La Argentina está cediendo su soberanía a China

Todos los años, cientos de barcos pesqueros, en su mayoría chinos, coreanos, taiwaneses y españoles, saquean los recursos pesqueros del Atlántico Sur, realizando lo que internacionalmente se denomina pesca “Ilegal, No Reglamentada, No Regulada” (IUU según sus siglas en inglés), más comúnmente llamada “Pesca Pirata”.
 
Si bien esta flota, que en las imágenes satelitales luce como una ciudad marina, se encuentra en el límite mismo del Mar Jurisdiccional Argentino, muchos de estos barcos violan nuestra soberanía al ingresar a la Zona Económica Exclusiva para saquear el caladero nacional.

Sólo algunos de ellos son detenidos. En junio de 2013, la Prefectura Naval Argentina capturó al pesquero pirata chino Fu Yuan Yu 873, faenando dentro de aguas argentinas; en 2012, dos el mismo día, el Lu Rong Yu 6177 y el Lu Rong Yu 6178; en 2006, el Yuan Fa No.16; en 2005, el Zhong Yuan Yu 1; en 2003, el Fu Yuan 3; y el Zhou Don Yuan 830, en 2001.

Estos barcos operan sin ningún control ambiental, laboral ni sanitario, utilizando mano de obra esclava, depredando el ecosistema marino y contaminando. El botín de pesca de estos barcos piratas es blanqueado en puertos cómplices y vendido a precios tan bajos que hacen imposible la competencia a las flotas reglamentadas, que cumplen con las condiciones fijadas por el Estado.

La principal especie buscada por la flota asiática es el calamar Illex Argentino. El calamar es una importante fuente de alimento para la merluza, así como también para especies de aves y para mamíferos marinos como delfines y ballenas. El daño causado al ecosistema marino es enorme, mientras que las ganancias para la pesca pirata son siderales: la captura de calamar de flotas extranjeras se calcula en más de 500 mil toneladas anuales; teniendo en cuenta que el precio estimado es de 1100 dólares la tonelada, el valor del saqueo es de 550 millones de dólares.

En el mismo instante en que decenas de barcos piratas chinos (muchos identificados en imágenes satelitales del 4 de enero de este año) depredan nuestros recursos, los representantes negocian con ellos importantes acuerdos para el futuro del país. Cualquier intento de acuerdo con una nación que envía sus buques pesqueros a miles de kilómetros a saquear nuestro mar, violar nuestra soberanía y depredar los recursos naturales de nuestra región, debe ser analizado exhaustivamente y debatido públicamente de manera transparente. De otro modo, estaríamos cediendo soberanía.

El problema de los océanos y el Mar Argentino

Hasta 2015 se discutirá en las Naciones Unidas la posibilidad de lograr un acuerdo para la conservación y uso sostenible de los océanos en aguas internacionales. Esta región abarca la mitad de la superficie terrestre y determinará el futuro de la biodiversidad marina, también en las aguas jurisdiccionales. Como algunos recordarán, en diciembre de 2012, la NASA, publicó la primera imagen nocturna en formato de planisferio de la Tierra, y en ella puede apreciarse las miles de ciudades iluminadas que destacan en todos los continentes, predominantemente en las costas marinas y ribereñas de todo el mundo. Los asentamientos humanos predominan en las costas, ya sea por el acceso al transporte marítimo, como por el acceso a alimentos y esparcimiento. Sin embargo, gran sorpresa causaron las luces de una nueva gran ciudad situada mar adentro, justo en frente de nuestro país al borde del límite externo del Mar Argentino.

La nueva ciudad flotante no es más que un grave problema ambiental: más de 300 barcos, toda una mega-flota industrial, depredando el Atlántico Sudoccidental. Barcos que además de depredar los recursos pesqueros, contaminan de manera completamente impune y cuyas condiciones laborales son prácticamente de esclavitud, con tripulantes que no regresan a tierra por años, bajo terribles condiciones sanitarias y que ante cualquier circunstancia pueden ser lanzados por la borda: asesinados. Sin dudas, barcos del terror.

El daño que causan al ecosistema marino es indescriptible y afecta no solo a las especies capturadas, como la principal, el calamar, sino también a especies de peces como la merluza, mamíferos marinos, ballenas y delfines y diversas especies de aves, como los pingüinos. Todo esta calamidad para el mar y personas que son esclavizadas ocurre aquí, a tan solo 200 millas de nuestras costas, el equivalente a la distancia entre Buenos Aires y Pinamar. Los pabellones predominantes de estos barcos son China, Corea, Taiwán y Japón.

Esta situación no solo ocurre en nuestro continente, sino también en África y Oceanía. La devastación en alta mar es un problema global, prácticamente todo lo que ocurre en esa región se asemeja al lejano oeste, un lugar sin ningún tipo de ley ni regulación. Si bien no es un problema simple de resolver, existe una iniciativa en las Naciones Unidas, denominada Grupo de Trabajo sobre la Biodiversidad Marina Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ por sus iniciales en inglés), un proceso que se vió impulsado en la Cumbre de Río+20, en 2012.

Durante 2014 se realizarán tres reuniones en la sede de la ONU en Nueva York, para fijar los lineamientos y alcances de un “Acuerdo de Implementación”. La primera de estas acaba de finalizar y el resultado fue positivo, si bien los avances son aún un poco lentos. Es fundamental para la salud de los océanos que en las negociaciones en la ONU, nuestros representantes promuevan la inclusión de aspectos fundamentales para la conservación de los recursos, especialmente la creación de áreas marinas protegidas y que los descubrimientos relacionados con los recursos genéticos marinos sean de beneficio compartido para toda la humanidad. Los ecosistemas marinos desconocen de las fronteras jurídicas, lo que ocurre mas allá del horizonte, también afecta nuestro Mar Argentino y su biodiversidad.