Una deuda pendiente: los desaparecidos en democracia

La necesidad de una agencia o secretaría federal de búsqueda de personas es actual y se verifica a diario. Tanto ante el extravío de un niño o de un anciano como ante el caso de una persona que puede ser víctima de inescrupulosas bandas de trata de personas, el escenario es el mismo.

Según el lugar adonde se judicialicen las actuaciones será la suerte que corran los reclamantes, por cuanto, además de haber escasa comunicación interjurisdiccional en esta materia, también la especializaciòn de las diversas fuerzas de seguridad provinciales varía notablemente.

Es necesaria una estructura que centralice todo el esfuerzo de recolección de datos ante una denuncia que así lo amerite, los verifique, atienda a las presuntas víctimas, brinde apoyo multidisciplinario y, sobre todo, busque por medio de nuevas tecnologías y recursos humanos calificados a la persona perdida o desaparecida en todo el ámbito nacional, ya sea por cuanto se presume un delito federal como por colaboración con las distintas autoridades judiciales o del Ministerio Público de cualquier jurisdicción del país que así lo solicitara. Continuar leyendo

La audacia necesaria para provocar el cambio

El primer caso que retiene la mirada pública sobre la seguridad de la provincia de Buenos Aires lejos está de ser el último. Las estructuras de seguridad, penitenciarias y judiciales, siguen siendo las mismas de la gestión anterior y de otras anteriores. Si realmente se tiene vocación de cambio y se apuesto a ello, poco podrá hacerse con las mismas herramientas que provocaron este estado de cosas.

Así, hemos acercado al ministro Cristian Ritondo el proyecto de creación de una agencia —o secretaría— provincial de lucha contra el crimen organizado, una estructura ágil y dinámica que, por fuera de la fuerza policial provincial, dé al fin soluciones al ciudadano común sobre narcotráfico, trata de personas, secuestros y otros delitos complejos o en manos de la delincuencia organizada. Esta, a la vez, deberá ser la contraparte de una agencia o una secretaría que a los mismos fines cree el Gobierno nacional.

La Policía bonaerense, así, al menos sus buenos efectivos, deberá municipalizarse para enfrentar el delito común, especialmente el violento. En cuanto al servicio penitenciario también deberá explorar otras opciones, como por ejemplo la construcción de nuevas unidades, llave en mano y, por qué no —ya no debería ser mala palabra—, darle el manejo a compañías internacionales que ya han demostrado su eficiencia a la hora de hacerlo en otros lugares del mundo. Continuar leyendo

Lo que hay que preguntarles a los candidatos sobre seguridad

Usina de Justicia es el foro apartidario que conformamos, por idea e iniciativa de Diana Cohen Agrest, un grupo de fiscales, ex fiscales, ex jueces, abogados, psicólogos, psiquiatras, periodistas, otros pensadores y, fundamentalmente, familiares de víctimas de delitos, con el objeto de proponer soluciones a la grave situación que atraviesa nuestro sistema de seguridad y de justicia, poniendo en pie de igualdad  a las víctimas olvidadas por el abolicionismo penal impulsado en nuestro país por el ex juez Eugenio Zaffaroni y sus seguidores en cátedras, consejos de la magistratura y diversos tribunales del país.

Actualmente estamos cursando invitaciones a quienes son candidatos a la presidencia. El primero en aceptar ha sido Sergio Massa.

Porque queremos saber si seguiremos en este derrotero de contar víctimas o si alguien realmente tendrá la voluntad y decisión política de cambiar este estado caótico de cosas.

Así, personalmente como miembro de la Comisión de Seguridad Pública de la Usina, pretendo saber: Continuar leyendo

Inseguridad: apliquemos las recetas que funcionan

“…La gente quería una salida del peligro y la falta de ley que veían a su alrededor. No podían caminar desde su departamento al subte sin ser agresivamente mendigados o amenazados por alguien. No podían caminar en espacios públicos sin ver a alguien drogado o borracho usando la vía pública como baño. No podían parar el auto en un semáforo sin que algún personaje apareciera con un lampazo o trapo sucio y le ensuciara su parabrisas exigiéndole plata a cambio. Estos “limpiavidrios” gobernaban la ciudad. Solía bromear diciendo que el monumento más importante de la ciudad debía cambiar teniendo en su mano un lampazo…La ciudad estaba devastada, y estaba la sensación de que nadie hacía nada al respecto. Continuar leyendo