarse por una denuncia por presunto encubrimiento ante lo ocurrido? ¿Hay una doctora Kirchner que no recibió el texto completo versus una doctora Kirchner que aún a sabiendas forzó su interpretación? ¿Y el juez? El juez que sí sabía. ¿Por qué no lo refirió en su escrito?

Aunque para ser rigurosos la única pregunta que cabe es la de saber cómo murió Alberto Nisman en el edificio Le Parc y, a 50 días, apenas hay dudas y demasiado barro político propio del egoísmo.  Para saberlo hay que investigar en la justicia, con rigurosidad siempre y sin voluntad sumaria de archivar. Respetar un fallo de un juez, siempre. Apelarlo y seguir pidiendo el derecho a saber, también.