El corte de boleta, una pasión porteña

El electorado porteño es el más sofisticado del país. La Capital Federal siempre fue esquiva a los oficialismos, fue un bastión donde el peronismo, quien suele ganar las “contiendas nacionales”, no pudo penetrar salvo en contadas excepciones, como en 1993 con Erman González y la ola menemista. La CABA es, sobre todo, un distrito donde las prácticas políticas siempre sorprenden. Será por ello que en 2001 una de las opciones más votadas fue el “voto bronca”, que obtuvo más de 510.000 votos.

Pero si de prácticas estandarizadas se habla, en la Capital Federal el corte de boleta está instalado desde hace años. Mientras que en otros distritos los electores conjugan prácticas tradicionales con lealtad a un partido o a líderes territoriales, en la Capital el voto puede ser muy volátil y las preferencias pueden variar, lo que lleva a que los electores decidan en muchos casos por hacer uso del “corte de boleta” y armar su propia opción.

En la CABA, “el arrastre” entre el candidato que encabeza la lista y quienes lo acompañan en otros tramos es un hecho cada vez menos frecuente, y el corte de boleta se ha consolidado en los últimos años, beneficiando a unos y perjudicando a otros.

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El voto estratégico: la “vedette” de las elecciones

Se aproxima el 27 octubre y las campañas por captar votos no conocen límites ni fronteras. Pero como viene pasando en los últimos años, la estrategia de algunos candidatos parece estar orientada a obtener el ya famoso “voto útil” o “voto estratégico”.

Todos hablan o reclaman el “voto estratégico”, todos dicen ser sus destinatarios y los analistas se los arrogan a diferentes políticos. Pero el voto estratégico es aquel que en los últimos años ha beneficiado, al menos transitoriamente, a algunos políticos y perjudicado a todos. El caso más notable es el que sufrirá Francisco De Narváez a manos de Sergio Massa en pocas semanas. Hablar de voto estratégico es hablar de aquellos votantes que preferirían inicialmente votar por “C”, pero dado que “C” que no tiene chances de ganarle a “B” y para evitar que este gane, votan por “A”, al que no les molesta votar y que además le gana a “B”. De esta forma, alguien que tenga intenciones de votar por “C”, termina haciéndolo por “A”, y así evita que gane “B”.

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