Los bárbaros están aquí

Acantonamientos policiales anticipatorios de saqueos.

escribe Carolina Mantegari

“Porque hoy llegarán los bárbaros; 
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros”. 
Constantino Cavafis 

“Vemos los saqueos, pero no conseguimos ver la

 invasión. Ni, en consecuencia, comprenderla”.
Alessandro Baricco

 

En cuanto el policía se acantona en la lícita protesta, el bárbaro se amontona para el saqueo. Hay que esforzarse para comprender la necesidad de agremiación de las fuerzas de seguridad. Sobre todo de la policía. Es la organización fundamental si se aspira a combatir, de verdad, la patología del narcotráfico. El fenómeno estratégicamente instalado que llegó para quedarse. Y que aquí se finge combatir. Apenas desde la inútil oralidad. (Ampliaremos).Hay que diferenciar, en adelante, por ejemplo en Santa Fe, a los azules radicalizados de Apropol, de los azules moderados de Utrapol. Otra vez emerge el efectivo cuento del policía bueno y el policía malo. “Hablá conmigo, mirá que el otro es peor”. La sociedad presa, sin otra alternativa, tiene que “cantar”. En la penetrada Santa Fe, en la sospechada Buenos Aires, en la lacerada Córdoba, siempre en la vanguardia. A esta altura del relato, en cualquier parte.

Sergio Berni, El Licenciado Serial, el secretario de Seguridad que ya se cargó dos ministros del área, hoy suele destacarse por distribuir gendarmes. Demasiados miles en Buenos Aires, 2500 para Santa Fe, 2000 para Córdoba. ¿Quién quiere más gendarmes?
Aunque Berni debiera tener más cuidado con la distribución. Y no por el control de las fronteras, que casi a nadie le importan. El Licenciado Serial debe cuidarse de no abusar del uso de la gendarmería. Para no irritar más, sin ir más lejos, a la sensibilizada policía. (Con el ejército, como está planchado, no hay problema). Vaya el mensaje directo: “La gendarmería, Berni, es como el champagne. Debe ser consumida con moderación”.

La efemérides 

La desafortunada efemérides anuncia justo los treinta años de la democracia. Coincide -la efemérides- con la implantación global de la barbarie. Significa confirmar que la espera, en cierto modo, se acabó. Los bárbaros ya están aquí. Y para colmo están entre nosotros. O más grave aún: ante la ventaja posible de la impunidad, perfectamente el bárbaro puede ser cualquiera de nosotros.

Los bárbaros que invaden los comercios, las casas de los vecinos. Consecuencia de la sigilosa programación o por la instintiva espontaneidad. Para arrasar contra los bienes, sobre todo de consumo, que vengan de arriba. Habrá que evitar que nos despojen, en lo posible, de los nuestros.

Lo conveniente es suspender la tentación del balance por la efemérides. Despegar la pobre “democracia recuperada” de los miserables arrebatos del rencor social. Es aconsejable separar el conformismo autosatisfactorio de la celebración -por los treinta años- del cuadro severo de desconsuelo. Por la sociedad que hemos -en treinta años- construido. Por la ruptura del compromiso más elemental, que marca la patética expresividad del fracaso.

Entre el optimismo cruel del siglo diecinueve, Domingo Faustino Sarmiento nunca podía haber advertido que la barbarie, al final, iba a imponerse en el corazón de las ciudades. Reservadas, en el maniqueísmo de su teoría, para la placidez de la civilización. Hoy cuesta recitar las loas inconvincentes hacia la democracia mientras se padece el temor por la devastación. A través de la desesperación de Los Excluidos, y del resentimiento de Los Mal Incluidos. Se enturbia, al menos, la euforia falsa del festejo.

“Esperando a los bárbaros”

Armados -con seguridad privada-, los comerciantes esperan la transformación de los habitantes en bárbaros. Con el pánico fundamentado, se aguarda la barbarie como si se tratara de la peor inundación. La multitud que avanza movilizada por el afán de despojo destructivo.

El comerciante aguarda la llegada de los bárbaros sin la recatada belleza de Constantino Cavafis, el ejemplar poeta griego. Sin la hondura narrativa con que John Maxwell Coetzee, que -inspirado en aquel Cavafis- supo describir el estado impotente de la quietud, que anticipaba la llegada. (Ver “Esperando a los Bárbaros”, la gran novela de J.M. Coetzee). Ni nuestro Sarmiento, ni Cavafis, ni el propio Coetzee, y ni siquiera Alessandro Baricco, podrían valorar la magnitud del horror que registra el decidido señor Chou. Es el comerciante chino, o acaso coreano, del barrio. Chou protege con bolsas de arena la entrada del supermercado, pequeño pero completo. (Lo explota con su familia desde las 7 de la mañana hasta las once de la noche). Para defenderse de los clientes transformados en bárbaros -que acaso nunca van a llegar- nuestro Chou contrató seguridad privada. Dos policías retirados y un pesado chino de civil, desocupado y frontal, que no vacilaría, llegado el caso, en tirar. Vigilia con armas. Este diciembre Chou decidió que los bárbaros, que lo merodean, no van a pasar. Va a defender, a balazos, su negocio, de los vecinos saqueadores. Los bárbaros urbanos que desmoronaron las superadas teorías del crédulo Sarmiento.

23-D

Berni, figura fuerte en el actual esquema cristinista, compartió información de inteligencia, según nuestras fuentes, en línea directa, con el Ex Gordo Montenegro, su par del Artificio Autónomo de la Capital, el distrito controlado por el macricaputismo. La compartió también con Alex Granados, El Mangrullo, par de la provincia (inviable) de Buenos Aires, del “palo”, o sea peronista. Y con el solvente señor Lamberto, par de Santa Fe, de confesión socialista. Con Lamberto, El Licenciado Serial hasta paseó en helicóptero. Por el cielo triste cubre La Circunvalación.

Al cierre del despacho, se desconoce si los partes de inteligencia, que nutren a Berni, proceden de la hostigada secretaría oficial. La de “El Ingeniero”, que nominalmente comanda Icazuriaga, Corazón de Ballena. O si los partes proceden de los aportes confiables para La Doctora y Zannini, El Cenador. Los que suelen brindar los multiplicados canales que se reportan al general César Milani, el Héroe de las Madres y las Novias. La información advierte, según nuestras fuentes, sobre desmanes que se preparan para el próximo 23 de diciembre. Saqueos que huelen a conspiración “viralizada”. Programada. Montada sobre la necesidad que no alcanza a suavizar el relato, sostenido por indicadores imaginarios que aluden a los logros de la década. Por lo que pudo rastrearse, el enigmático 23-D lo planifican Los Mal Incluidos para facilitar la invasión de Los Excluidos.Tanto jorobar con aquel 7-D, que terminó en decepción, para construir otra frontera nueva. El 23-D. Que se adelanta para el 20-D. Pero los partes, sean de Milani o de El Ingeniero, ya fueron superados. Como la situación. Por nuevos partes que anuncian protestas y acantonamientos policiales, anticipatorios de saqueos, que no pueden ser resueltos por Berni, El Distribuidor de Gendarmes… Los bárbaros están aquí. En las ciudades. Son ellos, ahora, los que esperan.