El colonialismo del discurso en América Latina

Nicolás Albertoni

Al concluir en estos días una nueva cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y ver los escasos resultados de estos encuentros, bien vale la pregunta de cuánto podría haber avanzado esta región si el tiempo invertido en criticar a otros países lo hubiera utilizado en ver cómo solucionar sus propios problemas. La última cumbre de la Celac realizada en Cuba, isla gobernada hace más de 50 años por un mismo régimen, ha estado marcada por una visión más bien divisionista de la política internacional basada contraponer a buenos y a malos.

En épocas ya pasadas de la historia, era común ver que la integración entre países se basara en compartir enemigos. Pero esa época de una integración fría ya pasó hace bastante tiempo y parece que gran parte de los países de América Latina no se han dado cuenta. Los proyecto de integración regional que realmente funcionan en la actualidad no se basan en compartir enemigos, sino más bien en trazar juntos proyectos hacia el desarrollo económico y social.

Entre la Celac y el Estado de la Unión

A las pocas horas de comenzar la Cumbre de la Celac en Cuba, el presidente Barack Obama en Washington, daba inicio a su discurso anual sobre el Estado de la Unión ante el Congreso de los Estados Unidos.

El discurso del presidente Obama tocó varios temas claves para su país: la reforma migratoria, la independencia energética, la reforma de la salud, entre otras. Mientras tanto, en La Habana, los discursos de la mayoría de los presidentes latinoamericanos se basaron en la independencia de Puerto Rico, el apoyo a Argentina por las islas Malvinas y el repudio en más de una oportunidad a las políticas de Estados Unidos.

Al comparar los discursos, se puede ver que mientras desde Estados Unidos se habla de solucionar los problemas del país y en gran medida, del mundo, en América Latina se sigue hablando de cómo no ser colonia de los Estados Unidos. Al no existir una estrategia común para el desarrollo económico y social sobre la cual discutir, pareciera que la mejor solución para muchos presidentes latinoamericanos es seguir creando enemigos inexistentes, para rellenar los discursos. En las actas finales de las cumbres latinoamericanas se deberían eliminar las palabras “repudio a” y cambiarlas por “soluciones a”. Soluciones a problemas que las cumbres latinoamericanas hace bastante tiempo no tratan.

Propuestas para una agenda alternativa a la crítica

En vez de invertir tiempo en criticar a terceros países, América Latina podría analizar algunos de los siguientes temas: desigualad y pobreza. Un informe reciente de la Cepal sobre la región muestra que de 18 países analizados, el 32% de los ingresos totales se concentran en un 10% de la población, mientras que un 15% de la riqueza se reparte entre el 40% de la población más pobre.

El número de ciudadanos que hoy viven en la pobreza extrema en América Latina es de 66 millones. ¿Qué está haciendo la región para disminuir estos niveles de pobreza y desigualdad? Puede ser que mucho. Pero ¿por qué no analizar proyectos e intercambiar ideas? El rol de la América Latina en el nuevo escenario económico internacional: otro tema que se debería tratar es el papel a jugar por la región en el nuevo escenario económico que ya anticipan para los próximos años, diversos informes internacionales. Entre los datos más relevantes está que el flujo comercial Sur-Sur será mayor al flujo Norte-Norte en no más de tres años. ¿Qué acuerdos comerciales y económicos proyecta la región para los próximos años? ¿Alguno de estos acuerdos se podría negociar en conjunto para ser más eficientes? ¿Qué papel jugará América Latina en el Acuerdo Transpacífico y en el Transatlántico?

Violencia, inseguridad y terrorismo: América Latina es de las regiones emergentes que más debería trabajar para disminuir los altos índices de violencia e inseguridad. Teniendo el 9% de la población mundial, la región tiene el 27% de los homicidios. Según el último Latinobarómetro 10 de los 20 países con mayores tasas de homicidios del mundo son latinoamericanos.

Relacionado a este último punto, pareciera imposible imaginar que algún país de la Celac le pidiera al gobierno de Raúl Castro un informe sobre el caso del barco que viajaba de Cuba a Corea del Norte con 240 toneladas métricas de armamento defensivo. Si realmente no tenía ningún fin bélico este armamento ¿por qué se lo escondía en medio de 10.000 toneladas de azúcar que transportaba el barco?

Modelo de desarrollo regional: si hay un tema central que ninguna cumbre latinoamericana toca hace bastante tiempo es la falta de un proyecto de desarrollo regional común. ¿Cuál es el modelo latinoamericano? ¿El modelo de Chile o el de Venezuela? ¿El del Mercosur o el de la Alianza del Pacífico?

Proyectos subregionales como el Mercosur y la Alianza del Pacífico son un fiel ejemplo de esta disparidad de modelos. Los países que integran la Alianza del Pacífico cuentan con un crecimiento promedio del PIB en los últimos 2 años, de un 5%; mientras que el promedio en el Mercosur es del 1,4%. La inflación promedio en la Alianza del Pacífico es del 3,5%; la del Mercosur es del 15,2%. La apertura comercial es del 60% en el bloque del Pacífico y del 30% para el Mercosur. Mientras la deuda pública promedio de la Alianza del Pacifico es del 26,6%, la del Mercosur es del 55%.

Difícilmente se pueda concretar una integración continental ante la creciente disparidad de realidades nacionales existentes. América Latina es de las regiones con mayor dispersión de modelos para encarar el futuro. Hoy, bien se la podría denominar como la región de los extremos. En América Latina conviven países (como Chile y Perú) con un superávit fiscal que ronda entre el 1,5% y 2% del PIB, con una tasa de inflación estabilizada en el 3% aproximadamente; junto a otros países (como Argentina y Venezuela) con un fuerte déficit fiscal, alta inflación y escasez de reservas internacionales.

Sobre este último tema: ¿alguien imagina como posible que en alguna de estas cumbres se proponga como elemento de armonización económica regional, que los países que integran estos bloques cuenten con un tope de difícil fiscal y/o inflación?

Existiendo tantos temas para analizar con seriedad, debería sorprendernos que las cumbres regionales hayan pasado a ser el ámbito en el que se invierte la mayor parte de tiempo en críticas a terceros países. ¿No será hora de solucionar los problemas adentro para mañana crecer hacia afuera? ¿Cuánto se está perdiendo hacia el futuro por criticar el pasado?

En tiempos económicos en los que América Latina cuenta con oportunidades claras para trabajar hacia su desarrollo, está cayendo sin medir las consecuencias, en una nueva fase de su historia que es la de ser colonia otra vez. Sucede que hoy, el imperio que la corrompe es su propio discurso.