El juego del poder es para vivos y perversos

La unión de Macri, Massa y Sanz para contener a La Doctora y Scioli.

Sobre informe de Consultora Oximoron, por Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

Salvo que quieran que triunfe Daniel, Mauricio y Sergio deben ponerse de acuerdo. Arreglar. Para dejar de ser funcionales a La Doctora. O sea a Daniel.

Ocurre que Mauricio tiene misericordias en Buenos Aires. Y Sergio recopila compasiones en el Artificio Autónomo de la Capital.

Para que Mauricio eventualmente lo acepte, de mala gana, significa que Sergio debería “bajarse”. Resignar la ambición presidencial y conformarse con el premio consuelo de la gobernación. Tarea que, en la provincia inviable, es mucho más difícil que ocupar la presidencia.

“¿Y por qué no hacemos a la inversa?” -consigna la Garganta de la Franja de Massa- “Si la provincia aporta muchos millones más de votantes”, insiste.

Con razonamiento similar reacciona De la Sota, El Cuarto Hombre, de valorada experiencia pero que viene más retrasado. Cuando le dicen que Massa pretende llevarlo en la fórmula presidencial como su vice, según nuestras fuentes, dice: “Mirá vos, en cambio yo lo quiero a Massa para que sea mi gobernador en Buenos Aires”.

 

Resignada convivencia

Entre Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, y La Doctora, hoy persiste una concordia transitoria, pero que deja al borde de la banquina a Randazzo, El Loco. En condiciones de ser rebajado, como cualquier Precios Cuidados, para destacarse en adelante como un partenaire, casi un sparring ideal, intrascendente como Urribarri, El Padre del Marcador, o Rossi, El Chivo, al que nadie toma en serio ni en El Cairo, bar emblema de Rosario.

La nueva relación Líder-Doctora fortalece, en el interior del cristinismo, el sentimiento de permanencia. Más arraigado que el sentimiento de pertenencia. Entonces los “camporistas” deben asumir que Scioli -quién iba a decirlo- les pertenece. Y sentir que en cada uno de ellos habita un Mariotto dormido, en potencia.

“Todo camporista guarda un Mariotto en un rincón del corazón”.

Entonces creen que van a quedarse. “Partir, qué triste alternativa”, canta Chico Novarro. Aún pueden asegurarse la continuidad.

“Porque en octubre los vamos a embocar de nuevo”, confirma la Garganta. Y agrega: “LTA”. Es el fatídico maradoniano: “la tenés adentro”.

Manera perversa de explicitar el fracaso de Clarín. Después de siete años de confrontación con el enemigo predilecto, los cristinistas están agrandados. Se proponen acabar con la elección en la primera vuelta de octubre.

Trasciende que la resignada convivencia entre Daniel y La Doctora se consolidó cuando el Líder de la Línea Aire y Sol resultó fundamental para doblar el voto de cierto camarista gravitante. Acción que colocó el Caso Nisman en la antesala del archivo. Apenas un crimen de verano que amenazó con cargarse a La Doctora. Gracias a camaristas puntuales jueces señalados, los efectos inicialmente devastadores del crimen de verano se diluyeron en el otoño. Hasta transformarse a la fuerza en un suicidio.

El gravitante alivió llegó. En asombrosa coincidencia con el estancamiento de los dos principales candidatos opositores. Sergio, primero, y Mauricio después.

El freno motivó el impulso bastante tardío de De la Sota. El Cuarto Hombre decidió cubrir costosamente la totalidad del paño, con el pretexto de su vocación literaria y con declaraciones múltiples. Para aplicar la estrategia de “ver qué pasa”. Hasta dónde se llega. Si alcanza al menos los irrisorios 10 puntos. Para pactar con Adolfo, El Alma de la Puntanidad, y sobre todo con Sergio, que lo reclama, tal vez para embocarlo. O para conciliar las hondas diferencias con el cristinismo, por razones exclusivamente pragmáticas.

Ocurre que los 12 o 15 puntos que se le reservan para el kirchnerista Accastello, pueden resultar fatales, en Córdoba, para el anunciado “regreso de Juan”. O sea, Juan Schiaretti.

Sin acuerdo con Accastello, el “delasotismo” está más cerca de perder la provincia. En Córdoba avanza el acuerdo que algunos interesados quisieran trasladar hacia el plano nacional. Entre los radicales de Aguad, El Milico, para gobernador, y Mestre, El Alcalde, para repetir, y con Juez (para la Planta Permanente del Senado). Y con Baldassi, El Soplapitos, para la vice. Es del PRO, expresión institucional del macricaputismo.

El entendimiento de Córdoba permite vaticinar, con optimismo superior, un acuerdo para antes de las PASO. Contempla la presentación de la fórmula que sigilosamente vuelve a tratarse. Macri-Sanz.

Para desazón intelectual de Jaime Durán Barba, Accastello,  El Librepensador del Horacio, defensor fundamentalista de la máxima pureza del PRO, sin contaminaciones de la acabada “política vieja”.

 

Los mangados

La etapa es atractiva. Está en juego lo más apasionante de la actividad política. La lucha por el poder. Un juego, el del poder, para vivos, perversos e inteligentes.

Consiste en unificar la fuerza propia y fragmentar las fuerzas contrarias.

Desborda la simpleza: hay que buscar la unión o evitarla.

Debe aceptarse que el ejercicio del gobierno facilita los movimientos. El afán de quedarse parece ser mucho más intenso que el afán de desalojar al adversario.

Es curioso, tiene más hambre de poder el que quiere quedarse que aquel que se propone echarlo.

Sobre todo porque, el que se queda, contiene mayor solidez espiritual en sus argumentos. En cambio, aquel que debe desalojar, plantado como opositor, se encuentra naturalmente obstaculizado por un conjunto de contradicciones. Egolatrías infinitas que desembocan en rencores personales.

Y los que mejor se mueven, en la actualidad, para enrolarse entre los vivos que quieren desalojar, son, según nuestras fuentes, los “mangados”.

Los aportadores frecuentes de los fondos sacros. Distan de caracterizarse por el romanticismo. Ganaron mucho dinero con el kirchner-cristinismo, cobraron juntos, la contaron. Sobre todo durante el primer tramo de la década. Los Mangados tienen un efectivo interés en acabar con la insoportable inmanencia del cristinismo.

Se habla, por ejemplo, de un fuerte petrolero. Un Dragón acosado por el inversor del comisario que pretende infatigablemente llevárselo puesto.

Pero también se alude a otros industriales institucionalmente poderosos, cañonero sin costura, adoradores de Sanz, y de algunos banqueros frecuentadores de la Franja de Massa. Incluso, se barajan hasta los destacados conductores de algunos grupos mediáticos que brindan el escenario sustancial.

Planifican, Los Mangados, la osadía de acercar a las tres fuerzas fundamentales que, si se unifican, pueden resultar posiblemente imbatibles. Ni siquiera resisten la chicana menor de ser comparadas con la reencarnación de la Alianza. Aparte, prácticamente no existen diferencias de fondo entre ellos.

Mauricio, El Niño Cincuentón; Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia; Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca.

 

Idea utópica de perdurar

Pero rescatar el probable entendimiento entre Mauricio y Sergio hoy es una indigna manera de perder el tiempo. Así cualquiera de los dos, para ir por la provincia, decida “bajarse”.

Ocurre que el mero acercamiento de Sergio con Mauricio produciría un colapso por el vendaval indeseable de la señora Carrió, La Empresaria de la Demolición (hoy comprometida con Mauricio).

Otro comprometido, pero con Sergio, es Francisco De Narváez, El Caudillo Popular. Un clavado candidato para la provincia, al que Macri detesta por razones ya detalladas en La Tragicomedia de Mauricio y el Francisco. Texto del Portal.

Sin embargo Narváez es mucho más razonable que Carrió. Y ya le advirtió, según nuestras fuentes, a Sergio.

“Si decidís bajar a la provincia lo voy a entender. Sólo te pido que me lo avises antes”. 

El pragmatismo de los profesionales del poder suele ser siempre más importante que la sedimentación de los egos. Conceder es, en definitiva, un acto de inteligencia personal y colectiva.

Y si Sergio y Mauricio alcanzan un acuerdo electoral con Sanz casi pueden asegurarse la gobernabilidad. Una indeterminada cantidad de legisladores, para cuerpear la transición. Lo menos que se aseguran es el paso hacia la segunda vuelta, algo letal para el cristinismo y la idea utópica de perdurar.

Año de la esquizofrenia activa

Plena etapa lazarista del cristinismo. Matar al muerto. Cargarse a Lorenzetti.

Sobre informe de Consultora Oximoron

escribe Bernardo Maldonado-Kohen, especial para JorgeAsísDigital

La Doctora culmina con aire artificial el año de la esquizofrenia activa.

Sin el dramatismo de un miserable saqueo. Debe admitirse que Sergio Berni, El Licenciado Serial, trabajó bien. Merece estar nominado para la gobernación de Buenos Aires, o la Jefatura del Artificio Autónomo.

Puede Berni ser el punto de unión, incluso, entre La Doctora y Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.

Berni trabajó en sintonía con la acción psicológica previa que diseñó su adversario interno. El camarada general Milani, Seductor de Sexagenarias. Continuar leyendo

Sin Plan de Lluvia

MAURICIO, SERGIO Y DANIEL (3ra.Época): Macri, Massa y Scioli en “la suya”. Como si fueran días de normalidad.

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

 

Introducción

El buen final

Ninguno de los tres que aparecen en pantalla tiene un Plan de Lluvia preventivo. Por las probables tormentas que puedan precipitar cambios severos en la escenografía. Los tres arman sus estructuras como si transcurrieran días de estricta normalidad.

Por silencio, recato u omisión, los tres están envueltos en los papelones internacionales que La Doctora produce. Continuar leyendo

La Doctora y Menem, epílogos paralelos

Final de ciclos peronistas. Similitudes y diferencias.

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

Para el desenlace de la historia sólo resta saber si el Scioli de 2015, en volumen político, va a superar al Duhalde de 1999.

En versión casi grotesca, quince años después se reitera otro final de ciclo peronista. Con el respectivo gobernador de la provincia de Buenos Aires, La Inviable, entregado al proyecto sucesorio.

Aquel Duhalde de 1999 mantuvo un clavado epílogo de derrota. Confirmó el maleficio esotérico de la gobernación. La condición de destino final, y no de mera escala intermedia, para una conquista de envergadura superior. Aunque ser un aceptable gobernador de Buenos Aires es tan dificultoso como ser un presidente eficaz.

Hoy Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, apuesta otra vez por la anulación de aquel designio que adquiere el carácter de fundamentada superstición. Con el objetivo de perforarlo. Sin repetir, en lo posible, el mal interrumpido de Antonio Cafiero, Oscar Alende, el propio Eduardo Duhalde, y tantos gobernadores que se propusieron después saltar hacia la presidencia. Para quedar colgado de los cables.

Sólo Duhalde, en cierto modo, alcanzó a quebrar el citado maleficio. Pero de un modo ultra-excepcional. Accidente previsible del sistema democrático.

 

Estilos imperiales

Acontece que aquel Menem del 99, o La Doctora de 2015, más allá de sus circunstancias, distaron de caracterizarse por producir continuidad.

Antes de destacarse como el Piloto de Tormentas (generadas), Duhalde logró imponer su candidatura. A pesar del escaso interés del presidente Menem, que invariablemente se iba.

Del mismo modo hoy Scioli, con suerte bastante relativa, trata de imponer la suya. A pesar del esmerilamiento cotidiano que le aplica La Doctora que -invariablemente- debe irse.

Consecuencia absoluta del estilo imperial para el ejercicio del poder. Típica del caudillismo peronista.

En la patología, el comportamiento de Menem parece unificarse con el que comparten Kirchner, El Furia, y La Doctora. Situados en las antípodas, en materia de ideología impostada. Del rumbo que, cada uno de ellos, le dio al peronismo, adaptable hasta el pragmatismo.

Por la inacción de sus conductores, el peronismo dejó de ser un Movimiento para transformarse, en los distintos periodos históricos, en un complemento apenas partidario. Un instrumento vacío para sacarlo a relucir en las vísperas de la competencia electoral.

Este Scioli de 2014 se muestra mucho más aferrado, en cierto modo, a los lineamientos compulsivos que baja La Doctora. Mientras aquel Duhalde, ya en 1998, plantaba diferenciaciones erróneas con el modo de empleo que bajaba Menem. Lujos que le facilitaron, en definitiva, la derrota.

En la previa de la campaña, Duhalde manifestaba claras disidencias con la política medular de Menem. Entonces pasaba por la Convertibilidad.

En cambio Scioli hoy se diferencia de La Doctora sobre todo en el estilo. En las formas que pulverizan el todo. Tiende más al consenso, a la cohesión, que a la confrontación, fenómeno que dejó de ser redituable.

Lo que atormenta a La Doctora, como lo atormentaba también a El Furia, en vida.

Sin embargo, al menos exteriormente, Scioli respalda cada una de las catastróficas políticas implementadas por el cristinismo que declina. Aún así, Scioli debe someterse a una especie de examen rutinario donde en general es aplazado. Con retos descalificatorios para cualquier dirigente normal. Pero que el personaje de la referencia ni los registra.

Como si las agresiones le resbalaran, el Milagro Scioli continúa, como si nada, con el atletismo positivista del Aire y del Sol.

 

Disolución en varias candidaturas

Otra diferencia sustancial de La Doctora de 2014 con aquel Menem de 1998 consiste en la perversidad de estimular precandidaturas, a los efectos de atenuar la postulación del gobernador de La Inviable Buenos Aires. Por peso prepotente de provincia, el gobernador siempre suele considerarse el candidato natural.

En algún momento Menem supo alentar al popular Palito Ortega (que fue rápidamente absorbido por Duhalde, que lo estampilló de vice). Y también hasta estableció alguna breve complicidad, a mediados de 1999, con la ambición recatada de Adolfo Rodríguez Saa, en una fórmula de literatura pendiente con Jorge Asís. Pero no pasó, por suerte, del amague.

En cambio La Doctora alienta la instalación de otras cuatro precandidaturas que sirven, en el fondo, para disolver con vaselina la postulación del gobernador de La Inviable.

Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, catapultado por la potencia estructural de la Tía Doris. Domínguez, El Lindo Julián, con su tráfico admisible de francisquismo. O Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. Cuesta mencionar también la carta de intención de Agustín Rossi, El Pollo de Milani.

Por lo que trasciende, semejante pluralidad que convoca a la abundancia de la oferta, no termina de conformar a muchos de los kirchneristas desasosegados de paladar negro. Los que más presienten la proximidad del final. Son los incondicionales que apostaron por la revolución imaginaria, que exhiben la conformidad hacia “las políticas públicas”.

Son los kirchneristas que no contiene Scioli. Los que renuevan las imágenes de la angustiosa soledad de aquellos menemistas que tampoco Duhalde podía contener.

 

Para salvar los trapos

“Nos vamos mal, no tenemos ningún candidato que nos represente”, confirma la Garganta K.

Como si se enfrentara, de pronto, a la desolación del fracaso prematuro.

Sin continuadores confiables, el kirchner-cristinismo se desvanece con celeridad. Persiste la tierra arrasada, y a los adeptos incondicionales les queda el consuelo de dedicarse a una suerte de resistencia, a los efectos de lograr el regreso triunfal de La Doctora. En 2019. El regreso que Menem no pudo consolidar en 2003.

Se explica que La Doctora, antes de partir, planifique ilusoriamente el regreso con gloria. Para aproximarse a semejante objetivo, La Doctora impone que los presidenciables del diluido Frente para La Victoria lleven la misma lista de diputados. Seleccionados, por supuesto, por ella. Por la próxima jefa de la oposición. Para oponerse a Macri, El Niño Cincuentón, o a Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia. Y también, por qué no, para oponerse, llegado el caso, a Milagro Scioli. Si no consigue desmoronarlo antes. Con estampillas y condicionamientos.

Los kirchneristas huérfanos de paladar negro también saben que, a medida que pasen los meses, y que se acorte el duro momento de la despedida, a La Doctora le será más difícil asegurarse el rol de la conducción. Y como ni los contiene Urribarri, que se dispone frontalmente a comprar -llave en mano- el kirchnerismo, en su versión cristinista, en el estado (piadoso) en que se encuentra. A pesar de la magnitud desgastante de Lázaro, El Resucitado, y del clavel inerte de Boudou, El Descuidista.

Urribarri compra la mercadería en bloque y en pie. Pero no logra entusiasmarlos.

Tampoco, hasta hoy, los contiene Domínguez, El Lindo Julián. Ayudado, en su caso, con su densidad espiritual, y por saberse depositario de la esperanza de determinados kirchneristas históricos como Eduardo Valdés, cada vez más privilegiado por La Doctora, por Carlos Kunkel, El Bataclano, Pepe Albistur y sus cartelones. Por su parte Rossi aún no encuentra ningún perfil y mantiene el discurso extraviado. Tampoco los contiene Randazzo, aunque suene, en este caso, a obcecación que deriva en injusticia. Como con Scioli, que bancó la totalidad de los arrebatos y aún no lo aprueban.

La última esperanza que les queda a los nostálgicos peronistas de la izquierda, que se encuadraron en el kirchnerismo, como a tantos buscapinas independientes que se referencian en Unidos y Organizados, es que se presente la candidatura de Jorge Taiana, El Inadvertido. Aunque sea meramente testimonial. “Para salvar los trapos”.

 

Soledades comparadas

La soledad de Menem, en el último año del poder, después de haberse desvanecido el intento equivocado de la re/reelección, contuvo la mansedumbre lenta y triste de alguien resignado, que no quería despedirse. Fue menos patética, en realidad, que la soledad de La Doctora. Después de haberse derrumbado el sueño de la Cristina Eterna. La pedantería del “ir por todo”.

La Doctora contempla el universo como si la humanidad siempre estuviera en deuda con la magnitud de su obra. Hostiga cuando puede a Scioli, ya de manera casi deportiva, como si fuera un comodín. La pobre cada vez habla con menos elegidos. La mayoría de sus funcionarios pueden verla para aplaudirla en los actos ya menos convincentes. Y su mecanismo de consulta y de toma de decisiones se encuentra cada vez más acotado.

Sobre el final, Menem pasaba largas horas de golf. O pensativo, solo, en Olivos, mientras tal vez Alberto Kohan, Jorge Rodríguez y Carlos Corach se encargaban de las tareas administrativamente rutinarias del gobierno que partía.

En cambio, en la plena crueldad de la etapa lazarista, La Doctora inicia sus consultas con Máximo, En El Nombre del Hijo, para terminarlas, según nuestras fuentes, en el propio Máximo.

Entre ambas terminales pasa el inmanente Carlos Zannini, El Cenador, acaso el próximo integrante de la Corte Suprema, a los efectos de encargarse de atajarle los penales posibles que se vendrán desde el lado de la Justicia. En medio de la peste de transparencia, de la epidemia de moralidad que vaticina el portal, de los bacilos de decencia que irreparablemente van a apoderarse de la Argentina.

Después de Zannini es el turno de De Pedro, El Wado, el instrumentador discreto y de criterio, que hizo un curso acelerado de resolución de problemas. Después probablemente, la consulta roce a Kicillof, El Gótico, al que considera genial y casi la arrastra, con desenfado y cierta jactancia, hacia el pantano. Para concluir el ciclo decisorio exactamente donde se inició. En Máximo. Sin que ningún exponente de la sociedad pueda imaginar, siquiera, el motivo. Para ocupar semejante rol, el muchacho debe ser necesariamente idóneo, certeramente eficaz. De una sabiduría conmovedora. La sociedad merecería descubrir, acaso, las claves secretas de tan invalorables atributos.

Oberdán Rocamora

para JorgeAsisDigital.com