Desvela el futuro económico argentino

El futuro económico argentino es un gran desvelo para nacionales y extranjeros. Así lo anticipan los mercados financieros, que en las últimas semanas parecen elevar la apuesta sobre el devenir de la economía de nuestro país. De hecho, la colocación de los nuevos bonos por parte del Ministerio de Economía, que se realizó esta semana, reflejó una suba de la tasa, dado el riesgo que los mercados perciben.

Al mismo tiempo el mundo parece desacelerarse. Por un lado, tenemos al gran tractor de la economía mundial, que enfrenta incertidumbre en torno a la capacidad de estabilizar su tasa de crecimiento. Cabe recordar que China registra tasas de crecimiento realmente altas, pero que en los últimos meses registró una desaceleración.

Por el otro lado, tenemos el dólar que empieza a fortalecerse, porque la economía de los Estados Unidos empieza a mejorar. Esta fortaleza en el dólar no hace más que avivar los fantasmas de la salida masiva de capitales de los países emergentes hacia la seguridad de activos de mejor calidad, como los bonos soberanos de los Estados Unidos. Continuar leyendo

Las pyme al mercado de capitales

Las pequeñas y medianas empresas (pymes) han sufrido a lo largo de su vida falta crónica de financiamiento genuino que les permita potenciar su crecimiento y su desarrollo y que este desarrollo logrado las inserte en un mundo cada vez más competitivo.

El escenario actual no dista mucho del de otras épocas. Las empresas del sector se enfrentan con la falta de mano de obra calificada, la restricción a la importación de insumos necesarios para producir, el incremento en los costos de producción (sobre todo el aumento en los costos salariales). Un tipo de cambio atrasado, una fuerte presión fiscal y la incertidumbre reinante por el escenario electoral golpea fuerte al sector.

A esto se le suma la vacilación económica de los principales socios comerciales de la Argentina, que transitan tasas de crecimiento muy bajas o incluso negativas. La devaluación de las monedas de estos países no hace más que encarecer los productos argentinos y lleva a que la producción del sector caiga o se resienta. Por otro lado, la caída de la actividad de estos países restringe la demanda de productos argentinos. Continuar leyendo

Un agosto con muchos sobresaltos para Brasil

El Gobierno de Dilma Rousseff parece atravesar tiempos difíciles. No solo por la baja popularidad que goza el Gobierno, sino que a esto se le suman los problemas económicos por los que atraviesa la economía brasilera.

Por el lado político, la imagen del Gobierno de Dilma Rousseff pierde aprobación social en un escenario donde las denuncias de corrupción parecen no tener fin. Según los últimos sondeos publicados, solamente un 8 % de los encuestados considera como “buena” la administración del Gobierno de Dilma (frente al 23 % de febrero pasado). Por otra parte, un 71 % de los encuestados piensa que la administración es “mala”.

En el ámbito económico, podemos diferenciar el problema en dos frentes: el interno y el externo. En el frente interno, la economía brasileña enfrenta la difícil misión de intentar recuperar el superávit primario y la rentabilidad del sector externo. Por otro lado, en el frente externo, la economía busca mantener el grado de inversión de la deuda en los mercados financieros para así financiar a tasas bajas los desequilibrios de la cuenta corriente externa frente a la restricción externa asociada al reordenamiento de los precios relativos de las materias primas y a la expectativa reinante de la suba de la tasa con respecto a la Federal Reserve System (FED). Continuar leyendo

Gradualismo o shock: ¿es posible salir del cepo cambiario?

Días atrás el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y aspirante a la presidencia de la Nación abrió un gran debate entre los candidatos, analistas de mercado y economistas sobre el futuro del tipo de cambio y como éste podría evolucionar luego de la eliminación del cepo. La frase, acertada o desacertada dependiendo de quien la mire, no hizo más que traer a la luz el futuro del cepo cambiario y el futuro del dólar.

Muchos economistas intentaron a partir de ese dicho realizar predicciones sobre lo que pasaría y como esto impactaría en una alicaída economía y sobre todo cómo impactaría esto en el ciudadano a pie. Se habló desde mega-devaluación y pérdida de reservas, hasta que el Cepo no se podía sacar en forma casi inmediata (primer semestre de 2016) como el Jefe de Gobierno sugirió. Queda aclarar que lo que si se descuenta es el 11 de diciembre de 2015 como fecha para eliminar el Cepo, algo que a todas luces es del orden de lo imposible. Continuar leyendo

Reservas: ¿el BCRA revirtió la tendencia descendente?

Diversas situaciones tanto de orden nacional como internacional parecen estar dándole un respiro a las alicaídas reservas internacionales del Banco Central (BCRA). Como quien busca agua en el desierto, el equipo económico se impuso como objetivo  frenar la caída de reservas, que en los últimos meses se había acelerado debido a la creciente necesidad de recursos para financiar importaciones (sobre todo, compra de combustible al exterior) y a la fuga de divisas.

La situación que desmejoraba con el paso del los meses pareció nivelarse en los últimas semanas por varios hechos, entre ellos la firma e implementación del swap con China por US$1.300 millones -se espera un nuevo tramo de US$1.000 millones antes de que finalice el año-, la licitación de las licencias del 4G por un monto de US$2.300 millones a ser ingresado y el acuerdo con las cerealeras, las cuales aumentaron la liquidación de exportaciones en el último tramo del año un 60% respecto de 2013. Continuar leyendo

Complicaciones económicas, un déficit fiscal sin techo

 (Nota escrita en colaboración con Eliana Scialabba)

Hacia fines de 2013 se aceleró el deterioro macroeconómico. Signo de esto fueron la fuerte caída de las reservas internacionales que llegaron a un mínimo de 28.000 millones de dólares; la “explosión” en la emisión monetaria para financiar al Tesoro y la – consecuente – suba de la tasa de inflación, la cual profundizó la brecha entre la inflación oficial (Indec) y la “real”.

En este escenario, y con el objetivo de tranquilizar a los agentes económicos, en el mes de enero el Banco Central devaluó el tipo de cambio, el cual pasó de $6,52 a $ 8,01, y se profundizaron las trabas a las importaciones con la finalidad de evitar que sigan saliendo dólares del país, medida que también terminó mal con la reciente multa de la OMC por las trabas impuestas al comercio y al incumplimiento de los contratos comerciales firmados.

Si bien se habla mucho de las variables mencionadas, la principal causa del deterioro macroeconómico es el enorme déficit fiscal, cuya solución no se encuentra en la agenda de corto plazo de la gestión de esta administración: para el equipo económico, el gasto público debe compensar la caída de los restantes componentes de la demanda (consumo, inversión y exportaciones) a “cualquier precio”.

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Dilemas de política cambiaria: ¿hacia dónde “caminamos”?

A principios de este año, el equipo económico, vía devaluación, buscó “devolver” a la economía la competitividad perdida como consecuencia del aumento sostenido del nivel de precios, al menos de manera parcial. No obstante, el problema del salto cambiario en el mercado oficial es que este inmediatamente se trasladó al no oficial: mientras el tipo de cambio oficial pasó entre enero y febrero de $6,52 a $7,88, el blue se movió de $ 9,63 a $ 11,25 durante el mismo período.

Frente a este escenario, el Banco Central optó por subir las tasas de interés con la estrategia de secar la plaza de pesos y desalentar la demanda de dólares. Así la tasa de interés subió 6 puntos durante febrero y marzo, y permitió frenar la suba del dólar paralelo, el cual llegó a ubicarse por debajo del “dólar tarjeta”.

De manera paralela, el índice de precios oficial comenzó a reflejar una fuerte suba del nivel de precios y si bien esto no era ninguna novedad, si lo era el nuevo índice presentado por el INDEC. En los años previos la variación mensual de precios publicada por el organismo oficial estaba en torno al 0,8 % – 0,9%, y en enero el INDEC reconocía una inflación mensual del 3,6%, en febrero del 3,4% y del 2,6 % para marzo.

Con la suba de la inflación y la imposibilidad del tipo de cambio oficial de ajustar automáticamente en pos de mantener los niveles de competitividad, cuatro meses después de la devaluación la economía se encuentra en el punto de partida, con el agravante del freno del nivel de actividad.

Sin lugar a dudas, el gobierno deberá modificar el rumbo de la política económica. Los crecientes niveles de inflación indican que ya se acabó el tiempo: es necesario realizar modificaciones que frenen la suba del nivel de precios, y la clave está en la política fiscal, ya que mientras el gasto siga creciendo por encima de los ingresos, el banco central deberá seguir “imprimiendo” para cubrir el gasto excedente. Por otro lado, otro desafío es implementar medidas económicas que le devuelvan la competitividad a la economía, pero esto no podrá llevarse a cabo hasta que no se implemente un programa antiinflacionario integral.

Entonces, ¿qué hacer? Una de las opciones, que parece ser la estrategia de los últimos días, es que el Banco Central mantenga un ritmo de micro-devaluaciones que permitan ganarle a la inflación, y en consecuencia, se traduzcan en una mejora de competitividad. El problema es que este proceso de devaluaciones trae aparejados mayores aumentos de precios – si la oferta no acompaña al incremento en la demanda-, dando lugar a un nuevo atraso cambiario y una nueva necesidad de ajuste cambiario, proceso bien conocido para la economía argentina.

Otra opción del equipo económico es mantener el tipo de cambio oficial estable, tal como se vino realizando hasta la semana pasada. No obstante, este proceso ha generado malos resultados en la economía, ya que no sólo no funciona como ancla a la inflación, sino que en un contexto como el actual genera pérdida de reservas, debido a la imprevisibilidad del manejo cambiario.

La incertidumbre generada en el “no saber” hacia dónde se dirige la política cambiaria, sumado al (desmentido) enfrentamiento entre Kicillof y Fabrega, presiona sobre las expectativas de devaluación. Esto disparó en los últimos días el tipo de cambio paralelo por encima de los $12, y de no intermediar la autoridad monetaria se estima que se volverá a ubicar en el rango de los $13.

En este escenario, la pregunta que se hacen los economistas, el sistema financiero y los actores económicos en general es: ¿hacia dónde “caminamos”? Sin dudas, un interrogante con numerosas respuestas, muchas de ellas contrapuestas.

 

(nota escrita en colaboración con Eliana Scialabba)

Se acentúa la caída del comercio bilateral con Brasil

Durante los primeros años post–Convertibilidad, la restricción externa pareció ser un problema del pasado, y el superávit externo se convirtió, junto con el excedente fiscal, en un estandarte del “modelo” económico.

Sin embargo, los resultados de la balanza comercial de los últimos años confirman un agotamiento del ciclo, acentuándose en el primer trimestre de 2014 y se resalta mucho más cuando se analiza el intercambio comercial con Brasil, principal socio comercial de Argentina.

Según cifras de la secretaría de comercio exterior de Brasil, el comercio bilateral entre las mayores economías del Mercosur se redujo entre el 16% y  18% entre enero y marzo del corriente año, profundizándose el mes pasado, al contraerse un 24%.

Mientras las exportaciones a Brasil se redujeron un 21% respecto a abril del año anterior, las importaciones desde el país vecino presentaron una caída más pronunciada, al descender un 27% interanual en el cuarto mes del año.

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Dado el carácter intra-industrial del comercio entre ambos países, principalmente en industria automotriz, la cual representa más del 45% del intercambio, el descenso en el flujo de comercio tiene un impacto negativo, tanto en la producción como en el empleo de Brasil y Argentina.

Se observa que la devaluación de enero no ha tenido efectos reales sobre las exportaciones argentinas, las cuales continuaron desplomándose, debido a que la inflación acumulada en los primeros meses del año ha vuelto a atrasar el tipo de cambio real, y que el nivel de actividad de Brasil se encuentra estancado. En tanto, las restricciones a las importaciones y el menor nivel de actividad de nuestro país han generado el mismo efecto sobre las importaciones, las cuales se contrajeron más que las ventas al país vecino en el cuarto mes del año.

Asimismo, debido a la fuerte incidencia del sector automotriz en el intercambio bilateral, debe destacarse que ambos gobiernos han firmado los primeros días de mayo un acuerdo, en el cual se prorroga por un año el acuerdo automotor, entre otras medidas, con el fin de tratar de equilibrar la balanza sectorial.

No obstante, a pesar de la buena voluntad de los gobiernos, la principal dificultad que enfrenta el comercio entre Argentina y Brasil es el estancamiento del nivel de actividad de ambas economías, sumada la distorsión de precios relativos, la cual desfavorece a nuestro país.

En este contexto, la economía de nuestro país debe comenzar a generar condiciones favorables para el intercambio, ganando en competitividad y corrigiendo las distorsiones en los precios relativos. Es por ello que al equipo económico se le presenta la alternativa de continuar con micro devaluaciones con el objetivo de intentar ganarle a la inflación y, por lo tanto, hacer que los productos nacionales sean competitivos frente a los brasileros. El reto está en generar diferentes vías de contención para que el avance del nivel de precios no siga su proceso expansivo y atrase nuevamente el tipo de cambio real.

Por lo tanto, teniendo en cuenta los efectos de la política comercial, la devaluación y el menor nivel de actividad que se verificará este año en ambas economías, y la importancia del comercio intra-industrial, especialmente en industria automotriz, la prórroga del acuerdo automotriz con la economía vecina es un factor clave.

 

(Nota escrita con Eliana Scialabba)