La Doctora y la justicia terrenal

Mundo Asís

Etapa lazarista del cristinismo: cuando no basta con haber dejado de recaudar.

sobre informe de Consultora Oximoron, redacción final Carolina Mantegari, especial para JorgeAsísDigital

Introducción

La osadía de investigar el poder

“La Corte fija límites sólo cuando el Ejecutivo los invade”, confirma la Garganta. “Si no quieren cargársela, no limita a nadie”.

Acontece que el cristinismo vuelve a la carga mediática y política contra “la invención del Partido Judicial”.

Es la alternativa escogida para resolver el dilema sustancial que alude a la identidad histórica. Avanzar, a través de justicieros propios, sobre aquel que comete la osadía de investigar al poder. 

Claves para interpretar el presente turbulento del período “lazarista”. Derivaciones inexorables del emblema Lázaro, por El Resucitado. Circunstancias que el portal trata desde sus inicios, para interpretar los atributos del poder que se instaló en mayo de 2003.

En pocos días el Partido Judicial proporcionó diversos acontecimientos negativos para el poder cristinista.

“La confirmación de Bonadío los saca”, confirma la Garganta. Por la competencia del juez federal Claudio Bonadío en la Causa Hotesur. Alude al infantilismo lavador, que ya era obsoleto en la década del setenta. El primitivismo contable de blanquear, el dinero oscuro, por intermedio de los instrumentales hoteles. Marca la desprotección a Máximo, y un estado de irritante visibilidad para un tal Sanfelice, El Bochi. Al que otros, con capacidad de fuego más amenazante, le apuntan (Ampliaremos).

Otra mala noticia consistió en el envío a la lona de la lista de conjueces. Era el banco de suplentes para jugadores ansiosos por integrar la Corte, a los efectos de llevarla otra vez a los Siete. Por lo menos a los Cinco. Secuela involuntaria del rebote de la postulación del joven Carlés, pese a las postales con el Papa.

De todos modos, para Oximoron, la peor noticia para La Doctora la representó la plantada continuidad, como presidente, de Ricardo Lorenzetti, al que considera El Jefe del Partido.

Lorenzetti se asegura otro par de años de vigencia. Signados por la sucesión presidencial. Crece la sospecha que el sucesor, así sea Scioli (o Macri o Massa), alcanzará pronto un acuerdo. Que no contendrá, acaso, a La Doctora, la próxima candidata a diputada nacional, por Buenos Aires, La Inviable. A los efectos de ensayar, si le alcanza, la “presidencia legislativa”.

Para co-presidir, en la práctica, la próxima institucionalidad. Apartarla no será fácil, en el final del ciclo que (a lo mejor) se extiende (Ampliaremos también).

Por lo tanto la permanencia de Lorenzetti genera una lógica irritabilidad en el cristinismo sensible. Es complementada por la vocación explícita del jurista, que se obstina en “marcarle la cancha”. En fijarle límites. Acotaciones que La Doctora no se encuentra en condiciones de soportar.

Osiris Alonso D’Amomio

Director Consultora Oximoron

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La división biológica

Desde la transparencia o la moral, la docena de años kirchner-cristinistas deben tratarse -para Oximoron- a partir de la división biológica.

La frontera marcada por la muerte imprevisible. Deben separarse dos tramos vitales. El primero abarca siete años. Desde 2003 hasta 2010.

Coincide aquí la construcción memorable del poder hegemónico, con el sistema de la recaudación centralizada. En una atmósfera de sublimes sobreactuaciones de izquierda (“La izquierda da fueros” -dijo Kirchner, según se lee en “Doce noches”, el último libro de Reato).

Es cuando la corrupción estructural sintoniza con la edificación rescatable de la grandeza política. Ceremonia que indujo al dominio rápido -y absoluto- del escenario. Con la mansedumbre de la casta política y empresaria rendida a sus pies. De rodillas, en “actitud de entrega”, diría Neruda.

Epopeya admirable que se registró en menos de un año y medio. Desde mayo de 2003 hasta octubre de 2005. Con la soja que ya soplaba, desesperadamente, a favor. Una tormenta de cola.

Para Oximoron no existe la menor contradicción importante entre la paciente conquista de la hegemonía y la firme pasión recaudatoria.

Debe destacarse la marcada protección informativa que, durante los primeros cinco años, solía proporcionar la gran prensa. En reciprocidad con algunas concesiones puntuales.

En la práctica, en el periodo recaudatorio, el Grupo Clarín se comportó como el aliado más redituable y leal de Néstor Kirchner. Se abstuvo de relatar los mecanismos del despojo, bastante visibles para aquel que se atreviera a descubrirlos. Con los detalles sombríos del fenómeno que abarcaban el más amplio espectro. Desde el festival de los subsidios hasta la habitualidad de las manganetas por las construcciones. En la totalidad de los vericuetos por donde podían juntarse las monedas, transformadas pronto en euros crocantes. Cuando los negocios de “El Presi” generaban una admiración social legitima y unánime, que responde a pautas culturales.

En la Argentina, al poderoso, en general, se le consiente y se le perdona todo. Sólo cuando disminuye el poder emergen las paulatinas impugnaciones de los tiempistas.

La ruptura del entendimiento entre el poder kirchnerista y Clarín se registra a partir de 2008.

Es curiosamente cuando se signa la clausura de la impunidad. Y se vence la licencia del corsario.

La patología de “ir por todo”

La Doctora asumió en diciembre de 2007, pero su gobierno real comienza -para Oximoron- sólo hacia finales de octubre de 2010. Es cuando La Doctora arranca con sus personales equivocaciones. Fueron espantosamente diversas, todas trascendentes. Desde escoger, para 2011, el compañero de fórmula equivocado, hasta romper con Hugo Moyano para entregarse a la conformación de la estructura de incondicionales.

Pero debe aceptarse que, por impericia o desconocimiento, o por decisión estética, La Doctora abandonó la concepción centralizada en materia recaudatoria.

Con el paseo logrado de la reelección, La Doctora ingresó después en el periodo de altibajos, signado por el delirio transformador. La indujo a la idea catastrófica de expropiar YPF.

Mientras crece, en simultáneo, la patología del “ir por todo”. Una pretensión alucinante que se registra justamente cuando comienzan a amontonarse las consecuencias judiciales del periodo anterior.

Descalabros que, por facilidad narrativa, se concentran en el emblemático Lázaro. Justo cuando se abandonó la costumbre dulce de recaudar y se desvaneció la protección informativa.

Para colmo, la conjunción insólita de los medios propios, acumulados y adquiridos al contado, a la pobre no le sirve para nada. Ni siquiera para atacar con eficacia a los nuevos enemigos a vencer. Dos.

La gran prensa, o sea Clarín. Y el Partido Judicial, o simplemente la Justicia Terrenal.

El mito de Fort Knox

Lo paradójico es que exactamente en el período de la pureza es cuando recrudecen las derivaciones escandalosas del periodo heredado. Fueron generadas por aquel protagonista que ahora se prefiere idealizar. Explicablemente. Sin el mito idealizador, se destruye el relato de la epopeya revolucionaria, que es gravemente falsa.

El “dilema sustancial de La Doctora”.

¿Qué hacer con las consecuencias judiciales del Sistema Recaudatorio de Acumulación? Con el legado económicamente extraordinario del extinto. La opción de endiosarlo fue más atractiva que la opción descartable de volver a matarlo.

O de enviar la acumulación de irregularidades debajo de la alfombra de la memoria.

La Doctora prefirió tergiversarlo. Tomar sólo las parcelas heroicas y audaces de su trayectoria, y transformarlo en el hombre valeroso que dio su vida por el país. Para tenerlo siempre presente en los momentos del quiebre. Aunque el endiosamiento literario viene acompañado, en el fondo, de la descalificación política. La Doctora encara el desafío de honrarlo mientras lo pulveriza. Un fenómeno perceptible entre las derivaciones del “cambio geopolítico”.

Pero que quede bien claro que el Sistema Recaudatorio de Acumulación quedó invertebrado.

Concluyó el hábito de los bolsos rebosantes de los fines de semana. Los vuelos de los diversos Tangos hacia el sur, que generaron aquel mito del Fort Knox. Que puede transformarse, en gran parte, en existencia real. En el recoveco hundido de alguna estancia -LJ- situada entre Río Gallegos y El Calafate. Ampliaremos. 

Continuará

Carolina Mantegari