Rodrigazo vs Kirchnerazo

Nicolás Cachanosky

Hace ya algún tiempo que se habla sobre si es posible o no tener un segundo Rodrigazo o un Kirchnerazo. Si bien es cierto que las comparaciones pueden ser tramposas, no es menos cierto que son ilustrativas. ¿Qué similitudes hay con el Rodrigazo de 1975? ¿Qué fue el Rodrigazo y cómo se gestó? ¿Se puede repetir?

A nivel general las similitudes entre los años previos al Rodrigazo y la actualidad son notables. Para producir un Rodrigazo hay que llevar adelante dos pasos: primero emita dinero a la par que impide que se ajusten los precios. Llámelo precios cuidados, limitar la tensión de precios, combatir la puja distributiva, tarifas sociales, etc. Luego, cuando la situación es impostergable, nombre un nuevo ministro de Economía que deba destapar la olla a presión que se ha recalentado durante tanto tiempo y use su nombre para describir las inevitables consecuencias del problema heredado. Es importante que no se relacionen las inevitables consecuencias sociales de la pobre política económica con su gobierno. Quizás sería más preciso, y justo, hablar de Gerardazo o Peronazo en lugar de Rodrigazo.

El Rodrigazo de 1975 no fue otra cosa que el resultado de una mala política económica y monetaria. Entre 1967 y 1972 (gobierno militar) la inflación anual equivalente fue del 25,6%. Nivel anual similar al que tenemos desde el 2007 (con excepción del 2009.) Cuando Hector Cámpora asume como presidente lo trae a José Gelbard (vinculado al Partido Comunista) como ministro de Economía, quien decide combatir la inflación “cuidando” los precios. Pocas veces tan aplicable la frase “cualquier parecido con la realidad es pura casualidad”. El problema de los controles de precios es que no eliminan la inflación, sino que acumulan presión inflacionaria sobre los precios. Sin control de precios los ajustes se dan a medida que la emisión monetaria llega al mercado. Con controles de precios, los aumentos que se hubiesen realizado paulatinamente se hacen de golpe una vez que se eliminan los controles. Una cosa es dominar la inflación (exceso monetario), muy distinto es eliminar el termómetro que la mide (nivel de precios). Si los precios no surgen de operaciones libres en el mercado, entonces son precios mentirosos que poco informan sobre las necesidades y desequilibrios del mercado.

Luego de la renuncia de Gelbard en 1974, y tras un corto reemplazo por parte de Alfredo Gómez Morales, Celestino Rodrigo asume como ministro de Economía teniendo que hacerse cargo de liberar los precios. Se podrá discutir si el método que Rodrigo eligió para intentar solucionar el problema era el correcto y si estuvo bien implementado; es sin embargo un acto de negación ignorar la imposible herencia que le dejaron.

Los efectos del Rodrigazo pueden resumirse en cuatro puntos:

  • Aumento del 100% de lso costos de servicios y transporte público (tarifas)
  • Devaluación del 150% frente al dólar comercial (había un tipo de cambio diferenciado para el sector financiero)
  • Aumento de hasta el 180% en los combustibles.
  • “Salariazo”

Entre 1876 y 1983 la inflación equivalente anual fue del 166,4%, más de cinco veces la del período 1967-1972 que licuó el “salariazo” disminuyendo el salario real. La CGT reaccionó con la primer huelga general en el gobierno de Perón. El deterioro económico y social fue tal que algunos llegan a sostener que la inflación del 35% mensual que siguió al Rodrigazo fue un factor importante en el golpe militar de 1976.

¿Cómo sería un Kirchnerazo si una medida similar se aplicase mañana? ¿Será Kicillof el próximo Celestino Rodrigo, o quizás el próximo fugaz Gómez Morales?

Entre el 2001 y el 2013 la inflación acumulada fue del 681% mientras que las tarifas aumentaron “sólo” un 144%. Esto quiere decir que las tarifas deben aumentar otro 373% para equiparar el 681% de inflación acumulada. Un valor holgadamente superior al 100% del Rodrigazo. La alta inflación aparentemente reconocida por el nuevo IPC y la política de cuidar precios van en la dirección de aumentar esta brecha.

En cuanto al tipo de cambio, si asumimos en números redondos que 12 pesos por dólar es el tipo de cambio de equilibrio, entonces es necesario devaluar un 50% para llevar el tipo de cambio de 8ARS/1USD a 12ARS/1USD. No es accidente que se haya acelerado el ritmo de devaluación cuando cambió el equipo económico, ni que se haya dejado saltar al tipo de cambio de 6,50 a 8,00 en enero. Que no se levante el cepo cambiario muestra que el nuevo tipo de cambio aún se queda corto respecto a su valor de equilibrio (que seguirá aumentando en la medida que el BCRA emitiendo dinero).

En término tarifarios, entonces, el kirchnerismo estaría generando una situación notablemente más delicada que la del Rodrigazo. En términos de devaluación, el gobierno se encuentra en una mejor situación debido a que viene reconociéndola a un ritmo mayor del que lo hizo con las tarifas de servicios públicos. Es importante tener presente, sin embargo, que solucionar un problema no corrige el otro. Cerrar la brecha cambiaria, por ejemplo, no hace desaparecer el atraso tarifario.

Es muy difícil predecir qué podría suceder de darse un Kirchnerazo de golpe dado que el desenlace depende de qué otras medidas se tomen en paralelo. Por ejemplo, ¿se devalúa y ajustan tarifas y además se levanta el cepo cambiario o se deja el cepo cambiario? ¿Se aumentan los impuestos y expropiaciones o se da marcha atrás con los avances sobre los derechos de propiedad? ¿Cómo se maneja desde el gobierno el inevitable descontento social? Y, no menos importante para el largo plazo, ¿qué explicación se va a dar a la población de la abultada tarifa que se le acaba de pasar? ¿Será culpa del “vil mercado y los poderes internacionales” o en un ataque de honestidad cívica la clase política hará un mea culpa sobre los costos del populismo? Etcétera…

Cuando distintos economistas ofrecemos nuestra opinión de manera cruda y objetiva sin la necesidad de tener que ganar votos, el objetivo no es ser destituyente ni golpista. Al contrario, es motivado por un genuino interés en que la clase política acuse recibo de los serios problemas de los que ellos mismos son causa. Nada agradaría más que explicar las bondades y solidez de la economía Argentina, pero hacer la vista gorda a serios problemas económicos es como el médico que oculta una terrible enfermedad a su paciente porque sólo gusta de dar buenas pero irrelevantes noticias.