El viernes asistí en Charleston, Carolina del Sur, a los cierres de campaña de los candidatos que lideran la nominación republicana: Donald Trump, Ted Cruz y Marco Rubio. Volví convencida que el magnate arrasaría, y así sucedió, en una de las primarias más esperadas. Históricamente, salvo escasas excepciones, quien gana este Estado ultra conservador es quien termina ganando la nominación republicana.
Trump, con su irreverente discurso, atacando a quien se interpone en su camino -así sea el mismísimo Papa Francisco- , y con un tono políticamente incorrecto, cargado de sarcasmo, avanza sin que nadie lo pueda parar. Su sola presencia genera pasión y locura entre la multitud. Contra todos los pronósticos, estoy empezando a creer que no solo va a ganar la nominación republicana sino que se puede convertir en el próximo presidente de los Estados Unidos.En un estado donde Ted Cruz, uno de los más fieles representantes del Tea Party, debió ganar con relativa facilidad por sus credenciales ultra conservadoras. Con un Marco Rubio que recibió el apoyo de la popular gobernadora local, Nikki Haley, y del senador con mayores niveles de aprobación, Tim Scott.
Sin embargo, nada de esto alcanzó para frenar a un Trump desenfrenado que no dejó frente sin atacar. Su primer blanco fue lógicamente Ted Cruz, quien ganara la primera elección en el estado de Iowa. Haciendo uso de la llamada campaña sucia, acusó en spots publicitarios al senador de Texas de ser un gran mentiroso y recibir fondos de Wall Street para su campaña. Después le llegó el turno al Papa Francisco, a quien respondió irreverentemente luego de que el Papa lo acusara de ser poco cristiano por querer construir un muro en la frontera con México. También acusó al ex presidente George W. Bush de haber conspirado contra los Estados Unidos en la guerra que llevó a cabo contra Irak, y de haber mentido sobre las armas de destrucción masiva. Su fin fue exasperar a su hermano Jeb, dado que el ex presidente y su madre Barbara se encontraban en el Estado apoyándolo en su campaña. Los habitantes de Carolina del Sur tienen un gran respeto y aprecio por la familia Bush. Pero nada de todo esto hizo cambiar de idea al 32.5% de los casi 700.000 ciudadanos del Estado que acudieron a las urnas este sábado y votaron a Trump, otorgándole una amplia diferencia de dos dígitos con los reñidos segundo y tercer puesto donde quedaran ubicados Rubio 22.5% y Cruz 22.3%.
La astucia de Trump radica en dominar a los medios y ser el vocero de lo que la gente piensa y no se anima a decir. Conoce muy bien el juego mediático. Escandaliza con sus dichos y el rating paga, lo tiene muy claro y lo usa a su favor. Se ha convertido en un showman de la política y el candidato que todos los medios quieren tener y cubrir. Goza de dos atributos venerados por el pueblo americano: la fortuna y la fama. Su éxito televisivo, El Aprendiz, le dio inmensa popularidad, consolidándolo como una celebrity. Sabe captar muy bien el enojo de los norteamericanos hacia Washington DC y el establishment. Es un outsider de la política que no le debe nada a nadie ya que financia su propia campaña, algo que alegra a una gran mayoría de los votantes. Como dijo el viernes al cierre de su acto: ” No necesito su dinero, necesito su voto. Juntos vamos a hacer a América grande, más grande que nunca. Los amo”, mientras una gran multitud de pie aplaudía y gritaba: “Trump presidente, te amamos”.
Trump conecta con la gente de una manera increíble, está atento a todo. Usa el humor y el sarcasmo permanentemente. Dice lo que la gente piensa, sin filtros. Se vende como es, cuando en el mundo de la política abunda la hipocresía, y la gente valora esto, aunque muchas veces lo que diga resulte atroz. Con un discurso acotado y sin profundizar en ideas sigue sumando seguidores. Se muestra duro, seguro y firme, cualidades que hoy los americanos buscan en su futuro presidente. Hasta arremetió contra Apple e instó a hacerle un boicot a la empresa no comprando sus productos hasta que la misma colabore con la investigación por el atentado en San Bernardino, California. Va por todo.
Jeb Bush abandonó ayer la carrera presidencial luego de obtener el cuarto puesto con tan solo el 8% de los votos. El gobernador de Ohio, John Kasich, y el neurocirujano Ben Carson continúan en la carrera, pero ya no representan desafío alguno. Si la interna terminara limitándose a Trump -Rubio, quien hoy es el candidato del establishment, todo indicaría que los votos de Ted Cruz (por ser anti-establishment) irían a parar a Trump, junto con los de Ben Carson, que es un outsider, con lo cual Trump se coronaría como el candidato republicano. Podría repetir la hazaña de Reagan, quien ganó la presidencia en los años 80. Lo peligroso de Trump es su ego y su discurso autoritario por momentos casi fascista. Se unge como salvador con una soberbia poco común y esto tiene sus riesgos. Que sea un gran empresario no necesariamente indica que vaya a ser un gran presidente.