Una tragedia que nos involucra a todos

En 6 de abril de 1994 el mundo vivía pero poco actuaba en la peor masacre del período de post Guerra Fria: el genocidio en Ruanda. Fueron cien días en que aproximadamente 800.000 tutsis murieron en condiciones brutales cuando los hutus vengaron el misterioso asesinato, hasta hoy no esclarecido, del presidente Juvénal Habyarimana. Más que hacer una reconstitución de lo que fue aquel triste capítulo de la historia contemporánea, es momento de reflexionar sobre lo que aprendimos y lo que podemos aprender con aquel trágico evento.

Uno de los más importantes avances en el escenario internacional fue el mayor rol de las organizaciones no gubernamentales e instituciones académicas en el entendimiento de los conflictos internacionales. No necesariamente por consecuencia del conflicto de Ruanda, pero igualmente importante, estas organizaciones han permitido una visión más realista de los problemas que vivimos y donde los Estados y organizaciones internacionales deben actuar. Más que eso, algunas de ellas hacen la importante tarea de decir al mundo donde podremos desafortunadamente tener una nueva Ruanda. Uppsala Conflict Data Program, Heidelberg Institute for International Conflict, United to End Genocide y Enough Project son solo algunas de las instituciones con un rol importante en comprender conflictos y actuar en ellos.

Pero el mayor problema es que justamente las instituciones internacionales han avanzado lentamente para mejorar la respuesta a las violaciones masivas al derecho a la vida; las grandes potencias aún no llegaron a la conclusión que evitar lo que pasó en Ruanda es de interés para la seguridad de toda la humanidad. Hace dos semanas, en una charla para estudiantes de la Universidad de Uppsala, un alto funcionario del Departamento de Operaciones de Paz de las Naciones Unidas admitió que por razones políticas la previsión para que los cascos azules puedan llegar y actuar en República Centro Africana puede ser de hasta seis meses. Un calculo que nos hace esperar desafortunadamente lo peor para ese país.

Hoy en día tenemos varios escenarios preocupantes que demuestran que lo que pasó en el país africano en 1994 no puede ser olvidado. Miles de muertos en Siria y Darfur, matanza masiva de musulmanes en Republica Centro Africana, amenazas del gobierno de Irán contra los bahais creando un ambiente de odio y violencia latente y, por fin, una Republica Democratica del Congo con decenas de grupos insurgentes luchando violentamente entre ellos y contra el gobierno.

La triste fecha de 6 de abril debe ser acordada para que las violaciones a los derechos humanos que han permanecido en distintos sitios del planeta reciban la atención para que no tengamos otra tragedia. Y esto es un rol colectivo de la humanidad que involucra a todos: académicos, ONGs, gobiernos y instituciones internacionales. Porqué cuando hablamos de superación de ese tipo de violencia, hablamos también de lo cuanto evolucionamos como seres humanos.

Brasil: más Gandhi y menos caos

Como ya se preveía por sectores de la prensa y de la sociedad civil, el 17 de junio de 2013 es ahora una fecha histórica en el Brasil post-redemocratización. Como no se veía desde el impeachment del (ahora senador) Fernando Collor de Melloentre 250 y 300 miles de personas marcharon en todo el país.

Aunque la principal motivación era contra el aumento de las tarifas de transporte, muchos manifestantes fueron a las calles con palabras de orden contra la corrupción, los gastos para la Copa FIFA 2014, el problema de la educación y la incapacidad política de administrar los problemas urbanos. Juntos, se veían la clase media –en especial los jóvenes–, anarquistas, miembros de partidos políticos de izquierda, familias y hasta actores famosos de la TV. Una mezcla inimaginable pocas semanas atrás para un país que era conocido como un pueblo “feliz que no protesta”.

En Río de Janeiro tuvimos la mayor cantidad de personas en la calle: según las estimaciones más pesimistas, 90.000 personas. Pero fue allí también que ocurrieron algunas de las situaciones de violencia más extremas. Una minoría de 300 a 500 personas invadieron el Parlamento del Estado de Río de Janeiro (ALERJ), dispararon cócteles molotov y destruyeron muebles y equipos de la institución legislativa del segundo estado más importante en el PIB brasileño. Dentro de la ALERJ, 70 policías quedaron sitiados. El saldo de heridos fue de 20 agentes de la policía, más ocho manifestantes que fueron heridos con arma de fuego.

La acción de esta minoría necesita servir de ejemplo para una reflexión importante: ¿cómo la población brasileña puede usar este momento histórico para proponer una agenda positiva, que supere una visión conflictiva y busque una mejora del país? Una joven anónima entrevistada por la prensa que estaba en las manifestaciones del Río de manera pacífica, nos da un camino: “yo creo que no es así que la gente va conseguir lo que queremos. Las personas precisan luchar mucho, pero en una lucha pacífica, no es destruyendo la ciudad que vivimos”.

Pero hay más que las palabras de la joven para “conseguir lo que queremos”: hay que tener más claridad de lo que se quiere. Ésta es una dificultad en los movimientos masivos del siglo XXI, que tienen fuerte capacidad de movilización, pero dificultades inmensas de unirse en un objetivo común. Eso fue el caso de Londres, de Egipto y ahora es en Brasil. Aunque dentro de las masas sea difícil una claridad de lo que se quiere, tener claro los objetivos ayudará a evitar dos caminos que los manifestantes brasileños ya dijeron que no quieren: una lucha sin victorias sociales o una victoria capitalizada por un partido político.

Para eso, más Gandhi y menos caos ayudan a hacer del junio de 2013 una historia de verdad, y no utopía más. Que predomine la mayoría pacífica que ha marchado en San Pablo, Salvador, también en Río y en tantas otras ciudades. Después de la superación de una cultura de pasividad, viene la hora de la acción pacífica de parte de todos para lograr un Brasil un poco más humano, justo y que pueda superar los desafíos tan inmensos que por su gran tamaño son ocasionados.

Las protestas en Brasil y sus posibles consecuencias

Como no se he visto hace años, Brasil asistió esta semana a varias protestas. El argumento central del movimiento “Passe Livre” (Pase Libre) fue uno: las manifestaciones surgieron por el aumento de la tarifa de buses y trenes en diferentes ciudades. Pero las razones están más allá de las condiciones de los transportes públicos brasileños.

Con el apoyo de partidos de izquierda con baja representatividad legislativa y una masiva participación de estudiantes universitarios, fueron cuatro actos que unieron miles de personas en San Pablo, Río de Janeiro, Maceió, Natal y Porto Alegre. En San Pablo, las protestas se muestran más violentas. En 11 de junio, la avenida Paulista –centro financiero de Brasil– se paralizó con la violencia de los manifestantes que atacaron estaciones de metro, kioskos y sucursales bancarias. Hasta entonces, toda población y la prensa estaban contra las protestas.

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¿Podrá Brasil garantizar la seguridad en el Mundial y los JJOO?

Los atentados en la maratón de Boston han demostrado al mundo que eventos deportivos pueden ser un objetivo común para aquellos que utilizan de la violencia extrema como medio de lucha. A Brasil, los ataques le preocupan aún más.

En una nación que albergará tres importantes eventos deportivos en tres años (Copa de las Confederaciones, Copa del Mundo y Juegos Olímpicos), la opinión pública expresó justas preocupaciones poco después de los ataques. Las principales revistas del país tuvieron en la tapa de la semana siguiente al atentado preguntas como ¿Brasil está preparado? ¿Estamos seguros con nuestros eventos deportivos?

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Defensa, un área que requiere trabajo en conjunto

La noticia publicada en la edición del 3 de julio del periódico Folha de São Paulo sobre el temor de una acción terrorista de matiz islámica desde Brasil en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso ha traído un punto de reflexión importante sobre los órganos gubernamentales. En un mundo en constante cambio y que pide respuestas rápidas con relación a las amenazas al Estado y su población, las instituciones del Gobierno tratan estos temas conforme sus prioridades, muchas veces sin una política común. Continuar leyendo

Cooperación Brasil-EEUU: peor para Chavez, peor para la diplomacia iraní

La visita del secretario de Defensa de los Estados Unidos, Leon Panetta, al Brasil  esta semana ha sido poco debatida en la prensa brasileña, aunque la seguridad y la defensa sean temas de gran importáncia para un país que se postula como una potencia emergente. Sin embargo, la visita de Panetta he traído puntos importantes que involucran no solamente a Brasil sino también a sus vecinos. Continuar leyendo