La bacinilla de Francisco

La Doctora y Los Bonetistas marchan sobre Puerta de Hierro.

Tío Plinio querido,

Para diciembre el problema energético dista de ser grave. La solución es natural. La actividad cayó lo suficiente. Es la ventaja indirecta del desmoronamiento de la economía.
Entonces con la energía que hay alcanza para alumbrarnos a todos (y todas).

Para el cristinismo, tratar un conflicto, implica fomentarlo. No hay manera de salvarse. Ni “razonamiento lateral”, de los que Francisco pondera y recomienda.
Tratarlos significa avalar los alborotos que se vienen en las vísperas del verano. Las protestas irremediables de ciudadanos de pantalón corto y ojotas. Enojados por los cortes de electricidad que, en el fondo, no van a suceder. Es la suerte de convivir con la estanflación. Inflación más recesión. Estancamiento.

El diciembre de Harry

Ante cualquier problema, La Doctora suele recurrir a las enseñanzas de El Furia. Antes que la solución debe encontrarse siempre un culpable.
Primero fueron los fatídicos 90. Después, hasta un olvidado 7 de diciembre, fue Clarín. Pudo ser también Duhalde, el fantasma selectivo que los catapultó. Ahora son los buitres de Griesa. Y providencialmente aparece Kevin Sullivan, diseñado como un potencial Spruille Braden, en gestación.
La modalidad prospera. Porque el hallazgo último consiste en encontrar al culpable con anticipación. Antes que el problema anunciado se produzca.
La bacinilla de FranciscoEs el diciembre de Luisito Barrionuevo. Harry, como lo apodaba Triacca.
Aunque Harry, esta vez, ni siquiera se fue de boca. Rutinas del ejercicio transgresor de la palabra. Apenas le planteó a Clara Mariño (que se imponía en rating a Intratables, A dos voces y a Sylvestre) lo que cualquier desdichado sabe y teme. El alboroto habitual de los diciembres.
Ahora se descuenta que lo que se viene es por culpa de Harry. Si en diciembre se producen alborotos, por despidos o hartazgos, o si se arma algún saqueo, el instigador es siempre Harry. Barrionuevo.

La utopía de durar

A diario, tío Plinio querido, en cualquier parte, brota la pregunta. ¿Dura?
¿Usted cree que esto, así como va, puede llegar a diciembre de 2015? Por más que Francisco invierta voluntad y rezos en la utopía de durar.
Pasa que La Doctora twitea sin la menor credibilidad. Rodeada por los incondicionales que se fanatizan. Aplaudidores entusiastas que pronto tendrán que salir a pasear con pasamontañas.
La bacinilla de FranciscoPasa que La Doctora ya no puede aportar ninguna solución. Es parte sustancial del problema. De la mano de Kicillof, El Gótico que la obedece, va camino del foso.
Por más que Francisco les pida a los desopilantes argentinos que se obstinen en cuidarla. Por más que la reciba con almuerzos bimensuales. Y prosiga con el envío de las cartas conmovedoras, por intermedio de Eduardo Valdés, El Nuncio Móvil. Conductor virtual de la línea Bonetista. Una escuadra mística que integra Domínguez, El Lindo Julián, con Gaby Mariotto, El Pesado de Llavallol, Morenito, El Napia que Vuelve, y Maradona.
Por más invocaciones y eucaristías de Francisco, hoy cualquier pagador de sueldos acepta, en respetado off, que en tanto sigan La Doctora y El Gótico, a la Argentina no va a llegar una moneda.
“Nadie va a traer un p… dólar”, nos dijo un empresario asustado. Extranjero. Cabrero porque tampoco se puede llevar ningún p… dólar.

En el pozo y con pedanterías

La bacinilla de FranciscoHay declinación, sí, pero con arrogancia. En el pozo pero con pedanterías y desplantes.
Persiste la decadencia paulatina. De acuerdo, pero con ambiciones de ejemplaridad.
La agonía, aparte, tío Plinio querido, también es cierta, pero desafiante.
Trátase de una agonía guapa, casi pendenciera.
Muestras de simulada fortaleza en medio de la colectiva fragilidad.
Simples ideas para sintetizar el momento actual del país durante el ocaso del viento de cola. Con Fábrega, El Sensato Marginal, que ya no sabe cómo retener los dólares que quedan mientras la soja cae a 360. De todos modos, el cristinismo busca siempre culpables. Detecta las conspiraciones más sublimes, perfectas. En el esplendor de la paranoia son portadores de una audacia tan enternecedora como admirable.

La Doctora y Los Bonetistas se toparán con esta carta cuando lleguen a Roma. Para la marcha frecuente hacia la nueva Puerta de Hierro.
El Vaticano es la primera escala de la cruzada multilateral. Porque Argentina va a sepultarse en el grotesco de Naciones Unidas. A someterse al desgaste del pedaleo inter-sesional.
La bacinilla de FranciscoLa Doctora va a pedirle a Francisco la metafórica bacinilla. En la búsqueda del viento espiritual del santo. Alguien que es más peronista que ella pero que actúa en otra categoría, con el mundo como competencia, con incomparable profundidad de campo. Pero en simultáneo un Guardián que quiere ayudarla a sobrepasar el diciembre de Harry y hasta llegar al diciembre de 2015. Aunque no haya nadie que quiera impedírselo. Sólo La Doctora está trabada por la propia incapacidad. Nadie tiene el menor interés en rajarla.
Es por sus propios atributos que La Doctora roza la lona. Con el país puesto de sombrero, y con su comportamiento para tratar con la homeopatía. O la medicina elementalmente clínica.
Mientras tanto, los muchachos de La Cámpora reinstalan, desde La Paternal, la ficción de su supremacía imbatible.

Galletita amarga

La Cámpora es, en la práctica, tío Plinio querido, lo único políticamente vivo que le queda al cristinismo.
Son los que sostienen el desvencijado relato. Surrealismo o realismo mágico que impulsa la Revolución Imaginaria. Junto a una colección de Buscapinas sueltos que se aferran a los puestos y a los medios de comunicación. Y que cuentan con la impotencia colaboracionista del PJV. Partido Justicialista Vegetal.
Certifican con convicción que, de ser La Doctora de nuevo candidata, nadie estaría en condiciones de competirle.
Una galletita amarga que Macri, El Niño Cincuentón, se come en silencio. Sin rebatirla. Como si la dejara pasar. Como la come también Massa, El Renovador de la Permanencia, que sabe que ese fantasma se desvaneció el 27 de octubre del año pasado. Galletita que soporta el mismo Cobos, El Malvinero Sentimental, que la padeció durante tres años. Y hasta De la Sota, El Cordobés Profesional, al que quisieron cargarse el último diciembre. Es el único que podría ensayar una impostura peronista, que no sea vegetal.
La bacinilla de FranciscoLa cuestión que, en términos políticos, el cristinismo hoy cuenta las monedas para comprarse un pancho. Pero mientras tanto se atreve a juzgar la carta de La Tour d’Argent. O del Oviedo.
Son verdaderos maestros en el arte de tergiversar. De mandarla cambiada. Otra prueba de la vieja teoría del Portal. Indica que van siempre al frente. Con la iniciativa capturada y con el único glóbulo rojo que les queda. Cuando se frenan es sólo para tomar envión.

Final con la pecadora arrepentida

Desde el descenso del default (al que se ingresó por exclusiva decisión política), La Doctora pasa a la ofensiva oral. Hasta marcar la condición de proscripta.
Sin que importe el desaire explícito hacia el abanico de voluntariosos candidatos que se postulan para defender los trapos del modelo para tirar.
Desde el natural Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, El Esmerilado, hasta Urribarri, El Padre del Marcador. O Randazzo, El Loco de la Florería. También comen la galleta amarga del desaire. Urribarri se muestra como el más leal. Como si sobreactuara.
Pero La Doctora es la gran y única estrella. Trata a los postulantes como si fueran meros personajes de reparto. Extras que hacen “bolos” en la filmación.
Protagonistas austeros del banco de suplentes. Salen a jugar sólo cuando La Doctora tiene imposibilidad electoral.

Lo importante es que los cristinistas se las ingenian siempre para cambiar el eje. Para ocultar que la marcha hacia la Puerta de Hierro, de La Doctora y Los Bonetistas, es para suplicar por la bacinilla de Francisco.
Por el aire espiritual que debe ayudarla para continuar. Sin que nadie le aproxime la línea de llegada. Para que el final esté más cerca.

La bacinilla de Francisco

Dígale a tía Edelma que indague, en el Evangelio según San Lucas, sobre la parábola de “La Pecadora Arrepentida”. En casa del fariseo que almuerza con Jesús.
Cuando la pecadora llega “con un frasco de alabastro con perfume, se pone detrás de Jesús, y comienza a llorar. Con las lágrimas bañaba sus pies”.
Dígale a tía Edelma que se anote para recibir el servicio diario de Catholic.net. Por internet.
En su compu. A la mañana. Mensaje de Dios.

 

El fracaso como virtud

Tribulaciones del país inmerso en la patología

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

“El cristinismo se interpreta a través de sus recuperaciones. Es decir, se lo explica por sus caídas y remontadas”.
Osiris Alonso D’Amomio

El intento anterior de recuperación se registró en noviembre de 2013. Después de la humillación electoral que les produjo la Franja de Massa.
Fue cuando La Doctora designó a Milton Capitanich, como Premier. Pero el experimento naufragó rápidamente por los desórdenes policiales de Córdoba. Cuando Zannini, El Cenador, pensó que aún podía cargarse al gobernador De la Sota, El Cordobés Profesional. En adelante, Capitanich supo desgastarse entre la altiva mediocridad del contexto. Quedó reducido a ser un mal imitador matinal de Carlos Corach. Sin embargo logró la hazaña de revalorar a Abal Medina, El Abalito, el antecesor.
Con la designación de Axel Kicillof, El Gótico, como ministro de Economía, La Doctora tuvo un poco más de suerte.
Por lo menos Kicillof supo estrellarla ante el fracaso más redituable.
Con el estancamiento alarmante, que se consolida durante otro año imperdonable. Con el agravamiento de la recesión, y la paralela cultura de la inflación. Con el desbarajuste, en materia de gestión, que concluyó con el país, otra vez, en el descenso del default (“que no es ningún default, si Argentina paga”).
El tema marca la cotidiana imprevisión. El cristinismo, en el viejo litigio con los holdouts, prefirió dormir la siesta durante dos años. Aferrarse a la estrategia dilatoria. Al pedal que sólo perseguía el objetivo de demorar el despreciable choque con la realidad.
Bastó, como era previsible, que en la tercera y última instancia la Corte Suprema de los Estados Unidos resolviera no tomar el caso argentino, para que estallara la evidencia de la mala praxis. Para que la falta de prevención elemental sorprendiera a los irresponsables, en la plenitud oral de su ineficacia.

Patología nacional

Pero La Doctora, al final, le toma el gusto a su propio fracaso. Sobre todo al percibir que la confrontación con Los Buitreros le depara notables progresos encuestológicos. Son los réditos inesperados de la derrota.
Significa confirmar que, en el fondo, “el fracaso garpa”. Es un atributo.
En el país inmerso en la patología, el patoterismo oral consigue elevar la imagen. Apuesta para la adolescencia colectiva.
Por lo tanto Kicillof hoy tiene licencia para tergiversar. Macanear con énfasis. Desafiar sistemas jurídicos. Disfrutar de su ascenso irresistible.
Profundiza la frescura universitaria entre la inmadurez festiva de los que no quieren hacerse cargo de nada. Los eternos culpabilizadores de otros. Sigilosos responsables de nuestra desgracia.
La cuestión que El Gótico se proyecta. Hasta ser barajado, incluso, como posible candidato presidencial.
Tienta evocar al filósofo Emile Cioran cuando le preguntaron por la insistente candidatura de François Mitterrand.
“Es lo peor para Francia, un humanista”.

Arrugues de barrera

Aquí consta que La Doctora supo desgastarse en méritos para evitar el default (que “no es ningún default, etc.”).
Se esforzó por postrarse ante la racionalidad. De la mano del mismo ministro. El Gótico que instrumentó, sin ir más lejos, la catastrófica confiscación de Repsol. Para luego arrugar, como corresponde a los duros que arrugan, y pagar mucho más de lo necesario.
Más por necesidad que por convicción, La Doctora intentó bajar el copete ante el “mercado de capitales”.
Tal como se lo pidió -casi se lo exigió- Dilma, su par de Brasil. En una reunión célebre que terminó mal. Cuando Dilma, según nuestras fuentes, le dijo:
“Cristina, Argentina ya es un problema para toda la región, deben volver a los mercados. Brasil puede prestarte tres mil millones, Uruguay mil”.
La Doctora envió también al ministro favorito para redimirse, a los billetazos limpios, con el Club de París. A los efectos de pagar, incluso, más de lo que debía, con los pantalones bajados y todos los punitorios adentro. Como se le pagó a Repsol, para algarabía de Bruffau y los “titanes catalanes”. O como se arrugó con la cuenta de algunos juicios del Ciadi.
Y después de tantos ostensibles arrugues de barrera, Los Buitreros vienen a estropearle las transformaciones que le reclamaba el sentido común. Y Dilma.

La foto del Billiken

Consta que La Doctora, hasta el último minuto, quiso arreglar con Los Buitreros. Mientras se floreaba con la verba de Kicillof habilitó, en simultáneo, a Fábrega, El Sensato Marginal. Para que, desde el Banco Central, Fábrega convocara a los banqueros, o a alguno de los (escasos) “grandes empresarios” que perduran, apenas son dos o tres. Para comprarles la deuda a los bonistas, desplazarlos y arreglar luego las cuentas en familia, en la tranquilidad de la casa.
Por su parte, Zannini envió hacia Nueva York a uno de los más competentes vendedores de humo de la comarca. Con el propósito de anotarse en la gloria de la solución, sin quedarse afuera de la foto del Billiken de la posteridad.
Pero El Gótico, con instrucción de La Doctora, pulverizó el negocio. Pisoteó el Billiken. Fue otro arrugue de barrera, pero en sentido contrario.
Los banqueros, que por supuesto no actuaban “sólo por la patria”, de pronto se dieron cuenta que a ellos, justamente a ellos, El Gótico, habilitado por La Doctora, “los quería empomar”. Que ni siquiera les iba a reconocer “la que ponían”.
Y mientras Kicillof discurría en la Sierra Maestra del consulado en Nueva York se producían, según nuestras fuentes, comunicaciones telefónicas cruzadas. Efectividad del roaming.
“¿Qué garantía tenemos con estos hijos de p…?”.
“Escuchás las p… que dice este muchacho” -cuentan que se lamentaba un banquero, acaso ante el Sensato Marginal, quien ya había decidido, por tercera o cuarta vez, alejarse del gobierno de delirantes.
“Si se raja Fábrega, sólo resta apagar la luz”, confirma cierto empresario.
Opositores envueltos
El Portal insiste en la teoría que abre esta crónica.
“El cristinismo se interpreta a través de sus recuperaciones. De sus caídas”.
En su derrota, La Doctora comprende que la confrontación con Los Buitreros, de pronto, prende. Y que depara, en el país patológico, hasta cierta popularidad.
Abusa La Doctora, aparte, de la misteriosa irrelevancia que se apodera del opositor envuelto. Del mesurado que teme lícitamente quedarse pegado a la causa de los buitres.
Ocurre que el opositor envuelto depende también de las encuestas. Prefiere obedecerlas, sin intentar perforarlas.
Por lo tanto el opositor envuelto calla. Otorga.

Se asiste a la última recuperación del gobierno que aprovecha los frutos de su propia desgracia.
Sin Kirchner en el escenario, es la primera recuperación de La Doctora.
Es la recuperación más ilusoria. A través del fracaso, que “garpa”.
Significa confirmar que La Doctora opta, ante el fracaso, por acelerar. Por extenderlo, junto al Gótico, ante la impotencia inquietante del peronismo vegetal.
Arrastran entonces el fracaso hasta transformarlo en la categoría de virtud.
Es el fracaso como virtud. Permite jugar al mecano inofensivo del antiimperialismo. Admite tergiversar. Macanear para la tribuna.
Globalizar, en definitiva, el ridículo.

La salvación geopolítica china

Fábrega lo duerme a Kícillof y firma un SWAP por 11 mil palos

Escribe Bernardo Maldonado-Kohen, especial para JorgeAsísDigital

Mientras Axel Kícillof, El Gótico, ensaya con ademanes la política universitaria, a través de discursos encendidos y en foros exactamente inútiles, Juan Carlos Fábrega, El Sensato Marginal, el adversario íntimo, cierra el SWAP (o “permuta financiera”) con su par del Banco Central de China.

Consigue así -El Sensato Marginal- el equivalente a 11 mil palos verdes para el Banco Central. Entre pesos (90 mil millones) y yuanes, de cotización más compleja. En caso de necesidad, trasciende que son fondos que podrían aplicarse a las reservas.

Por su parte Milton Capitanich, El Premier (Transitorio), no supo capitalizar la mejor noticia económica que podía darse. Se perdió en la monotonía gris del recitado diario. Ofrecido de manera abúlica, sin gracia ni credibilidad.

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Los intocables de la AFIP

escribe Bernardo Maldonado-Kohen
Temas Económicos, especial

1.- El pragmatismo encantado

En la AFIP -Administración Federal de Fondos Públicos- perduran diversas capas geológicas. Sintonías transversales que se entrecruzan. Mal llamadas trenzas.
Se califican, entre sí, recíprocamente, de manera confidencial, según nuestras fuentes, de ladrones.
Mantienen un encanto pragmático, casi poético, para explorar.

Persisten las costillas muy contadas. A veces tergiversadas. Son funcionarios que cuentan con salarios comparativamente superiores.
“De aquí nadie se va”, confirma la Garganta.
Todos quieren permanecer en cualquiera de las tres estructuras que la componen.
La DGI, Dirección General Impositiva, hoy a cargo de Ángel Rubén Toninelli (es facturado como un puntal de Carlos Zannini, El Cenador).
La Dirección General de Recursos de Seguridad Social, a cargo de la señora Silvana Quinteros (puntal del “hombre fuerte” de AFIP, Ricardo Echegaray. Aunque Quinteros arranca gracias a su amistad con la señora esposa de Echegaray).
Y la Dirección General de Aduanas, a cargo de Carlos Alberto Sánchez (puntal de Milton Capitanich, El Premier).
Paulatinamente el portal se va a ocupar de las tres ramas. Tal vez durante el Mundial, etapa propicia para explorar el encanto poético del pragmatismo.

Hoy son alrededor de 22 mil funcionarios los que comanda Echegaray. Un exponente de la UPAU, expresión universitaria de la UCD, la máxima opción de la derecha liberal que fue absorbida, orgiásticamente, por el menemismo.
Es casi admirable la peripecia ideológica de Echegaray, muy bien tratada en “Fuera de control”, de Matías Longoni. Planeta. Desde la defensa del golpismo reaccionario hacia el progresismo conceptual de hoy.
Echegaray sigue al frente de la AFIP aunque La Doctora, según nuestras fuentes, diste de tenerlo entre los funcionarios preferidos.
Sostener hoy que Echegaray es “hombre del Rudy” constituye una extravagancia intelectual. Anacrónica antigualla. Porque desde la muerte (irresponsable) de Kirchner, El Furia, el Rudy Ulloa Igor no está en condiciones de bancarse políticamente ni a sí mismo.
Si Echegaray se convirtió en el hombre fuerte de la AFIP fue por sus caudalosos conocimientos bien aprovechados. Le resulta indiferente que lo quieran o no. La legitimidad se la brinda el conocimiento medular de las catástrofes extraordinarias. Detalles sombríos que signan “la etapa lazarista del cristinismo”.

2.- El poder de los subdirectores

El pobre Rudy Ulloa la ve a La Doctora sólo por televisión (y a veces hace inmediato zapping al verla). Pero Echegaray -aquel que Rudy impulsó- es el primer Intocable.
La aclaración vale para el limitado Axel Kicillof, El Gótico. En el combo Kicillof lo recibió a Echegaray en la AFIP, como a Juan Carlos Fábrega en el Banco Central. Dos obstáculos para aplicar las líneas demenciales de su heterodoxia inspirada en el MMT. La Teoría Monetaria Moderna. Ya explicada por el autor en “Kicillof y los papagayos de la ortodoxia”.

Por debajo del Intocable Echegaray hoy suelen extenderse las derivaciones tensas de la gran interna que se libra entre dos hombres que debieran ser de su entera confianza. Toninelli, de la DGI, el amigo de De Vido, El Ex Superministro, que respalda Zannini. Contra el misterioso Guillermo Michel. Un exponente del poder casi inexplicable que alcanzan, en los tres organismos, ciertos subdirectores.
Michel es apenas el Subdirector de Coordinación Técnico Institucional. Pero es quien mantiene un diálogo directo con La Doctora.
Para las otras trenzas, acaso más distantes, Michel aparte de Intocable, es temible. Trasciende que se encarga de los dossiers programados. Los que aluden a los opositores, a los detractores o meros críticos del gobierno. Es joven y llega catapultado por el influyente estudio Balotta Kondratiuk. Es entrerriano y sostenido inicialmente por Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta.
Pero Michel creció en materia de conocimientos espirituales y se encuentra casi a la par de Echegaray.
Juntos, aparte, Michel y Echegaray resuelven los atributos selectivos del artículo 32 de la Ley 11683. Y diversas cuestiones para almas sensibles, tratadas con la reposada señora Mariana de Alva. Es otra subdirectora poderosa, como Michel, dedicada a las Operaciones Impositivas de los Grandes Contribuyentes.
Otro subdirector atendible es Daniel Santanna. Intocable que se encarga de las Operaciones Aduaneras Metropolitanas.

3.- Comando Sur

Alejado geográficamente de la órbita central, en un permanente rancho aparte, funciona el Comando Sur. Con su Intocable más inquietante, de horrible relación con Echegaray.
Se trata de Andrés Vázquez, que está sindicado por el enigma que espanta y atrae. Por sus vínculos supuestos con la Secretaría de Inteligencia. La SI, que comparada con la AFIP, es apenas un ateneo religioso.
A Vázquez lo asocian sobre todo con El Ingeniero. Es el Jaimito que atormenta a La Doctora, y se convierte en el protagonista principal de los sueños del General Milani, El Irresistible Seductor de Sexagenarias. Milani culpa a Jaimito de sus desventuras. Más que a Verbitsky.

La cuestión que El Intocable Vázquez se encuentra sumariado por El Primer Intocable. Echegaray.
“Pero es para la gilada”, confirma otra Garganta. Una dama. Puntillosa contadora de costillas.
Lo sumariaron a Vázquez por haber enviado 200 inspectores a allanar la sede central del Grupo Clarín. En septiembre de 2009, en vida de Kirchner.
Consta que, en la plenitud de la “guerra de los convalecientes”, El Furia jamás se hubiera atrevido a tanto. Pero lo giraron.
Aquí se cruzan las operaciones. Trasciende que el responsable de la iniciativa del allanamiento fue, según nuestras fuentes, Echegaray. Intocable que había reaccionado mal, de manera hormonal, cuando lo tocaron. Fue un horrible tratamiento del diario, relativo a las atrocidades de la extinguida ONCCA. Oficina de Control Comercial Agropecuario.
Entonces Vázquez allanó Clarín, por la mañana, con su montonera de contadores, y por la tarde Echegaray ya había arrugado.
Por indicación de El Furia, El Primer Intocable hasta se disculpó con una cartita doliente. Y lo sumarió a Vázquez por la falta de haberlo obedecido.
Después de todo, y para culminar la primera entrega, aquí se asiste a una tregua de Intocables. Porque al titular del Comando Sur tampoco se lo puede echar.
El Intocable Vázquez fue el encargado de blanquear las utopías estructurales de Gotti. Es la empresa patagónica que, para iniciar el despliegue de la fortuna, se la había quedado Lázaro, El Resucitado. Para compartirla con El Furia. Y Lázaro, después de la partida de El Furia, pasaba a ser parte sustancial, en adelante, simbólicamente, de la Unidad Presidente.
En el combo, La Doctora lo heredó a Lázaro Báez. Por lo tanto el cristinismo entero debe cuidarlo a El Resucitado. Como si fuera de cristal.

Maleficios de la etapa lazarista

A La Doctora ya se le atreven empresarios, obispos, jueces

 

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial  para JorgeAsísDigital

 

Etapa lazarista del cristinismo. Se la denomina así por las derivaciones de Lázaro Báez, El Resucitado, a quien los lectores del Portal conocen desde 2005. Conste que aún no se indagó, ni siquiera en la superficie, en la línea Sanfelice, El Bochi. Conduce directamente a Máximo, En el Nombre del Hijo, y hacia Bariloche. Del mismo modo en que Lázaro hoy lleva hacia las estancias que lo unifican con La Doctora. Ampliaremos.

En un primer tramo, La Doctora supo manejar con habilidad la herencia política de Néstor Kirchner, El Furia. Alcanzó la altura del 54 por ciento. Octubre de 2011.

En un segundo tramo, en abril de 2012 comenzó el camino de la lona. A través de su entrega hacia los buscapinas de Unidos y Organizados. Y de la petulancia hueca del “ir por todo”.

Pero La Doctora nunca acertó en el manejo de la herencia económica. En la clarificación u ocultamiento de la torta de euros. Es la torta que signa el maleficio de la etapa lazarista. Con la exhibición de los personajes secundarios que fueron transitoriamente fundamentales. Manejaron irresponsables millonadas. Impregnan de ridículo el mensaje de alta ejemplaridad, que La Doctora intenta en sus deteriorados soliloquios.

Para colmo, se obstina en ofender la inteligencia del argentino medio. Al disponerse a santificar, en cierto modo, al Nestornauta. A quien la introdujo en el laberinto que signa el ocaso. (Y por favor no vengan con la baratura de decir que aquí se critica a quien no puede defenderse. Lo decimos desde 2005 y está documentado en “La marroquinería política” y “El Descascaramiento”, de Editorial Planeta, hoy en Ediciones B).

Pese a las pastillitas indicadas por el doctor Manes, La Doctora atraviesa, según nuestras fuentes, por un periodo de irritabilidad. Está mal, desencajada, sin frenos inhibitorios. Convive con los “pensamientos tóxicos”. Como si no hubiera registrado las enseñanzas medulares del otro Facundo. El doctor Manes que compone también, según nuestras fuentes, con lícito derecho, la fantasía de sucederla.

 

Hipersensibilidad

La Doctora se transformó en una dama hipersensible de desequilibrio fácil. La sacó de quicio hasta la eficiente colega Natasha, con una pregunta de lo más simple.

Pero la desbordada hizo papelones justamente en presencia de otra presidenta, que la supera, para colmo, en templanza. Y a la que quisiera imitar, en la epopeya del regreso (ver “El mito bacheletiano”).

Como buena serpiente, lo planifica antes de irse. Por lo tanto necesita infinidad de diputados fieles. Y de jueces que le respondan, de manera complaciente. En la etapa lazarista que se viene con sus maléficas verdades.

Sin embargo a La Doctora hoy le temen, apenas, sus ministros. Los secretarios de Estado que dependen de sus arrebatos. Los que están dispuestos a aplaudir hasta más allá del final.

En la práctica, ya se le atreven hasta los empresarios. Lo cual es, casi, un exceso. ¡Si hasta producen deseos de defenderla!

En vida de Kirchner, cuando El Furia gobernaba con Hugo Moyano, El Charol, y el encanto caro de la negritud, y con Héctor Magnetto, El Beto, con sus aportes de silencios, en las kermesses anuales de IDEA ni siquiera se permitía el tratamiento de los temas que rozaran el menor sesgo crítico.

Hoy desde cualquier cámara la gastan. Ya ni resultan eficaces los recursos de la dupla Echegaray-Michel. Ampliaremos.

Por si no bastara, hoy cualquier dirigente empresario se le pronuncia. Le arroja, en el rostro, la maldita palabra inflación.

Trátase de la palabra que el genio de Axel Kicillof, El Gótico, aconseja negarle entidad. Lo conveniente es declararla inexistente, por absurda.

Ya que la inflación es un mito. Cualquier chartalista lo sabe. Como también pertenece al reino de la fantasía el déficit fiscal. O la necesidad reaccionaria de ajustarse.

La relación de Kicillof, el genio de cabecera, con Juan Carlos Fábrega, El Bancario Sensato y Elemental, ya no puede sostenerse. Cuesta disimular la persistencia del litigio. Y a esta altura sería excesivo sustituir a Fábrega con algún buscapina de La Cámpora.

Para hacer moco el Banco Central del mismo modo que se destruye, paulatinamente, el Banco Nación, que les dieron a los chicos para que se entretengan y ocupen los lugares claves.  A los efectos de hacer del Estado entero, con las recetas del MMT (´Teoría Monetaria Moderna”) una gigante Aerolíneas Argentinas. Total, el déficit no existe. ¿A quién le importa?. Si se cuenta con la generosidad inagotable de la maquinita de Boudou.

Si las tasas bajan el dólar se les escapa. Mientras tanto la recesión acecha. Como los licenciamientos de personal.

La Doctora está hipersensible porque se les desmoronan los pilares de flan del relato.

Y asoman, por todas partes, los impresentables pobres.

 

La justicia le pica el boleto

La Doctora siente que la justicia le tomó el tiempo. Que le picó sin piedad el boleto.

Le mantiene vivo el espectro de la equivocación fundacional y prioritaria. La culpa que, en exclusiva, le pertenece. Amado Boudou, El Descuidista.

Por suerte abundan los lineales opositores que le reclaman la renuncia. Sería la mejor manera de liberarla. Ni se dan cuenta (los lineales) que el precio más caro que La Doctora paga consiste en mantenerlo.

A su lado. Cerca en algunos actos, con la sonrisa fingida y los saludos hacia nadie.

“Es mucho peor tenerlo al lado que dejarlo caer” confirma la Garganta.

La justicia le voltea hasta el acuerdo demencial con Irán. Le brinda otra salida digna del embrollo en que se introdujo, según nuestras fuentes, por pedido de Hugo Chávez, a quien no podía decirle que no. Se le debe demasiado. Y no son precisamente favores ideológicos.

Aunque envíe a dos ministros agotados a reclamar, La Doctora debiera aceptar que la justicia en el fondo la salva. Aunque la vacune.

Cumplía con Chávez, en exceso. Y hasta cumplía con la memoria, a través del disparate de apoyar al inepto de Nicolás Maduro. Es quien se puso Venezuela de sombrero. Del mismo modo que puede ponérselo ella. En cualquier momento. Si sigue en la creencia del genio. En la inexistencia de la inflación o del mito del déficit.

Y hasta los curas de la Conferencia Episcopal ya no vacilan en vacunarla contra la enfermedad de la violencia.

Para replicar, La Doctora recurre a los textos del protector que ella y Verbitsky merecen. El Papa Francisco.

Es la última reserva moral que le queda. Es Francisco quien transmite, desde la nueva Puerta de Hierro, El Vaticano, la instrucción precisa de cuidarla.

Sobre todo, Eminencia, hay que cuidar a La Doctora. Tiene razón, pero hay que cuidarla de ella misma. Para que llegue, con algo de aire, hasta el final.

Pero quien reconforta es Julio De Vido, El Ex Superministro, en su audacia infinita. Cuando dice, en público, sin ningún prestigio que resguardar, sin nada para perder, sin ponerse colorado, que “no hay ningún final de ciclo”. Que el kirchnerismo, con su sexo breve y flojo, llegó para quedarse y ultrajarnos para siempre.

 

Oberdán Rocamora

Kicillof y los papagayos de la ortodoxia

“Es una obsesión de la derecha decir que hay que bajar el gasto público”. Lo confirma Axel Kicillof, El Gótico. Desde la heterodoxia intelectual con que encara el ministerio de Economía.

Y a los economistas ortodoxos, los “papagayos” según nuestras fuentes, les cuesta replicarle. Primero, porque ya nunca nadie quiere ser asociado a la superstición de la derecha. Pero sobre todo porque ninguno toma los principios de El Gótico con la seriedad que merecerían.
La Doctora considera que Kicillof es genial.
Entonces El Gótico le pasa a La Doctora películas de colores, documentales de Discovery, algo del Canal Encuentro, y hasta algunos dibujitos de Paka Paka. Lo gravitante es que La Doctora se encuentre siempre embelesada con las vueltas artificiales de discurso. Con tramos originales que debieran despertar, al contrario, cierta alarma.
Sin corbata, con egolatría y un vibrante desparpajo, el post keynesiano trafica los principios elementales de la MMT.
Trátase de la Modern Monetary Therory, Teoría Monetaria Moderna. La inspiran estudiosos como Galbraith “junior”, Warren Moslen y sobre todo el americano Randall Wray, que en su momento estuvo en Argentina y hasta se atrevió a componer un ensayo de celebración al Plan Jefas y Jefes de Hogar. Aparte, Randall supo indagar en la simbología del dinero, y en la sustancial crisis del capitalismo que brindará material de inspiración para los próximos cinco o seis siglos.
Para esta línea de pensamiento -que otros llaman “chartalista”- el aumento del gasto público no representa ningún problema grave. Un equívoco que cuenta, apenas, con mala fama, generada por los papagayos ortodoxos del neo liberalismo.
Tampoco es grave, para ellos, los chartalistas, la cuestión del déficit fiscal. Al contrario, lejos de ser el problema, el citado déficit emerge, en determinados casos, como la solución. Y es en apariencia lo que creen estos chicos inquietos y algo relajados que conducen la economía argentina, mientras los economistas formados en otras líneas más bartoleras, como Broda, los tabloneros Melconian y De Pablo, el efectista Cachanosky, Artana o Monteverde, se la pasan el día entero en la divulgación de sus informes estomacales, felizmente superados intelectualmente por nuestros “Tontos pero no Tanto”. Los que ya se enrolaron, según nuestras fuentes, en exclusiva, en La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Por lo menos el Señor Ministro, como lo dijo por televisión Andrés Larroque. Aunque el afortunado Larroque no debe tener la menor idea de la magnitud de los disparates monumentales que esgrimen estos nuevos camporistas.
Por ejemplo Emmanuel Álvarez Agis, El Culata. que es el viceministro de Economía. El Culata considera -y hasta llegó a publicarlo- que “el déficit fiscal no representa ninguna amenaza”. Al contrario, “es una herramienta con la que cuenta el Estado para cumplir el objetivo del crecimiento”.

Inflación: palabra absurda

Como a los muchachos no les asusta para nada la cuestión del “déficit público” y menos el fiscal, tampoco le atribuyen la menor identidad a la inflación. Y distan de otorgarle el componente dramático que los moviliza hasta la insistencia a los papagayos de la ortodoxia. Lo transmitió Kicillof ayer, y con seguridad los economistas estarán demasiado ocupados en sus manganetas de subsistencia. En la siniestra activación del temor hacia los empresarios, que son los únicos culpables de los aumentos, a los efectos de producir el circuito cerrado de la inflación. Dijo El Gótico: “El fenómeno del movimiento de los precios es muchísimo más complejo que esa palabra inflación que tanto usan, y que encapsula una situación que no se da”.
O sólo se da en la fantasía de los interesados papagayos que asustan a los empresarios que trasladan sus julepes hacia la aumentación de los precios, para desconsuelo de la pobre señora que va al supermercado y no tiene la menor idea del MMT.
Ocurre que para Kicillof, Álvarez Agis, El Culata, y Augusto Costa, Pañal Reforzado, la “inflación es una palabra absurda”.
Se explica entonces que La Doctora esté persuadida que ni siquiera hace falta nombrarla. ¿Para qué hablar de la inflación? Es darle entidad.
A esta altura, a La Doctora la entretienen con películas del canal Infinito.
El dinero, por otra parte, es un problema sólo cuando no se lo tiene. Por lo tanto deja de ser un problema para el Estado, que lo tiene siempre. Tienen a entera disposición una imprenta como la de Boudou y pueden generar todo el dinero que quieran.
Es, en definitiva, un cuento de hadas. Ya que el déficit fiscal es un mito y el dinero no vale nada más allá de lo que dice el Banco Central de cada país que vale. En economía esta visión se denomina chartalismo.

Para los monetarios modernos, chartalistas que inspiran la filosofía post keynesiana de El Gótico, El Culata y Pañal Reforzado, hay que emitir tanto dinero como sea necesario. Pese a la reticencia y la mala onda de los papagayos ortodoxos que suponen que el mecanismo de la maquinita inagotable conduce invariablemente a la hiperinflación.
O al otro fantasma neoliberal, que es aún peor. La estánflación, que enarbola Domingo Cavallo, que hasta lanzó para asustar un libro al respecto.
Estanflación vendría a ser la suma combinada de la recesión con la inflación. Es tal vez donde habría que situar la surrealista actualidad de la economía argentina, que se desperdicia en manos de irresponsables ligeramente habilitados para conducir un ateneo de contadores sofisticados. De ningún modo un país a la deriva, que inexplicablemente aún funciona con el tradicionalismo de los yuyitos.

Ideas de derecha

Quienes hayan llegado hasta aquí podrán comprender por qué motivo, para estas alucinadas luminarias de La Cámpora, “reducir el gasto público es una idea de la derecha”. Como es también reaccionario y contrarrevolucionario intentar “el recorte de los subsidios”.
Lo patético es que los muchachos sinceramente creen que “la soberanía del Estado les permite aumentar el gasto indefinidamente”. Generar el déficit que se les ocurra, ya que no es ningún calvario. Apenas un instrumento.
“Como el Estado es quien emite la moneda nunca podrá quedarse sin ella”.
Es la certeza que moviliza a los clásicos del MMT. Pedorreos teóricos que improbablemente comparta, según nuestras fuentes, el actual presidente del Banco Central. Que se sepa, hasta hoy Fábrega no adquirió los versos de los monetaristas modernos. Tal vez influido por los nefastos papagayos, el bancario supone que el camino que marcan los irresponsables nos conduce, en línea recta, hacia algo menos tenso y dramático que el colapso. El ridículo.

Mentira del 4.9 y desmentida peor del 3

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

“Traicioné, pero fue para beneficio de Francia”, aceptó el Marqués de Talleyrrand.
En un futuro relativamente inmediato, cuando se le pregunte por qué razón, durante su gestión y la de su marido, se alteraron tanto los indicadores, La Doctora podría emular a Talleyrrand.
“Garqué, pero fue para beneficio de la Argentina”.
Aplausos emotivos. Aplaudidores de pie.

El “warrant” dibujable

En el paroxismo de la falsedad, los irresponsables mienten doblemente. Al menos en lo relativo al índice de crecimiento del Producto Bruto Interno.
Aquí se mintió al proclamar un crecimiento del 4.9, para 2013. Pero se mintió también descaradamente al desmentir la propia mentira. Para proclamar después, arbitrariamente, que se creció sólo el 3.
He aquí la clave del beneficio patrióticamente talleyrandiano.
Si se sostenía la mentira inicial, la del crecimiento a 4.9, Argentina tendría que pagar el dinero equivalente al cupón del PBI. Se encuentra aferrada, para colmo, a una estética matemática.
“Unidad ligada al crecimiento”, confirma la Garganta. Técnicamente conocida -la unidad- como “warrants”.
Daba un inapelable warrant de 3.22.
Para ser claros, y traducir para los analfabetos funcionales en materia de finanzas: Con un crecimiento mayor del 3.22, Argentina tiene que pagar. Ponerse, como la gansa.
Al contrario, si el crecimiento es menor, Argentina se libera del fastidio de pagar. No pone.

Entonces se habilitó la picaresca congénita de truchar. El crecimiento, que ya se había truchado en 4.9, de repente bajó, milagrosamente, a 3.
La explicación puede rastrearse en las lumbreras que hoy conducen monstruosamente la economía. Con discutible astucia, dejó de analizarse el PBI desde la base de 1993. Tal como se había acordado. Daba el fatídico 4.9. Prefirieron cambiarla de manera antojadiza. Desde la base de 2004. Entonces daba 3.
No es para cualquiera atreverse a dibujar un warrant. Y exhibir, en una atmósfera no habitada precisamente por idiotas o desinformados, la manera tan bartolera de barajar los indicadores.

La perversa instrucción de mentir

“Es un bono que hoy se cotiza en 7 dólares, aconsejo comprarlo”, confirma la Garganta.
No es desmesurado pensar que la Argentina, en un rapto de imprevisibilidad, se vuelva previsible y confiable. Y crezca de verdad, conducida por algún sucesor creíble, más del 3.22 del warrant.

Con el indicador inicialmente anunciado de 4.9, en septiembre habría que pagar, a los tenebrosos tenedores del cupón, alrededor de tres mil quinientos millones de dólares. Cumplir sería catastrófico para las reservas, las que Juan Carlos Fábrega controla meticulosamente.
Es -Fábrega, El Sensato Marginal- presidente del Banco Central. Y casi seguro, según nuestras fuentes, es el próximo ministro de Economía.
Después que el sentenciado Axel Kicillof, El Gótico, avance en la implementación del ajuste en que no cree. Pero que lleva adelante igual, mientras en simultáneo lo niega.
Por la instrucción perversa de La Doctora, que lo desgasta. Lo manda al frente. Le aplica la sutilidad del esmeril.
Como si Kicillof fuera, en definitiva, otro Scioli, pero sin corbata. Sin Aire ni Sol.
El Gótico es el elegido para cargar con las culpas intelectuales del ajuste que no se asume. Y es sobre todo el responsable de la acumulación de mentiras que contienen, a esta altura, valor jurídico.
Aunque -cabe consignarlo- no se trate exclusivamente de sus propias mentiras. Apenas emerge como el abnegado legitimador de las mismas. Y el principal autor, eso sí, de las dos últimas.
De la mentira del crecimiento a 4.9, y de la desmentida peor del 3.

El juvenil cuarentón pudo haberse dado cuenta la semana anterior de la magnitud de la trampera en que se había introducido. Por comprarse el discurso que vendía, como si fuera otro papagayo. Fue en Washington, para ser exactos el viernes pasado, por la tarde, cuando la embajadora Cecilia Nahón, originaria también de la cantera inagotable del Tontos pero no Tanto, convocó a una ristra de “inversores”. Representantes de fondos de inversión, alguno de ellos Garganta del cronista. La nada tonta excelencia Nahón los convocó para que admiren el lucimiento intelectual del nada tonto Kicillof.
Como se había producido una afluencia numerosa de interesados en escucharlo, Kicillof pudo también, según nuestras fuentes, haberse entusiasmado. Al extremo de creer que, los que se arrimaron hacia la embajada, eran románticos que se arriesgaban, a pesar de todo, a invertir dinero estratégico en la Argentina. Atraídos por la inteligencia de su batería de medidas que inducen al acercamiento. A una suerte de regreso triunfal al mercado de capitales, de donde Argentina nunca debió haber salido.
Pero los interlocutores eventuales de Kicillof estaban más interesados en sacar que en poner. En cobrar lo suyo.
Los asistentes quisieron saber, según nuestras fuentes, si la Argentina iba a pagar el cupón del PBI. O si se arriesgaba a encarar la irresponsabilidad de otra batalla judicial. La que tendría, en todo caso, algo positivo para el cristinismo: porque debería afrontarla el desdichado continuador.
Vísperas de un litigio más grave, incluso, que el irritante de los llamados “holdouts”. Pero consecuencia de la misma reestructuración de la deuda. De los 80 mil millones de dólares, que el kirchnerismo, en su pasión tergiversadora, suele aún presentar como su mérito trascendente, casi rescatable.
Aunque debiera aceptarse que se trató, eso sí, de una excelente negociación dirigida por Roberto Lavagna, La Esfinge, hoy opositor, e instrumentada por Guillermo Nielsen, que se llevó de premio el caramelo de la embajada en Alemania. Para volver y ponerse crítico en emisiones del cable.

Hemingway y Prat Gay

“Tener o no tener”. Lo planteaba Ernest Hemingway en su novela homónima (llevada al cine por Humphrey Bogart y Lauren Bacall, en blanco y negro).
“Pagar o no pagar”, en cambio, es la opción del conflicto que plantea la Argentina, en colores. En el extravagante país del sur, donde aún se pretende la petulancia de correr, al adversario, “por izquierda”.
Consta que pagar, en la Argentina Garca, se considera una opción despreciable de derecha.

Por lo tanto, la corrieron “por izquierda” a La Doctora. Para que el cupón no se pague. Porque el crecimiento anunciado inicialmente (4.9) era muy trucho.
Desde el insólito Lavagna, que protagonizó el compromiso y patrocinó el warrant, que por televisión salió a decir que “no había que pagar”. Hasta el progresista Alfonso Prat Gay, El Amalito, que amenazó con un juicio a Axel Kicillof, si es que se pagaba.

“No quiero pagar”, confirmó La Doctora, según nuestras fuentes.
Porque no puede desprenderse, a esta altura, de los tres mil quinientos millones que le corresponde pagar, como consecuencia del gran mérito que convierte al extinto marido en El NestorNauta.
Para correrlos, por izquierda, a los que osaban pretender correrla por la misma franja. Como si se estuviera al borde de la demencia colectiva de declarar otra “Malvinas”, pero financiera.
Pobre Kicillof. Desconoce que ya le picaron el boleto.
Por traficar las mentiras, hoy El Gótico se encuentra tironeado. Entre la frontera de los dos delitos.
Debe elegir si violenta las normas de la Argentina (que no deben tomarse muy en serio), o también las de Estados Unidos. Un poco más rigurosas. Con la SEC no se joroba. Lo aprendieron tarde hasta Los Bulgheroni (ampliaremos).
No obstante, las manganetas pudieron haberle salido bien a Kicillof. Fue una lástima. El muchacho no se dio cuenta (digamos para disculparlo) que cuando se trucharon los indicadores del 4.9. al 3 ya era tarde. Porque el Fondo Monetario Internacional, siempre molesto, desestabilizador, casi golpista, había divulgado sus propios números sobre el crecimiento del país. El 4.3.
Significaba que con el 4.3 había que ponerse. Y los representantes de los fondos que se amontonaron en la embajada sólo querían cobrar.
Más interesados, los egoístas, en llevársela que en ponerla. Viles materialistas, insensibilizados, neoliberales que van a los mangos.