Odiar al fútbol

Muriel Balbi

Ahora hasta el fútbol tiene la culpa. Es que las posturas racistas, nacionalistas, xenófobas y misóginas se basan en argumentos tan ridículos y cargados de ignorancia que terminan insultando la inteligencia y la sensatez.  Así, ciertas hipótesis de los ultra conservadores estadounidenses no dejan de sorprender, en un abanico que va desde la brutalidad exasperante de Sara Palin, hasta las “violaciones legítimas” del congresista Todd Akin, pasando por el temor al “marxismo” del Papa Francisco.

Ahora, en pleno Mundial, la comentarista de Fox News, Anne Coulter,  se despachó contra lo que tildó de “deporte extranjero” en su columna de The Clarion Ledger a la que tituló El pasatiempo favorito en EEUU: odiar al fútbol. Para Coulter, el aumento del interés por el Mundial en su país, es una “señal de la decadencia moral de la nación” y una consecuencia de “los cambios demográficos provocados por la reforma migratoria de 1965”.

Sus dichos, que nos importan en tanto no son sólo una visión individual sino que expresan el pensar y el sentir de un sector de la población, desataron todo tipo de comentarios en las redes sociales y la respuesta de importantes diarios como el Washington Post o el USA Today. No es la primera vez que esta famosa y controvertida escritora expresa, sin pudor, lo que muchos callan por corrección política.  A menos de 24 horas de que la selección de EEUU disputara el partido más importante de los últimos cuatro años, Coulter centró la mira en este deporte que, sin dudas, está conquistando el corazón de los estadounidenses, le pese a quien le pese. Así lo demuestran las cifras de audiencia: el partido ante Portugal fue visto por 24.7 millones de personas, superando las mediciones promedio de las finales de la NBA y de los mundiales de béisbol (aunque aún lejos del Superbowl). Recordemos también, que el segundo país que más entradas compró para ver este Mundial  (después de Brasil) fue EEUU. Además, según las encuestas, Lionel Messi es uno de los 10 jugadores más admirados en ese país, sobre todo en la franja de los 12 a 24 años. Hasta el presidente, Barack Obama, se vio cautivado por el balón, como mostró una foto en la que mira el partido a bordo del avión presidencial. No es el único. Por estos días, el básquet, el béisbol y el fútbol americano dejaron paso al “soccer” en las pantallas de los bares y en los temas de conversación de las mesas de café. Incluso en la prensa escrita, los artículos más leídos tratan de fútbol. En el  financiero, The Wall Street Journal, tuvo récord de visitas el escrito sobre “cómo escaparse del trabajo para ir a ver el partido de EEUU contra Alemania”.

Sin embargo, Anne Coulter aseguró no entender que medios prestigiosos como The New York Times dediquen tantas páginas a hablar del crecimiento de este deporte,  ya que “ningún americano cuyos abuelos hayan nacido aquí, está viendo fútbol” y a la vez aboga porque, con el correr del tiempo,  estos “nuevos  americanos, además de aprender inglés, se desprendan de su fetichismo por el fútbol”. Porque para ella los logros individuales no son un factor importante en este deporte, sino que en él “la culpa se dispersa”, “no hay héroes, no hay perdedores” sino un grupo de personas corriendo de arriba para abajo hasta que “accidentalmente” la pelota se mete en el arco. “Cuando se supone que debemos ponernos salvajes, yo ya me dormí”, remata. Su cinismo la lleva hasta a recomendar que “si Michael Jackson hubiera tratado su insomnio crónico mirando partidos de Argentina contra Brasil, en lugar de tomar Propofol, aún estaría vivo, aunque aburridísimo.”

En realidad, tampoco considera que el fútbol sea un verdadero deporte. Sus argumentos son que ningún jugador se lesiona seriamente en la cancha (como en el Hockey), que hasta las mujeres y los niños pueden jugarlo  y porque, según ella, no expresa talento atlético alguno ni permite el lucimiento de ningún jugador en particular. Hasta el hecho de no usar las manos hablaría mal de esta afición “de liberales”, como le llama Coulter,  ya que “lo que distingue a las bestias de los hombres, además del alma, son los pulgares opuestos”. ”Nuestras manos pueden agarrar cosas. Acá va una excelente idea: inventemos un juego en el que no se permita usarlas”, insiste Coulter. Y por último, mi favorita: la comparación del fútbol con el sistema métrico, “inventado por los europeos en la Revolución Francesa durante los breves intervalos en los que no estaban asesinando en masa con la guillotina.”

Como vemos, una serie de argumentos falaces que se caen a pedazos con la evidencia de lo real. Un cúmulo de prejuicios e ignorancia que nos separan, no sólo de otros pueblos,y sino de nuestros propios compatriotas y que nos impiden gozar, o al menos respetar,  la cultura del otro. A esta xenofobia, tan evidente cuando se trata de fútbol, también se la ve aquí, en Argentina, pero referida, por ejemplo, a los aromas de la sublime cultura culinaria de Perú o de Bolivia, respecto a las costumbres de los pueblos originarios o a las tonadas de los provincianos y podría seguir la lista. Pero no es necesario, porque lo interesante sería que cada uno de nosotros pueda identificar cuando nos sale “nuestra pequeña Anne Coulter de adentro”, para razonar, abrirnos, informarnos y  enriquecernos como personas.