La educación en tiempos de Macri

Este año, nuevamente, el método de la inscripción on line para las escuelas públicas porteñas inaugurada el año pasado por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires demostró una vez más su mayor virtud: poner en evidencia la falta de vacantes en las escuelas porteñas. Si bien este año, como era de esperar, el sistema no generó tanto desorden como el año pasado, no pudo disimular que en un año no se hizo nada para solucionar el problema de la grave falta de vacantes en las escuelas públicas de la Ciudad.

¿Qué otra cosa se podía esperar si no se hizo nada para generar las vacantes que el año pasado no hubo? Era, por lo tanto, de imaginar que ante el comienzo del ciclo lectivo tuviéramos el mismo problema que el año pasado. Y no podemos decir que fue por falta de recursos económicos, porque la Argentina y la Ciudad de Buenos Aires en particular, en estos años ha tenido ingresos como hacía décadas no tenía y sin embargo esto no llegó a mejorar la infraestructura escolar ni a hacerla crecer para acompañar el crecimiento demográfico. Continuar leyendo

Unificar las elecciones es perjudicial para la Ciudad

El año próximo los vecinos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tenemos que elegir al Jefe/a de Gobierno y a los/as legisladores de nuestra ciudad. La ley 875, de agosto de 2002, es clara: “El Poder Ejecutivo deberá convocar a elecciones de Jefe/a de Gobierno, Vicejefe/a de Gobierno y Diputados/as de la Ciudad en fechas distintas a la fijada por el Poder Ejecutivo Nacional para elegir Presidente/a de la Nación y Vicepresidente/a de la Nación”.

Sin embargo, una vez más, el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri puede sugerir unificar las elecciones de la Ciudad con las nacionales  porque eso es lo que le conviene para sus fines electorales. 

En marzo de 2009, al fijar los comicios para el 28 de junio de ese año, Macri resaltó la importancia de convocar a elecciones desdobladas con el argumento de que ”la Ciudad necesita un debate propio, que refuerce la autonomía y que nos permita tener un escenario que no comparta la elección nacional, donde la agenda es otra”. Incluso al anunciar la fecha  pidió a sus diputados extremar los tiempos para la sanción de una ley de boleta única para ser aplicada ya en esas elecciones. ¿Qué pasó desde entonces? ¿Qué cambio para que ahora Macri prefiera no discutir sobre los temas de la Ciudad y que el debate se centre en lo nacional? Le teme al debate de las cuestiones locales porque ponen en evidencia los problemas de su gestión?  ¿Ya no le es funcional la boleta única y por eso tiene trabada la reglamentación de la ley respectiva?

Por el otro lado, en el  2013, cuando convoco a las elecciones conjuntas de Ciudad con las nacionales, lo hizo amparándose en la Ley 15.262, de 1959, que claramente está en contra del espíritu de la Constitución y la legislación porteña, que además son mucho más modernas, y sobre todo son posteriores a la Constitución del 94 que determinó la autonomía porteña y que inicio a todo un nuevo andamiaje legal para nuestra Ciudad. Pero Macri prefirió convocar a elecciones conjuntas para evitar el impacto de su gestión en las elecciones, refugiándose en la disputa de los cargos de senadores y diputados nacionales. Por entonces los vecinos teníamos muy fresco el recuerdo de las consecuencias del diluvio de comienzos de abril y la débil respuesta del jefe de Gobierno.

Por eso las interpretaciones forzadas de  la ley,  ”adecuándola a su conveniencia”, lo lleva a infringir la Constitución y las normas de la Ciudad para  intentar sacar algún beneficio pensando que su candidatura a Presidente pueda arrastrar votos a los candidatos a jefe/a de gobierno y legisladores. Para eso parece que Mauricio Macri promoverá un cambio de legislación, ya que intercambia votos con el bloque del Frente para la Victoria, que es su socio en tantos negocios, políticos e inmobiliarios, y a quien también le conviene una elección conjunta. Para ambos bloques legislativos, pero sobre todo ambos líderes partidarios, lo que sea mejor para la Ciudad pasa a segundo término, algo que nos está dejando a los vecinos atrapados en los intereses del gobierno de la Ciudad y el Nacional.

¿Qué pasó en estos 30 años de democracia para que ir a votar suene más a una carga que a una conquista? ¿Por qué algunos argumentan contra las elecciones unificadas, señalando que  se podría llegar a tener que votar seis veces el año próximo –incluyendo las PASO y segunda vuelta tanto para Jefe de Gobierno como para Presidente.

Toda esta discusión debería estar ya claramente saldada, sobre todo dentro de la dirigencia política porteña –al menos los que se precian de defender e impulsar nuestra Ciudad y su autonomía-, pero el oportunismo político lo trae a la luz cada dos años. Desdoblar las elecciones, que es claramente el espíritu de la Constitución y la legislación de la Ciudad, es la única manera de garantizar un debate serio sobre los problemas –y también los logros, si los hay- de la gestión de Gobierno, la única manera de hacer propuestas concretas y que los vecinos puedan elegir con verdadera información y conocimiento. Quienes proponen lo contrario, claramente huyen del debate local y buscan esconderse detrás de cualquier otra confrontación que aleje la discusión de la Ciudad de Buenos Aires.

Los vecinos de la ciudad estamos sufriendo aumentos de impuestos que no redundan en beneficio para los ciudadanos, deterioro de nuestros hospitales y falta de insumos, chicos sin poder matricularse por falta de aulas en preescolar y primaria, atentados a nuestros valores y nuestro patrimonio cultural como el desmantelamiento y destrucción del monumento a Colón. Es tiempo de recuperar la ciudad para el bienestar de quienes aquí vivimos y quienes aquí trabajan. No más acuerdos espurios entre el gobierno nacional y Macri.

Cristóbal Colón, víctima de las mentiras, las complicidades y el pacto entre Cristina y Macri

La triste situación generada alrededor del desmantelamiento y traslado del Monumento a Cristóbal Colón evidencia el autoritarismo, la prepotencia y el desprecio hacia la ciudadanía con la que actúan la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el jefe de Gobierno Mauricio Macri. 

La claudicación por parte de Macri frente a la insistencia de la Presidenta de quitar de su vista el monumento a Cristóbal Colón –trasladándolo desde su actual emplazamiento, detrás de la Casa Rosada, hacia la Costanera Norte- es una muestra más de los acuerdos entre ambos gobernantes. Más preocupado por cuidar ese perverso juego de opuestos necesarios, Macri no muestra ninguna preocupación por proteger el patrimonio cultural y preservar la historia de la ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Este atropello se inició con un empecinamiento de la Presidenta, seguido por su incapacidad ampliamente demostrada de no dar un paso atrás ante una decisión tomada, por más reclamos legítimos que se hicieron, incluyendo advertencias de la Justicia, donde aún se espera una sentencia definitiva sobre una medida prohibiendo el traslado de la estatua de Colón. Frente a esto, Macri dejó de protestar y prefirió quitarse un problema de encima con el pretexto del hecho consumado.

El Gobierno Nacional,  una vez más, actuó de manera unilateral sobre el espacio público porteño, cometiendo ilegalidades, sin el mínimo respeto por nuestra jurisdicción y disponiendo de la Ciudad como si ésta continuara siendo dependencia del Gobierno Nacional. Frente a esta actitud, el Gobierno porteño, que comenzó esbozando un tibio reclamo, lentamente lo fue convirtiendo en aceptación y complicidad del ultraje. El monumento fue desmantelado bajo la mentira de que era para protegerlo y restaurarlo. Es cobarde que ambos mandatarios recurran al engaño y la mentira sin dar la cara,  y lo es particularmente para Macri por no defender el patrimonio cultural e histórico de nuestra ciudad y aceptar el atropello. Esto es otra muestra de los acuerdos entre Macri y Cristina, que en general encierran “buenos negocios” para ambos, tanto desde el aspecto económico como en lo político. Los ciudadanos de Buenos Aires quedamos atrapados en estas idas y vueltas entre Cristina Fernández de Kichner y Mauricio Macri.

El monumento de Cristóbal Colon es parte fundamental de nuestra tradición y también de la nacional. El respeto al mismo es no sólo un merecido homenaje a Colón sino también a toda la comunidad italiana –que donó la obra con motivo del centenario de la Revolución de Mayo y que actualmente de manera mayoritaria se resiste al traslado- y especialmente a los porteños. Juzgar a Colón a más de 500 años del descubrimiento de América es un atropello innecesario que no se debería permitir, mucho menos de parte de la máxima autoridad del Gobierno de la Ciudad.

Con esta actitud, Macri se vuelve cómplice de la Presidenta y queda atrapado en el relato de un Gobierno que somete todo al revisionismo histórico, y que llegó hasta a reescribir el prólogo del Nunca Más sin reparo ni respeto por algo que no es la obra de un gobierno, sino el logro de una ciudadanía castigada por el autoritarismo y la violencia de la dictadura militar. El mismo gobierno que equiparó a Néstor Kirchner con San Martín, ahora encasilla a Cristóbal Colón dentro del grupo de “los imperialistas y colonialistas”,  y al mismo tiempo desconoce los derechos de los pueblos originarios y ha desvirtuado el organismo nacional que debe velar por los derechos de los pueblos y comunidades aborígenes de todo el país. No es justamente el gobierno de Cristina Fernández de Kichner el que puede tirar la primera piedra.

La doble moral del Gobierno nacional queda al descubierto: mientras dice dar prioridad a los pueblos originarios y a los hermanos latinoamericanos arremete o deja arremeter contra esos mismos líderes indígenas que dice defender.  Todo lo que se opone a sus designios es eliminado y destruido, sin importar su valor histórico, humano,  y/o cultural que tiene para la ciudadanía. No duda en someter a tratos inhumanos a las comunidades aborígenes, como ocurre en Chaco y Formosa con las comunidades tobas y  quom. Mientras tanto le da trato preferencial a Chevron en las explotaciones petroleras y a las empresas mineras que pretenden explotar el suelo argentino sin respeto por el cuidado del medio ambiente. La discrecionalidad es una constante del gobierno nacional, que también afecta al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.  Por eso el pacto que los vincula los protege y convierte en socios.

Lamentablemente, ante tanto atropello, los ciudadanos de la ciudad de Buenos Aires somos atacados por el Gobierno Nacional, y el jefe de Gobierno que debería velar por nosotros, nos entrega a los designios del kirchnerismo, escondiéndose en las faldas de la Presidenta. Para ambos, nuestro patrimonio cultural y social no es importante, por eso lo regalan pensando sólo en salvar su pellejo y continuar en el poder y, si pueden, crecer, como pretende Macri. Por eso, no nos engañemos, son lo mismo o más de lo mismo.