¿Trabajadores con plasmas, celulares y viajes al exterior?

El economista Javier González Fraga despertó una fuerte polémica al manifestar que el kirchnerismo creó un populismo donde un empleado medio pensaba que con su salario era posible tener “celulares, autos, motos e irse al exterior”. La frase, de lectura antipática, encendió el debate con defensores y detractores.

De un lado de la grieta, los nostálgicos Nac and Pop argumentaron que la justicia social de la última década lo hizo posible. Del otro, los encolumnados detrás de Mauricio Macri justificaron al economista radical y advirtieron que hoy pagamos los platos rotos de la fiesta populista, sin hacer mucha referencia sobre el tema en cuestión de las posibilidades de un trabajador promedio.

Todos tienen un poquito de razón y a la vez están equivocados. Lo destacado es que ambos modelos son incompatibles con la sustentabilidad y con el bienestar de los trabajadores de recursos moderados.

¿Puede un trabajador promedio tener celulares de última generación, grandes televisores modernos y viajar en avión donde quiera, con su familia, en el marco de una economía sustentable? Sí. Pero no en Argentina. Continuar leyendo

Se terminó el monopolio del taxi

Durante las últimas jornadas, el sindicato liderado por Omar Viviani se ha mostrado más que nervioso. Sus jerarcas saben que estamos en vísperas de una revolución en el área del transporte público que ofrecerá al usuario una nueva opción a las ya conocidas. Un auto que llevará a destino a los pasajeros por un costo que seguramente será superior al de los colectivos y los subtes, pero definitivamente inferior al del taxi, cuyo gremio ya amenaza con violencia ante la inminente pérdida de privilegios.

Supe de la existencia de Uber el año pasado en México, cuando le solicité un taxi hacia mi hotel a un colega durante un viaje de trabajo. “Ya viene un auto por ti”, me dijo mientras dejaba su celular, que había tomado por breves instantes. Pensaba que respondía un Whatsapp. No, ya había acordado con un conductor el lugar donde debía buscarme y llevarme. Ya estaba la ruta determinada y el precio estimado confirmado. En el trayecto conocí las características de un servicio que ha puesto en jaque al histórico taxi, cuyo reinado se mantuvo vigente durante el último siglo y hoy puede pasar a la historia a manos de una buena idea y un poco de tecnología. Continuar leyendo

Macri no devaluó

En la política, lamentablemente, la comunicación es tan importante como los hechos en sí mismos. La realidad termina siendo formada por la percepción, la interpretación y la conclusión de los hechos en las mentes de las mayorías, o de las minorías militantes que imponen su visión, o de las elites influyentes. Pero muchas veces existen distancias abismales entre los hechos (probablemente el término “fact”, en inglés, sea más preciso para describir esto) y las conclusiones generales que logran imponerse.

Una de las manifestaciones más aberrantes de la historia en este sentido fue la página escrita por el nacionalsocialismo que responsabilizó, entre otras cosas, a los judíos por la hiperinflación que aquejaba a los trabajadores alemanes por esos días.

Recientemente, y en nuestra historia, claro que salvando las distancias con la tragedia más grande del siglo XX, la crisis del 2001 manifestó en la interpretación mayoritaria (situación también fogoneada por ciertos intereses corporativos) un análisis erróneo que requirió soluciones equívocas. Continuar leyendo

Mi vecino, el militante k

Antes que nada quiero reconocer que valoro la acción de dedicarle tiempo personal a los asuntos políticos. Más allá de las ideas que se defiendan, la preocupación por la cosa pública siempre me pareció respetable.

Durante los últimos años se ha sobredimensionado la participación juvenil en los grupos kirchneristas. Parte del relato indicaba que por primera vez en muchos años grandes masas militantes abrazaban la causa “nacional y popular” oficialista. Si bien la última versión del peronismo ha despertado entre muchos jóvenes más popularidad que los últimos gobiernos, el mito de La Cámpora estuvo siempre más relacionado a miles de contratos estatales que sirvieron como nodo para los coordinadores de grupos juveniles. Sin el uso de los recursos fiscales nada del despliegue al que nos acostumbró el kirchnerismo hubiese sido posible.

Desde el resultado de la primera vuelta algo cambió. Mucha gente, no necesariamente vinculada con los beneficios del Estado, ha decidido hacer todo lo posible para advertir a cuanta gente pueda, de la catástrofe que significaría un eventual gobierno de Mauricio Macri. Si bien son varios los que se suben a los trenes o se encuentran en las esquinas predicando el manual del buen sciolista, que se actualiza a diario entre continuidad y renovación, es evidente que son muchos más los que dejan cartas debajo de las puertas o pegan artículos en los ascensores, como creyentes religiosos que suplican la salvación antes del fin del mundo. Uno de ellos es mi vecino K. Continuar leyendo

Grecia: el triunfo de Platón sobre Aristóteles

Platón significa en la historia del pensamiento una de las piedras fundamentales del totalitarismo. La esperanza en un rey sabio y filósofo, regidor de un Estado controlador, continúa vigente en nuestros días. A lo largo de los siglos la idea de que el portador de la sabiduría, desentendido de las instituciones y contextos, sería el instrumento del buen gobierno, de la paz y prosperidad para los ciudadanos, ha sido una de tragedia que se sigue repitiendo.

La historia mostró que el gobierno limitado y austero, la división de poderes del Estado y el modelo basado en las libertades individuales de los ciudadanos ha sido sin dudas un éxito en comparación a cualquier otro experimento sociopolítico hasta el momento intentado.

La victoria electoral de Syriza, la coalición izquierdista liderada por Alexis Tsipras, significa una búsqueda mágica o una solución “platónica” al ajuste inevitable, que no es otra cosa que la cuenta luego de una fiesta. Claro que, en lugar de culpar al gasto desorbitado, se culpa al ajuste, que es lo más palpable.

Para recordar a modo de ejemplo el comportamiento de la administración pública helena en los años de derroche podemos destacar el engaño -tal vez el INDEC argentino haya servido de inspiración- del déficit público que equivalía a un 14% del PIB y que se comunicó como del 3,7% a Bruselas o los motivos de la quiebra de la banca luego de cargar y financiar la deuda pública. Los funcionarios griegos tenían sueldos más altos que sus colegas de la pujante Alemania y gobernaban con la generosidad del corto plazo: hospitales con cuarenta y cinco jardineros y cuatro macetas, organismos públicos con cincuenta conductores por auto e incrementos salariales del sector público como el “plus” por ir “correctamente vestido” o de “trabajo al aire libre” a determinados empleados como los forestales. Hasta el estallido, los griegos podían jubilarse a los 61 años cobrando el 96% del salario y existían 600 categorías de opción jubilación anticipada a los 50 años las mujeres y 55 los hombres. El despilfarro se financió con deuda y sólo los intereses de la misma alcanzaban, para 2011, el 12% de los ingresos públicos.

Países como Argentina pudieron licuar parte de su déficit fiscal mediante devaluaciones como la salida de la convertibilidad, pero los griegos se encuentran atados al Euro junto a otros países que tienen otros comportamientos fiscales. Ante la moneda común, las opciones eran pagar los platos rotos y poner las cuentas en orden o patear el tablero e imprimir billetitos de colores autóctonos que licúen los salarios reales de las personas. En medio del mal trago del ajuste irrumpe en el poder griego un populismo que propone, entre otras cosas, relanzar la obra pública para estimular la actividad, 200.000 nuevos empleos estatales y nacionalizaciones de “sectores estratégicos”.

Experiencia parecida a la de Syriza en Grecia es la de Podemos en España, que aguarda su batalla electoral con oscilaciones en las encuestas. Sin dudas lo mejor que le puede pasar a Grecia es que la coalición izquierdista, que acaba de cerrar una alianza con la derecha nacionalista, incumpla sus promesas de campaña y realice una gestión moderada.

El crecimiento y el desarrollo son producto del ahorro, la inversión, el trabajo y la innovación que tiene lugar en ámbitos de libertad. Las soluciones mágicas resultan decepcionantes en Argentina, en Europa y cualquier lugar del mundo

Tinelli es más democrático que Feinmann

Sin dudas los cuerpos legislativos deberían dejar de otorgar reconocimientos como el de “Personalidad destacada de la cultura” con el que fueron condecorados Marcelo Tinelli y el filósofo José Pablo Feinmann. Lamentablemente, existe la creencia de que si algo no es avalado por el Estado no es reconocido. Esto es falso. El reconocimiento como personalidades destacadas es acreditado por cada persona que mira Showmatch o que compra un libro de Feinmann, que se enojó por haber sido galardonado con la misma distinción que el popular conductor.

Quisiera dejar en claro, desde mi perspectiva personal, que encuentro más interesante “Filosofía aquí y ahora” que el baile de los famosos. Si bien hace años disfrutaba del enano Gula Gula o de Leo queriendo instalar un surtidor en la vereda, la versión actual del show de Tinelli no llama mi atención. En cambio, a pesar de las diferencias ideológicas, que se traducen en diferentes maneras de analizar la realidad y el mundo, he visto muchas veces el programa de filosofía en el canal estatal. Lo encuentro útil a mi formación y considero interesante la interpretación de las personalidades de la historia por parte de un filósofo que se encuentra en mis antípodas.

Es más, me encantaría que la realidad (formada por las personas y sus valoraciones) fuese otra. Sería feliz si pudiera tener en los medios, en lugar de los programas de chimentos, debates de filosofía donde Feinmann tenga que defender sus posiciones marxistas ante pensadores que lo critiquen desde otras perspectivas. Sin embargo, en su mayoría, la gente no está interesada en eso. Por esta razón Tinelli es amo y señor hace años de la televisión argentina y Feinmann tiene un programa financiado por la coerción de los impuestos de la mano del Ministerio de Eduación y la Presidencia de la Nación.

Si bien el populismo tiene una visión sesgada de la democracia, la realidad es que ser democráticos quiere decir, por sobre todas las cosas, ser respetuoso de la voluntad de la gente. Si las proporciones y diferencias entre la cantidad de lectores de uno y el ráting de otro ofenden al filósofo es otra historia.

Una sociedad democrática acepta los gustos y preferencias de las personas. Cuando esas preferencias no son compartidas, los espacios con tendencias totalitarias se ponen nerviosos. Esto abarca a todo el autoritarismo conservador. Nada más parecido que la izquierda y la derecha en su nerviosismo por las preferencias de los ciudadanos en libertad.

Por más que le pese al filósofo, Tinelli tiene más que ver con la democracia y la libertad de elegir. Su programa es financiado por aportes voluntarios de la sociedad civil. El día que el público lo rechace, tendrá que hacer otra cosa si quiere conservar sus ingresos. Si José Pablo Feinmann busca dar el ejemplo, en lugar de renunciar a reconocimientos, debería abandonar sus ingresos estatales y someterse al arbitrio democrático del público y el control remoto al que se somete Marcelo Tinelli cada vez que hace su programa.

Carta abierta a Gabriel, el librero que no quería subir los precios

Gabriel:

Antes que nada me gustaría pedirte un favor, que puedas leer estas líneas desde la buena intención. Es decir, que pienses que del otro lado hay otro argentino que sufre a la par tuya las problemáticas que nos tocan vivir. Si te sirve de algo, yo ya hice ese ejercicio. Yo no pienso que tu spot tuvo alguna “retribución oficial” y te pido que consideres que yo tampoco estoy a sueldo de ningún político opositor.

Cuando vi tu spot en Fútbol para Todos me pasó lo mismo que cuando vi todos los demás, como el de la Justicia que sabe a priori por quien fallar o el del jubilado que resultó ser actor porno. Sentí la indignación de saber que por esas cosas hay inflación. Seguro que estás pensando que estoy loco, que los culpables de la inflación -y de que hoy estés con problemas financieros- son, entre otros, tus proveedores y no las propagandas del Estado. No estoy loco, déjame que te explique. Continuar leyendo