Alta costura y vergüenza baja

Martín Guevara

Mao, Lenin, Trotsky, Ulan Bator, Ho Chi Minh, Tito, incluso Stalin tuvieron el decoro de morir criminales de masa como eran, pero al menos con sus principios, coherentes con su locura mesiánica barnizada de lucha por los proletarios.

A estos sátrapas de Raúl y Fidel Castro les da igual todo, con la condición de que el mundo les deje seguir disfrutando de las ventajas de su monarquía absolutista.

Al desfile del tres de mayo de Chanel en el Paseo del Prado de La Habana acudió una hija del monarca cubano, un hijo y un nieto del emperador y semidios devorador Guarapo.

Al pueblo de a pie, que en la vida podría soñar con hacerse con el más barato de los perfumes de la marca francesa, lo mantuvieron a raya, a trescientos metros, con un fuerte cordón policial.

Aun para mí, que siempre los he percibido como unos descarados simuladores, que no fueron jamás comunistas ni nada que tuviese que ver con ideas altruistas o utopías, incluso yo, que sé muy bien que lo que a ellos los ha movilizado toda la vida ha sido algo tan prosaico como el poder absoluto, no imaginaba que fuesen tan sinvergüenzas, tan descarados, que llegasen a mostrarse así sin rubor.

Es intolerable: estos sátrapas que se pasaron la vida reprimiendo ahora festejan un evento que representa todo lo que fue prohibido a cal y canto.

El elitismo, la apología de la diferencia de clases, el alto standing, el consumismo, el derecho a la acumulación de riquezas, la libertad de estilo, el buen gusto capitalista, el excelente gusto burgués, la importancia de poseer más que nuestro semejante difícilmente encuentren símbolo que los represente mejor que la marca Chanel y su desfile anual. ¡No me jodan, coño!

Este desfile de la elite de alta costura en el corazón de La Habana, para disfrute de los “pinchos”, sus familiares, los empresarios y el mundo del jet set, justo en el momento en que más vicisitudes está pasando la población, parece una crueldad innecesaria, una burla, una ostentación de poder, sobre todo a tan escasos días de la declaración categórica de nuevo hermetismo y cierre, frente a las ilusiones que se habían despertado en el pueblo de cambios políticos, de progreso económico, de participación como sociedad civil en las decisiones del destino de Cuba, que como jarro de agua fría cayeron sobre la población en la clausura del Congreso del Partido.

Porque tengamos clarísimo que tras estas incursiones del capital medio en Cuba como globos sonda entrarán los más grandes tiburones y entonces sí, que una vez cerrados los pactos no escritos con las grandes potencias occidentales de no agresión e incluso colaboración mutua, entonces sí que será una caminata tremendamente solitaria y sacrificada de los opositores, los objetores de conciencia, los presos, los inconformes, los desafectos a la monarquía de los Castromasov, por el desértico páramo de toda solidaridad internacional.

Paradójicamente, la gente está empezando a rebelarse, justo en el momento en que el mundo apoya más a la dinastía, a merced de las cesiones hechas a la gran patronal universal, en el momento en que las democracias occidentales harán más la vista gorda con las violaciones a los derechos humanos en Cuba.

Se corre el riesgo de que pase como ocurrió en Rusia o China, que al entrar la Coca Cola o el Chase Manhattan, como parece lógico, el gran capital dejó de interesarse por los derechos de los opositores.

Ahora, en el momento en que los abusos contra quienes piensan diferente dejen de ser notica para las corporaciones de la información, es cuando más activo hay que permanecer en la denuncia.