La antesala de la próxima Cumbre del Mercosur

Nicolás Albertoni

El próximo 12 de julio se realizará en Montevideo una nueva Cumbre del Mercosur en la que Venezuela asumirá la Presidencia Pro Témpore (PPT), país cuyo protocolo de adhesión, técnicamente aún no ha sido aprobado por uno de sus miembros como lo es Paraguay. Este último, aún no ha confirmado oficialmente si vuelve o no al bloque sudamericano sino que más bien ha dado señales claras de que buscará acuerdos extrabloque.

El pasado mes de mayo, el presidente de la delegación de Paraguay ante el Parlamento del Mercosur, Alfonso González Núñez, señaló a medios de su país que “el artículo 6 del Tratado de Asunción, que textualmente reconoce las diferencias puntuales de ritmo para Paraguay y Uruguay, señala también una aceptación de las desigualdades imperantes, que estipula la adopción de medidas orientadas a suprimirlas, entre las que se menciona la eventualidad de que las citadas naciones puedan concertar, por separado, acuerdos comerciales con terceros países o agrupaciones de países, la Alianza del Pacífico, como ejemplo, de la que Uruguay es miembro observador y recientemente también Paraguay” (Diario Última Hora, mayo 2013).

A este panorama político intramercosur se le debe agregar que el pasado 23 de mayo se llevó a cabo en Colombia la última Cumbre de la Alianza del Pacífico, donde se firmó el convenio de eliminación de aranceles en el 90% de su comercio de mercancías. Este grupo de países también se pondrá de acuerdo sobre un calendario de no más de siete años para la eliminación de los aranceles sobre el 10% restante. Todos estos avances comerciales de la Alianza están dejando atrás en orden de importancia al Mercosur cuyo debate se ha centrado más bien en aspectos políticos.

Por todo esto, es posible prever que el retorno de Paraguay al bloque y los avances a pasos agigantados de la Alianza del Pacifico –que han hecho que varios países sudamericanos expresen su intención de acceder– serán los temas que los presidentes del Mercosur deban analizar extraagenda. Asimismo, el retorno de Paraguay será un tema incierto hasta tanto no asuma Horacio Cartes como presidente de ese país, el próximo 15 de agosto.

La Alianza del Pacífico parecería presentarse hoy como una “piedra en el zapato” para el Mercosur, porque si bien últimamente se criticaba los escasos resultados del bloque sudamericano, aún no existía un proyecto alternativo importante de carácter regional que se presentara como posible sustituto en orden de importancia. Hoy, la Alianza del Pacífico ha demostrado que la integración no se hace con acuerdos ni protocolos, sino con hechos comerciales concretos y eso parece incomodar a varios presidentes de la región.

Diferencias entre un bloque y otro

Un tema central a considerar es que mientras el Mercosur (por buscar ser una unión aduanera) debe restringir a sus miembros la negociación bilateral para no perforar el Arancel Externo Común y a su vez deben contar con una política comercial externa común; la Alianza del Pacífico promueve la negociación bilateral de sus miembros, porque al ser una zona de libre comercio, cuanto más crecen bilateralmente, más crece el conjunto.

Esta diferenciación es clave, porque la Alianza del Pacífico está demostrando al Mercosur que la estrategia regional de avanzar en áreas de libre comercio resulta ser más eficiente cuando los miembros tienen escalas económicas y comerciales tan diferentes (por ejemplo, México-Chile). A su vez, difícilmente países tan diferentes puedan establecer hoy en día una política comercial externa común. ¿Acaso es razonable que los mismos objetivos de inserción comercial externa de Brasil deban ser los mismos que Uruguay o Paraguay?

Los flujos comerciales de estos últimos años muestran que en plena desaceleración del comercio global, el intercambio entre los países de la Alianza del Pacífico creció 1,3% en 2012, mientras que el comercio entre los miembros del Mercosur cayó 9,4%, según datos de la CEPAL. En cuanto al crecimiento económico, se ve que los países miembros de la Alianza del Pacífico lo hicieron en 5% mientras que los países del Mercosur en 2% en 2012. A todo esto debe agregarse que la OCDE ha invitado recientemente a Colombia a ser miembro pleno de este grupo de países desarrollados. Será el tercer país de América Latina que se suma, después de Chile y México (los tres de la Alianza del Pacífico).

Pero quizá el elemento diferencial más importante entre ambos bloques, esté marcado por el proceso de desgravación arancelaria de la Alianza del Pacífico y en cómo este bloque se ha desmarcado de la región al buscar una integración basado en elementos prácticos del comercio y la economía.

En cuanto al programa de desgravación arancelaria, este grupo de países del Pacífico busca concluir el 30 de julio de este año todas las negociaciones que den vigencia a los compromisos comerciales que en la actualidad representan exportaciones por U$S 369.231 millones e importaciones por U$S 352.310 millones. En las próximas semanas se espera que el grupo técnico se reúna en Santiago de Chile para avanzar en las medidas específicas que conciernen al acceso, origen de las mercaderías, servicios e inversiones.

Entre otros avances hacia la liberalización comercial, los ministros supervisaron los detalles para la apertura de oficinas comerciales y embajadas compartidas. De contratarse este camino será en tiempo récord al compararlo con el tiempo promedio de los bloques regionales sudamericanos.

Ya existe un proyecto piloto en este sentido, de la Alianza del Pacifico, que cuenta con una oficina comercial integrada en Estambul (Turquía) que según diferentes reportes, hasta el momento ya lleva 50 solicitudes de empresas interesadas en concretar negocios e invertir en los países miembros de la Alianza del Pacifico.

Mirando hacia adelante

Ante tantas diferencias claras sólo restaría preguntarse: ¿Qué espera el Mercosur? ¿No es hora de replantearse el objetivo de ser una unión aduanera? Un dato a no perder de vista es que actualmente en el mundo existen poco más que diez uniones aduaneras de las cuales menos de cinco funcionan correctamente.

Por todo esto, entendemos que la Alianza del Pacifico desafía al Mercosur a replantear su estrategia. Posiblemente el objetivo ya no deba ser alcanzar la meta de ser una unión aduanera (por la que hace más de veinte años el Mercosur trabaja sin resultados concretos); sino más bien, cambiar su hoja de ruta y reflexionar sobre cuál es el modelo de integración que mejor se adapta al mundo actual para un grupo de países con escalas económicas tan dispares.