Diez razones por las que el Gobierno no habla de la inseguridad

Marcelo Romero

Para evitar discutir sobre políticas criminales serias y duraderas. En su lugar, elige salidas de coyuntura pendulares y espasmódicas, al ritmo de las encuestas de opinión y los sondeos de imágen.

Para evitar reconocer la olímpica derrota frente al narcotráfico internacional y local. En su lugar, propone discusiones de café o de bar rockero sobre el uso libre de la marihuana.

Para no admitir que ha instalado -obligatoriamente- en materia penal la doctrina abolicionista de Eugenio Zaffaroni & discípulos en las Facultades de Derecho, Institutos de Post-grado, Consejos de la Magistratura, etc.

Para eludir la discusión sobre el rol de la cárcel, la necesidad de un replanteo de las políticas penitenciarias, la construcción de nuevas unidades y alcaidías, etc. En su lugar, formó el “Batayón militante”…

Para evitar la revisión metodológica y la depuración de las estadísticas criminales, sincerando las cifras reales de los delitos que se cometen en la República. Para ello, instaló la teoría de la “sensación de inseguridad”.

Para no dar el debate sobre delincuencia infanto-juvenil, incidencia de las drogas en las distintas formas de comisión criminal, necesidad de modificar los sistemas procesales penales para niños y adolescentes, creación de establecimientos adecuados para menores de edad, etc. En su lugar, huye por la tangente de temas ajenos a la política criminal.

Para evitar -por todos los medios- la etiqueta o el rótulo de “facho”, que los propios adictos al gobierno utilizan. Para ello, el relato oficial ha creado un nuevo vocabulario jurídico-penal donde las palabras “crimen”, “criminal”, “cárcel”, “orden”, “autoridad”, están terminantemente prohibidas.

Para no contradecir a la intelectualidad “progre”, que considera al criminal como una víctima de la sociedad y a ésta como la verdadera culpable de todas nuestras desdichas… Por irracional que parezca.

Para no sumar un argumento político de peso específico propio a la oposición, sobre todo en un año electoral.

Para quedar bien con Dios y con el diablo, mintiéndoles un poco a ambos… Síntesis de la política argentina en los últimos 60 años.