Fidel murió hace mucho tiempo

Martín Guevara

Ante los rumores insistentes de la muerte física de Fidel, debo decir que en mi criterio, aquel Fifo- Caballo-Guarapo-Esteban*,  temido por los suyos y admirado por sus ajenos, ya murió hace mucho tiempo.

Esa persona anciana balbuceante que queda abrazándose con cuanto Papas y bufón de alcurnia pase por Cuba, no es ni una tira de la uña del mejor conspirador en la sombra y púgil en distancias cortas que ha existido en la política latinoamericana en el siglo XX, y uno de los más temibles bichos de siempre. Aunque que nunca fue de nadie excepto de sí mismo, traicionó a toda ideología en que adscribió y a todo compañero a quien adocenó, desde José A. Echevarria, Eduardo Chibás, Frank País, Abel Santamaría, su hermana Haydeé, Osvaldo Dorticós, Huber Matos, Camilo, los cubanos que vivían en Miami exiliados de Batista, a quienes les pidió y de quienes recibió mucho dinero, todos los anarquistas, la mayoría de los comunistas previos al 59 del Partido Socialista Popular. Más tarde todos los “no comunistas” posteriores a 1961, luego todos los no seguidores de Nikita Kruschov del 65, como el caso de el Che.

Más tarde todo aquél que le decía que la zafra del 70 no tenía posibilidad de triunfar, como Orlando Borrego, era defenestrado, más tarde a todos los que decían que la zafra del 70 iba.

Primero a todo burgués, luego a todo proletario, luego a todo el que protestase porque los burgueses españoles, italianos, franceses y canadienses, se estaban comprando Cuba a golpe de dólar, la moneda enemiga, y los cubanos no podían siquiera acostarse en una habitación de un hotel de La Habana con aire acondicionado, ni una sola noche.

A los seriamente sospechados  por tener amaneramientos refinados, sofisticados, demasiado cultos, y duramente castigados y presos con trabajo forzado a quienes ostentaban una desviación de la conducta sexual, de la “hombría revolucionaria”.

A los reprimidos por disfrutar de gustos pequeño burgueses, o de las nuevas corrientes provenientes de afuera de Cuba, como el rock, el pop, el punk, la actitud contestaría.

Toda  la libertad de expresión durísimamente castigada, hasta penas altísimas de prisión.

Presos por tener dólares para comprarse un ventilador, un pantalón blue jean , un puerco, una caguama, y ni hablar de unos bistecs de vaca cuatrereada. Después pasó a ser enemigo de los que estaban en contra de que el dólar se legalizase, seguían reas personas porque se le encontraron 50 dólares, y Guarapo, que legalizó de la noche a la mañana la tenencia de dólares, no pidió perdón a nadie por el dolor que causó, ni siquiera se planteó soltar a los que estaban en prisión defendiendo sus postrimerías por tal afrenta igual de caprichosamente castigada que luego derogada.

Fidel, quien se abrazó con los ortodoxos, los jesuitas, los norteamericanos, los burgueses cubanos de donde provenía su esposa Díaz Balart y todos sus amigos, luego con los comunistas pro URSS y anti guerrillas, luego los demócratas latinoamericanistas, los religiosos del Tercer mundo, luego con la dictadura argentina, con Videla, con Galtieri, con Costa Méndez por orden de la URSS, luego con los reyes de España, con el Papa polaco anti comunista que derribó el comunismo mundial, con Arafat, con Jomeini contra Saddam Hussein, al poco tiempo con Saddam Hussein contra Bush padre. Luego con un revisionista dicharachero como Chávez.

Y para terminar, con Estados Unidos, entregando la pantomima de la Revolución Involutiva para comenzar un Capitalismo de partido único.

Un hombre que hizo bandera de la medicina cubana, y cuando se enfermó que vio las orejas al lobo, no reparó en gastos y se hizo traer a una eminencia del Hospital Gregorio Marañon, “español no cubano”.

Un tipo que no reparó en gastos mientras su pueblo carecía de todo, por vivir un día más, todo tipo de cuidados, lo que sea para no morir, el deseo de vivir hasta la eternidad contrapuesto a la actitud de todo guerrillero valiente.  Viajaba con quinientos guardaespaldas.

Hablo de Guarapo, quien se construyó su Choza vivendi, en el sitio más exclusivo de toda Cuba, y uno de los más exclusivos de América, donde estaba el hoyo 14 del campo de Golf del Club de los ciudadanos más suntuosamente ricos de Cuba, el Havana Biltmore Yatch and Country Club, en Jaimanitas.

Un Guarapo que tenía casas por toda la isla, a quien la isla le pertenecía, un Fidel-Guarapo que tenía colecciones de yates a su disposición, y dos en exclusiva, no en propiedad como es todo en Cuba como coartada para que no se los pueda acusar de acaparadores capitalistas, pero con mucho más poder que cualquier capitalista en su país.

Yates para cazar y pescar, con amigos multimillonarios, no con revolucionarios luchadores del mundo. Donde le cocinaba langosta a Depardieu, a García Márquez, a Maradona, de quien llegó a la desfachatez de decir que era el “Che Guevara del deporte”, sin juzgar al astro futbolista, sino comparando con lo que le caía en Cuba a alguien homologable. Hay que decir que en Cuba quien fuese sorprendido fumándose un porro de marihuana, si no era hijo de dirigentes, era encarcelado por cinco años, y si a un deportista de elite lo cogiesen con un kilogramo de cocaína, es harto difícil imaginar el nivel del castigo que le aplicarían por traición al Comandante.

Amigo y defensor de capitalistas como Meliá, o similares europeos y canadienses. Empresarios igualmente exploradores que los cubanos  a quienes habían echado de Cuba, y que encima no eran ni cubanos.

Guarapo-Fidel,  quien visitó la tierra de su padre, Galicia, no de la mano de algún republicano revolucionario anti-fascista, sino  precisamente de mano del mayor fascista y racista que quedaba vivo en la democracia, el franquista y anti-comunista Manuel Fraga, con quien anduvo durante días comiendo abundantemente, bebiendo ron a voluntad y jugando dominó,

Guarapo no llega triunfante de nada al final de su vida.

Como no llegaron Pinochet o Franco, aunque hayan muerto tranquilos en su cama.

Y aunque yo no sea revolucionario, no puedo menos que reconocer que tanto Camilo, Frank País, Che, Santamaría, Mella, Villena, Guiteras, Lenin, Marx, cualquiera caído en Angola, Etiopía, o Mozambique, y todos los disidentes y todos los fusilados, los enloquecidos, los ahogados, los exiliados, los expulsados, los humillados cubanos, murieron, pero sobre todo vivieron con mucha más dignidad revolucionaria que el amortizadísimo Guarapo-Fifo-Caballo- Esteban*.

* El cubano de a pie siempre jocoso, le llamaba Esteban a Fidel, por “Este-bandido” salvando así la rigurosísima censura.