Iceberg a la vista para el Pro.Cre.Auto

Mariano Carpineti

En un año malo para la industria nacional, el miércoles por la noche en el complejo de Tecnópolis se llevó a cabo la cena por el “Día de la Industria”, en el que cerca de 2000 empresarios de los distintos sectores económicos esperaban anuncios en materia económica que le devolvieran la competitividad a la ya alicaída industria nacional. Sin embargo, el mensaje que se llevaron es que todo pasa por Brasil, como si echarle la culpa a otro salvara los desaciertos de la coyuntura nacional.

Pero lo obtuso del gobierno no terminó ahí, sino que también se desmintió la caída en la inversión extranjera directa y, como es costumbre, el gobierno hizo un repaso de las empresas y/o sectores que recibieron, e incluso incrementaron su nivel de inversión. En el sector automotor, con el que durante los últimos tiempos se han “tensado” las relaciones, la única terminal que se salvó de las críticas fue la empresa Toyota, que se llevó todos los laureles.

Si bien suele ser una cena de camaradería donde se hacen anuncios para cada industria, todos los ojos estaban puestos en el sector estrella de la economía: que ocurriría con el plan Pro.Cre.Auto y en los resultados del mismo.

Pero mientras todo esto pasaba, el gobierno remitía una nota de ACARA (Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina) donde se acusaba a la empresa Fiat de boicotear o inducir a los asociados de esta cámara para que las misma rechacen el plan.

En este escenario, de cara a la culminación del programa oficial, aun no se ha decidido si el mismo se extenderá hasta diciembre, como desean desde el gobierno, o se dará por finalizado.  Todo dependerá de las duras negociaciones que se siguen llevando adelante entre las terminales y representantes del Ejecutivo.

En líneas generales, las empresas aceptarían continuar participando, con la condición que desde el gobierno le den “luz verde” para aumentar los precios de los modelos incluidos en el programa. Sin embargo, algunas terminales han puesto condiciones más duras, las cuales no solo tienen que ver con la suba de precios para hacer frente a los mayores costos, sino también con alguna solución concreta para la escasez de divisas.

Un caso específico de este último es el de General Motors, que anunció ayer que cancelará las ventas hacia Argentina, tanto de vehículos como autopartes producidos en Brasil, por la imposibilidad de conseguir dólares para afrontar los pagos. La situación podría extenderse a otras firmas, como Fiat, y debe recordarse que una medida similar ya fue tomada por Renault semanas atrás.

En tanto, desde el gobierno plantean que el problema de restricción externa no es tal como postulan las empresas y han dejado deslizar que las suspensiones de trabajadores son un mecanismo extorsivo de las mismas para obtener divisas.

Cuando no es culpa de Brasil, es de las automotrices, y el gobierno como siempre continúa atribuyendo a otros los malos resultados generados por una mala administración de la coyuntura económica Argentina.