Nos gobiernan Batman y Robin

Martín Yeza

batman y robin manejan economia

La reaparición pública de la Presidente el pasado miércoles dejó tres ejes: primero que apareció, con detalles accesorios como el abandono del luto y que se la notó sana; luego el lanzamiento del plan Progresar como medida paliativa frente a la generación de jóvenes que ni trabaja, ni estudia, y que hoy por hoy alcanza un número cercano al millón y medio; y en tercer lugar partidizó políticamente al Estado al intentar poner como asunto de Estado la relación de la agrupación oficialista juvenil La Cámpora con un gobierno municipal.

Sin embargo, al día siguiente se devaluó el peso en un 12% y el día viernes el jefe de Gabinete junto al ministro de Economía de la Nación, en un sketch en el que también podrían haber aparecido vestidos de Batman y Robin, anunciaron una serie de medidas que cumplieron la doble función de operar por un lado sobre la sensación de que podía haber una explosión social si no se intentaba algo con la economía y a su vez como el segundo de los gestos a los potenciales prestamistas que podría tener Argentina, como el Club de París o Rusia -el primer gesto fue la aclaración de Kicillof de que Argentina cumpliría todas sus deudas contraídas al momento-.

Esto deja un saldo extraño, quizás más vinculado con un fenómeno que trae aparejado el siglo XXI como es el de la imposición del profesionalismo comunicacional político, que subsume a la responsabilidad del liderazgo y los principios a la conveniencia comunicacional, al título fácil. Que la Presidente haya dado “una buena noticia” y retado a un intendente por pelearse con no sé quién, un día antes de una planificada devaluación y esquivado la explicación a la sociedad sobre la consistencia programática del plan de devaluación, los efectos, sus implicancias y con qué objetivo se hacía, es extraño cuanto menos.

En los libros de historia no se va a poder decir que el liderazgo de este turno presidencial fue un liderazgo de coraje, como posiblemente alguno pueda decirlo sobre el de Néstor Kirchner. Lo hicieron con los cacerolazos, con la tragedia de Once, lo hicieron con los saqueos y ahora con la economía. No dan la cara, no explican, no dan soluciones. Mientras tanto se muestran juntos Batman y Robin, uno que parece estar librando una batalla silenciosa por adentro y el otro que todos los días quiere mostrar que es muy malo y está enojado con la década del 90 –de la que ya pasaron 15 años, en los que el kirchnerismo gobernó casi 11- . El pasado viernes a Jorge Capitanich, luego de la intervención de Kicillof solo le faltó decir “¡A la baticueva, Axel!”.

Como corolario de todo este asunto, un tema fundamental es que se ha reconocido la cifra, que hasta ahora se mantiene informal y al margen de las mediciones del INDEC, de que en Argentina hay un millón y medio de jóvenes que ni trabaja ni estudia entre 18 y 24 años. Que a su vez las medidas económicas tomadas recientemente apuntan a que solo pueden “atesorar dólares para el ahorro” las personas que ganan $7500 siendo que es, según el Gobierno, el punto a partir del cual se tiene “capacidad contributiva”, y que ganando $7500 ya se pasa a pertenecer al 25% más rico de la sociedad.