Los feriados, otra forma de redistribuir la riqueza

Matías Giannoni

Existen analistas que cuestionan la expansión de la cantidad de feriados que en los últimos años propició el Gobierno Nacional para estimular el turismo y las economías regionales. Estos analistas reproducen las quejas de algunos sectores que declaran ser perjudicados, pero la hacen equivocándose en las cuentas y olvidando algunas cuestiones básicas de la economía. En ese debate se encuentra el análisis de la consultora Analytica publicado por Infobae días atrás.

Por empezar, si aceptamos que el ingreso es igual al producto, y que este es igual a la demanda agregada, no tenemos razones para pensar que a lo largo de un año el PBI será menor en términos agregados, haya o no feriados. Tampoco existen muchas razones de peso para considerar que habrá pérdidas a nivel sectorial, y eso es lo que vamos a intentar demostrar a continuación:

- Los sectores productivos como los altos hornos, las aceiteras, las químicas, etcétera, no paran; por el contrario, siguen produciendo y, por ello, generan redistribución a favor de los sectores trabajadores. En concreto, los trabajadores de esas plantas se ven muy beneficiados en los meses en que hay muchos feriados, ya que un sueldo de un operario promedio puede aumentar sustantivamente sólo por cubrir turnos de dichos días no laborables.

- El sector financiero no deja de hacer transacciones, porque los feriados no son repentinos: se sabe a principios del año qué días serán feriados, con lo cual se ordenan las operaciones para antes o después de estas fechas. Es decir, se realizan las mismas transacciones, pero en distintos momentos.

- En el sector comercial se producen, al menos, tres fenómenos: por un lado, las grandes cadenas de supermercados que abren en estas fechas tienen la misma lógica que las industrias: los trabajadores cobran más por hacer turnos en feriados; por otro, los consumidores saben qué día los comercios que proveen bienes de demanda poco elástica estarán cerrados, por lo que eventualmente reprograman sus compras, esto es, la panadería de la esquina no vende menos porque es feriado, sino que, en vez de vender a un cliente un kilo hoy y un kilo mañana, le vende los dos kilos anticipadamente;  y en tercer lugar, existe un sector comercial de las ciudades turísticas que se ve fuertemente motorizado por el flujo de visitantes. Es evidente que las despensas minoristas de estos destinos tienen una mayor rentabilidad con más feriados que con menos. Es posible afirmar lo mismo para muchos servicios, en particular la hotelería y la gastronomía, de alto impacto en la generación de empleo.

Por estas razones, en el peor de los casos, si hay que encontrar perjudicados, lo único que se puede decir es que el aumento de los feriados implica una redistribución de riqueza de un sector a otro: de los empresarios a los trabajadores, y de las grandes urbes a las economías regionales, pero no tenemos motivos para afirmar que un feriado produce una contracción económica en tanto una pérdida absoluta de PBI para el país o para un sector. Por el contrario, se puede incluso asegurar que la expansión geográfica de la demanda que alcanza y se extiende a las economías del interior del país incrementa el efecto multiplicador del dinero, al llegar a sectores geográficos y sociales con otros patrones de consumo.

En general, la queja contra los feriados se reduce entonces a empresarios descontentos con tener que repartir más dinero entre los trabajadores y no a una reducción de la actividad económica. La producción de una empresa se realizará, así sea o no Carnaval, y la demanda de la gente continuará, así tenga que comprar las cosas todas juntas antes de un feriado o cualquier día de una semana normal.