Trenes, AMIA e inflación: causas y consecuencias

Marcelo Longobardi

Los argentinos tendemos a ocuparnos de las consecuencias y muy poco de las causas.

La tragedia de Once, de la que hoy se cumple un año, que generó 51 muertos  y un estado de estupor nacional, y reveló además comportamientos bastante peculiares del gobierno  acerca de cómo esconderse frente a una situación como ésta -aunque ayer al menos la Presidente habló del tema-, ocurrió en un determinado contexto: el del colapso general de la infraestructura argentina.

Y eso incluye desde los trenes hasta los teléfonos celulares. Todo lo que tiene  que ver con la infraestructura de la Nación -la energía, los puertos, el gas, las autopistas, el transporte en general, las comunicaciones, internet- está complicado.

Hemos logrado fulminar la infraestructura argentina, y eso tiene consecuencias. Cuando se le corta el gas a una industria trasciende poco, pero cuando choca un tren mueren 51 personas.

Yo no olvidaría hoy, en el marco humano del dolor, de las víctimas, de los familiares, que esto ocurre en un determinado contexto. Algo estamos haciendo mal en materia de infraestructura.

Tenemos una causa judicial en el caso de Once.

El ministro Florencio Randazzo dijo que el Gobierno confía en la investigación judicial de este caso, que creo  puede convertirse en un escándalo de proporciones monumentales porque involucra a funcionarios como Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime, a empresarios como los Cirigliano y no sabemos qué más puede surgir. Esta vez la investigación judicial es inocultable.

En este panorama muy complicado vemos por lo menos el esfuerzo del ministro Randazzo en tratar de resolver lo posible –están en juego gran parte de su carrera política detrás de este esfuerzo por arreglar los benditos trenes de Argentina, algo que tampoco le resultará fácil porque en buen medida el problema estructural depende de otro ministro, el de Planificación, Julio De Vido.

Otro tema relevante de hoy es el de la AMIA. Ayer 39 senadores justicialistas votaron casi sin chistar un escandaloso tratado con Irán, cuyas consecuencias son completamente imprevisibles. Me impresiona especialmente  el entusiasmo que esta gente pone para ir para un lado o para el otro lado. Porque hay que admitir que ponen entusiasmo. Lo han puesto durante muchos años para denunciar a Irán y lo ponen ahora para salirse de lo que ellos mismo han hecho. ¡Hay que tener cara!

Me sorprende el caso de algunos senadores que conozco, como Miguel Ángel Pichetto.  ¿Creerán realmente lo que votan? ¿Puede la disciplina partidaria estar siempre por encima de todo? Yo entiendo que muchas veces prima el orden de la política. Pero ese principio a veces no debiera aplicarse. Ayer debería haber primado alguna cuestión de conciencia, señores.

Lo ocurrido ayer en el Senado fue vergonzoso, mientras el vicepresidente Amado Boudou y  el senador Pichetto se gritaban en público sobre las víctimas de la AMIA.

Finalmente, un comentario económico. La economía de hoy presenta noticias bastante particulares que yo dividiría en dos.

Por un lado, datos financieros. El dólar paralelo para arriba, las reservas para abajo, a un ritmo de 50 millones por día prácticamente.

El riesgo país en 2300 puntos, una tasa superior a las de Egipto y Venezuela, lo que hace a la Argentina un país en el que no se puede invertir. ¿Cómo demonios vamos a arreglar la infraestructura argentina con 2300 puntos básicos de tasa de interés?

La Bolsa, 4 y pico abajo, la balanza comercial de enero, 49% por ciento abajo.

Por otro lado, el rumbo que ha tomado el control de precios, que se vincula con el diagnóstico. Si el diagnóstico es que la inflación es la consecuencia de una política monetaria equivocada, tiene arreglo, se llama a un experto y se resuelve.

Ahora, si uno supone que la inflación es la consecuencia del comportamiento de los empresarios para apropiarse de la renta argentina, esto es: que el gobierno distribuye los recursos para que la sociedad sea cada día más más rica y que los pobres están fenómeno y que los empresarios, buscando aprovecharse de esa  distribución, suben los precios para apropiarse de la renta; si ése es el diagnóstico, lo próximo será meter presos a esos señores.

Y hoy ya hay cuatro nombres de compañías argentinas que, excluyendo a Techint, son las más relevantes del país y de propiedad nacional -Arcor, Ledesma, Deheza y Molinos- que están en la mira, según informa en tapa Ámbito Financiero.

Esto responde al principio de que la inflación no es consecuencia de una política monetaria sino del comportamiento despiadado de los empresarios.

Miguel Galuccio dijo que Guillermo Moreno no lo llamó, es decir que van a acomodar los precios como mejor les parezca. Entonces, ¿van a perseguir también a Galluccio o sólo a Pérez Companc?

Creo que nos vamos a meter en un lío adicional al problema de la inflación: vamos a perseguir gente, como pasa en Venezuela.