Tierra arrasada

Doce años de kirchnerismo están dejando un país en crisis económica y con un serio deterioro institucional y social a la administración entrante de Mauricio Macri. Recesión, inflación, abultado déficit fiscal, deuda externa en default, pobreza en torno al treinta por ciento, presión fiscal récord, falta de reservas y cepo cambiario son algunos de los síntomas más conocidos. Que esto haya ocurrido en una década con elevados precios de commodities y exceso de dólares en el mundo pone de manifiesto el nivel de fracaso del llamado modelo k. Con una Argentina aislada del mundo, el kirchnerismo no puede excusar sus magros resultados alegando que el mundo se nos cayó encima. El kirchnerismo tiene muy pocos logros que mostrar, si es que tiene alguno.
El deterioro económico es tal que no se tiene certeza sobre la situación actual del Tesoro, del Banco Central y de la economía argentina en general. Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) no son confiables y los ministros actuales son reacios a compartir la información de sus carteras con los ministros entrantes, fiel muestra de lo que fue el estilo k desde los primeros días de Néstor Kirchner en el poder. Lo que el kirchnerismo está dejando a Macri es tierra arrasada. Se podría decir que, viendo las medidas tomadas en las últimas semanas, el kirchnerismo le deja también un campo minado. El comportamiento reciente del Frente para la Victoria no respalda la preocupación por el pueblo argentino que este movimiento dice tener como prioridad. Continuar leyendo

La herencia no es solo económica

Independientemente de quién sea electo, el próximo presidente deberá afrontar una seria herencia económica. Inflación, un abultado déficit fiscal, una presión fiscal récord, serios problemas en la administración del Banco Central, cepo cambiario y default, entre otros problemas. En una nota anterior comentaba que el kirchnerismo puede estar dejando indicadores económicos peores a los que el menemismo dejó a Antonio de la Rúa. La herencia que el kirchnerismo deja al próximo Gobierno, sin embargo, no es solo económica.

¿Qué herencia deja el Frente para la Victoria en temas, por ejemplo, como corrupción, eficiencia de Gobierno y calidad del marco regulatorio? El kirchnerismo ha estado en el Gobierno por doce años con mayoría en el Congreso, ¿qué mejoras se perciben en la calidad de Gobierno y administración durante tan larga gestión? El siguiente gráfico (hacer click para expandir) muestra la percepción en control de corrupción, eficiencia de gobierno, calidad regulatoria, imperio e igualdad ante la ley (rule of law), y transparencia y rendición de cuentas (libertad de expresión, representación de los políticos). Los valores pueden oscilar entre -2,5 (peor) y 2,5 (mejor). Continuar leyendo

Macrismo y economía

El Pro ha tenido un contundente triunfo en las PASO. El espacio macrista se consolidó como la propuesta de cambio y de una Argentina diferente. Si bien el Frente Para la Victoria (FpV) actúa como si no fuese a dejar el poder en pocos meses, lo cierto es que doce años de kirchnerismo están por dar paso a una nueva gestión de gobierno, salvo un eventual triunfo de Scioli. El fuerte presidencialismo en Argentina y la fuerte figura de Néstor y Cristina Kirchner no hacen más que incrementar las expectativas de cambio. Por supuesto, si el Pro va a ser o no el partido de donde surja el nuevo presidente aún está por verse. No es, al menos para mí, del todo claro que el resultado de las PASO en CABA haya sido a favor del Pro sino en rechazo al FpV y ex-kirchneristas (por ejemplo Massa).

El éxito del Pro en las PASO también hace más real, al menos en el imaginario público, la posibilidad de Macri como presidente. De ser ese el caso, ¿qué le puede esperar a la economía Argentina? Esto muy difícil por tres motivos: (1) no se ha presentado ningún plan concreto, (2) el énfasis en la calidad de gestión no es brújula de qué medidas puede tomar el Pro, y (3) usar los datos fiscales de CABA como referencia no aportan mucha luz sobre los problemas que le próximo gobierno irremediablemente tendrá que enfrentar.

Callejón sin salida

El Pro, igual que la oposición en general, no está dispuesto a transparentar frente a sus votantes cuál es su plan económico en concreto. Sin embargo, la coyuntura argentina se encuentra en un callejón sin salida. Distintos indicadores de actividad económica dan entre 12 y 20 meses consecutivos a la baja. La presión fiscal es asfixiante y el déficit fiscal (Nación) debe rondar los 5 o 6 puntos del PBI. Desde el 2007 que la inflación se encuentra encima del 20%. Por las buenas o por la malas, tarde o temprano, va a ser necesario un ajuste fiscal. En el 2001 se hizo tarde y por las malas. El próximo gobierno debería actuar rápido para evitar costos mayores.

El kirchnerismo dejó pasar la oportunidad de solucionar el desequilibrio fiscal de manera gradual, por ejemplo, hacer que el gasto público crezca más despacio que el PBI y por lo tanto alcanzar un equilibrio fiscal. Ahora ya es demasiado tarde y un congelamiento o disminución del gasto es inevitable. La solución a este problema es lo que tanto el Pro como la oposición callan. Es, sin embargo, lo que va a definir la economía Argentina a partir del 2016. Por soluciones concretas me refiero a ser transparente y claro en cómo se va a solucionar un problema y no en meramente decir cuál problema se va a solucionar. De poco sirve decir que el 11 de diciembre se elimina el cepo cambiario si no se discute el cómo.

A veces el Pro parece tener la convicción de que el mero cambio de gobierno generará un cambio de confianza y expectativas suficiente para atraer capitales. Esto, creo, es un diagnóstico equivocado como lo fue el creer que la llegada de la figura fuerte de Cavallo al gobierno de De la Rúa iba a ser suficiente para calmar a los mercados. Argentina está en default y con cepo entre muchas otras restricciones. Esta realidad no va a cambiar por el mero hecho de que cambie el gobierno. Argentina no va a recibir capitales sin solucionar estos problemas. Cómo el Pro pretende solucionar estos problemas sigue siendo desconocido.

El “Peligro Pro”

Un partido político puede no expresarse sobre el cómo solucionar problemas puntuales (el déficit fiscal, etc.). En estos casos, la ideología o principios del partido político pueden dar una idea de qué curso de acción pueden tomarse. El Pro, sin embargo, es un partido que parece carecer de ideología o principios institucionales. La ideología o principio del Pro es la “gestión.”

Pero esto puede ser peligroso. En nombre de mejorar la gestión se puede proponer mantener la estatización de empresas públicas deficitarias como Aerolíneas, plantear la eliminación del efectivo para combatir la evasión como si uno fuese culpable de este delito hasta demostrar lo contrario, usarse fondos públicos para hacer campaña política, etc. Argentina no necesita corregir desequilibrios en el modelo K, Argentina necesita un fuerte giro de 180 grados y el énfasis en la gestión no es indicador claro de que camino puede intentar seguir el Pro en materia de política económica. No es lo mismo administrar una ciuedad que estar al frente de un país que requiere un fuerte shock político e institucional. Son dos tipos de administración distinta.

Si bien la gestión kirchnerista deja mucho que desear, el problema de la economía Argentina es institucional, no de gestión. El problema de Cuba o Venezuela no es de una pobre gestión, es de un marco institucional que elimina libertades individuales a expensas del proyecto de poder político. Si el Pro gobernase Venezuela con las mismas instituciones pero una gestión más eficiente, los problemas económicos no desaparecerían. Esta ideología basada en la “calidad de gestión” es a lo que llamo “Peligro Pro” dado que no aporta restricciones al comportamiento del político. Por supuesto, al lado del kirchnerismo, prácticamente cualquier nuevo gobierno representa un mejora, pero los deseos de reforma política y económica que muchos esperamos del Pro pueden verse traicionadas en nombre de la gestión.

Resultados Fiscales y Deuda en CABA

Ante la ausencia de propuestas concretas y de una ideología y principios que nos puedan orientar hacia el futuro económico del país si el Pro ganase las elecciones presidenciales, podemos recurrir a ver la gestión en CABA del 2008 en adelante (Macri asume en diciembre del 2007). Especialmente en lo que respecta resultados fiscales, dado que la economía y seguridad en la ciudad no es ajena a la economía nacional y a la gestión de la Policía Federal que depende también de Nación.

El sitio web del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no sólo tiene un formato que confunde con ser un sitio web del Pro, sino que carece de información actualizada, de uso amigable, o bien la misma se encuentra innecesariamente escondida. Tanto el banco de datos como las estadísticas fiscales del área de Hacienda ofrecen datos fiscales sólo hasta el 2012. Lo que el FpV ofrece en datos adulterados a través del Indec, la gestión Pro le compite en datos desactualizados. El área de información contable sí ofrece datos actualizados, pero los mismos están desagregados, complicando su uso. Los datos se encuentran en series de planillas Excel o archivos pdf de cientos de páginas

Según los documentos disponibles, los ingresos tributarios aumentaron un 172% entre el 2008 y el 2012, ubicándose a la par que la inflación para el mismo período. El Pro, al igual que el kirchnerismo, se ha caracterizado por sus aumentos de impuestos. Esto parece ir en contra de la “calidad de gestión.” La gestión ha sido también deficitaria. Para el mismo período, la deuda pública en pesos, dólares y euros aumentaron un 3306%, 182%, y 128% respectivamente. La deuda a fines del 2012 es de 6913 millones de pesos, 1275 millones de dólares, y 100 millones de euros.

Si bien el nivel de deuda de CABA no es tan alto como el de Nación, los datos disponibles para los primeros cuatro años de gestión del Pro no ofrecen una clara indicación del equilibrio fiscal que tanto necesita el país. Espero que de aquí a las elecciones los presidenciables nos ofrezcan el debate de ideas necesario para llevar adelante las reformas necesarias que el kirchnerismo se niega a realizar.

El kirchnerismo consumió el equivalente a dos Plan Marshall

Ese es el resultado de comparar el total de divisas liquidadas por exportación de oleaginosas y cereales durante el kirchnerismo contra el monto en dólares del Plan Marshall en valores actuales. Los resultados que el kirchnerismo tiene para mostrar, sin embargo, dejan mucho que desear cuando se compara su gestión con el  de los países que participaron del Plan Marshall.

Cuando termina la Segunda Guerra Mundial los países beligerantes se encontraban en una situación crítica: infraestructura diezmada, economías deprimidas, y sin reservas para comerciar con el resto del mundo. El Secretario de Estado americano George Marshall ideó un plan de asistencia financiera para la reconstrucción económica de los países beligerantes. En términos sencillos, el plan se valía de dos herramientas. Por un lado Estados Unidos daría dólares a países beligerantes, principalmente europeos, para que los mismos puedan reconstruir su infraestructura y economías y al mismo tiempo importar bienes de Estados Unidos. Por otro lado, los países participantes del plan debían desregular sus economías y abrirse al comercio internacional. La motivación no era sólo económica ni para beneficiar a los exportadores americanos; parte del plan consistía en contener el avance de la URSS, que explícitamente rechazó participar de él por considerarlo una política de imperialismo norteamericano. El plan duró cuatro años, de 1948 a 1951. Continuar leyendo

Las cuatro etapas del populismo

En “Populismo Macroeconómico” (1990) Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards dividen el populismo en cuatro etapas luego de observar la experiencia de varios países latinoamericanos. El populismo siempre ha sido difícil de definir de manera precisa. No obstante se han identificado algunos rasgos característicos. Por ejemplo, la presencia de una propaganda política basada en movilizaciones, una retórica (o relato) y simbología diseñados para generar la atracción del electorado. Acuerdos y políticas destinadas a los sectores de bajos ingresos, con los cuales la clases política se identifica por más que provengan o se encuentren en clases medias o altas. También es factor característico el uso de chivos expiatorios y de teorías conspirativas.

Es por esto que el populismo a su vez encuentra puntos de coincidencia con la izquierda (socialismo) y con la derecha (fascismo). ¿Es el kirchnerismo socialismo o fascismo? ¿O acaso tiene actitudes y políticas de ambos? De allí que proyectos populistas sean calificados por algunos como socialismo aplicado y por otros como un tipo de fascismo.

Las cuatro etapas identificadas por estos autores son las siguientes:

Etapa 1

En los primero años, el diagnóstico de los políticos populistas es reivindicado. Las políticas macroeconómicas muestran exitosos resultados, aumento del PBI, baja del desempleo, incrementos del salario real, etc. La inflación se mantiene bajo control en base a regulaciones, capacidad ociosa, e importaciones financiadas con las reservas del Banco Central.

Etapa 2

Comienzan a aparecer cuellos de botella. En parte debido a la política de incentivar el consumo (descuidando las inversiones), la escasez de dólares, y la eliminación de stocks y capacidad ociosa. Un reacomodamiento de precios relativos, como una devaluación o controles de capital y del tipo de cambio comienza a ser necesario. El gobierno intenta, pero falla, en controlar el aumento de los ingresos reales y del gasto público. La economía en negro o informal comienza a crecer y el déficit fiscal empeora notablemente debido a los subsidios otorgados a bienes de consumo y el mercado de divisas (tipo de cambio.)

Etapa 3

Serios faltantes, aceleración de la inflación, y un evidente atraso cambiario llevan a una fuga de capitales y a una desmonetización de la moneda local de la economía. La caída en la recaudación por una menor actividad económica y el aumento en los subsidios empeoran aún mas el cuadro de déficit fiscal. El gobierno intenta cortar subsidios y devaluar un ritmo más acelerado la moneda. Los salarios reales caen y comienzan a aparecer signos de inestabilidad política. Es fracaso del proyecto populista es claro.

Etapa 4

Un nuevo gobierno lleva a delante ajustes “ortodoxos” , posiblemente bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los salarios reales siguen cayendo llegando a un nivel inferior al que se encontraban al inicio del proyecto populista. Esta caída del salario real (que no comienza con la reforma ortodoxa) se debe a que las políticas económicas del proyecto populista llevan a una disminución en las inversiones, depreciación del capital invertido, y a la fuga de capitales. El capital (financiero) se mueve de un país a otro más fácil que el trabajo. El menor capital per capita producto de las políticas populistas son la razón de la caída de los salarios reales.

Si bien Dornbusch y Edwards describen estas cuatro etapas en 1990, el paralelismo con el kirchnerismo es notable. Es que los populismos pueden cambiar los relatos, simbologías, y manera de presentar sus políticas de acuerdo a lo que en cada caso particular sea más apropiado para el proyecto. Algunos países, por ejemplo, tienen el Ministerio de la Felicidad. Otros tienen la Secretaria de Pensamiento Nacional. ¿Acaso se puede hablar de serias diferencias? Parece ser claro que el kirchnerismo se encuentra en la tercer etapa. ¿Serán las próximas elecciones presidenciales la puerta a la cuarta etapa? ¿Cuántas veces ya vivió Argentina este ciclo?

Si ben la descripción de las etapas es lo suficientemente clara y el paralelismo con el kirchnerismo evidente, hay algunas aclaraciones pertinentes por hacer. En primer lugar, según Dornbusch y Edwards, la cuarta etapa pone de manifiesto la caída de los salarios reales, pero no los produce. El llamado “sinceramiento de la economía.” El político populista, en cambio, utiliza la cuarta etapa como chivo expiatorio a quien culpar por los efectos de sus propias políticas para atraer votantes en las próximas elecciones sosteniendo que “con mi gobierno esto no pasaba.”

En segundo lugar, no es sorpresa que los populismos surjan luego de crisis económicas. No sólo porque brindan la oportunidad de seducir al electorado con teorías conspirativas (utilizar un grano de verdad para crear una gran falsedad), sino porque las crisis brindan las condiciones ideales para la primer etapa, donde se puede poner en marcha una “fiesta de consumo” aprovechando que la capacidad ociosa pone distancia a los cuellos de botella. De este modo se confunde recuperación económica con genuino crecimiento económico.

En tercer lugar, especialmente en los países con instituciones débiles y donde el populismo se encuentra presente en más de un partido político, el proyecto populista de turno culmina cuando se “choca con la realidad,” no cuando las instituciones ponen límites a la administración de turno. El gobierno de Menem, por ejemplo, que siguió al populismo de Ricardo Alfonsín, hizo reformas económicas más por necesidad que por convicción (sobre qué tan neoliberal fueron de hecho sus reformas ver esta nota en Infobae). No es casualidad que se identifique a la llegada del populismo peronista (que influye a más de un partido) como el inicio del retraso argentino respecto al mundo. La secuencia de caídas de ingresos reales de ciclo en ciclo mencionado en la cuarta etapa.

Por último, no es que el modelo económico bajo el populismo se agota, como si el mismo fuese consistente, pero llega un momento en que hay que cambiarlo. Por el contrario, el modelo económico nunca debió ser aplicado. Lo que se agota es el maquillaje del deterioro económico, no las supuestas virtudes del modelo. Dicho de otra manera, el problema no es identificar el momento correcto en el cual cambiar de modelo, el problema es identificar el correcto modelo de entrada. Aquel que hay que cuidar, pero no controlar abusivamente porque el modelo es consistente en sí mismo y por lo tanto evoluciona pero no se agota.

El problema institucional supera al económico

“No hay tiranía más cruel que la perpetrada bajo el escudo de la ley y en nombre de la justicia” (Baron de Montesquieu)

La economía argentina se encuentra en una seria crisis. Posiblemente una de las más severas de su historia. El 2014 cerró con una inflación que roza el 40%, 10 puntos superior a la del 2013. Los indicadores de actividad económica más importante vienen mostrando hace meses valores negativos, es decir, menor actividad económica. El BCRA se encuentra con serios problemas de reservas que sólo puede maquillar contablemente, sumado a un Patrimonio Neto que bien puede ser considerado negativo y con dos tercios de sus activos invertidos en deuda al Tesoro Nacional. Un Tesoro Nacional que posiblemente cierre el 2014 con un déficit fiscal en torno al 6.5% del PBI (con estimaciones privadas de producto). La infraestructura del país se encuentra “atada con alambres”. Argentina sigue en default y a medida que pasan los días se confirma que el argumento de la RUFO era una excusa para no saldar las deudas pendientes y no una verdadera causa. Sumado a esto, la aceleración de la deuda llevando a que caigan los canjes del 2005 y el 2010 no son escenarios a descartar. El listado de problemas podría seguir. Estos son todos síntomas de una economía que ya se encuentra en crisis, no de una economía que va a entrar en crisis. A las crisis económicas no se llega sólo con explosiones económicas como fue la del 2001, puede ser el resultado de un largo y manso recorrido hasta la misma. Continuar leyendo

¿Por qué criticar a la oposición?

Ya entrando en el tramo final del gobierno kirchnerista, los distintos opositores presidenciales van incrementando su presencia en la opinión pública. Scioli, Macri, Massa, etc. Con su mayor presencia, también han aumentado las críticas a estos participantes políticos de aquellos que claramente también son críticos del kirchnerismo (me incuyo…). ¿Por qué es esto? ¿Por qué el crítico del kirchnerismo también lo es de la oposición? Después de todo, el kirchnerismo ha llevado el autoritarismo y desprecio por las instituciones a niveles pocas veces visto en la democracia Argentina. Si bien no hablo por terceros, sí es importante entender por qué a mi juicio la oposición no debe estar libre de críticas.

Lo primero a tener en cuenta es que no es lo mismo criticar al kirchnerismo per se que criticar el autoritarismo y malas políticas económicas, sean o no del kirchnerismo. Las transgresiones institucionales y el destrozo económico que este movimiento ha hecho es igual de criticable cuando es llevado adelante por la oposición. Si Macri, Massa, o Scioli hubiesen sido gobierno estos 10 años y hubiesen hecho exactamente lo mismo, entonces serían igual de cuestionables. Estando a cargo del Poder Ejecutivo y con una notable presencia en ambas cámaras del Congreso es lógico que la mayor cantidad de críticas de los últimos años haya recaído sobre el kirchnerismo y que esto comience a cambiar a medida que distintos grupos opositores comienzan a ganar espacio. Para dar un ejemplo concreto. Que Scioli o Macri, por ejemplo, utilicen bienes del Estado (es decir, de la gente) para promocionar sus respectivos partidos es tan reprochable como cuando lo hace el kirchnerismo.  Continuar leyendo

¿Vendrán inversiones a la Argentina en el 2015?

Con la cercanía del fin de año se van incrementando las expectativas de que el Gobierno solucione el conflicto con los holdouts. Este escenario viene acompañado de la expectativa de una mejora en la economía del país, que está quebrada. Sin una entrada de recursos del exterior, ya sea inversión extranjera o ahorros de argentinos, la economía del país difícilmente muestre mejoras importantes. Este escenario descansa en dos supuestos: (1) que se arregla el conflicto con los holdouts y (2) que llegarán inversiones al país. Ambos supuestos, a mi juicio, sufren de optimismo.

Hay dos cuestiones a tener en cuenta respecto al que el conflicto con los holdouts se soluciona luego del 2014. En primer lugar, si bien es cierto que a fin de año vence la famosa cláusula RUFO, también es verdad que esta cláusula no aplica al juicio que supervisa el Juez Thomas Giresa. Basta con leer la cláusula en el prospecto de deuda para ver lo explícita que es al misma en cuanto a que se requiere de acuerdos voluntarios, no cumplimientos de sentencias firmas que son no voluntarias por definición (páginas S-18 y S-69-70).

Es oportuno recordar además que el pago en efectivo a los holdouts representaba un monto menor del gasto público y que difícilmente pueda interpretarse como una negociación. Que la cláusula RUFO venza a fin de año, entonces, no implica que el Gobierno vaya a poner fin a este conflicto que ya lleva unos 13 años. En segundo lugar, si bien la administración nacional ha hecho explícitas las intenciones de solucionar el conflicto en el 2015, no es menos cierto que estas expresiones sugieren que el Gobierno ofrecerá una quita similar a la ofrecida a los holdings. Esta propuesta ya fue rechazada por los holdouts, quienes tienen un fallo firme a su favor con todas las instancias judiciales agotadas. Argentina no tiene que negociar con los holdouts, simplemente tiene que acatar el fallo que le exige cumplir con sus propios compromisos.

No obstante, si el conflicto llega a un rápido fin a principios del próximo año, es dudoso que sea suficiente para atraer inversiones de largo plazo al país. Por un lado están los recursos a los que puede acceder el Ejecutivo, por el otro la llegada de capital al mercado. Hay dos motivos por los cuales un gobierno puede no tener acceso al mercado de crédito internacional (sin sufrir un serio premium en la tasa de interés): porque está en default o porque no se tiene confianza en el país. Cuando los mismos que participaron del canje luego del default 2001 sugieren iniciarle jucio a los holdouts en lugar de acatar el fallo judicial, se hace lo contrario a generar confianza. Argentina se presenta al mundo como un país que no quiere pagar sus deudas, independientemente de cuál sea el presidente de turno (desde la Segunda Guerra Mundial Argentina estuvo en default o con deuda bajo reestructuración el 50% del tiempo.)

En lo que respecta a inversiones, el hecho de que Argentina salga del default no implica que la economía del país cambie dramáticamente sus perspectivas a futuro. Salir del default es un requisito necesario pero no suficiente para que Argentina sea un destino atractivo para inversiones de largo plazo. ¿Acaso las bajas inversiones extranjeras en el país se deben sólo al default? El cepo cambiario, una presión fiscal asfixiante, un elevado déficit fiscal, un marco regulatorio que hace de Argentina una de las economías menos libres del mundo, etc., son todos factores que no contribuyen a hacer al país un destino atractivo ni a empresarios extranjeros ni locales que deciden invertir en el exterior para proteger sus ahorros de la dirigencia política argentina.

Lo que sí puede suceder es que se facilite la llegada de capitales de corto plazo. Los llamados capitales especulativos que buscan obtener una renta al comprar barato y vender caro y no por administrar actividades productivas. Si, por ejemplo, se cree que las empresas nacionales están baratas dado que luego del kirchnerismo se espera alguna mejora institucional, se puede invertir en el 2015 y vender la posición luego del cambio de gobierno. Por lo tanto, una entrada de dólares en la transición de la salida del kirchnerismo no implicaría que se estén expandiendo las inversiones de largo plazo en el país.

El 2015 va a ser un año que requiera atención en ver qué es lo que los candidatos presidenciales tienen para decir sobre la reformas que el país necesita. Así como prestar atención a las cosas que deberían decir pero callan.

Se confirma el deterioro fiscal

Detrás de las noticias del Mundial de Brasil y el juicio con los holdouts, los problemas económicos de fondo de Argentina siguieron su curso. Los indicadores de actividad económica han dado para la baja. La inflación acumulada de 12 meses sigue en niveles similares a los peores de la crisis del 2001 (40.9% en diciembre 2002) a pesar de las repetidas promesas de desaceleración por parte del oficialismo. Y los resultados fiscales (base caja) a mayo, recientemente informados por la cartera de Economía, confirman el precupante deterioro en las cuentas del Tesoro Nacional.

Descontando las transferencia que recibe el Tesoro por parte del BCRA (y ANSES, etc.), el déficit financiero de mayo se ubicó en unos 1.150 millones de pesos acumulando un total de 48.400 millones de pesos entre enero y mayo del 2014. En el 2013, este nivel de déficit acumulado se cruzó “recién” en el mes de septiembre. En el 2011 y en el 2012 se lo cruzó en diciembre. El déficit financiero acumulado a mayo del 2014 es mayor al déficit anual total en los años anteriores al 2011. El déficit acumulado a mayo 2014 es casi 2.5 veces el de mayo 2013.

Los datos ingresos son reveladores. Excepto “rentas de la propiedad” (transferencias del BCRA, ANSES, etc.), la recaudación cayó en términos reales respecto a mayo del 2013 (con una inflación para el período de 39.9% según el IPC congreso). Las transferencias del BCRA y ANSES crecieron en términos reales un 1638%. El resultado de esta emisión monetaria para financiar al tesoro compensa la caída real de los ingresos tributarios manteniendo los ingresos corrientes constantes en términos reales. Los egresos también son reveladores. Los únicos que han aumentado en términos reales fueron las transferencias y el rubro “otros” (mientras las transferencias al sector privado aumentaron, las transferencias al sector público disminuyeron).

Es decir, el Tesoro tiene una fuerte necesidad de recurrir al BCRA para financiar el insostenible nivel de gasto a la par que el aumento en términos reales se va en transferencias (por ejemplo subsidios) al sector privado en lugar de asignarse a los servicios que le corresponde brindar al estado como mantener la ley y el orden (seguridad y justicia.) ¿Si la infraestructura Argentina está tan bien y nunca se ha invertido tanto como en la década ganada, por qué tantas transferencias al sector privado? Es claro que el problema del gasto público es doble. Por un lado la asignación del gasto público es ineficiente; el gobierno kirchnerista gasta mal. Por otro lado un nivel de gasto excesivamente alto. Bajo la falsa ilusión de que el gasto público es intrínsecamente virtuoso y el gasto privado es naturalmente malo o hasta inmoral, se ha llegado a niveles insostenibles de gasto difíciles de corregir.

Sin embargo, lo preocupante no es sólo el nivel de gasto (ya de por sí un problema serio), es la aceleración del deterioro fiscal que se ve en el 2014. No sólo mayo muestra un déficit acumulado alto respecto a años anteriores, sino que mes a mes la emisión monetaria necesaria para financiar el déficit proyectado a fin de año aumenta por tercer mes consecutivo. En el siguiente gráfico vemos el déficit proyectado de mayo a fin de año. La proyección es simple, asume que cada mes el déficit en promedio evoluciona igual a como lo hizo en los dos últimos años. Junio es el mes con mayor deterioro fiscal en al menos los dos últimos años; 85% y 65% para el 2013 y el 2014. Para el 2015, entonces, el gráfico asume un deterioro fiscal del 75% (promedio de junio de los dos últimos años.) El deterioro de la actividad económica, pagos al Club de Paris, y la extensión de programas sociales los (ni-ni) pueden hacer de este un escenario conservador.

image003

Si el déficit financiero proyectado se financia con emisión monetaria, entonces la expansión de la base monetaria llega a un 77%, que equivale a 7.4% mensual. El mismo ejercicio con datos a marzo daba una expansión de la base monetaria equivalente mensual del 6.3%. En abril 6.7%. Como vemos, en mayo saltó a 7.4% mensual. Para poner estos números en perspectiva, podemos pensar que si la inflación mensual ronda el 2%, entonces la expansión monetaria ronda también el 2% mensual (más allá de las insistencias del oficialismo, esto es justamente lo que los números muestran.) La presión inflacionaria, por lo tanto, puede pasar de un 2% mensual a un 7% mensual (lo que equivale a un 125% anual) si asumimos que la demanda de dinero ni la producción caen (de nuevo, dos supuestos “optimistas”)

¿Qué tan exagerado es este escenario? En economía las proyecciones son muy elusivas. Es práctica habitual estimar distintos escenarios y ver si los resultados más o menos se repiten. Algunos colegas (Roberto Cachanosky y Agustín Monteverde) llegaron a resultados similares con supuestos distintos. Más allá de si la expansión de base monetaria tiene que ser 77%, 60%, u 80% para financiar el déficit de mayo a diciembre, lo importante es que desde distintos ángulos el panorama fiscal se ve el mismo empeoramiento fiscal. Al gasto público y el subsecuente déficit, responsabilidad última del Congreso Nacional, se encuentra nuevamente fuera de control. La sociedad aún espera del arco opositor un serio planteo sobre cómo solucionar este serio problema. Los problemas económicos no se resuelven ni con promesas ni con buenas intenciones, se resuelven con una administración eficiente y buenas políticas económicas. La situación fiscal argentina es exactamente la opuesta.

Saqueos: desidia política

Desidia política, en el peor de los sentidos, es lo que describe a la dirigencia política Argentina en su conjunto a la luz de sus actos y omisiones en los últimos días. Sin que se interprete como una generalización de todos los funcionarios públicos, el oficialismo y la oposición han dejado mucho que desear y ambos grupos han contribuido a llegar al punto de tener medio país en anarquía con importantes daños económicos y materiales e inentendibles muertes innecesarias. ¿Cómo se describe un país con altos índices de pobreza, inflación con un piso del 25% anual y estado de anarquía en medio territorio nacional? ¿Qué dice de un país donde el jefe de Gabinete dice no haber enviado fuerzas de seguridad porque no le sonó el teléfono y sigue en funciones como si nada hubiese pasado? ¿Cómo se llegó a esto? Si bienes un tema muy complejo, hay tres puntos que creo no deben pasar por desapercibidos: (1) el económico, (2) el político y (3) el cultural.

En lo que respecta al problema económico, una década de consumo de stock de capital, ya con varios años de alta inflación y un asistencialismo fuera de control no hacen más que acumular tensiones que pueden estallar en modos y momentos inesperados. No es fácil saber cuál va a ser la gota que rebalse el vaso. La inflación no es sólo un impuesto, es un impuesto que recae con mayor incidencia sobre los más necesitados. Son las clases medias y altas las que tienen mayor facilidad de acceso a distintas alternativas para cubrirse de la inflación. Los sectores más golpeados, sin embargo, ven desaparecer sus posibilidades de movilidad social frente a sus ojos. La década ganada produjo la ilusión de crecimiento a tasas chinas a base de consumo de stock de capital en lugar de a base de inversiones de largo plazo. Los trenes chocan, las rutas están rotas, la telefonía fija está comenzando a funcionar mejor que la móvil, faltante de energía, son síntomas claros de consumo de stock de capital. El kirchnerismo hipotecó el futuro a expensas de financiar una fiesta de corto plazo y parte importante de la sociedad confundió la fiesta con genuino progreso económico.

Continuar leyendo