Desde la Rufo hacia la aceleración

La imperdonable vocación por subestimar al argentino medio

Escribe Bernardo Maldonado-Kohen – Economía, especial para JorgeAsísDigital

 

Chistes de argentinos

Ofender la inteligencia emocional del argentino medio, o subestimarlo culturalmente, es -para el cristinismo- una aventura posible. Aunque imperdonable. Confirma que a la impericia, a la permanente mala praxis, se le debe agregar, en adelante, la mala fe. Semejante tergiversación colectiva admite que el país penetre, de pronto, en el laberinto del papelón. Del ridículo, sin salida.

Mientras tanto, desde los países vecinos, o un poco más alejados, se brindan muestras de solidaridad. Aunque se sonríen, en el fondo, por lo bajo. Se tapan la sonrisa con la mano. A los efectos de inspirar próximos chistes de argentinos. Para festejar. Y disfrutarnos.

 

Cláusula de aceleración

Los irresponsables sumergen a la sociedad en el descenso del default. Pero tratan de convencerla, paradójicamente, que no se trata, en definitiva, de ningún default. Como “la Argentina paga”, el default no es default. Es una alucinación de conspiradores furtivos. O sostenerlo es una elemental “pavada atómica”.

Aquí se movilizan sentimientos básicos de nacionalismo torpe. Pero combinado con dosis siniestras de anti-imperialismo tardío. A través de la creación de los enemigos imaginarios. Y del “carnaval del mundo” capitalista que nos condena por nuestros atributos.

Derivaciones de la manifiesta incapacidad para gestionar. De las picardías estremecedoras que salieron mal.

La estrategia dilatoria, a través de la estética deplorable del pedal, concluyó en el extraordinario bochorno. En el acto consciente de negar la realidad.

Y cuando todavía los ineptos, los que gobiernan, los que abusan de la complacencia opositora, no terminan de convencer a nadie acerca de las terribles maldades de la cláusula Rufo, tienen que sorprenderse con la previsible moda de las “cláusulas de aceleración”. Las que ya comienzan, según nuestras fuentes, a presentarse. Sin que importe un reverendo pepino la semántica narrativa del default. Si existe o no.

Por lo tanto habrá que preparar una próxima agenda defensiva, para imponer los discursos articulados de La Doctora y de Axel, El Gótico.

Faltaría pronunciarlos, en adelante, en la Organización Mundial de la Salud, en el plenario de la Interpol, en la Sociedad Masónica de Cangallo. O en la FIFA.

 

Martínez y Pigasse

Matthieu Pigasse, exquisito multimillonario francés, de la Banca Lezard, es editor de Le Monde y dueño de la revista rockera Los Inrockuptibles. También, según Heitz Dieterich, es el principal asesor externo de Nicolás Maduro. Y así le va, al presidente que agrava los escombros de la Venezuela Bolivariana.

Es a través de Venezuela que Pigasse desembarca, según nuestras fuentes, en los negocios abiertos de la encepada Buenos Aires. Y de algún modo, Pigasse se las ingenia para sugerir la conveniencia práctica del default para la Argentina. Idea perversa que, aunque lo desmienta con entusiasmo, también supo acercar el financista mejicano David Martínez, del fondo Fintech.

Para colmo socio de Héctor Magnetto, El Beto, el baluarte Martínez mantiene excelentes vinculaciones con el cristinismo. Hoy por los teléfonos, en un tiempo no muy remoto fue Ciccone, antes del ingreso de The Old Fund, artificio que marcó la gloria y la sepultura de Boudou y La Banda de los Descuidistas. Ampliaremos.

Hoy Martínez mantiene una sobria influencia moral, según nuestras fuentes, hasta con Carlos Zannini, El Cenador. Es acaso el máximo responsable de la estrategia que condujo al flamante naufragio de la Argentina. Presentado, como se acostumbra, como una epopeya.

Entonces Pigasse y Martínez coincidieron en instalar la idea que el default no es grave. Al contrario. Y ni siquiera tampoco es default. Y sin que nadie sospeche que ambos baluartes rápidos “están jugados en CDS”. O sea en el llamado Crédito Default Swap. Otro artificio teórico invalorable, inventado en 1994 por Blythe Masters, del JP Morgan.

Es uno de los instrumentos más modernos de Wall Street. Merecería ser estudiado por De Pablo, y tratado por el colega Monteverde. “Los CDS se utilizan en el aseguramiento de grandes corporaciones. En el aseguramiento de paquetes de referencia crediticia, o en el aseguramiento de los bonos de deuda soberana. Se dieron a conocer tras el estallido de la crisis subprime. Su monto mínimo de operación es de 10 millones de dólares” (referencias tomadas del Blog Salmon).

 

Don Julio no murió

Dijimos que todavía no terminó de clarificarse la cuestión irritante de la clausula Rufo cuando cae, sobre el cuello de la Argentina, el cadalso de la cláusula de la aceleración. Para ser más específico, se trata de la aceleración que gatilla el “cross default”. O sea el default cruzado. Melconián tendría que explicárselo pronto a Maxi Montenegro.

Trátase de las presentaciones que ya mismo pueden realizar los tenedores de bonos que se atrevan a juntar el 25 % de cualquiera de las 16 serie de bonos, y que de pronto se presentan por ventanilla a cobrar. Por ejemplo los tenedores de series de Bonos Par, los que vencen en 2038.

Si se juntan más del 25 por ciento de los bonos emitidos se mantiene “el derecho de acelerar”. De pedir cobrar al contado la totalidad. Obliga al Estado emisor a negociar. A abreviar los plazos. Y para semejantes desventuras Kicillof no está aún preparado. Aunque recurra a su ayuda Álvarez Agis, al que Morenito pronto lo apodó El Culata.

Pero según La Doctora y El Gótico el default no es, en definitiva, ningún default. Como sostener que don Julio Grondona, en definitiva, no murió. Se lo vela, se lo sepulta, pero su obra nada tiene que ver con la muerte. Por lo tanto don Julio vive. “Todo pasa”.

 

Alineamientos y envoltorios

La esquizofrenia cotidiana se encuentra garantizada desde lo más alto del poder. Y lo que se escriba aquí puede ser más tarde corregido. Impugnado de inmediato. Declarado falso. Inexistente. Persiste una crisis de superproducción de la conjetura. Instiga a diseñar los acuerdos que tampoco existen. Arreglos virtuales, soluciones mágicas que sólo encuentran refugio en el voluntarismo. O en la imaginación.

Lo que resultó admirable -y debe aceptarse- es la manera en que el cristinismo envolvente supo contagiar su propio desconcierto. Sobre todo a lo que puede denominarse “oposición envuelta”. A los “opositores envueltos” por el cristinismo que siempre sabe utilizar, y esmerarse, en la preparación del envoltorio.

“Están todos alineados”. Se lo aseguraron al importante gobernador que se anota, naturalmente, para la sucesión. Por más que se le esmeren en la presentación de trabas.

Por supuesto que Daniel, invariablemente “alineado”, no iba a representar ningún problema. Porque Daniel “es del palo”. Pese a los cotidianos esmerilamientos de La Doctora. Al énfasis ninguneador de Zannini, el máximo responsable del desastre.

El problema es que divulgan que mantuvieron también “alineados” a Mauricio y a Sergio. Los opositores mejor posicionados. Invariablemente envueltos.

El primero, a través de la línea magistral que bajara Durán Barba, El Equeco. Y que instrumentara Marquitos, El Pibe de Oro, que provocó la resignación piadosa de los economistas de cabecera.

El segundo, por el respeto visceral que, entre los economistas de la Franja de Massa, se le mantiene a Roberto Lavagna, La Esfinge.

“Lavagna fue de los primeros en alinearse”, confirma la Garganta.

Sospechan las fuentes que Lavagna, que es en el fondo un melancólico, mantiene la insólita esperanza de volver a caminar por los jardines. De ser convocado, acaso, como en 2002. A los efectos de aportar su innegable cuota de patriotismo y rescatar a la Argentina. Por segunda vez. Porque fue arrojada, por impericia, hacia el segundo foso del siglo.

Lo recomendable entonces, en tramos decisivos, era callar. Permitir. Otorgar. Mientras La Doctora, Zannini y Kicillof conducían la profundización del disparate.

No debían referirse demasiado al riesgo del default (“que no existe, ¿de qué default hablan?, si Argentina paga”).

Lo conveniente era plantear las inofensivas generalidades dilatorias. Ante la resignación, la sigilosa impotencia de los economistas de medialuna enarbolada. Los que no podían desconocer que se dirigían, frontalmente, hacia la debacle.

Para chocar, otra vez, la calesita de la improvisación.

 

Bernardo Maldonado-Kohen, para JorgeAsisDigital.com

Mentira del 4.9 y desmentida peor del 3

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

“Traicioné, pero fue para beneficio de Francia”, aceptó el Marqués de Talleyrrand.
En un futuro relativamente inmediato, cuando se le pregunte por qué razón, durante su gestión y la de su marido, se alteraron tanto los indicadores, La Doctora podría emular a Talleyrrand.
“Garqué, pero fue para beneficio de la Argentina”.
Aplausos emotivos. Aplaudidores de pie.

El “warrant” dibujable

En el paroxismo de la falsedad, los irresponsables mienten doblemente. Al menos en lo relativo al índice de crecimiento del Producto Bruto Interno.
Aquí se mintió al proclamar un crecimiento del 4.9, para 2013. Pero se mintió también descaradamente al desmentir la propia mentira. Para proclamar después, arbitrariamente, que se creció sólo el 3.
He aquí la clave del beneficio patrióticamente talleyrandiano.
Si se sostenía la mentira inicial, la del crecimiento a 4.9, Argentina tendría que pagar el dinero equivalente al cupón del PBI. Se encuentra aferrada, para colmo, a una estética matemática.
“Unidad ligada al crecimiento”, confirma la Garganta. Técnicamente conocida -la unidad- como “warrants”.
Daba un inapelable warrant de 3.22.
Para ser claros, y traducir para los analfabetos funcionales en materia de finanzas: Con un crecimiento mayor del 3.22, Argentina tiene que pagar. Ponerse, como la gansa.
Al contrario, si el crecimiento es menor, Argentina se libera del fastidio de pagar. No pone.

Entonces se habilitó la picaresca congénita de truchar. El crecimiento, que ya se había truchado en 4.9, de repente bajó, milagrosamente, a 3.
La explicación puede rastrearse en las lumbreras que hoy conducen monstruosamente la economía. Con discutible astucia, dejó de analizarse el PBI desde la base de 1993. Tal como se había acordado. Daba el fatídico 4.9. Prefirieron cambiarla de manera antojadiza. Desde la base de 2004. Entonces daba 3.
No es para cualquiera atreverse a dibujar un warrant. Y exhibir, en una atmósfera no habitada precisamente por idiotas o desinformados, la manera tan bartolera de barajar los indicadores.

La perversa instrucción de mentir

“Es un bono que hoy se cotiza en 7 dólares, aconsejo comprarlo”, confirma la Garganta.
No es desmesurado pensar que la Argentina, en un rapto de imprevisibilidad, se vuelva previsible y confiable. Y crezca de verdad, conducida por algún sucesor creíble, más del 3.22 del warrant.

Con el indicador inicialmente anunciado de 4.9, en septiembre habría que pagar, a los tenebrosos tenedores del cupón, alrededor de tres mil quinientos millones de dólares. Cumplir sería catastrófico para las reservas, las que Juan Carlos Fábrega controla meticulosamente.
Es -Fábrega, El Sensato Marginal- presidente del Banco Central. Y casi seguro, según nuestras fuentes, es el próximo ministro de Economía.
Después que el sentenciado Axel Kicillof, El Gótico, avance en la implementación del ajuste en que no cree. Pero que lleva adelante igual, mientras en simultáneo lo niega.
Por la instrucción perversa de La Doctora, que lo desgasta. Lo manda al frente. Le aplica la sutilidad del esmeril.
Como si Kicillof fuera, en definitiva, otro Scioli, pero sin corbata. Sin Aire ni Sol.
El Gótico es el elegido para cargar con las culpas intelectuales del ajuste que no se asume. Y es sobre todo el responsable de la acumulación de mentiras que contienen, a esta altura, valor jurídico.
Aunque -cabe consignarlo- no se trate exclusivamente de sus propias mentiras. Apenas emerge como el abnegado legitimador de las mismas. Y el principal autor, eso sí, de las dos últimas.
De la mentira del crecimiento a 4.9, y de la desmentida peor del 3.

El juvenil cuarentón pudo haberse dado cuenta la semana anterior de la magnitud de la trampera en que se había introducido. Por comprarse el discurso que vendía, como si fuera otro papagayo. Fue en Washington, para ser exactos el viernes pasado, por la tarde, cuando la embajadora Cecilia Nahón, originaria también de la cantera inagotable del Tontos pero no Tanto, convocó a una ristra de “inversores”. Representantes de fondos de inversión, alguno de ellos Garganta del cronista. La nada tonta excelencia Nahón los convocó para que admiren el lucimiento intelectual del nada tonto Kicillof.
Como se había producido una afluencia numerosa de interesados en escucharlo, Kicillof pudo también, según nuestras fuentes, haberse entusiasmado. Al extremo de creer que, los que se arrimaron hacia la embajada, eran románticos que se arriesgaban, a pesar de todo, a invertir dinero estratégico en la Argentina. Atraídos por la inteligencia de su batería de medidas que inducen al acercamiento. A una suerte de regreso triunfal al mercado de capitales, de donde Argentina nunca debió haber salido.
Pero los interlocutores eventuales de Kicillof estaban más interesados en sacar que en poner. En cobrar lo suyo.
Los asistentes quisieron saber, según nuestras fuentes, si la Argentina iba a pagar el cupón del PBI. O si se arriesgaba a encarar la irresponsabilidad de otra batalla judicial. La que tendría, en todo caso, algo positivo para el cristinismo: porque debería afrontarla el desdichado continuador.
Vísperas de un litigio más grave, incluso, que el irritante de los llamados “holdouts”. Pero consecuencia de la misma reestructuración de la deuda. De los 80 mil millones de dólares, que el kirchnerismo, en su pasión tergiversadora, suele aún presentar como su mérito trascendente, casi rescatable.
Aunque debiera aceptarse que se trató, eso sí, de una excelente negociación dirigida por Roberto Lavagna, La Esfinge, hoy opositor, e instrumentada por Guillermo Nielsen, que se llevó de premio el caramelo de la embajada en Alemania. Para volver y ponerse crítico en emisiones del cable.

Hemingway y Prat Gay

“Tener o no tener”. Lo planteaba Ernest Hemingway en su novela homónima (llevada al cine por Humphrey Bogart y Lauren Bacall, en blanco y negro).
“Pagar o no pagar”, en cambio, es la opción del conflicto que plantea la Argentina, en colores. En el extravagante país del sur, donde aún se pretende la petulancia de correr, al adversario, “por izquierda”.
Consta que pagar, en la Argentina Garca, se considera una opción despreciable de derecha.

Por lo tanto, la corrieron “por izquierda” a La Doctora. Para que el cupón no se pague. Porque el crecimiento anunciado inicialmente (4.9) era muy trucho.
Desde el insólito Lavagna, que protagonizó el compromiso y patrocinó el warrant, que por televisión salió a decir que “no había que pagar”. Hasta el progresista Alfonso Prat Gay, El Amalito, que amenazó con un juicio a Axel Kicillof, si es que se pagaba.

“No quiero pagar”, confirmó La Doctora, según nuestras fuentes.
Porque no puede desprenderse, a esta altura, de los tres mil quinientos millones que le corresponde pagar, como consecuencia del gran mérito que convierte al extinto marido en El NestorNauta.
Para correrlos, por izquierda, a los que osaban pretender correrla por la misma franja. Como si se estuviera al borde de la demencia colectiva de declarar otra “Malvinas”, pero financiera.
Pobre Kicillof. Desconoce que ya le picaron el boleto.
Por traficar las mentiras, hoy El Gótico se encuentra tironeado. Entre la frontera de los dos delitos.
Debe elegir si violenta las normas de la Argentina (que no deben tomarse muy en serio), o también las de Estados Unidos. Un poco más rigurosas. Con la SEC no se joroba. Lo aprendieron tarde hasta Los Bulgheroni (ampliaremos).
No obstante, las manganetas pudieron haberle salido bien a Kicillof. Fue una lástima. El muchacho no se dio cuenta (digamos para disculparlo) que cuando se trucharon los indicadores del 4.9. al 3 ya era tarde. Porque el Fondo Monetario Internacional, siempre molesto, desestabilizador, casi golpista, había divulgado sus propios números sobre el crecimiento del país. El 4.3.
Significaba que con el 4.3 había que ponerse. Y los representantes de los fondos que se amontonaron en la embajada sólo querían cobrar.
Más interesados, los egoístas, en llevársela que en ponerla. Viles materialistas, insensibilizados, neoliberales que van a los mangos.

Los jóvenes arrastran a los cerdos

Los de 30/40 desplazan a los de 60. Y envían a la reflexión a los de 70.

sobre informe de Consultora Oximoron
Redacción Final Carolina Mantegari

Quien arrancó con el cuento de “lo nuevo y lo viejo” fue Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, líder del Pro, expresión institucional del macricaputismo.
Con la línea, o la letra, bajada -acaso- por el pensador Jaime Durán Barba. Un anti-ideólogo que, a principios de siglo, no vacilaba en descalificar con la sentencia.
“X es un buen político, pero del siglo veinte”.

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Aire a Urribarri para retener a Scioli

Martingalas atractivas y delirantes del cristinismo en retirada.

escribe Oberdán Rocamora

Urribarri, Rocamora, el Elegido es Urribarri”, confirma la Garganta.
Para inflarlo con aire político, y retenerlo a Scioli. Mantenerlo cerca. Pegado.
La estrategia, en el fondo, es clara.
“Como un anillo”, diría Neruda. “Casi simple” como un patio, diría Parra.

Para acotar a Daniel Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol, es necesario darle rodaje nacional a Sergio Urribarri, El Pato, o El Padre del Marcador de Punta.
El gobernador de Entre Ríos -que mantuvo la admirable confirmación electoral- emerge como la máxima garantía sucesoria para el cristinismo.
Es consciente Urribarri que la lealtad es un acto de la inteligencia que sirve, en definitiva, para escalar.
“El mérito de hacer buena letra. Y los deberes”. O sea, lo que le pidan. Estar presente, para acompañar y aplaudir.
Un mecanismo de lícita especulación que suele brindar réditos.
Aunque el entrerriano, según nuestras fuentes, sea frontalmente sincero.

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Cobos y Scioli, almas gemelas

El vice de La Doctora y el vice de El Furia.

escribe Serenella Cottani

“Al final, vamos a quedar los dos” –dijo uno de los dos, Cobos o Scioli.
Fue en la cena secreta de diciembre de 2012, en Villa La Ñata, que tanto enojó a los cristinistas salvajes.

Julio Cobos, El No Positivo, y Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol I, mantienen un pasado llamativamente común. Los unifica.
Ex vicepresidentes que padecieron las condenas respectivas de los dos presidentes que les correspondieron.
Scioli lo tuvo que aguantar a Kirchner, El Furia. Mal, aceptémoslo, no le fue.
Cobos debió soportar a Cristina, La Doctora. Y al salvajismo. Fue un calvario.

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El vuelo de los garrocheros

escribe Serenella Cottani
Interior-Provincias

“Esto es el peronismo, no es ningún Club de Solas y Solos”, confirma la Garganta.
“Aquí se te puede perdonar cualquier pecado, menos el de la derrota”.

Inmolarse por los mohines ensayados de La Doctora adquiere un sentido discutible. Por no decir nulo.
Es como dar la vida por los ganadores de sueldos de La Cámpora.
O por los colaboradores rentados del frepasismo tardío.

“¿A cambio de qué, Serenella?”. ¿Acaso de considerables mangos, que llegan en cuentagotas y mal? ¿O por promesas de más obras? De terminar las iniciadas.

Encerrona teórica que los peronistas suelen explicar, en la práctica, con palabras procaces, indignas del presente despacho.
Porque si pierden, los tratan de culpables o traidores.
Como le pasó, sin ir más lejos, a Sergio Massa, Aire y Sol II, con Néstor Kirchner, El Furia. En la derrota “testimonial” de 2009.
Pero si ganan, los castigarán peor. La Doctora les impondrá los concejales arbitrariamente a dedo. Para entregarlos.

Les consta que a Martín Insaurralde -pobre- lo quemaron. Un buen muchacho que aprendió bastante con Hugo Toledo, uno de los tres titanes de Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Los otros dos fueron Mércuri y Pierri.
Pero Insaurralde se diplomó merced a la confianza que “siempre le dispensó” Rossi. Canal ante Federico Achával, socio de Cristobalito.
Ahora tiene -Insaurralde- escasas posibilidades de remontar. Los cristinistas lo transformaron en un barrilete de plomo.

Los mini-gobernadores -apodados intendentes- que sin gran convicción jugaron con el cristinismo, se encuentran en la plenitud del conflicto existencial. No pueden arriesgar la mayoría en el Concejo Deliberante. Manera suicida de arrimarse a otra pérdida fatal. La libertad.
Saben que Sergio, el que está enfrente, al menos por ahora, no es ningún enemigo.
Es el Quijote que se atrevió, en cuarenta días y con veinte Sanchos, a perforarle, a La Doctora, la provincia inviable.

“Nos vacunaron”, confirma la Garganta. “Pero Scioli, acaso para conformarnos, y darnos un poco de ánimo, dice que no tenemos que dramatizar”.
Es la línea que se baja, desde arriba. Como si nada hubiera pasado. Ningún “masaso” electoral.
Para avanzar con “fe, esperanza y entusiasmo”. Hacia el paredón.
Más grave que un pecado, la derrota, en el peronismo, es un error.
Entonces la lealtad es un aspecto relativamente superfluo. Que se ofrenda a quien, en definitiva, la merece.
No es precisamente el caso de La Doctora. Ni de los frepasistas tardíos que se reportan a Zannini, el Gran Consumidor de Pescado. Podrido.

Fotografías

Se aguarda la multiplicación de los garrocheros voladores. Llegan con la medialuna metafóricamente enarbolada. Para mojarla en las tazas de café con leche de “Tigre, Tierra Santa”.
El encargado de recibirlos, aunque parezca mentira, es Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Oportunamente puso el pie en Tigre para negociar componendas en nombre del sciolismo.
Pero, ya que estaba en Tigre, se quedó.

En el Comité de Recepción a los Garrocheros está habilitado también Eduardo Amadeo, El Conde Consorte.
Se anota -El Conde- para iniciar otra epopeya junto al visionario Felipe Solá, El Máximo Cuadro del Felipismo.
Hoy se encuentran, con el Vasco De Mendiguren, en condiciones de repartir los números, para “tener diez minutos con Sergio”. A los efectos de enrolarse en la cantera inagotable de Massa.
Como Roberto Lavagna, La Esfinge, que también pudo aterrizar. Para encontrarse con Sarghini, La Oveja, y Tito Lusiardo, alias Juanjo.
Son dos viejos protagonistas de la fotografía utilitaria, tomada en El General, restaurante temático, como el que abrió El Canca Gullo en Palermo.
Lástima que el cuarto de aquella foto, Francisco de Narváez, El Caudillo Popular, aún no haya aterrizado.
A través de la derrota, Narváez se transforma. Pasa a tener mayor gravitación. Como si hubiera triunfado.

A quien se aguarda, con relativo entusiasmo, en el garrochódromo, es a Hugo Moyano, El Charol.
Pero Moyano no tiene el estado físico de La Esfinge. A esta altura está bastante grande y pesado para clavar la garrocha en Azopardo, y elevarse hacia Tierra Santa. Aparte, no le hace falta.
Le sobran los canales para llegar a Tigre. Los intermediarios. Celestinos vocacionales que se postulan, según nuestras fuentes, como dadores voluntarios de solidaridad.
Todo para precipitar el acercamiento entre Moyano y Massa.
El Charol lo tiene a su hijo Facundo, que es pre-massista. Significa confirmar que Facundo está con Massa desde antes que Massa comenzara a dar las exitosas vueltas en la Rotonda.
Instalado en esa versión del Cruce Etcheverry que supo atormentar al cristinismo primario, cuando La Doctora estaba en banda informativa y desconocía qué camino Massa iba a tomar.
O si iba a conformarse con las vueltas. Sin decidirse.

Gente que busca gente

Para colmo, Moyano mantiene, según nuestras fuentes, los códigos superados del evangelista frontal.
De ningún modo va a hacerle un feo a Narváez, que lo arrastró hacia la lona. Aunque desde hace dos semanas Moyano estaba particularmente incómodo con su posición de falsa escuadra. Aferrado al error de la derrota que se le avecinaba. Por haberse dejado arrastrar por las carísimas derivaciones de aquella otra fotografía, la de Córdoba.
Cuando El Charol apareció sonriente junto al Caudillo Popular, y con José De la Sota, El Cordobés Profesional. Y como es habitual con Lavagna, La Esfinge.
La fotografía de Córdoba resultó letal para la asociación que se tramitaba entre Lavagna con el gran ausente. Mauricio Macri, El Niño Cincuentón.
Pero Macri, curiosamente, por intermedio de Jorge, El Primo Pobre, vuelve a encontrarse con Lavagna en un recodo del eterno camino.
Ilustración efectiva de “Gente que busca Gente”, como diría Pagni, el pensador positivista.

Como componentes de la cantera de Massa, El Niño Cincuentón y La Esfinge se reencuentran en Tigre, Tierra Santa.
Junto al Poeta Impopular, que felizmente encontró a quien dedicarle sus sonetos desesperados. Y con El Conde Consorte. O El Máximo Cuadro del felipismo. O Tito Lusiardo. Junto al “Chupete” Manzano, el Gran Productor de Humo, parte de la cantera del peronismo que se recicla hasta el infinito. En la Franja de Massa, que hasta hace tres meses era una “maza sin cantera”.

Se asiste a la epidemia de los balances. Cualquier locutor se pregunta -perplejo- qué va a pasar ahora.
Si La Doctora asimilará con sensatez “La calle cerrada de la derrota”. O si va, alucinantemente, a radicalizarse.
“Ni un paso atrás”, confirma Filmus, El Psicobolche, siempre listo para el admirable oficio de perder.
Sin percatarse que, si insisten con La Doctora en dar otro paso adelante caen, invariablemente, al precipicio.
Con todos aquellos frepasistas que, sin otra alternativa que inmolarse, se cuelgan del“Vestidito negro”.

Al cierre del despacho, trasciende que Daniel Peralta, El Campera, clavó la garrocha en la Avenida Kirchner, en la intersección con la confitería Mónaco. Para elevarse con destreza y volar, majestuosamente, hacia “Tigre, Tierra Santa”. Y anotarse en la cantera de Massa.

Serenella Cottani

Detrás de La Doctora y de la Franja de Massa

CHARLA EN SEVRES (III): Vidas paralelas. Daniel Scioli y Mauricio Macri.
por Jorge Asís
(Desgrabación de Claudine Pons-Grévy)

Sevres, París

Mireille de C… – Dos dudas, o tres, entre tantas. Primero, usted asegura que Cristina -La Doctora, como la llama- no tiene la menor posibilidad de ser reelecta. Pero no lo veo del todo convencido. ¿O me parece?
Dos ¿cree que La Doctora puede elegirlo a Scioli como sucesor? Se lo pregunto porque yo estoy segura de que no.
Tres, en su historia, ¿cómo queda Macri? ¿Está más afuera?

La Doctora atraviesa un momento ideal para inspirar literatura. Final -si no sólo de ciclo-, de novela latinoamericana. Del tipo de Yo el supremo, de Roa Bastos, o La fiesta del chivo, de Vargas Llosa, descendencias del Tirano Banderas de Valle Inclán. La imagino en Olivos, a las diez de la noche y frente al televisor, con C5N. Con recuerdos que incitan al balance. Pero muy rencorosa, vengativa, casi humillada. La figura poco original alude al mito de la soledad del poder. Ella está obsesionada con la guerra errónea desatada contra el Grupo Clarín. La que declaró su esposo sólo cuando dejó de ser el presidente. Ya que, mientras El Furia lo fue, lo mantuvo a Magnetto, siempre al portador, disponible. El enfrentamiento ahora viene complementado por otra guerra absurda. Consecuencia de la derrota anunciada de la anterior. Contra la Justicia. Contra la Suprema Corte que fue el motivo inicial del “orgullo kirchnerista”. Y contra Clarín que fue el socio, junto a Hugo Moyano, El Charol, para consolidar la hegemonía conquistada. De manera que la solitaria, poderosamente desesperada, se enfrenta con los grandes medios de comunicación y con la justicia. Cuenta con una economía inflacionaria y con las excelencias de una soja que apenas le alcanza para dilatar el deslizamiento en el precipicio cercano, al que lo conduce la falta de energía. Acompañada por un equipo piadoso, casi para cultivar el ejercicio de la compasión, y con una militancia desenfrenada que supone participar de la epopeya de una Revolución (aunque Imaginaria). Con todo ese morral que arrastra, La Doctora tiene que ser la protagonista excluyente de una elección legislativa donde, antes aún de ponerse en campaña, ya sabe que pierde. Por lo menos en cuatro o cinco de los distritos principales. Si les parece, luego los analizamos.
Por lo tanto no puede perder un solo voto más en la provincia (inviable) de Buenos Aires. Que es, exactamente, donde se le abrió una fracción. La Franja de Massa. Cisura profunda en su fuerza, que el infantilismo expresivo de Francisco de Narváez, El Caudillo Popular, cree que es simulada.
Para colmo La Doctora tiene que aceptar el auxilio recíprocamente interesado de Scioli, al que -por ingrata- no respeta. Al que atacó con virulencia oral, y rigor presupuestario, hasta vaciarlo. Se comió hasta las migas de la panera y no le cedió un miserable candidato en la lista.
De todos modos, vaciado, denigrado, devaluado, La Doctora tiene que depender del Líder de la Línea Aire y Sol. Casi tanto como de la chequera infatigable de De Vido. Y de la fascinante caravana de buscas que medran con el cuento del arte comprometido. O de la comunicación propia-tropa.
Si Scioli saltaba, como inconscientemente La Doctora quería, ya asistíamos al verdadero final.
Pero Scioli sabe hacerse el polaco recién desembarcado. El misterio de la presencia ausente. Nada ganaba con saltar.
Prefirió quedarse, despojado, con cuero insensible en la piel. Pero cerca de la marca del Partido Justicialista.
Significa confirmar que La Doctora no es la única dependiente. Es la caravana de buscas del Frente de la Victoria que hoy vergonzosamente depende de él, aunque también lo desprecien. Lo consideran “la derecha”. Para consolidarse, acaso, en la ilusión de ser de izquierda. Cuando a lo sumo adhieren a la ideología a la carta del peronismo.
Pero si quiere seguir en este oficio, en el que no le fue tan mal, Scioli tiene que ofrendarse por Insaurralde (el que “armaba” con Bossio para cambiarlo por Boudou). Y por La Doctora, que lo ridiculizó delante de sus pares.
Debe ofrendarse por la vertical señora Di Tulio y hasta por Cuto Moreno y la señora Conti. Pero conste que no es por generosidad espiritual, sino para evitar el ascenso de la Franja de Massa.
Ya que Massa, La Rata del Tigre, hoy es el adversario de los dos. De La Doctora y, sobre todo, de Scioli.
Y si me apuran le diría, Mireille, que Massa también es el competidor de Macri, que va en la Franja. Chupado, como se dice en el automovilismo deportivo, detrás. Porque, si Massa le gana en agosto a Insaurralde, puedo asegurarle que no se va a ver el cielo, de tantas garrochas que sobrevolarán hacia el Tigre. Clavadas desde cualquier sección electoral de la provincia. En el aire del suburbio y con las medialunas enarboladas.

Ahora, si La Doctora y Scioli, con el mascarón de proa de Insaurralde, lo sacan del escenario a Massa con una derrota contundente, intuyo que va a existir el riesgo de querer quedarse. Que los gurkas de La Doctora, que nada tienen para perder, además de la libertad, quieran reformar inmediatamente la Constitución. A los efectos de eternizarla.
Pero según mis números, Mireille, no le va a alcanzar. Y conste que no me refiero sólo a las dificultades reglamentarias. Es la política.
Porque La Doctora y sus Buscas de la Victoria retroceden en Capital. Se apelotonan en Córdoba. Se quedan cortos en Santa Fe y son goleados en Mendoza. Les falta sólo estrellarse en Buenos Aires. Y asoman, en el horizonte, turbulencias. La Franja de Massa les presenta un desafío territorial.
La Rata, mientras daba vueltas en la rotonda, la armó bien. Y llego a la cumbre cuando consiguió que lo acompañara De Mendiguren. Es un ídolo popular de La Matanza, que logra suspiros entre las compañeras de la Tercera y Primera Sección Electoral. Sin hablar de las masas bonaerenses que siguen fieles a Felipe Solá, el que, reitero, es el máximo cuadro del felipismo. También hay que tener en cuenta a Adrián Pérez. El Jean Paul Belmondo en versión pobre. Con De Mendiguren, Felipe y el Belmondo Pobre, la Franja de Massa vuelca la elección.
(Risas, generalizadas carcajadas en la Casa de Sevres)
Ahora, para ser franco, Mireille, coincido con usted. Por más que transitoriamente sea Scioli-dependiente, no creo para nada que La Doctora vaya finalmente a optar por Scioli como su sucesor.
Sería -cómo decirle- la constatación del fracaso personal.

M.- ¿Nada más de Macri?
En cuanto a Macri, El Niño Cincuentón, figura principal del macricaputismo, percibo que la tiene casi tan difícil como Scioli. Vidas paralelas.
Tuvo mala suerte en su intención de proyectarse en la inviable Buenos Aires. Hasta decidir ir, aunque bastante diluido, detrás de La Franja de Massa. Como Scioli detrás de La Doctora. Un negocio extraño.
Porque Scioli se aferra a La Doctora, alguien que se va. Pero Macri no puede aferrarse a alguien como Massa, que se encuentra en la plenitud del crecimiento. Cuesta entenderlo. Porque, en simultáneo, lo que se le complica a Macri es el distrito que tiene escriturado, la Capital.
Su oferta es buena, pero carece de innovaciones y sorpresas. Parece un acto de resignación por no haber formalizado su alianza, de máxima, con Lavagna, o de mínima con Lousteau.
Si se le complica a Macri el distrito no es por el gobierno. El cristinismo insiste, en Capital, con su batallón destartalado de perdedores vocacionales. Tienen menos atractivo que el bife de hígado con puré, durante los siete días de la semana, para almuerzo y cena.
Las complicaciones le vienen, a mi criterio, por el lado del centro-izquierda, que la supieron hacer. Del radicalismo rebosado de progresismo, al que Macri le supo birlar oportunamente los votos, para festejar con globos y danzas amarillas.
El que se imponga en la interna progresista de agosto va a llegar, a mi criterio, mucho más fortalecido para confrontar con la señora Michetti, el Colo Santilli y el Padre Bergman.
Entre Solanas, el Dirigente Universitario, bastante conocido en París, que se larga secundado por la señora Carrió. Con Prat Gay, el cuadro repentinamente revolucionario, que va con Victoria Donda, la Transgresora de Barrio (y el Gil Lavedra como diputado). Y con el eterno Rodolfo Terragno, que suele contemplar con paternal regocijo a su discípulo, Martín Lousteau, el Personaje de Wilde.
Reitero que Macri lleva una oferta digna con Michetti y Santilli, pero tiene un cierto sabor a frustración. Por no haber podido cerrar con Roberto Lavagna, La Esfinge, la gran decepción para esta campaña de la que hablo aquí por última vez.
Lavagna fue capaz de negociar el canje de la deuda, acompañado del Flaco Guillermo Nielsen, y no supo negociar con Macri una senaduría que la tenía en bandeja.
La inquietud, y termino, a Macri le viene del radicalismo rebozado de progresistas. Más que de la postulación moyanista de Julio Bárbaro, con Piumato, armada a las apuradas. Tampoco de ningún modo lo asusta a Macri “La Revista Dislocada” que le presenta Alberto Rodríguez Saa, para entretener a la audiencia con seis cautivadoras listas de aspirantes diputados con la medialuna enarbolada.
Aunque pienso que el macricaputismo debería interesarse en desbaratar, desde ya, la temible presentación de la señora Alicia Oliveira. Es del Partido Unipersonal del Momo Venegas, que se llama Fe. Ocurre que Oliveira, una de las mejores discípulas de Eduardo Valdés, llega acompañada de Archibaldo Lanús, que tiene una inapelable penetración social en Mataderos, Soldatti, Parque Patricios y Flores Sur.

Bruno, El Cordobés – ¿Y a De la Sota? ¿Le parece que Cavallo lo perjudica?

(Desgrabación de Claudine Pons-Grévy)