Desde Boudou (Lijo) a Kicillof (Griesa)

La Argentina estancada. Imagen congelada de teleteatro.

escribe Oberdán Rocamora 
Redactor Estrella, especial

La Argentina se debate entre las fojas de la causa que conduce Ariel Lijo, con las fojas de la causa que deriva en el Juez Griesa.
En un marco de estancamiento, que los técnicos califican de estanflación. Coctel de recesión con inflación. Desde la decadencia del gobierno, se agudiza el hábito de la mala praxis. Ineptitud complementa la falta absoluta de credibilidad.
Basta agregarle al cuadro naturalista la atmósfera espesa de una campaña electoral prematuramente desatada. Con los comportamientos de las primeras figuras que dependen, en general, de los veredictos sabios de los encuestadores, y los consejos relativamente frívolos de los asesores de imagen.
Quien enlaza ambas causas, para unificarlas, es el ignoto Guido Forcieri, flamante emblema de la argentinidad al palo. Forcieri impregna de superior grotesco a la actualidad. Pretexta (a Lijo) que no puede comparecer en la Causa Ciccone, ya que debe colaborar con la patria en la comedia inflamada de los fondos buitres (que dirige Griesa). “Mi reino por un caballo”. Lo prioritario, siempre, es zafar.

La picaresca bonaerense   

El anecdotario que ilustra los berenjenales de ambas causas es bastante nutrido. Se detalla con generosidad en los grandes medios.
Anécdotas ideales para ser comentadas, apenas, en el entretiempo. Con el complemento del Mundial de fútbol, la realidad televisiva es perfectamente tolerable. El torneo tendría que ser eterno.
Las coloridas peripecias de Amado Boudou, El Descuidista, y de su “Cataliñón”, José María Núñez Carmona, Nariga (que se atienden en Lijo), en el imaginario colectivo se mezclan con las excursiones “negociadoras” de Axel Kícillof, El Gótico (que se atienden en Griesa).
Las primeras producen la actual sobredosis de Boudou. Remiten a la literatura picaresca del Siglo de Oro español, del siglo XVI.
Para entender a estos antihéroes, que podían haber desfilado en El Lazarillo o en Guzmán de Alfarache, hay que recurrir a la astucia ofensiva del pícaro. Pero son exponentes de la picardía bonaerense generada entre los siglos XX y XXI. De los que sin grandes escrúpulos encararon la utopía del ascenso social. A través de la salvación individual, que depara la riqueza.
“Hacerla”, como sea, es la consigna. Para llegar. 
Aquí emerge Boudou como el prototipo del oportunista que supo distinguir el claro. Aprovechar hábilmente los agujeros por dónde infiltrarse, para crecer. Y “hacerla”.

Consta que desde el inicio El Descuidista aprovechó todo lo que pudo. En ámbitos ya superiores, supo utilizarlo de canal a Sergio Massa, La Rata del Tigre, para consolidarse en Ansés. Se las ingenió también para que Massa, entonces Premier, lo acompañara a presentar cierta idea salvadora a La Doctora. Ya que el pícaro, para escalar, siempre debe resolver los problemas al poderoso. La idea consistió en pegar el manotazo furibundo hacia los fondos previsionales de pensión. Aquí el pícaro se excedió: conquistó no sólo a La Doctora. También lo sedujo a Néstor, El Furia, tan reacio y desconfiado para tratar con “los lindos”. Como Boudou. Que enterneció (con fondos y soluciones) hasta a la señora Hebe de Bonafini. Tocaba la guitarra, cantaba a dúo hasta con Cabandié, andaba en motocicleta con el pelo al viento, mientras una rubia extraordinaria se abrazaba a su cuerpo.
Muestras que el pícaro había escalado. La “había hecho bien”. Y El Ganador fue rápidamente ministro, para algarabía de su Cataliñón, Núñez Carmona.
Juntos, los pícaros hubieran cometido menos desprolijidades si sospechaban que La Doctora iba a escoger a Amado como compañero de fórmula presidencial. 
Si se conformaba con ser candidato a la jefatura del Artificio Autónomo, para perder con Macri e instalarse.

No olvidar cuando La Doctora, que aún tenía el vibrante manejo del suspenso, convocó a los tres aspirantes. Filmus, El Psicobolche, Tomada, El Buenito, y Boudou, Para dictaminar: “Filmus, vas vos”.
Tampoco se debiera olvidar que El Furia lo barajaba a Boudou para postularlo como gobernador de Buenos Aires. En uno de los innumerables esmerilamientos a Scioli.
La cuestión que El Pícaro, muy pronto, se había acostumbrado a las alturas. Acumulaba manejo informativo. Aunque siempre, invariablemente, en algún momento, le saltaba el trucho que aún habita en su interior. Por ejemplo cuando lo visitó la embajadora de Estados Unidos, y le dijo que le fascinaba esquiar en Aspen, surfear en California. Pero la embajadora debía entenderlo. No lo podía decir.
Como hoy tampoco El Descuidista puede decir: “¿Por esta tontería de Ciccone me voy a caer?”. “Con la que aquí se llevaron me van a llevar puesto por esto”.
En el ocaso, en la caída, El Pícaro se convierte en el problema. Porque es del estilo tierno. Melancólico. Casi mimoso. De los que no les gusta irse solo.
Quiere estar acompañado. Extraña mucho.

La tragedia ideológica

Así como el dilema de Boudou remite a la literatura picaresca (que despacha Lijo), el dilema de Kícillof remite al riesgo de la tragedia (que administra Griesa).
Mientras Boudou se atormenta por el procesamiento de Lijo, Kícillof tiene que encarar la animadversión de la sentencia de Griesa.
Aquí, para ser ecuánimes, debe diferenciarse la moralidad de cada sujeto.
Boudou es el pícaro descubierto que bregó por la salvación individual, mientras lo de Kícillof es más grave. Es el crédulo que apostó por un proyecto colectivo, que hoy confronta con la realidad. Y hace estragos en su identidad. El post keynesiano, casado con una crítica literaria, debe hacer un curso acelerado de pragmatismo y batirse interiormente entre su discurso y su acción.
El ideologismo de centro de estudiantes de Kícillof nada tiene en común con la amoralidad atractiva de Boudou.
Lo que tienen en común, sin embargo, es la confianza que La Doctora depositó en ellos, a los que hizo ministros de Economía.
Primero en Boudou, que se convirtió en el gran error de su administración de viuda. Cuando El Descuidista de Mar del Plata sedujo políticamente a la muchacha de Tolosa, al extremo de formar la dupla de la Ruta 2.
Es la misma confianza que La Doctora ahora deposita en Kícillof, intelectualmente seducida por la arquitectura de sus razonamientos.
Hoy Kícillof es el ministro principal, sobre todo después del superlativo desgaste de Milton Capitanich, El Premier.
Si a El Gótico le va más o menos bien con la instrumentación de los inventos que instruye La Doctora, va a ser, según nuestras fuentes, el Elegido para intentar sucederla. Así sea en elecciones posiblemente adelantadas.
Se impone Kícillof en la predilección de La Doctora sobre Sergio Urribarri, El Padre del Marcador, que sobreactúa su lealtad y tiene el defecto de ser peronista.
Y por supuesto Kícillof cuenta con mayor legitimidad que Rossi, El Soldadito de Milani, o Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. o Domínguez, El Lindo Julián. Estimulados, todos, por la devoción más irracional de La Doctora, que heredó también de El Furia. Esmerilarlo a Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.La epopeya de los fracasos 

Paulatinamente Kícillof se eleva como el continuador ideal. Aunque remite a la tragedia.
El Gótico se habituó a la rutinaria tergiversación de presentar los grandes fracasos como epopeyas gloriosas. Imposturas que los opositores envueltos deben comerse, con la salsa de su incapacidad.
La catástrofe más simbólica fue la confiscación de YPF. Aquí Kícillof superó el desgaste irreverente. Pasó del amague de no pagar una moneda a provocar -por instrucción resignada de La Doctora- la glorificación de Brufau. En España deberían construirle hoy a Brufau un monumento en Plaza Cibeles. Por haberle cobrado dinero fresco al moribundo, aunque anticipado por la Banca Morgan, a la cuenta diferida del futuro que deberán saldar alguno de los opositores envueltos.
Hoy Kícillof y Galluchio juntos enlazaron a YPF con Chevron. Con aspectos que no deben saberse, en un acuerdo que va a terminar, según nuestras fuentes, mal. Para algarabía de Carlitos Bulgheroni, El Dragón del Cerro. Ampliaremos.
Otro fracaso de Kícillof, que se celebra con cohetes y cañitas voladoras, es el arreglo con el Club de París. En su rendición incondicional, Argentina se comprometió a pagar hasta el punitorio más inimaginable. Y  algunos créditos que –se sospecha- no contaban con el seguro de crédito a la exportación. Miles de palos de más para que el relato derrumbado conserve alguna migaja de credibilidad para los “muchachos que bancan el proyecto”. Para sacar del acuerdo al Fondo Monetario Internacional que Argentina integra. Y no arriesgarse al examen de un artículo 4 que no le importa, en definitiva, a nadie. Ni siquiera a los viatiqueadores del Fondo que llegan a las capitales con más deseos de aprobar todo que de irse.

Kícillof, la estrella del cristinismo, tonto pero no tanto, es el instrumentador de la estrategia del pedal que castiga Griesa. Y que conduce, para nuestro horror, Carlos Zannini, El Cenador que se mantiene dispuesto siempre a los churrascos. 
A los billetazos limpios, Kícillof debe combatir el default permanente que habitamos. La cesación de pagos. La situación de quebranto a la que se llegó por la combinación de mala praxis, desidia e ineptitud.
Pero con estilo envolvente. Útil, apenas, para envolver opositores. Al que se le agrega la alucinante internacionalización del conflicto que ya se dirimió en el ámbito judicial (Griesa).
A partir del colapso de la irresponsable estrategia del pedal, Kícillof lleva el conflicto a las Naciones Unidas. Como si hablara en una asamblea estudiantil, lanza su prédica casi antimperialista en la ONU. Y ahora se dispone a mangar solidaridad, para colmo, en la OEA, que tiene menos utilidad práctica, incluso, que el Grupo de los 77, aunque se le incorpore China, anotada en el cinismo multilateral..
A partir de hoy, 30 de junio, Argentina ingresa en la moratoria. Con la guillotina sobre su piadosa estructura, mientras suplica por solidaridades intrascendentes, que se agotan en los discursos encendidos que se apagan a medida que se emiten.

La picaresca de Boudou brinda el desbarajuste institucional que termina, a lo sumo, en Zamora, El Neo Juárez. El santiagueño, mucho más pícaro y efectivo que El Descuidista, se prepara para –llegado el caso- encargarse del Ejecutivo. Y llamar, en caso de no poder evitarlo, a las elecciones anticipadas. ¿Ampliaremos?
Los desplazamientos orales de Kicillof, en cambio, mantienen el final incierto. Un riesgo de calesita chocada.
Con el país estancado, congelado. Como una mala imagen de teleteatro vulgar.

El paraíso de “The Old Fund”

[N.del E.: A raíz del llamado a indagatoria al Vicepresidente de la Nación, Jorge Asís volvió a postear el artículo que originalmente había escrito sobre este caso]

Con un fondo inversor enigmático Boudou pasa a controlar Ciccone            (08/07/2011)

“Tenemos cerrado con Boudou el contrato para fabricar los billetes”.

Alejandro Paul Vandenbroele, Director Titular y Presidente de The Old Fund, intentó entusiasmar a los sindicalistas gráficos. Están bastante preocupados, como los operarios, por el destino laboral de Ciccone Calcográfica. Empresa líder, suerte de “Casa de Moneda Privada”. Quebrada. Alquilada, hasta hoy.

En adelante, no va a ser necesario fabricar los billetes en el Brasil. Gracias a la conducción estratégica de Amado Boudou, ministro de Economía y candidato a la vicepresidencia, Ciccone Calcográfica se recupera. Pudo liberarla de las garras adversarias del duhaldismo. En realidad de Boldt, la empresa de “Tabanelli”, El Tano. Boldt la había alquilado durante un año, por cuatro millones de pesos, pagados por adelantado, con la aprobación del juez Cosentino, que atiende los padecimientos del quebranto.

Pero Boudou, El Insaciable, venía interesado patrióticamente en el funcionamiento de la planta. Logró convencer, según nuestras fuentes, a la señora Cristina. Ciccone debía ser liberada del enemigo.

De manera que, con la apoyatura implícita de Zannini, aquí su aliado, don Amado se puso a operar. Contó con un instrumentador de la magnitud moral de José María Nuñez Carmona, alias Nariga.

Trátase del ser inquieto que conquistó, oportunamente, alguna repercusión olvidable. Por un sobre con billetes que apareció en determinado escritorio de Telam. Ampliaremos (sólo si viene al caso).

Nuñez Carmona es el amigo entrañable del (posiblemente) próximo vicepresidente de la república. Un Nariga leal que suele resolverle -a Boudou- los problemas cotidianamente inmobiliarios de Mar del Plata. Ampliaremos (si es necesario).

Sin embargo, Núñez Carmona no fue el héroe señalado para presidir el fondo salvador. The Old Fund, que emerge para convertirse en la “solución final”. Para el escatológico procedimiento que condujo a Ciccone hacia la quiebra. Y hoy hacia el rescate. De la empresa que, desde 1951, los hermanitos Ciccone confeccionan “billetes de banco, cheques y valores, sistemas de identificación de personas, pasaportes y cédulas de identidad, placas y cédulas de identificación de vehículos” (etc., por más datos consultar su web). Para transformarse, por la quiebra, en el tesoro apetecible. La tentación de aventureros más o menos respetables.

Pero Vandenbroele es el afortunado. Hombre felizmente emprendedor. Culturalmente identificado con sus orígenes holandeses. Es la cabeza visible de The Old Fund. El Viejo Fondo. Grupo inversor que mantiene el encanto del enigma. Ante tantos desconfiados maliciosos, que suelen atentar contra “el modelo”. Y que suponen equivocadamente encontrar, en cualquier rubro, invenciones relativamente equiparables a Meldorek. Porque descreen que Argentina sea, aún, altamente confiable para inversores de semejante dimensión.

 

Curazao

Pero Argentina, tan fácilmente entregada, se encuentra en las vísperas de encargar la gravitación de su papel moneda a The Old Fund. Sus billetes crocantes, documentos, patentes, placas.

Como principal accionista, The Old Fund lo tiene, según nuestras fuentes, a Tierras Internacionales Investment CV. Empresa clavada en los Países Bajos (Holanda). Pero inscripta, en la patria, como sociedad extranjera. Con un impresionante capital de 30 mil pesos.

De las 30 mil acciones a un mango, a Tierras Internacionales Investment CV le pertenecen 28.500. El restante titular, de las 1.500 acciones, es Sergio Gustavo Martínez. El Director Suplente (de Vandenbroele).

El representante legal, inscripto en la Dirección de Personas Jurídicas de Buenos Aires, es Carlos Schneider. Domiciliado en el verdor de Longchamps.

La sociedad cuenta, aparte, con otros apoderados venerables. Gonzalo Pascual, Hernán Cruchaga y María Victoria Ctibor.

En la traducción del documento pueden detectarse otros firmantes que merecen destacarse. La joven Jullisa Abigail Comenencia-Koolman. Es del bello Curazao, paraíso de las Antillas Holandesas. Como la señora Indra Farah Marie Vilchez, también de Curazao, que suscribe como Miembro del Consejo de Administración. Indra Farah es, además, la apoderada de Stichting MP Services. Socia comanditaria. Empresa clavada en Katwjk (Reino de Países Bajos). Con sede en Amsterdam y oficina en Ginebra.

 

Descenso y rescate

Al descenso de la quiebra, Ciccone Calcográfica se fue por una deuda con la AFIP. Miserables 50 palos, de un total de 230. Debe rescatarse, para el rescate, la admirable capacidad de comprensión de los próceres que tienen la responsabilidad de conducir el Estado.

La inestimable colaboración de Morenito, el Secretario de Comercio que atemoriza a los distraídos. De Sbatella, de Defensa de la Competencia. De Echegaray, de la AFIP.

Pero sobre todo debe rescatarse el infatigable empeño de Amado Boudou. Es quien impulsó la aparición, casi providencial, del grupo inversor.

Hoy mismo, The Old Fund se hace cargo de la más importante planta impresora de billetes. La “Casa de Moneda Privada”, “única en Iberoamérica en ostentar dicho rango”. Pero también de documentos de identidad, circunstancia que llevó a Boudou a mantener, según nuestras fuentes, una ingrata desavenencia con Randazzo.

Al cierre del despacho, The Old Fund se dispone a tomar las riendas de la planta sofisticada de Don Torcuato. Los “duhaldistas” fueron desalojados. Con la cabeza en el piso, como los jugadores de River cuando marchan, sin fe, hacia el vestuario.

La Casa de la Moneda, la real, aquella que fuera presidida por don Armando Gostanián, ya no tendrá que compartir la impresión de los miles de millones de billetes de cien pesos. Con la colonizadora Casa da Moeda do Brasil.

Ahora, gracias al paraíso de The Old Fund, a la eficacia empresarial de Vandenbroele, y sobre todo al fervor patriótico de Boudou, los billetes se confeccionaran en Don Torcuato. Gracias “al modelo”. Para algarabía del paraíso (fiscal) de Curazao.

Aparte, no debe omitirse que Boudou también logró dominar la Casa de la Moneda (de Gostanián). A través de la señora Katia Daura. Es una joven economista, atractivamente inteligente, que responde a la estrategia plural de Boudou. Desde aquellos tiempos sustanciales del semillero del Ansés. Cuando Boudou debía reportarse, transitoriamente, a Sergio Massa, el jefe al que superó. Y que hoy suele evocarlo, con gesto distendido, desde la mini-gobernación del Tigre. Con una mezcla lícita de afecto y -por qué no- de explicable admiración.

 

Sensatez de Marcó del Pont

“Pero por ahora aquí no hace falta guita”, confirma la Garganta. Significa que, para el Banco Central, los billetes nacionales no escasean. Aunque no estén muy crocantes. “La plaza está bien surtida”. Al menos, hasta marzo del año próximo.

Pero Vandenbroele, para precipitar el rescate y la elevación, necesita darle pronto a la maquinita. Lo único que Boudou, en su ascenso irresistible, tiene en contra, en este simpático negocio, es la temporaria sensatez de la señora Mercedes Marcó del Pont.

Trátase de la presidente del Banco Central que sobrevive, según nuestras fuentes, regularmente espantada. Por los deslizamientos del ministro cantor. Cuentan las Gargantas que sólo Marcó del Pont atenúa el consagratorio triunfo de Boudou, en el escenario Ciccone.

La dama, tan carismática y sonriente, se encuentra ostensiblemente acosada.

Por arriba, el candidato a vicepresidente. Por abajo, la presencia influyente de uno de los directores. Benigno Vélez, alias Maligno.

 

El semillero del Ansés

Es -Maligno Vélez- el máximo responsable de la factura. Por haber patrocinado, en el semillero inagotable del Ansés, el ingreso de Boudou.

El muchacho liberal, astuto y activo, buen bajador, iba al frente. Era aplicadamente eficiente y necesitaba trabajar. Le costaba hasta pagar el alquiler de su departamento céntrico.

Rápidamente, con su positivismo espiritual, Boudou supo cautivarlo al otro titán, Massa. Sin necesidad de cantarle, ni de pasearlo en moto. Massa suele aceptar, sin desdén, que Boudou le resultó un “excelente empleado”. Acompañó fielmente su ascenso (el de Massa).

Cuando Massa, mini-gobernador del Tigre, fue designado Premier, en reemplazo del poeta impopular Alberto Fernández, también se quedaba vacante el semillero del Ansés. Por la partida de Moroni, referente del poeta nostálgico y surreal.

Cuentan que Néstor Kirchner, El Furia, le preguntó al flamante Premier:

“Decime, ¿a quién pongo, Massita, en el Ansés?”

Massa, respetuoso Jefe de Gabinete, le respondió: “Póngalo, Néstor, a Boudou”.

“¿Y quien c… es Boudou?”

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