Se va el kirchnerismo, viene el peronismo

“Se va el kirchnerismo, viene el peronismo”.
Otra vez, en la Argentina ontológicamente peronista, el poder se dirime en el interior del peronismo.
La superstición que se encuentra políticamente agotada. Con candidato, Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol. Pero sin jefe. Aunque los envolventes peronistas simulan que La Doctora es la Jefa.
“Fenómeno maldito” para Cooke. “La plaga” para Vargas Llosa. Pero el peronismo aun mantiene la espalda cultural que facilita la convivencia entre personajes que se detestan. Enfrentados entre sí.
Es una espalda que sirve también de red de contención para los saltos ornamentales de ostensible espectacularidad. Como el de la señora Mónica López.
Para escandalizar a la racionalidad del antiperonismo. Un factor sustancial, complementario de la identidad.
Sin el espanto cotidiano del antiperonismo, jamás el peronismo se podría -siquiera- entender.

Asamblea Polifónica de Perdedores

Mientras tanto, el estadista matemáticamente predestinado para vencer al peronismo, Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, se desgasta con el apoyo de los convencidos.
Los que se conmueven con los editoriales de La Nación. Concentran una dureza que supera al propio Macri. Aunque se esmere, nunca la consigue igualar.
A su pesar, Macri representa a la multitudinaria escuadra de antikirchneristas pasionales. Son el obstáculo -nada menor- para ganar la elección.
Los convencidos, en simultáneo, lo acotan. Para reservarle, a lo sumo, el segundo lugar. El que le posibilite alcanzar la gloria módica del balotaje.

Pero antes que con Scioli, debe Macri competir con Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia.
Y se equivocaron juntos (Macri y Massa) al participar, sin Scioli, del debate menos necesario de la historia. Pero fueron arrastrados por la importancia autorreferencial de determinados medios de comunicación. Y de periodistas que aún creen -como el cristinismo- en el propio relato.

Juntos, Massa y Macri, beneficiaron aún más a Scioli. Al participar de la asamblea polifónica de perdedores que se disputaban un triunfo testimonial. O algo más grave, el rol de campeones morales.
A pesar de la ausencia anecdótica en la asamblea, el problema es que Scioli se le escapa a Macri (para consolidar el rencor de sus convencidos).
Mientras tanto Massa pugna por alcanzarlo a Macri, blindado con De la Sota, El Cuarto Hombre, y Lavagna, La Esfinge.
Sin embargo en la contienda Massa-Macri la variable de ajuste consiste en castigarlo a Scioli, que gracias a ellos está inmerso en otra problemática.
Ocurre que se instala la polémica idea del Scioli transitorio. Como si se tratara apenas de una pausa, a los efectos de aguardar el regreso triunfal de La Doctora.
Se habla de un Scioli por cuatro años, por ocho, o apenas por tres meses. A través de semejante discusión, naturalmente Macri y Massa quedan fuera del juego. Sin otra alternativa que pelearse entre ellos, por el cetro del campeón moral.

La traición obligada

Se acapara la atención en Scioli porque se encuentra en el centro del laberinto. O traiciona o se extingue. O la pilotea como puede, para estirar la mediocridad hasta el infinito.
Para la causa santa del kirchnerismo (que se va), si modifica la patología de la política económica, Scioli es un traidor.
Emerge entonces el turno entonces de la traición anunciada. Obligada. Con directo arrojo la anuncia el gobernador Urtubey, El Bello Otero, desde el centro del Imperio.
Enuncia Urtubey la categórica obviedad: para intentar cualquier despegue elemental, para facilitar el regreso de los capitales, hay que arreglar con los “holdouts” (consta que ni siquiera por cortesía hacia La Doctora dijo “los buitres”).
Claro que, si no modifica las alucinaciones económicas del relato, la ficción que se jacta del desendeudamiento, Scioli se estrella contra la realidad. Hasta extinguirse.
Significa deducir que Scioli, si no traiciona, se autodestruye. Y si traiciona es probable que el cristinismo, si puede, lo masacre.

En la mera gestualidad, con la problemática aceptablemente instalada, y por las dudas de los que siempre consultan, puede decirse que Scioli ya tiene la elección en el bolso. De manera que prepara, desde el piso 19 del Banco Provincia, la administración del poder que se avecina. En la estricta fusión con los gobernadores, la auténtica columna vertebral, aunque ya ni siquiera gobiernen nada.
Al respaldarse en los gobernadores, ya se anticipan los rigores de la próxima pulsión interna. Son tensiones que pasan para 2016.
Entre el peronismo que se viene, y el kirchnerismo minoritario que se va, aunque se resista a partir.
Se extiende desde La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, que atraviesa su propia interna para tratar pronto, hasta el extraño Partido Comunista, el Frente Grande y todos los sellos Buscapinas del pretexto humanitario que componen el frepasismo tardío. Se encuentran aferrados al presupuesto, con excelente posicionamiento en las cámaras, y con la militancia rentada en la totalidad de los ministerios, o directorios de empresas.
Se descuenta que, en el primer tramo, podrán conservar sus sueldos y privilegios, pero desde ya se advierte la persistencia del conflicto tan anunciado. Obligado. Como la propia traición.

La moda del oportunismo

Ante la impotencia o el horror de Macri y de Massa, se instala, aparte, otra certeza. Es la moda oportunista. Consiste en saltar -como sea- hacia el bando de Scioli. O resignarse.
Los empresarios que hicieron lo imposible para unir las fuerzas de los (torpemente) divididos Macri y Massa, y así acabar con el peronismo agotado, ahora cuidan sus figuras. Como si se entrenaran para practicar el fútbol de salón.
Los oportunistas, los que ven debajo del agua y nunca se equivocan, hoy marcan los ritmos del resultado que, a su pesar, se impone. Aunque puedan, y aún desean, matemáticamente equivocarse.
Sólo a partir de la certeza del advenimiento sciolista se entiende el desplazamiento ornamental de la señora Mónica López, La Blonda.
Con su salto, López estimula la pasión del antiperonista que prefiere inclinarse por agraviar. Por espantarse, antes que entender. Riesgosamente lo que demuestra Mónica López es que el poder está del lado de Scioli. Y que insistir con Massa, como su marido, es otra manera frugal de perder el tiempo.
Quienes condenan a La Blonda en nombre de la ejemplaridad moral, o de la gastada ética republicana, no entienden la perversidad del juego que inspira la próxima literatura antiperonista, con seguro destino de éxito.
En elecciones lo prioritario es ganar. Y en el poder peronista lo ontológicamente recomendable es estar adentro. Como lo entendió Tito Lusiardo, alias Juanjo. O Francisco De Narváez, El Caudillo Popular. Y la totalidad de los Soldados de Salamina que volvieron desde La Franja de Massa.
El conjunto interminable de “vivos” que Sergio, acaso por fallas de conducción, “tomó por b…” Ampliaremos.
O se es mandíbula o se es bocado.
De manera brutal, sepultada en el grotesco, La Blonda López demuestra que mantiene vocación para ser mandíbula. Y aunque la denigren, alcanza el anhelado renombre que le permite acomodarse en el bolillero. Para gobernar. Estar adentro. O bailar -por qué no- por un sueño. Atractiva es. La mandíbula puede atreverse.

La vuelta del peronismo ontológico

Pese a los enojos que se sobreactúan, La Doctora prosigue la monotonía del proceso electoral, con relativa -según nuestras fuentes- indiferencia. Pero decidida a ser protagonista de la cadena nacional, hasta el penúltimo día. Más preocupada por la estabilidad inmediata, por el control casi asegurado de la justicia, que por el regreso estratégico.
El regreso entusiasma a los adeptos que dependen exclusivamente de La Doctora. Como la señora de Carlotto. O su enemiga íntima, la señora Hebe.
A partir de sus reservas, ambas envuelven a los opositores y anticipan también, a sus maneras, que la banda es para Scioli. Aparte, ambas damas sospechan, razonablemente, que el peronismo dominante no las contiene. A lo sumo las soporta. Porque la centralidad del pretexto humanitario contiene el riesgo de esfumarse.
Hoy La Doctora está jugada a la suerte de Aníbal Fernández, El Neo Corach. Es el auténtico canal para recibir a los ambiciosos de la Agencia de Colocaciones.
Es Aníbal el que puede amagar, al menos, con alguna continuidad del conflicto con el Grupo Clarín. Donde comienzan a inquietarse, según nuestras fuentes, por sus propiedades en San Pedro, Provincia Inviable.
Es la guerra que Scioli, de llegar a la presidencia, en su traición obligada, amenaza tácitamente con clausurar. Consta que se está en las vísperas de la aceptación de la derrota.
Queda, para La Doctora, la amargura que crece en coincidencia con el rencor. Por la certeza de haber desgastado los últimos siete años en la beligerancia absurda. Contra el Grupo que fue sustancial para que El Furia, en el primer tramo, conquistara la hegemonía.
“Los kirchneristas dieron una sola gran batalla honorable, con Clarín, y para colmo la pierden”, confirma la Garganta. Resignada a convivir -así gane cualquiera de los tres- con un Grupo Clarín fortalecido. Con antojo de revancha y con el mismo plantel agotado, “cansado de guerra”, y avejentado.

Con la traición obligada, en la Argentina ontológicamente peronista se viene el peronismo ontológico que fue, en estos doce años, un instrumento complementario. Un beneficiario culposo del festín. O apenas un aplaudidor serial, para “estar adentro” y sobrevivir.

El medio como enemigo

Una estrategia riesgosa para devaluar al pobre opositor real.

escribe Bernardo Maldonado-Kohen

“La Presidenta no es socia de Lázaro Báez”
Ricardo Echegaray. 2014
“Desmentir, en periodismo, es informar dos veces”
Maestro Cottumacci, 1977

Al instalar que los medios representan la verdadera oposición política, Cristina, La Doctora, copia, con mucha más suerte, un argumento de Carlos Menem, El Sheik.
El objetivo encierra una perversidad oculta, aunque en el fondo sea bastante perceptible. Consiste en menoscabar a la oposición partidaria. Para ningunearla, apartarla del escenario, inutilizarla entre el desconcierto.
No hace falta recurrir al filósofo canadiense Marshall Mc Luhan para sostener que, “cuando la oposición es el medio”, el mensaje es que el opositor político real no sirve para nada.
Queda el pobre sólo de relleno. Jamón del medio para constar en actas.
A los efectos de existir, para tener alguna visibilidad entre la cultura de la imagen, el acotado opositor necesita aparecer para ser. En los medios, que emergen como distribuidores de legitimidad. Lo sugiere cualquier prensero competente (no Mc Luhan).
Entonces se facilita la reflexión más previsible. El nuevo mensaje complementario. Significa confirmar que el medio maneja al opositor. Para ser depende del medio.
Son claves obvias para interpretar la operación exitosa. Reduce al adversario real, hasta la piedad.

Pero el dilema suele agravarse cuando el director o dueño del medio entra en el juego y se agiganta. Al extremo de jactarse de ser el opositor de verdad. Emblema del poder que baja línea. Que se permite, incluso, aconsejarle al político qué es lo que debe hacer. Y qué no. Porque se siente cómodo en la pragmática condición de núcleo. Ya que convoca a los opositores, y hasta divulga secretamente la convocatoria.
De la extraña patología descripta suele apoderarse, también, el periodista asalariado. El profesional, un instrumento que puede fusionarse, identificarse o no con el medio en conflicto que lo contrata. Y se compromete con sus causas fundamentales. Abunda la casuística. Ampliaremos (sólo si es necesario).

Bonelli, Olivera, Alconada, Wiñaski

En la Argentina actual, la agenda de los medios de comunicación (en litigio) confronta con cierta virulencia con el cristinismo dominante. Contiene una intensa frontalidad que contrasta con la agenda tranquila, insustancial y casi monótona, del opositor asumido como real. El que prepara profesionalmente sus planteles para suceder al gobierno que oposita.

En palabras más directas, un texto de viernes de Marcelo Bonelli, “panorama empresario”, perdido entre el fuego a discreción de Clarín. O un texto de Francisco Olivera, de los domingos en La Nación, suele ser más devastador, para el cristinismo, que el informe medular, con fundamentaciones críticas, publicado por cualquier colega economista vinculado a los candidatos de la primera línea. O que alguna intervención de los mismos colegas, lanzada entre las innumerables emisiones televisivas del cable.
Sea Peirano, Lavagna junior o Redrado, por La Franja de Massa.
Sea Melconián, Frigerio o Sturzenegger, por el macri-caputismo del PRO.
Sea Monteverde, Cachanosky o Esper, por los independientes de la medialuna enarbolada, lista para la recepción de consultas.

El equívoco complejo entre la prensa “concentrada” y el gobierno cristinista tiende a agravarse cuando Alconada Mon, en La Nación, o Nico Wiñaski, en Clarín, exhiben la dureza minuciosamente informativa sobre los reiterados descalabros de Amado Boudou, El Descuidista. Ellos representan la vanguardia ofensiva que concluye complementada con el rostro inerte de los senadores venerables, los que exhiben por ejemplo un cartelito triste, en que le solicitan al vicepresidente Descuidista que se tome licencia.
Aquí también el opositor actúa detrás de la información que suministra el periodista. Permite el fortalecimiento reiterado de la reflexión despiadada del oficialista, que los califica de “empleados de Magnetto”. O, para el caso, de Los Saguier, otros titanes de la “prensa concentrada” y de tantas chafalonías que se curten desde la Televisión Pública. O desde CN23, C5N, o en Tiempo Argentino y las franquicias infinitas.
Sería redundante analizar el mismo escenario cuando se toma el ejemplo dominical de Lanata y su arrasadora rutina sobre la “ruta del dinero K”.
En densidad opositora, en capacidad de perjuicio para la vulnerabilidad del gobierno, con su equipo y el respaldo del Grupo Clarín, Lanata se muestra más eficaz y dañino que la sumatoria de los opositores concentrados. Pero concentrados, casi rendidos, ante las evidencias del televisor.

El Sheik y El Furia

En 1995, cuando Menem fue reelecto, aliviado y casi vengativo, El Sheik expresó la sentencia que meticulosamente había calculado.
“Triunfamos sobre los medios de comunicación”.
Una manera pedante de pasarle factura a Clarín, a La Nación, pero también al entonces influyente Página 12. Contenía a un Verbitsky en pose informativa de combate, que obstaculizó como pudo al régimen del Sheik, con denuncias permanentes que lo identificaban con la corrupción.
Pero también, al transparentar su triunfo “sobre los medios”, Menem utilizaba la fórmula perversa para rebajar el precio de los ocasionales adversarios. Octavio Bordón y Chacho Álvarez, y también al radical Horacio Massaccesi. Tres políticos sexagenarios que sobreviven hoy en un segundo plano. Como en cierto modo también sobrevive Menem.
De los cuatro, el único que tiene proyectos viables de regreso, según nuestras fuentes, es Massaccesi.
Pero Clarín y La Nación, los destinatarios empresariales de las facturas, siguen casi intactos. Tan fuertes y sospechosos como siempre culpables. Mientras tanto, Página 12 resigna el sesgo caudalosamente crítico para convertirse en una virtual Secretaría de Estado. Es una de las tantas franquicias que cultiva el periodismo militante que fortalece, paradójicamente, la identidad independiente -digamos- de Clarín y La Nación.

En 2003, Kirchner, El Furia, accede al gobierno con el exclusivo mérito de ser un desconocido. Elegido por el dedo equivocado de Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
Aquí El Furia resuelve rápidamente el litigio latente con la “gran prensa”. Capta, en inteligente defensa propia, al Grupo Clarín. Se asiste al romance desastroso de cuatro o cinco años de información complaciente, que le facilita a Kirchner la conquista de la hegemonía. Pero el romance concluye lo suficientemente mal. Como para que Clarín pronto vuelva a ser sindicado, por definitiva vez, como el principal opositor ya no sólo a vencer. También para destruir. Con la violencia estatal, en el trato cotidiano, que no se registró nunca. Cuando se le reconocía a El Furia haberse movilizado con una consigna letal. “A mí estos hijos de p… no me van a hacer lo que le hicieron a Videla o a Menem”.

La política detrás del medio

A partir de 2008, El Furia y La Doctora se menemizan juntos y tratan a Clarín como la máxima oposición. Mientras tanto, ponen en práctica las épicas metodológicamente envolventes. Sirven para envolver a los opositores envueltos, en conjunto con los atribulados dirigentes peronistas. Los que quedan cautivos en su impactante devaluación. Con la estrategia congelada.
Los peronistas envueltos permanecen pendientes, y sobre todo dependientes, de las ensoñaciones anímicas de La Doctora, que mantiene en su descenso la centralidad. Obnubilada con la sabiduría, aún no fundamentada, de Kicillof, El Gótico.

Con El Furia extinto, La Doctora hoy padece los lineamientos de su política mediática. Y debe asumir el riesgo, las consecuencias de haber designado, como adversario principal, a “la prensa concentrada”. En desmedro del inofensivo opositor democrático.
Su obsesión hoy está sujeta a los datos inquietantes que emite la “prensa concentrada”. Un arsenal informativo que preocupa infinitamente más que los planteos lógicos, comparativamente irrisorios, de la oposición política. La que debe situarse, para persistir y ser, detrás del medio.
Sólo la señora Carrió, La Demoledora, emite conceptos en el vacío, similares a los que se ventilan inicialmente en Clarín y La Nación. Pero está instalado que un vaso de agua y un agravio de Carrió (o una demanda de Monner Sans) no se le niegan a nadie. Aunque sea la dirigente de primer plano que más se detiene para describir el tormento de la corrupción de estado. Un concepto que, por elegante piedad, el portal prefiere suplir con el título “pasión recaudatoria”.
Son derivaciones de la pasión recaudatoria las que hoy marcan la agenda de la política nacional. Y lo peor: la internacional.
La pasada pasión recaudatoria muestra el oximoron de La Doctora que ataca a la defensiva. La pobre procura asegurar, con su férrea conducción, la capacidad ambulatoria, en el futuro inmediato. A través de la obediencia febril de los colaboracionistas, y de la adquisición de posiciones en el próximo parlamento. Pero sobre todo en la justicia.
“Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar”, como grita la militancia convencida de participar en un gobierno transformador, de inclusión, que registró adelantos casi revolucionarios.
Por otra parte nadie atenúa la radicalización de los medios. Los que ofrecen -se reitera-, una agenda más grave de la planteada por el opositor partidario, envuelto y normal.
Después de todo, cualquier fenómeno político contiene implicancias delictivas. Sin excepciones. En el PRI, en el socialismo cubano, en el coloradismo paraguayo, en las variables antagónicas del peronismo.
Pero la agenda de los medios, tomados erróneamente como enemigos, suele dar vuelta como un guante la ecuación. Para presentar al kirchner-cristinismo, por su pasada pasión recaudatoria, como un fenómeno delictivo, con implicancias políticas, sociales, culturales.

La bacinilla de Francisco

La Doctora y Los Bonetistas marchan sobre Puerta de Hierro.

Tío Plinio querido,

Para diciembre el problema energético dista de ser grave. La solución es natural. La actividad cayó lo suficiente. Es la ventaja indirecta del desmoronamiento de la economía.
Entonces con la energía que hay alcanza para alumbrarnos a todos (y todas).

Para el cristinismo, tratar un conflicto, implica fomentarlo. No hay manera de salvarse. Ni “razonamiento lateral”, de los que Francisco pondera y recomienda.
Tratarlos significa avalar los alborotos que se vienen en las vísperas del verano. Las protestas irremediables de ciudadanos de pantalón corto y ojotas. Enojados por los cortes de electricidad que, en el fondo, no van a suceder. Es la suerte de convivir con la estanflación. Inflación más recesión. Estancamiento.

El diciembre de Harry

Ante cualquier problema, La Doctora suele recurrir a las enseñanzas de El Furia. Antes que la solución debe encontrarse siempre un culpable.
Primero fueron los fatídicos 90. Después, hasta un olvidado 7 de diciembre, fue Clarín. Pudo ser también Duhalde, el fantasma selectivo que los catapultó. Ahora son los buitres de Griesa. Y providencialmente aparece Kevin Sullivan, diseñado como un potencial Spruille Braden, en gestación.
La modalidad prospera. Porque el hallazgo último consiste en encontrar al culpable con anticipación. Antes que el problema anunciado se produzca.
La bacinilla de FranciscoEs el diciembre de Luisito Barrionuevo. Harry, como lo apodaba Triacca.
Aunque Harry, esta vez, ni siquiera se fue de boca. Rutinas del ejercicio transgresor de la palabra. Apenas le planteó a Clara Mariño (que se imponía en rating a Intratables, A dos voces y a Sylvestre) lo que cualquier desdichado sabe y teme. El alboroto habitual de los diciembres.
Ahora se descuenta que lo que se viene es por culpa de Harry. Si en diciembre se producen alborotos, por despidos o hartazgos, o si se arma algún saqueo, el instigador es siempre Harry. Barrionuevo.

La utopía de durar

A diario, tío Plinio querido, en cualquier parte, brota la pregunta. ¿Dura?
¿Usted cree que esto, así como va, puede llegar a diciembre de 2015? Por más que Francisco invierta voluntad y rezos en la utopía de durar.
Pasa que La Doctora twitea sin la menor credibilidad. Rodeada por los incondicionales que se fanatizan. Aplaudidores entusiastas que pronto tendrán que salir a pasear con pasamontañas.
La bacinilla de FranciscoPasa que La Doctora ya no puede aportar ninguna solución. Es parte sustancial del problema. De la mano de Kicillof, El Gótico que la obedece, va camino del foso.
Por más que Francisco les pida a los desopilantes argentinos que se obstinen en cuidarla. Por más que la reciba con almuerzos bimensuales. Y prosiga con el envío de las cartas conmovedoras, por intermedio de Eduardo Valdés, El Nuncio Móvil. Conductor virtual de la línea Bonetista. Una escuadra mística que integra Domínguez, El Lindo Julián, con Gaby Mariotto, El Pesado de Llavallol, Morenito, El Napia que Vuelve, y Maradona.
Por más invocaciones y eucaristías de Francisco, hoy cualquier pagador de sueldos acepta, en respetado off, que en tanto sigan La Doctora y El Gótico, a la Argentina no va a llegar una moneda.
“Nadie va a traer un p… dólar”, nos dijo un empresario asustado. Extranjero. Cabrero porque tampoco se puede llevar ningún p… dólar.

En el pozo y con pedanterías

La bacinilla de FranciscoHay declinación, sí, pero con arrogancia. En el pozo pero con pedanterías y desplantes.
Persiste la decadencia paulatina. De acuerdo, pero con ambiciones de ejemplaridad.
La agonía, aparte, tío Plinio querido, también es cierta, pero desafiante.
Trátase de una agonía guapa, casi pendenciera.
Muestras de simulada fortaleza en medio de la colectiva fragilidad.
Simples ideas para sintetizar el momento actual del país durante el ocaso del viento de cola. Con Fábrega, El Sensato Marginal, que ya no sabe cómo retener los dólares que quedan mientras la soja cae a 360. De todos modos, el cristinismo busca siempre culpables. Detecta las conspiraciones más sublimes, perfectas. En el esplendor de la paranoia son portadores de una audacia tan enternecedora como admirable.

La Doctora y Los Bonetistas se toparán con esta carta cuando lleguen a Roma. Para la marcha frecuente hacia la nueva Puerta de Hierro.
El Vaticano es la primera escala de la cruzada multilateral. Porque Argentina va a sepultarse en el grotesco de Naciones Unidas. A someterse al desgaste del pedaleo inter-sesional.
La bacinilla de FranciscoLa Doctora va a pedirle a Francisco la metafórica bacinilla. En la búsqueda del viento espiritual del santo. Alguien que es más peronista que ella pero que actúa en otra categoría, con el mundo como competencia, con incomparable profundidad de campo. Pero en simultáneo un Guardián que quiere ayudarla a sobrepasar el diciembre de Harry y hasta llegar al diciembre de 2015. Aunque no haya nadie que quiera impedírselo. Sólo La Doctora está trabada por la propia incapacidad. Nadie tiene el menor interés en rajarla.
Es por sus propios atributos que La Doctora roza la lona. Con el país puesto de sombrero, y con su comportamiento para tratar con la homeopatía. O la medicina elementalmente clínica.
Mientras tanto, los muchachos de La Cámpora reinstalan, desde La Paternal, la ficción de su supremacía imbatible.

Galletita amarga

La Cámpora es, en la práctica, tío Plinio querido, lo único políticamente vivo que le queda al cristinismo.
Son los que sostienen el desvencijado relato. Surrealismo o realismo mágico que impulsa la Revolución Imaginaria. Junto a una colección de Buscapinas sueltos que se aferran a los puestos y a los medios de comunicación. Y que cuentan con la impotencia colaboracionista del PJV. Partido Justicialista Vegetal.
Certifican con convicción que, de ser La Doctora de nuevo candidata, nadie estaría en condiciones de competirle.
Una galletita amarga que Macri, El Niño Cincuentón, se come en silencio. Sin rebatirla. Como si la dejara pasar. Como la come también Massa, El Renovador de la Permanencia, que sabe que ese fantasma se desvaneció el 27 de octubre del año pasado. Galletita que soporta el mismo Cobos, El Malvinero Sentimental, que la padeció durante tres años. Y hasta De la Sota, El Cordobés Profesional, al que quisieron cargarse el último diciembre. Es el único que podría ensayar una impostura peronista, que no sea vegetal.
La bacinilla de FranciscoLa cuestión que, en términos políticos, el cristinismo hoy cuenta las monedas para comprarse un pancho. Pero mientras tanto se atreve a juzgar la carta de La Tour d’Argent. O del Oviedo.
Son verdaderos maestros en el arte de tergiversar. De mandarla cambiada. Otra prueba de la vieja teoría del Portal. Indica que van siempre al frente. Con la iniciativa capturada y con el único glóbulo rojo que les queda. Cuando se frenan es sólo para tomar envión.

Final con la pecadora arrepentida

Desde el descenso del default (al que se ingresó por exclusiva decisión política), La Doctora pasa a la ofensiva oral. Hasta marcar la condición de proscripta.
Sin que importe el desaire explícito hacia el abanico de voluntariosos candidatos que se postulan para defender los trapos del modelo para tirar.
Desde el natural Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, El Esmerilado, hasta Urribarri, El Padre del Marcador. O Randazzo, El Loco de la Florería. También comen la galleta amarga del desaire. Urribarri se muestra como el más leal. Como si sobreactuara.
Pero La Doctora es la gran y única estrella. Trata a los postulantes como si fueran meros personajes de reparto. Extras que hacen “bolos” en la filmación.
Protagonistas austeros del banco de suplentes. Salen a jugar sólo cuando La Doctora tiene imposibilidad electoral.

Lo importante es que los cristinistas se las ingenian siempre para cambiar el eje. Para ocultar que la marcha hacia la Puerta de Hierro, de La Doctora y Los Bonetistas, es para suplicar por la bacinilla de Francisco.
Por el aire espiritual que debe ayudarla para continuar. Sin que nadie le aproxime la línea de llegada. Para que el final esté más cerca.

La bacinilla de Francisco

Dígale a tía Edelma que indague, en el Evangelio según San Lucas, sobre la parábola de “La Pecadora Arrepentida”. En casa del fariseo que almuerza con Jesús.
Cuando la pecadora llega “con un frasco de alabastro con perfume, se pone detrás de Jesús, y comienza a llorar. Con las lágrimas bañaba sus pies”.
Dígale a tía Edelma que se anote para recibir el servicio diario de Catholic.net. Por internet.
En su compu. A la mañana. Mensaje de Dios.

 

En Derecho Penal pagan los muertos

Moneta sirve más enfermo que sano a la Banda de Los Descuidistas

escribe Oberdán Rocamora

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“El que se muere pierde”
J.A.
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“Con frecuencia, en Derecho Penal suelen pagar los muertos” confirma la Garganta.
Después del clavado procesamiento de Amado Boudou, El Descuidista, con superior prepotencia emergen las caudalosas fojas de Lázaro, El Resucitado.
A la larga, culpas, como las responsabilidades, van a descargarse en la memoria del muerto principal. El más importante. Néstor, El Furia.

Significa resaltar que La Doctora tiene razones de sobra para espantarse. Y encargar la causa perdida de defender a Boudou, representación de su primer -y peor- error de viuda.
Cada vez que habla, El Descuidista se desliza por el tobogán de la credibilidad. Parece, incluso, procesarse solo.
La Doctora sabe que Lázaro, según nuestras fuentes, está mal. A punto de quebrarse también moralmente. Le llegan mensajes. Algún hijo, acaso la hija, tiene registrado todo. Absolutamente todos los secretos y los lugares…
El Resucitado está convencido que vienen por él. Desde Comodoro Py y desde la celeste y blanca Suiza. Teme por la suerte de un hijo demasiado involucrado.
El tema transversal de los hijos instala un escenario de tormento. Por los dedos pegados que signan la inexperiencia. Por el manto de impunidad que paulatinamente se desvanece.
Tal vez también se encuentra irresponsablemente comprometido Máximo, En El Nombre del Hijo. No lo cuidaron. Lo rifaron. Le proporcionaron poderes desmesurados y protecciones insuficientes.
La alternativa consiste en transferirle las responsabilidades al que no está. Atributos de la ausencia. El que se fue debe liberar de culpas a los que persisten en la tierra de la vida.

La peste de transparencia

“Habrá que monetear al Muerto”, confirma la Garganta.
Como neologismo, “monetear” deriva de Raúl Moneta, El Rulo. Empresario vigoroso y banquero deteriorado que hoy se encuentra físicamente fuera de juego. Recluido en su departamento. Imposibilitado para testimoniar. De hacerse cargo siquiera de su sombra.
Con rasgos de inusual nobleza, para salvar a un amigo, al que le debe en cierto modo la sobrevida financiera, antes de caer Moneta le puso el pecho, según nuestras fuentes, al desastre de Ciccone. Aunque no hubiera puesto una moneda de los cincuenta millones que puso un amigo equivocado. Debía arrojarle una soga a Jorge Brito, quien, en su vida colmada de aciertos oportunos, tuvo lugar también para la trascendencia del error. El que compartía, en el fondo, con La Doctora. Consistía en apostar por el destino manifiesto de Boudou. Sin imaginar, ninguno de los dos, ni La Doctora ni JB, que el encantador muchacho de la motocicleta y la guitarra era apenas un Descuidista.
Ahora que los códigos estallaron se asiste al espectáculo frívolo de encontrar culpables.
Ahora que los pactos flotan en el aire. Precisamente cuando asoma el momento difuso de la salvación individual.
Cada uno debe custodiar los secretos ocultos de su propio ano.
Trasciende que los jueces federales más creíbles, y determinados fiscales, se pusieron de acuerdo. ¿Ya lo sabe De Vido, el Ex Superministro?
Asoma en el horizonte, sin estupor ni perplejidad, un festival de procesamientos.
Como si se estuviera en las vísperas de concretarse la interpretación informativa del Portal. Indica, para algarabía de Francisco, que en la Argentina se viene nomás la epidemia de transparencia. La peste de moralidad. Bacilos de decencia que van a instalar la idea insólita. “Ser honesto garpa”. La honestidad deja de ser un mérito para giles.
A este paso, va a suplicarse por un poco de corrupción. Por migajas de trampas. Para construir, al menos, una sociedad entretenida.

La novela de Moneta

A La Banda de los Descuidistas, Moneta les fue de mayor utilidad enfermo que sano.
Cuando estaba pleno y sano, era un católico convencido que vivía admirablemente al borde. Capitalizado por protecciones místicas, deparadas por la fe.
Una existencia comercial entre altibajos emotivos. Ascensos fulgurantes y caídas dramáticas. Con juicios rutinarios. En permanente estado de sospecha.
Hoy, en su piadoso retiro de enfermo, Moneta fue transformado en una suerte de cinturón ecológico. Una versión del Ceamse espiritual.
Para salvarse, los Descuidistas le arrojan los residuos de la catástrofe comercial.
Si Moneta estuviera consciente, lo ideal sería penetrar en su pensamiento. Para componer la gran novela. El desafío de tratar los últimos 30 años de la historia argentina desde el punto de vista de su epopeya. La relación con los gobiernos y con sus caballos danzarines. Como los personajes de Pirandello, la memoria de Moneta reclama, a los gritos, por un autor.
La última vez que el Portal lo trató a Moneta fue por aquel viaje desopilante hacia Roma. En avión privado. Cuando el secreto narrador Matías Garfunkel, El Depilado, en cerrada connivencia con La Doctora y El Furia, recurría a la experiencia de Moneta, entonces su socio en varias radios, para quedarse con las míticas acciones de Telecom.
La experiencia del viaje fue para producir un film neo realista. Acompañados por Frank Holder, Corcho Rodríguez. Un despliegue argumental matizado con situaciones alucinantes, avales comerciales inconsistentes y encendidas noches romanas (de las que Moneta, según nuestras fuentes, católicamente prescindía).
La historia contenía el marco complementario de La Guerra de los Convalecientes. La libraban dos enfermos poderosos. Kirchner contra Héctor Magnetto, El Beto. El gran enemigo común que El Furia ahora compartía con Moneta.
Antes que El Furia, Moneta fue el único suicida que le ofreció años de resistencia a Magnetto. A Clarín. Supo sobrevivirlo, hasta desde la clandestinidad.

“Todo aquel que decidiera enfrentarse con Moneta tenía que estar dispuesto a todo” confirma otra Garganta.
Como amigo, Moneta era reconocidamente frontal y leal. Como enemigo era de lo peor. (Curioso es escribir en tiempo pretérito. Casi injusto decir “era”).
Aún hoy perduran los enemigos, anteriormente amigos, que creen que Moneta los mandó –digamos- apretar. O asustar.
Sucede que los enemigos implacables son siempre aquellos que fueron, en algún momento, amigos. O socios. Y Moneta supo pleitear con varios ex socios. Hasta abreviarse.

Magnetto, el enemigo íntimo

Moneta persiguió detalladamente el proceso de la severa enfermedad de Magnetto. Otro que debe contar con poderes especiales. Naturalmente, Magnetto supo desprenderse de sus enemigos.
Cuando Magnetto amenazaba con partir, Moneta lo tenía, según nuestras fuentes, penetrado. Mostraba a sus visitantes copias de los análisis clínicos. Conocía hasta la medición exacta del hematocrito de Magnetto. De su vida agonizante en Estados Unidos. Faltaba apenas el desencadenante cese final.
En el principio, Moneta era impresentable para el kirchnerismo. El Furia no lo quería tener cerca. Pero mantenía, según nuestras fuentes, una excelente relación, a través de cierto intermediario, entonces de presencia constante, como Rudy Ulloa. Otros aluden, en cambio, también a Cristóbal. Cuentan que por intermedio de Rudy le envió a El Furia un memorandum confidencial. Junio de 2003. Le expresaba que, si de verdad quería gobernar, imponer sus criterios, ser un estadista, debía avanzar invariablemente sobre Clarín.
“Se tendrá que aguantar cincuenta o sesenta tapas desagradables, pero no tienen más que eso”.

El Furia decidió no hacerle caso al consejo de Moneta. En su pragmatismo ejemplar prefirió acordar con Magnetto. Tiempos líricos de Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Etapa sustantiva para la consolidación del poder personal.
Entonces Moneta volvió al combate desigual. Con sus medios marginales. Con el despliegue de radiografías, de tomografías, cuando era Magnetto el que estaba fuera de juego, en alguna clínica de Chicago.
A esta altura de la crónica debiera aceptarse que Magnetto venció en la Guerra de Convalecientes. Pudo testimoniar sobre la partida final de El Furia, su desafiante, octubre de 2010.
Del mismo modo Magnetto puede testimoniar hoy sobre el epílogo lento de Moneta, el enemigo íntimo. Ambos tienen la misma edad, exactamente son Monos de Madera, de 1944. Dos monos de 70 años que hicieron recíprocamente lo imposible por masacrarse.
Este mano a mano con Moneta también Magnetto parece ganarlo. Como se lo ganó a Kirchner.
“El que se muere pierde”. Sentencia de nuestro director.
En la Argentina, además, aquel que muere, como Kirchner, o el que está fuera de juego, como Moneta, debe salvar a los amigos acosados por el Derecho Penal.

El resurgimiento de Moyano

Escribe Oberdán Rocamora

Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

 

El Charol vuelve. Ante la impotencia de La Doctora y sin apoyos del peronismo político. 

La Doctora -como la oposición complementaria- debiera registrar que se asiste al resurgimiento de Hugo Moyano, El Charol.

El encanto de la negritud vuelve a situarse en el primer plano. Moyano se recupera después de dos años. Para ser precisos, desde que La Doctora cometiera el error medular de desairarlo. De instalar la distancia que Néstor Kirchner, El Furia, nunca se hubiera atrevido a clavar, aunque fuera, en el fondo, su deseo íntimo. Pero las mujeres siempre suelen ir más al frente.

Aquí se refirió que El Furia, antes de pactar con Moyano -y de entregarle mucho más de lo que le pidiera- ordenó un abordaje informativo y judicial. Para estudiar por dónde entrarle. Si por suma de irregularidades administrativas, las vulnerabilidades de crecimiento patrimonial, o a través de las siniestras indagaciones que pudieran salpicarlo. Por su actividad política y gremial, durante los setenta, entre las violencias de Mar del Plata. Con la totalidad del material en su poder El Furia evaluó que lo más conveniente era tenerlo adentro a Moyano, en su bolsa, para asegurarse el acompañamiento del obrerismo quieto y garantizarse el control de la calle.

Alguna evaluación casi similar lo llevó a aliarse, también, con Héctor Magnetto. Sin hacerle caso a la recomendación de Moneta, con el que se comunicaba pero sin que apareciera.

“Termine con Clarín”, sentenció Moneta. “Tendrá que aguantarse 50 portadas incómodas. Pero no tienen más”.

Fue la confluencia de los tres pilares. Manejo del Estado, Kirchner. Complacencia en la comunicación, Magnetto. Apoyo sindical, Moyano. El trípode de poder facilitó que Kirchner impusiera su hegemonía, durante su mandato presidencial. Ciclo (2003-2007) que debiera estudiarse académicamente, como ejemplo de la construcción de poder.

Con Kirchner en vida (pero ya sin ser el presidente) se registró el tratado conflicto con Magnetto y el Grupo Clarín. Ver “Guerra de Convalecientes”.

Aquí Moyano también lo acompañó. Fue el inspirador del cartelito “Clarín Miente”. 

A partir de la muerte (irresponsable) de Kirchner se produce la distancia con “el indeseable” Moyano.

Como si La Doctora cumpliera con la instrucción póstuma de El Furia. Si nos inducen a buscar una fecha emblemática, fue el 27 de abril de 2012. Cuando La Doctora percibió que podía colmar el estadio de Vélez sin ayuda del sindicalismo, ni del “aparato justicialista”, y relegar sin inconvenientes a los “gobernadores atragantados” (cliquear), hacia un espacio subalterno.

Es el turno de los buscavidas de Unidos y Organizados y de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. La gestación de la fuerza de incondicionales absolutos, que le permitiera mantener a La Doctora el perfil preferido. Sin imágenes deprimentes. Y aplicar la sentencia movilizadora de “ir por todo”. Hasta desgajarse y paulatinamente reducirse, en una política de circuito cerrado. Hundida entre sus incondicionales, los aplaudidores del elenco estable.

Sin el apoyo del trípode, era una cuestión de tiempo. El cristinismo ya era una causa perdida (Ver “Nuestra César contra El Charol“).

Pero La Doctora no acepta que fue precisamente con Magnetto y Moyano que Kirchner conquistó la hegemonía. Por lo tanto le costará también admitir las claves de su caída.

Creer que podía suplir los servicios que le resolvía Moyano con los buscas incondicionales de Unidos y Organizados, y con la docilidad de los gremialistas deslegitimados como Caló o Yaski, es tan idiota como creer que podía suplirse el servicio inicial del Grupo Clarín con el amontonamiento de sellos de prensa y de canales del Grupo 23, o del diversificado Cristobalito.

 

Relatividad de las encuestas

En adelante, con la constatación de la fortaleza de Moyano y lo que representa, correspondería relativizar el dictado de las encuestas, que signan la placidez de los comportamientos.

El gobierno se inspiró en la hipocresía de aferrarse a la imagen negativa de Luis Barrionuevo, Harry. E identificar la movida sindical que no entendían con su figura. Un gran acierto de Moyano consistió en perforar la negatividad que le marcan las encuestas, para imponerse con su legitimidad, con “el encanto de la negritud”, y acompañado del izquierdismo adaptable de Pablo Micheli y sobre todo del mismo Barrionuevo, con quien nunca Moyano dejó de comunicarse, sin necesidad de hablar siquiera por teléfono. Abundaban, por doquier, los canales. Como persisten en la actualidad los diálogos con los pocos suicidas que se encuentran transitoriamente enredados con Caló.

Aparte, Barrionuevo es el portador de una indiscutible popularidad que espanta, pero que asimismo atrae. Induce a la hipocresía del sensible que supuestamente se disgusta con sus sentencias, pero lo escucha con secreta admiración. Mientras tanto se repiten las imposturas que le produjeron la fama de filósofo de arrabal.

Barrionuevo es otro ganador por su coherencia. Siempre estuvo enfrentado al cristinismo y conserva la suficiente inteligencia como para cederle el liderazgo a Moyano. Al que tanto supo gastar cuando La Doctora lo expulsó del palacio.

“Estamos tristes, La Patrona ya no se pone más el gorrito de Camioneros”, le decía Barrionuevo, por teléfono, a uno de los tantos canales. Un gordo, que adelgazó admirablemente.

 

Los postulantes tibios 

El tercer mensaje del 10 de abril es para los referentes tibios que aspiren a colocarse la banda en 2015. También pueden situarse entre los perdedores de una jornada que no supieron evaluar. Anticipos de los escenarios que tendrán que enfrentar en caso de tener éxito, y suceder a La Doctora.

En los radicales vaya y pase. Pueden alegar una suerte de obstáculo tradicionalmente cultural. Una imposibilidad para captar la dinámica del movimiento obrero, mayoritariamente peronista.

En cuanto a “Sergio, Daniel y Mauricio”, los tres integrantes de la miniserie, es perdonable el error de Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol. Porque, aunque es un buen amigo de Moyano, se encuentra aferrado a la estrategia improvisada de La Doctora que no acierta.

En su impotencia, La Doctora instruyó a los incendiarios para que se incineraran. El caso más grotesco es el de un peronista en la pendiente como Capitanich, El Premier. Costará facilitarle, al Montenegrino Denso, el retorno desde el ridículo (aunque en el peronismo siempre se puede).

O de otro “compañero” como Randazzo, El Loco, que se deslizó por los mismos lugares comunes.

Como Kunkel, El Lindo Julián (Domínguez), o el inexplicable Pérsico, “compañeros” que rifaron sus trayectorias al pronunciarse contra “el chantaje” y la “extorsión” de esta huelga. Para deslizarse en la gilada autoritaria de sostener que el “paro es político”. Como si algún paro, de los tantos en que participaron, no lo hubiera sido.

A veces una huelga/les arruina el alma”, dice un poema de Mario Benedetti. Con el “alma arruinada”, el cristinismo verbal ayer hizo el ridículo. Pero también Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, y Sergio Massa, Aire y Sol II, se desgastaron en intrascendencias, como consumidores de encuestas que muestran también su desconcierto ante el confirmado renacer del sindicalismo, sin el menor apoyo del peronismo político. Con la inalterable capacidad de paralización, y sin necesitar, siquiera, de las enternecedoras inocencias de la izquierda tan combativa como adolescente. La que prefiere sobreactuar, incluso, hasta su alborotado crecimiento.

David, el juntador de cabezas

Martínez, socio de Magnetto en Cablevisión, compra las acciones de Telecom Italia. ¿Acercamiento entre el Gobierno y Clarín?

escribe Oberdán Rocamora

David Martínez Guzmán es el poderoso inversor mexicano de Monterrey. Oscila cotidianamente entre sus pisos de Nueva York y Londres. 56 años.
Suele molestarle, según nuestras fuentes, que los tilingos lo llamen “deivid”. Prefiere que lo llamen David.
Como si celebrara su propia proeza. Desde la humildad social del origen, hasta convertirse en el equivalente de otro mexicano emblemático. Carlos Slim, el paisano más rico del mundo.

Con la astucia de su mirada penetrante, y con cierto sospechoso movimiento de los labios que remiten a la sugerencia, David Martínez Guzmán inquieta a sus interlocutores.
Los cautiva. Una de dos: David genera invariable admiración o instintivo rechazo de piel.

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Franquicias del peronismo

Ante el riesgo de la derrota, como en 1983 y 1999.

sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari

Introducción
Calas políticas

¿Y ahora? ¿Cómo se sigue?
Cuesta, en adelante, ante el aroma penetrante de las calas políticas, sostener las imposturas de La Doctora. La trivialidad de sus desmesuras.
Acosada -la pobre- entre la derrota de agosto, que no empieza a aceptar, y la derrota más grave, que se perfila en octubre.
Cuesta también recurrir a la indulgencia democrática de ayudarla. Para que “el gobierno termine lo mejor posible”.
O mejor, simplemente, para que termine. Para que se llegue a 2015 con reservas de aire. Y alguna dignidad.

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Fondos chinos para humillar a Brasil

La Doctora, sus rencores, y la utopía de las represas.

escribe Serenella Cottani
Río Gallegos

De las utópicas represas -Condor Cliff y La Barrancosa- la cronista publicó suficientes textos en el sitio web. Del 2007, 2008. Releerlos mantiene el extraño encanto de la frustración colectiva.
Y la evaluación más deplorable: con sus llamados a licitaciones y sus adjudicaciones falsas, las represas sirvieron, apenas, para armar tablados políticos.
Como el que viene a armar, otra vez, en la plenitud del ocaso, la señora Cristina, la Presidenta, hoy demasiado golpeada.
Supimos llamarla La Elegida. Después Nuestra César. Ahora es La Doctora.
Pasaron seis años, de avances y retrocesos, para la (probablemente) definitiva adjudicación.
El cambio más trascendental pasa por el nombre. Condor Cliff y La Barrancosa ya son Néstor Kirchner, el extinto Furia que impulsó la utopía, y Jorge Cepernic, en homenaje virtual al romanticismo casi revolucionario de los 70. Años ideales para olvidarlos.

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Aire y Sol II, Massa, y Aire y Sol I, Scioli

“Siete samuráis” de julio marca el retroceso de La Doctora.
sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción Final Carolina Mantegari

Introducción
La rayita imaginaria

“No preocupa tanto perder el poder. Les preocupa perder la libertad”.
La Garganta consolida la evaluación.
La (casi) segura derrota del cristinismo, también en la provincia (inviable) de Buenos Aires, no desespera, paradójicamente, a los cristinistas en retirada.
Los calma, y sobre todo los contiene, la conveniente liviandad del discurso de Sergio Massa, La Rata del Tigre. En adelante Aire y Sol II.
Les aporta tranquilidad. Les anticipa cierto sosiego espiritual.
“A Massa, que presentó La Ley de Medios, ya lo indultó Clarín”, confirma otra Garganta. “Tiene vocación para amnistiar”.

Quien encabeza el desprendimiento, la Franja de Massa, o el cisma, suele aposentarse entre la intrascendencia de la proclama de paz y amor. Del apego a las excelencias de la gestión.
Anuncia el fin de la “política de las descalificaciones”. Destaca el positivismo vital de la “no confrontación”. Traza la consiguiente implantación de una “raya” imaginaria que clausura los traumas del pasado. Para dedicar las energías, en adelante, hacia el “futuro”. A los efectos de “resolver los problemas de la gente”. O peor: de “estar cerca de la gente”. Un conjunto de vaguedades que encantan orejas distraídas. Genéricamente básicas, que repiten, también, con menos suerte, otros aventureros, que aportan aburrimiento en la campaña menos atractiva que se tenga memoria.
“Lo peor de las PASO son los debates sobre las PASO”, grafica con acierto Jorge Yoma, anclado en la Estación Macri.
Pero las liviandades convenientes resultan, en Aire y Sol II, transitoriamente admirables.
Con su rayita imaginaria, Massa se encuentra condecorado por la magia de ser el depositario de las ambiciones de permanencia de una magnífica troupe de medialuneros. Y de las esperanzas de un gran sector de la sociedad, saludablemente necesitado de creerle.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

* * * * *

El segmento

En “Geometría de los Samuráis” de mayo se explicó que aquel triángulo que conformaban “Cristina, Mauricio y Daniel”, se convirtió, con la irrupción de Massa, en un rectángulo.
Para transformarse, después, en un segmento. Tema tratado a principios de julio, en “Detrás de La Doctora y de la Franja de Massa”.
El segmento citado consolidaba a la señora presidente Cristina, La Doctora, en uno de los vértices. Con Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol I detrás, de escolta.
Y con Massa, Aire y Sol II, en el otro vértice. Con Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, detrás, también de escolta.
Con los desplazamientos triunfales que marcan las encuestas a favor de Aire y Sol II (Massa), y por la desertificación conceptual del oficialismo en banda, se asiste -para Consultora Oximoron- a la sobrevaloración funcional de Aire y Sol I. O sea de Daniel Scioli.
Por la carencia alarmantemente generalizada de referentes presentables, Scioli -devaluado y mancillado- debe ponerse al frente de la campaña remontadora. La que lleva al solvente mini-gobernador Martín Insaurralde, El Barrilete de Plomo. Cuesta remontarlo.
Entonces Scioli desplaza, en el vértice del segmento, a La Doctora. En su scioli-dependencia obligada, La Doctora ingresa -aunque bulliciosamente- en el ocaso. Sumergida por los incapaces que debieran cubrirla, pero que la hunden en dramatismos enfáticos que derivan en papelones memorables. A pesar de los shows en continuado de los aplaudidores escenográficos. En los actos donde, colmada de autoreferencias laudatorias, comienza, la pobre, a despedirse.
En la segunda quincena de agosto a La Doctora le costará contemplar el cielo. Por el tráfico múltiple de garrocheros que, desde los distintos puntos de la patria, clavarán la garrocha a los efectos de elevarse hacia el “Tigre, Tierra Santa”, Sede de la alcaldía Aire y Sol II. Y lugar de residencia y esparcimiento deportivo de Aire y Sol I. En Villa La Ñata.

De manera que, en el segmento principal, hoy se encuentran los dos positivistas. Con fe y con esperanzas. Aires y Soles.
El Aire y Sol I, Scioli, ahora con las huestes desesperadas de La Doctora, detrás. Lo siguen con la nariz tapada, y con deseos de que pueda socorrerlos el gobernador Sergio Urribarri, El Padre del Marcador. Pero Urribarri viene muy lejos de los samuráis. Debe hacer méritos en el pelotón de los aspirantes.
Y Aire y Sol II, Massa, con Mauricio detrás. Y con el extraordinario despliegue territorial de los medialuneros furtivos. Adelantados que cambian hábilmente de monta, para permanecer. Y suscriben el cuento de la raya imaginaria que separa el presente del pasado. Sin “descalificar”, siempre “cerca de la gente”. Paz y amor.

Los Aires y Soles encabezan el Informe de los Siete Samuráis de julio. Seguidos de cerca, aún, por Mauricio. Descolorido y sin armado, pero en la tercera posición.
El Niño Cincuentón -exponente emblemático del macricaputismo- apuesta al mérito de diluirse detrás de Massa en la Buenos Aires inviable. Y sin siquiera reclamar la reciprocidad elemental en el Artificio. Para que Massa declare su preferencia por la señora Gabriela Michetti, La Princesa de Laprida, y de Diego Santilli, El Colorado, al que promueven con el propósito inconfesable de desplazarlo del ministerio.
Para Oximoron, El Niño Cincuentón podrá imponer, al menos en agosto, a los senadores macricaputistas. Que también se anotan en los beneficios de la gestión, se proponen “resolver los problemas de la gente”, como excelentes positivistas de la paz y del amor.

El peronismo que cansa

El Informe Oximoron de julio constata el fundamentado cansancio social que produce el peronismo.
La metodología perversa que le permite siempre reciclarse.
Se legitima entonces la expansión del interés entre los tres exponentes módicos del “no peronismo”, que se imaginan lícitamente presidenciables. Mantienen, entre ellos, márgenes de entendimiento.
El cuarto samurai de julio es Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto. No tiene inconvenientes en imponerse en Santa Fe. Para salir después a la aventura de juntar. Proyectarse desde el parlamento.
El quinto y el sexto samurai son oriundos de Mendoza.
Ernesto Sanz, La Esperanza Blanca, ya está lanzado. En el ciclo del amague mediático.
Y Oscar Cleto Cobos, El No Positivo, que se impone, según nuestras fuentes, en Mendoza, y con contundencia. Pese a los obstáculos que le plantan los correligionarios entrañables (ampliaremos en próximo Relevamiento Federal).
Cobos, como Binner, saldrá a juntar desde el Parlamento.
Hay quienes planifican, incluso, que los dos deberían juntarse.

La recuperación de la Unión Cívica Radical es siempre preocupante. El partido centenario suele aportar el suspenso garantizado. Acción y aventura en sus turnos históricos que sirvieron, hasta aquí, para revalorar el peronismo.
Justamente el peronismo que hoy -por la dinámica de su perversidad metodológica- cansa.

Final con La Doctora

Por capacidad de daño, y por su implícita condición de cuadro influyente, el Informe Oximoron de los Siete Samuráis de julio lo cierra La Doctora. Aunque esté, en la práctica, fuera de juego. Entre la magnitud de las peleas desaconsejables. En sistemática simultaneidad.
Primero, la más lesiva. Contra el Grupo Clarín. Sin respetar, curiosamente, la alegada cuestión de género.
La Doctora ni imagina, acaso, que la señora Ernestina, directora nominal del ejército que considera enemigo, pasa, según nuestras fuentes, por una instancia triste de senilidad, que la aleja del combate racional. Debiera medirse en los agravios, sobre todo después de haberla agraviado tanto.
Segundo, la pelea inútilmente desgastante con la Suprema Corte. Aunque tal vez pronto La Doctora pueda conmoverse con la constitucionalidad más deseada. Pero por convicción jurídica, y no como consecuencia de los aprietes que le ponen, a su ocaso, migajas de autoritarismo.
O la última para citar, su guerra moderna contra los servicios de inteligencia. Impulsada por Carlos Zannini, el gran consumidor de pescado podrido, que cree que “las servilletas” obstaculizan sus decisiones políticas. Fueron errores que la arrastraron hacia el papelón-Milani.
Después de todo, el conflicto de fondo La Doctora lo sobrelleva consigo misma. En la desesperada búsqueda de convencer, al semejante, que el suyo es un gobierno revolucionario. Transformador. Sin darse cuenta tampoco que cada vez más semejantes, que para colmo nada tienen de oligarcas ni de gorilas, en cuanto aparece invasivamente en sus casas acuden, sin culpas, al cambio definitivo de canal.

Carolina Mantegari
Redacción final Consultora Oximoron