El proyecto de Francisco que conecta al mundo

Luis Rosales

Si a uno le dicen que en una misma reunión se encontraron Julio Grondona, más los directivos mundiales de las principales empresas de tecnología, sentados a la mesa junto con Gianni Vattimo, para muchos el filósofo vivo más trascendente de los últimos años y todo esto rematado por la música de Juan y Juan, que después de 25 años de separación luego de los éxitos que todos los argentinos sabemos de memoria, volvieron a unirse en una nueva canción, seguramente sonaría poco creíble. Pero esto sucedió en el Vaticano, obviamente bajo la batuta del argentino más famoso y querido de la historia.

El Papa Francisco abrió su casa en la Residencia de Santa Marta, justo al lado de la enorme Basílica de San Pedro, para recibir a todos aquellos que participamos en las segundas jornadas organizativas y estratégicas de ScholasOccurrentes, la red global de escuelas para el encuentro que él mismo inspira. Durante tres días toda esta mezcla y variedad de personalidades fue posible y cada uno fue aportando su saber, experiencia y punto de vista para enriquecer una idea muy sencilla, pero no por ello menos impresionante: unir y combinar en una misma red a estudiantes, jóvenes, escuelas, deportes y artes, aprovechando las increíbles ventajas que brinda la tecnología actual.

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Francisco cerró este encuentro como es habitual desde su humildad, con un profundo agradecimiento a todos los presentes. Hasta sugirió que el estar allí, tan comprometidos con él y su causa, nos iba a deparar a cada uno de nosotros alguna pérdida de credibilidad y fama en nuestras carreras y profesiones. Señaló también que era bueno utilizar una palabra que se había repetido muchas veces en esos días: salvataje. Salvataje de los jóvenes y los ancianos que esta sociedad moderna está descartando porque sobran, porque no encajan. Para eso surgió Scholas.

La intención es clara: aggiornar al siglo XXI algo que la Iglesia sabe de memoria y que ya lo hicieron en su momento Don Bosco, Don Cafasso, Don Orionne, Champagnat y tantos otros. Ahora la Internet permite que todo esto pueda potenciarse al infinito y como siempre, Francisco no piensa sólo en los católicos. Scholas no pretende ser un instrumento más de evangelización de la Iglesia, para reforzar sus lazos con los fieles actuales o pescar otros nuevos. Para eso ya hay varias organizaciones. Quiere servir para conectar a todos, sin ningún tipo de distinción con el objetivo de contribuir a un mundo más vivible y justo.

Con la premisa de que a través del conocimiento mutuo y el intercambio, crecemos y nos transformamos enmejores seres humanos, se pretende utilizar la alta tecnología, especialmente las redes de celulares al alcance de prácticamente todos los humanos, para interconectar e intercambiar proyectos, ideas, iniciativas, pensamientos. Si los niños y jóvenes de hoy se forman en esta filosofía, seguramente se limarán las diferencias y odios y se alejará el fantasma de la discriminación, la violencia y las guerras.Todo potenciado al infinito por la fuerza multiplicadora del deporte y la cultura popular. Por eso tenía sentido que estuviéramos reunidos bajo la misma consigna filósofos, deportistas, tecnológicos, artistas, docentes y comunicadores.

Este programa, dirigido a nivel mundial por nuestros compatriotas José María del Corral y Enrique Palmeyro, está inspirado en dos iniciativas porteñas que el entonces cardenal Bergoglio puso en práctica cuando era Arzobispo de Buenos Aires. Las “Escuelas de Vecinos” y “Escuelas Hermanas” perseguían este mismo objetivo, aunque reducido en escala, de “unir escuelas, deportes populares y solidaridad”. Ahora el desafío es enorme, ya que se calcula que hay más de dos mil millones de estudiantes en el planeta que asisten a casi 5 millones de escuelas. El techo es prácticamente infinito: toda la humanidad, sin distinción de credos, razas o nacionalidades.

No es casual que Scholas dependa directamente de la Pontificia Academia de Ciencias, conducida por Monseñor Sánchez Sorondo, ya que ese ámbito es el más plural y abierto de la Iglesia Católica. Es precisamente en su sede central, en la formidable y marmórea Casina Pío IV, en el medio de los jardines vaticanos, donde se reúnen con frecuencia los científicos más destacados del mundo, incluyendo varios premios nobeles, para discutir los más variados temas, muchos de ellos confrontativos con la propia doctrina y con los dogmas que paradójicamente se cuidan y protegen desde este pequeño estado independiente. El Papa le encomendó a su director que siga manteniendo un pie en ese mundo duro, rígido y formal de la ciencia, pero le agradeció que se aventurara a abrir primero la ventana y ahora literalmente la puerta a iniciativas como estas.

Fue en ese marco, donde en una cuasi transgresión a una práctica y estilo que llevan siglos, entre medio de presentaciones e intercambios vía web de escuelas filipinas, paraguayas, de Mozambique, de Hong Kong y varios casos argentinos, Juan y Juan estrenaron su tema musical “Francisco”. Desde las paredes, los bustos de Juan Pablo II y Pío XI, así como los retratos de los académicos, incluyendo el de Galileo Galilei, parecían esbozar una sonrisa ante los nuevos tiempos que se viven en el Vaticano.