El brillo del dólar

Marcos Leonetti

El dólar y el oro tienen una relación muy particular desde que ambos existen simultáneamente, pero me interesa hacer foco en los últimos 42 años, desde el momento que el oro dejó de ser respaldo del dólar, para señalar cómo uno afecta al otro, que cuando el valor de uno sube, el otro baja.

Existen básicamente tres grandes categorías de oro: el oro físico, el oro en papeles (certificados de depósito, futuros y derivados) y el oro falso (oro-tungsteno).

Oro físico

Los grandes demandantes de oro en metal son India y China: ambos suman sólo este año 2.300 toneladas, según el WGC (Consejo Mundial de Oro). Si tenemos en cuenta que la producción total es de aproximadamente 2.700 tn,  sabemos dónde se está acumulando.

Otros compradores a menores escalas son los bancos centrales de los países, y después la industria.

Ocho países (China, Australia, Estados Unidos, Rusia, Sudáfrica, Perú, Canadá e Indonesia, en este orden de mayor a menor) producen el 60% del total mundial del metal dorado.

Hoy está en la cima de la agenda internacional las denuncias de Snowden por el espionaje de los Estados Unidos a muchos países incluyendo a Alemania, pero no tiene tanta transcendencia el hecho de que los germanos hace un tiempo están reclamando que los norteamericanos les permitan la repatriación del oro físico que desde la Segunda Guerra Mundial está en resguardo en suelo americano. Ni siquiera les permiten ir a visitar las bóvedas donde supuestamente continúan guardados. La desconfianza aumenta al punto de creer que ya no tienen el metal y haya ido a parar a otros destinos.

Cuando Hugo Chávez empezó con la repatriación del oro de Venezuela muchos creyeron que era una más de sus excentricidades.

Oro en papeles

Algunos bancos han emitido certificados de depósito de oro a tal punto que han generado una brecha importante entre los papeles emitidos y el oro realmente depositado.

El año pasado, el banco norteamericano de inversión más grande, Goldman Sachs (GS), vendía certificados de oro aseverando que estos papeles estaban garantizados por el metal custodiado en las bóvedas, hasta que salió a la luz que no había oro auténtico que lo respaldara; GS operaba con el sistema de reserva fraccionaria con el supuesto que los depositantes no requerirían el oro en metal.

Terry Duffy, presidente del CME (Chicago Mercantile Exchange), el operador más importante del mundo en el mercado de futuros, afirmaba hace unos meses a Bloomberg TV que el mercado ya no está interesado en los certificados, demandan el metal físico en cualquiera de sus formas, monedas o lingotes.

Hay analistas del Commerzbank que responsabilizan al mercado de futuros por la caída del precio del oro.

Oro falso

El oro falso o lingotes de tungsteno recubiertos con láminas de oro (fácilmente confundible por tener densidades muy cercanas entre ambos metales) ha generado un desconcierto en el mercado de características sorprendentes, pero es desconocido el tamaño de las operaciones que se han hecho en nombre del oro verdadero.

El Financial Times ha hecho público este tipo de ilícitos. En Hong Kong la falsificación ha ido en aumento, precisamente como consecuencia del rápido crecimiento del mercado asiático.

A Nueva York ha llegado un lingote de oro falso de 10 onzas con sello de la célebre refinería suiza PAMP (Produits Artistiques Métaux Précieux) y con número de serie incluido.

¿Hay una guerra silenciosa pero real entre el dólar y el oro?

¿Qué está afectando al precio del preciado metal más allá de las respuestas que puede dar intrínsecamente el mismísimo oro?

La demanda física no cede, y la producción mundial está estancada -el cierre de minas de oro con altos costos de producción presionarían a la baja la producción mundial de oro, según el experto Thomas Chaize-, lo que debería hacer subir el precio, pero no sube, y no solo eso, sino que desde agosto de 2011 ha bajado.

Cuando el precio del oro subía dejaba en evidencia la debilidad del dólar. Los bancos centrales ya no acumulan reservas en papeles norteamericanos como antes, ahora van en búsqueda del oro físico, los que antes eran vendedores de las reservas en metal estos últimos años revirtieron la tendencia. La desconfianza es el dólar.

Algunos especulan que mucho tiene que ver las condiciones que imponen al mundo los cambios de las políticas monetarias de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sumada a la incertidumbre fiscal de dicho país.

Otros van más allá y exponen teorías conspirativas que ponen a la Fed como protagonista de una operatoria conjuntamente con los principales bancos de oro, para que el oro no luzca tan resplandeciente y opaque al dólar en un camino irreversible.

La explicación sería que la Fed baja artificialmente el precio del metal interviniendo en el mercado de futuros del oro a través de los bancos de oro que cierran ventas cortas para la Fed, y los bancos recibirían a cambio información privilegiada. El oro entraría en un laberinto de volatilidad y se desluciría a los ojos de los inversores; de esta manera estarían resguardando el valor del dólar.

El dólar cada vez más está diluyendo su encanto, dado que una nueva elevación del techo de deuda norteamericana estará en disputa el 7 de febrero de 2014.

Lo que queda claro es que el precio del oro se ha transformado en una pieza valiosa para el dólar, una especie de variable que puede tomar cualquier valor que le sea útil al dólar.

Y pensar que lo real es el oro y lo fiduciario es el dólar, aunque fiducia signifique confianza.