El PRO y los K, juntos y en silencio, por el pago a los buitres

En su última sesión, la Legislatura de la Ciudad aprobó una declaración consensuada entre el kirchnerismo y la mayoría del PRO, saludando las gestiones oficiales y de opositores en pos de un arreglo de deuda con los fondos buitre, y para continuar con el pago del conjunto de la deuda.

La declaración saluda la decisión del gobierno “de arbitrar las medidas para que el 92% de la deuda pueda seguir cubriéndose normalmente”. Naturalmente, la primera de esas ‘medidas’ consistirá en un arreglo con los fondos buitre. La declaración ni siquiera esboza una crítica al fallo de la Corte norteamericana. La izquierda cristinista -Descamisados, La Cámpora, Movimiento Evita e Izquierda Popular-, la que abunda en el bloque K en la Legislatura, votó a libro cerrado esta declaración colonial, junto a la mayoría del macrismo. Además del consenso en torno del contenido de la declaración, el kirchnerismo y el macrismo se complotaron para una votación “sin discursos”, impidiendo un debate sobre la cuestión.

La mayoría no votó la declaración, pero por varios motivos diferentes. Una parte criticó el doble discurso oficial -que “habla de extorsión y luego negocia con los acreedores”. Reclamaban terminar con la verborragia oficial y encaminarse rápidamente a un arreglo de deuda con los buitres. El sector radical que responde a Lousteau no se pronunció, aunque luego se mostró partidario de la línea de consenso con los K. Finalmente, el sector de Vera propuso su propia declaración, reclamando la suspensión del pago de la deuda.

A pesar de la férrea negativa del PRO y los K a abrir la discusión, señalamos que “es maravilloso ver cómo el kirchnerismo y la derecha votan juntos el reconocimiento de esta hipoteca nacional que se viene pagando desde Videla, y que conducirá a nuevas confiscaciones contra el pueblo argentino. Ustedes han consensuado una declaración tan servil, que ni siquiera condena el fallo colonial de la Corte americana contra el país. Para evitar un bochorno mayor, resolvieron hacerlo sigilosamente; es decir, impidiendo que los bloques expresen su posición”.

Nuestra declaración

“La Legislatura repudia el fallo colonial de la Corte de los Estados Unidos contra Argentina, que pretende resarcir a los fondos que no adhirieron a los canjes de deuda, así como disponer embargos contra el patrimonio nacional en el exterior. Asimismo, rechazamos la decisión oficial -y de la oposición tradicional- de asumir el pago de esta nueva hipoteca contra el país, con los mismos principios abusivos de los arreglos concretados con Repsol, el Club de París, el Ciadi y los canjes de 2005-2010, para reconocer una deuda que constituye una mera capitalización de intereses -o sea, que reviste un carácter usurario. Reclamamos la inmediata suspensión del pago de toda la deuda externa y una auditoría integral a cargo del Congreso y de la Justicia. Que el pueblo decida, a través de un referéndum, qué hacer con una hipoteca cuyo pago conducirá a una nueva devaluación y a una confiscación en regla contra trabajadores, jubilados y contribuyentes. En momentos en que la deuda internacional supera los 1.000 billones de dólares y está conduciendo a los pueblos del planeta a una verdadera catástrofe social, propugnamos la convocatoria a una acción internacional de movilización por el repudio de las deudas usurarias. Integramos la cuestión del repudio de la deuda a la perspectiva y la lucha por un gobierno de trabajadores, que dispondrá del ahorro nacional, no para su dilapidación a manos de los usureros internacionales, como ocurre ahora, sino para la reindustrialización del país y la reorganización de su economía sobre nuevas bases sociales.”

La capitulación final

Después del fallo colonial de la Corte americana contra Argentina, el pago a los llamados “fondos buitre” sería la señal definitiva del derrumbe del kirchnerismo como experiencia política. En estos años, el intento de arbitrar entre el capital internacional y los intereses nacionales tuvo como principal argumento a la ‘negociación inteligente’ de la deuda externa, que abriría paso a una reconstrucción del país bajo la dirección de la burguesía nacional. Hace rato que ese relato se venía desmoronando, si se tiene en cuenta la cláusula que premia jugosamente a los bonistas que entraron al canje con el crecimiento del PBI y que terminó neutralizando las ‘quitas’ sobre la deuda argentina o, más recientemente, la decisión de resarcir a Repsol y de pagar con creces la deuda con el Club de París.

La deuda que reconoció el kirchnerismo en los sucesivos canjes es el resultado de un largo proceso usurario, donde se han pagado intereses sobre intereses. A esta hipoteca se agregaría ahora la de los “fondos buitre”, según marcha la negociación anunciada por Kicillof. Por lo pronto, la pretensión de trasladar a Buenos Aires el pago de los bonos “reestructurados” para evitar la extorsión de los buitres fue volteada por el juez Griesa en la primera reunión con los negociadores argentinos. Esa tentativa tardía e improvisada de cambio de jurisdicción -después de haber aceptado la cláusula colonial de someter los arreglos de la deuda a tribunales internacionales- murió antes de nacer.

En cambio, los buitres sí apretarán a Argentina con la obligación de extender a los otros bonistas cualquier arreglo que supere las condiciones arrancadas en los canjes de 2005 y 2010, que estarán vigentes hasta fines de este año. En esas condiciones, la “negociación con dignidad” de Cristina-Kicillof será una copia de lo sucedido con Repsol y con el Club de París -o sea, el reconocimiento integral de la deuda exigida por los acreedores y una nueva emisión de bonos con rendimientos abusivos. Ello, sin que Argentina quede eximida de una nueva oleada de litigios -esta vez, de los bonistas que habían entrado al canje. Los que reclaman una rápida negociación y arreglo con los buitres, con la pretensión de cerrar el conflicto, no quieren ver que el camino de ese arreglo –e incluso su desenlace- estará minado de turbulencias y nuevas crisis.

La decisión de la Corte norteamericana sanciona otra bancarrota política: la del gabinete nacional, que justificó los arreglos ruinosos con Repsol y el Club de París con el argumento de que ganarían la “comprensión” de la Corte y el Departamento de Estado norteamericanos en la causa de los buitres. Esta política fue acompañada férreamente por la oposición, que viajó a Estados Unidos para refrendar la política oficial. Ahora, estos mismos opositores, junto con la totalidad de las cámaras patronales, exigen un arreglo rápido con los fondos buitres. Sergio Massa ha reclamado una bicameral, no para investigar la deuda ilegítima, sino para “monitorear” al gobierno en la negociación con Griesa y asegurar la capitulación ante los buitres. Los radicales se pusieron “a disposición” de lo que necesite el gobierno en el Congreso. Todos ellos, a coro, advierten contra “el peligro de un default”’ y la necesidad de “preservar el acceso al crédito internacional”. Saben muy bien, sin embargo, que los arreglos con Repsol, el Club de París y los buitres llevarán la deuda externa argentina a los 300.000 millones de dólares. Con semejante hipoteca nacional, los nuevos préstamos sólo podrían llegar en condiciones usurarias, algo que ya ocurre con las emisiones de las provincias.

Para abrirle camino al nuevo endeudamiento, los mismos que advierten contra un default con el capital financiero reclaman a la vez un default en regla contra trabajadores, jubilados y contribuyentes: a ello conduciría una megadevaluación de la moneda, pulverizando el valor de la deuda pública en pesos con los fondos jubilatorios y el Banco Central. Los agentes políticos de los bonistas exigen también un tarifazo para que los recursos del fisco se apliquen de lleno al pago de la deuda. Pero a la luz de los vencimientos de deuda de los próximos años, incluso esa confiscación social resultará inútil para evitar una nueva cesación de pagos.

En oposición a la unidad nacional de los K, Macri, Binner o Massa para llevarnos a ese rumbo de bancarrota, desde la izquierda planteamos la investigación integral del conjunto de la deuda, el repudio general de todos los compromisos usuarios y un impuesto extraordinario al capital financiero para recapitalizar al Banco Central y a la Anses del saqueo cometido en estos años. En momentos en que la deuda internacional supera los 1.000 billones de dólares y está conduciendo a los explotados de distintos países del planeta a una verdadera catástrofe social, es necesario convocar una movilización internacional por el repudio de la deuda usuraria.

Un pacto contra la ciudad

El macrismo envió a la Legislatura un supuesto “plan maestro” para los barrios de Soldati y Lugano (Comuna 8). Están en juego unas 500 hectáreas, que podrán ser concesionadas o vendidas a capitales privados. Entre otros predios, el “plan” contempla la cesión de casi la mitad del Parque Roca a la federación empresarial camionera, para el desarrollo de una playa de cargas en aquel espacio verde. Además, el ex Parque de la Ciudad será concesionado para recitales arancelados, en favor de una corporación internacional de la industria del espectáculo. El administrador de este remate de tierras será la Corporación del Sur, un ente del estado porteño que funciona como caja autárquica y paralela al presupuesto del Estado, en el “modelo” de Puerto Madero. Nada indica, por lo tanto, que los ingresos por la venta de tierras apuntalen a una urbanización social, como se sugiere difusamente en este ‘plan’. Como prueba de ello, y en la misma Comuna 8, la urbanización de la Villa 20 y la construcción de un verdadero hospital en Lugano duermen el sueño de los justos.

El tratamiento en sesión de este proyecto, previsto para el jueves pasado, fue postergado. Pero los motivos de la dilación son tan graves como los del propio “plan”. No es un secreto que la Legislatura tiene pendientes varios proyectos que apuntan a una vasta privatización del suelo. Es el caso de la Isla Demarchi, donde el kirchnerismo impulsa un desarrollo inmobiliario camuflado en un polo Audiovisual, o del emprendimiento Solares de Santa María de IRSA, para edificar una legión de megatorres de lujo junto a la reserva ecológica de la Costanera Sur. En esa lista, también se encuentra la “rezonificación” del Parque Tres de Febrero en Palermo, la construcción de megashoppings en Caballito y en Palermo y la entrega de una manzana de Colegiales a un grupo privado de la industria del espectáculo.

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ABL: la política del tarifazo asegurado

La Legislatura porteña acaba de votar una ley que fija ‘topes’ al aumento del ABL en 2014. Los aumentos “no podrán ser superiores” a porcentuales que van del 20 al 40%, según el valor de la propiedad. Antes de la sanción de esta ley, el gobierno macrista tenía previstos aumentos del 50 al 100% para esas mismas franjas de viviendas. Por eso, los diputados K -que votaron sin vacilaciones la reducción de los aumentos- se vanagloriaron de haberle puesto límites a la voracidad fiscal del PRO.

En 2011, Macri reformó el impuesto inmobiliario, impulsando un plan de incrementos anuales en la tarifa y en la valuación de las propiedades. Desde entonces, las quejas por aumentos superiores al 100% han sido moneda corriente en la mayoría de los barrios de la Ciudad. Pero Macri va por más: su objetivo declarado es que las viviendas aporten en un año el 1% de su valor, el doble de lo que -según el gobierno- se paga actualmente.

La ley votada el jueves por el macrismo y los K hace más lento el camino del tarifazo, pero lo legitima. Por caso, se han autorizado aumentos de hasta el 30% en una propiedad de entre 150.000 y 300.000 de valuación fiscal. Considerando que estos valores fiscales representan alrededor de la cuarta parte del precio de mercado, y tomando el valor del “dólar Cedin”, un aumento del 30% -como el que acaba de convalidar la Legislatura- afectaría a propiedades de 100.000 de dólares, lo que valen dos o tres ambientes en un barrio de clase media de la Ciudad. El cheque en blanco otorgado por los legisladores tampoco toma en cuenta cuál será la inflación de 2014: una baja brusca (y un congelamiento correlativo en los salarios) volverían a estos aumentos directamente confiscatorios.

La mayoría de Proyecto Sur se abstuvo. Ello, después de haberle votado al PRO en diciembre de 2012 las correcciones tarifarias que derivaron en los posteriores impuestazos.

Impuesto y especulación inmobiliaria 

En los últimos años, la especulación inmobiliaria ha empujado para arriba los valores de la propiedad y del suelo en la Ciudad. El gobierno de Macri ha sido un agente activo de esa especulación, recientemente reforzada con los proyectos de enajenación de tierras públicas votados en acuerdo con los K.

Pero esa valorización no implica una renta económica para el propietario de una vivienda de uso familiar: si la vendiera y quisiera reemplazarla por otra de comodidades similares, debería desembolsar la misma suma. (Por este mismo motivo, debería abolirse cualquier impuesto a la tenencia de una vivienda única). En cambio, el impuestazo en el ABL transforma al gobierno PRO en beneficiario de la especulación inmobiliaria que él mismo genera, al capturar bajo la forma de impuestos la renta extraordinaria que surge de esa especulación. Si Macri llega a su objetivo -recaudar el 1% del valor de la propiedad en un año-, una vivienda de 70 metros cuadrados, por ejemplo, obligaría a una familia que gana la canasta familiar a pagar ¡el 5%! de sus ingresos anuales en concepto de impuesto inmobiliario.

En oposición a esta confiscación económica, planteamos la abolición de todo impuesto a la vivienda única. El presupuesto de la Ciudad debe financiarse con impuestos progresivos al gran capital inmobiliario, financiero y de servicios radicado en la Ciudad, que sí obtiene un usufructo económico extraordinario de su radicación en la capital del país.