Desnudando el discurso “democratizador de la UBA”

Maximiliano Campos Ríos

La elección del rector de la UBA trae aparejada la discusión por la “democratización”, sobre todo, impulsada por los que se dicen de “izquierda”, quienes mediante tomas violentas y piquetes terminan siendo los verdaderos privatizadores. Como muestra falta ver cómo tristemente, y luego de décadas de excelencia, los históricos colegios Nacional de Buenos Aires y el Carlos Pellegrini tienen más vacantes que postulantes, o cómo cada vez más, la oferta universitaria privada, algunas de dudosa calidad, gana terreno por sobre un estudiantado que ahora piensa dos veces si quiere ir a la UBA. Nadie que trabaje ocho horas y tenga dos horas de viaje desde su casa avala que, cuando llega a su facultad, ésta esté tomada por 20 personas, muchas veces con consignas absurdas, otras veces con reivindicaciones importantes, pero haciendo del método un hábito, y con un doble estándar que cuesta que sea sostenido por estudiantes universitarios.

Pero veamos los puntos:

1) “Democratización”: La democracia es un régimen político, en realidad lo que están queriendo decir, es que quieren cambiar la forma de gobierno y la representación (es decir la distribución del poder). En criollo: no quieren un cogobierno y quieren que a las autoridades la elijan los estudiantes casi exclusivamente. También quieren eliminar el claustro de graduados y que haya sólo dos, para poder confrontar “los estudiantes que luchan” versus “la casta profesoral”; muy linda la foto, pero la realidad amerita visiones un tanto menos infantiles y maniqueas.

2) “Representación estudiantil”: Mezclar profesores y estudiantes es mezclar zanahorias y manzanas. Para comparar dos cosas estas deben ser “comparables” (Sartori). Ahora bien, hablemos de la representación estudiantil. En la Facultad de Sociales el trotskismo sacó casi 4.000 votos, eso le dio tres consejeros directivos, mientras que el reformismo de la Facultad de Económicas sacó casi 16.000 votos (cuatro veces más) y sin embargo sacó tres consejeros directivos. ¿Esto no lo ponen en discusión?

3) “Un hombre un voto”: Si el rector se eligiera de manera directa habría tres facultades (Económicas, Medicina y Derecho) que elegirían prácticamente al Rector (concentran más del 50% del estudiantado). No sería muy representativo para las 10 facultades restantes, un rector de Veterinaria (como es ahora) sería imposible. Supuestamente es muy “troska” la idea, pero en los soviets de la ex URSS se elegían 32 diputados para cada república. No importaba la cantidad de electores, algunos tenían miles y otros millones.

4) “Reforma del estatuto UBA”: En 2006 se reformaron cerca del 80% de los artículos del estatuto de la UBA, entre ellos se bloqueó la posibilidad de re-reelección. Ahora bien, que faltan cosas, faltan. Pero también hay que ser serios y dar las discusiones en los ámbitos de cogobierno. Un estatuto es como una Constitución, no se puede cambiar todos los años, no es serio y es puro oportunismo político hacerlo justo antes de la elección de un nuevo rector.

5) “Ampliar el cogobierno”: La inclusión de los no docentes es algo que si bien sería positivo para algunas áreas de gobierno de la UBA, sería discutible para otras (como reformas de planes de estudio o régimen de concursos docentes). Sin embargo, creo que esta discusión es  auspiciosa y habría que profundizarla. Lamentablemente, los mismos sectores de izquierda que dicen defender esta reivindicación, estigmatizan a los trabajadores no docentes como “la patota” o la “burocracia sindical”.

En conclusión, en los últimos 28 años (luego de la normalización), han pasado rectores de distintas facultades y de distintos sectores políticos. Por el contrario, quienes se embanderan atrás de este discurso “democratizador”, militan en un partido que ha llevado sistemáticamente a los mismos dirigentes en todas las elecciones en los últimos 30 años. Son los mismos que tienen secuestrada a la FUBA (Federación Universitaria de la UBA), en donde no les molesta tener “voto indirecto y ponderado”, en donde no se presentan balances, ni se respeta su estatuto al inventar engendros como “copresidentes”, sólo para seguir teniendo a la gremial estudiantil al servicio de minorías que no ganan en  ninguna de las tres facultades más grandes de la UBA.

Hay que discutir, hay que consensuar, hay que reformar. Pero una universidad con más de 300.000 estudiantes, con 78 carreras grado y donde 4 de los 5 argentinos galardonados con el Premio Nobel fueron estudiantes, graduados y profesores de ella, amerita seriedad, honestidad y libertad para discutir. La “democracia universitaria” no puede ser defendida a los golpes y por encapuchados. Nada más funcional a la privatización de la UBA que las tomas, aprietes y las persecuciones a los docentes. Nada más absurdo que impedir que sesionen los ámbitos democráticamente electos para exigir “democratización”. Defendamos la UBA, que en definitiva, es la institución educativa insignia, no sólo de “Buenos Aires”, sino de la República Argentina.