Zapping suicida

Nicolás Morás

Althusser planteó hace más de 50 años un dilema muchísimo más vigente en esta etapa de la historia que nunca: ¿La sociedad crea sus espectáculos o los espectáculos gobiernan a la sociedad?

Un hito en la historia de la televisión fueron los Late Saturday Shows estadounidenses (empezando por Saturday Night Live) caracterizados por monólogos ácidos y entrevistas con cierto grado de ridiculización del modo de vida americano. Resumiendo, lo que deduje a partir de tres fines de semana de prender la tele y hacer zapping por primera vez en años es que Argentina tiene su propio plato fuerte de programación: las noches políticas de domingo.

En un lapso menor a cuatro horas Luis Majul, Jorge Lanata, el bastión oficialista de la TV Pública y Victor Hugo Morales intentan conquistar o al menos mantener ahí al sujeto detrás de la pantalla que contiene a La Cornisa, 678 , Periodismo para Todos y Bajada de Línea.

A simple vista no es un panorama muy diferenciado de otros horarios recargados y segmentos obsesivos de años atrás, pero tanto el desarrollo de los programas como la repercusión posterior refutan esta primera apreciación.

Si bien la reivindicación y definición del rol de los periodistas en la sociedad es un tema inflado en estos cinco años de guerra entre Clarín y el Gobierno -o a mi entender simulacro de guerra que desvía la atención pública de ciertas realidades-, ambos ejércitos reciclaron sus armas y el modo de presentar sus discursos.

Con esto hago referencia al contenido, a lo interior :

- Majul ya no es el entrevistador inquietante que le saca declaraciones jugosas a sus interlocutores, es un centro de mesa entre analistas o políticos que generalmente siempre llegan a un acuerdo con él, cuya tarea es escuchar y favorecer pasivamente las vagas explicaciones sobre el dólar, la reforma judicial y con mucha suerte alguna propuesta de cambio del modelo desabrida y electoralista como la de Redrado ayer: “Mi grupo investiga cómo desviando ríos podríamos cultivar tres veces más hectáreas”.

Luis Majul resignó su papel en el presente y tal vez en la mass-media y en sus propias palabras prefiere ser el escriba, el relator y el biógrafo. De Lanata o Cristina, de los protagonistas de una lista donde muchos quedaron opacados por no servirle a ningún bando.

- 678 funciona como sitio para que los alfiles del régimen se purifiquen o al menos ensayen intentos de seducción a la clase media que los apoyó en un pasado; ya la discusión permanente con el (otro) establishment corporativo no es el eje del programa. Sí, se los bombardea constantemente pero con el objetivo claro de echarles la culpa de los problemas económicos a Ellos, la famiglia de Magnetto. Ya no es que los otros se inventan los problemas, que los problemas no existen.

Asumen su existencia, evaden la responsabilidad y diseñan soluciones para variar, unilaterales y bregando por el financiamiento del Estado sin reparos, creyendo que todavía pueden remendar al modelo keynesiano con demagogia y algo de fingida sensatez.

Hay una sola interpretación posible y es la que inyectan Moreno, Kicillof, Lorenzino, Marcó del Pont, Etchegaray y todos los economistas K en sus últimas apariciones y en todos los medios: la realidad les pasa por encima.

Murió la guerra de archivos, el juego del contrastes (dialéctica) aunque fuera manipulado y el orgulloso periodismo militante. Del lado K ya no pondrán las caras Russo y Barragán, les toca a ellos. Aunque se quieran ir.

Y si la realidad les pasa por encima, me atrevo a decir que es por una tímida toma de consciencia ciudadana, una demostración de fuerza antipolítica que le puso los puntos a gobierno y oposición mucho más que las consignas republicanas de TN.

Por último, alguien se siente artífice con más derecho que toda la fauna “opositora” partidista, con o sin presencia en el Congreso e intelectual, de fundaciones sin rumbo, universidades de élite, etcétera… es Él, El Showman.

Es crudamente objetivo definir a Jorge Lanata como un showman. Periodista devenido en showman. Los conflictos gravísimos del editor rebelde y del investigador molesto se cambiaron por los lujos de ser el primer general que le sirvió a la oposición.

El torero, por primera vez en su vida, experimenta el sabor de los multimedios y con cualquier cosa puede crear una noticia; porque tanto sus medios aliados y como sus medios enemigos la harán rodar al instante. Y ahora el mago mira a cámara , y entre chistes sin gracia y algunas glorias personales describe lo que ya contaron sus asistentes y repite la muletilla: “No tenemos tiempo para pasar más de X informe”. Pero tiene tiempo para dialogar con los imitadores de políticos, a lo Gran Cuñado. Básicamente la mitad del programa transcrurre mostrando casas de funcionarios o fotos de sus familias, ni cerca de hechos explícitos de injusticia social fáciles de encontrar hasta por una periodista griega en la primera manzana porteña que pisa.

Ese aura de programa de chimentos políticos no sólo no le juega en contra, sino que es premiada por todos los canales y todos los programas el resto de la semana. La moto de Boudou y el caso Fariña-Elaskar expropiaron el Efecto Tinelli y todo indica que se profundizará.

En fin, este cambio de armas recuperó el interés de los argentinos en la política y le resta algo de protagonismo a la protesta ciudadana marca Facebook.

A su vez, ahora sí se le dio un golpe final al periodismo que reivindico, en una isla, aquel que lleva los intereses de abajo a golpearle la puerta a los de arriba y perturba el sueño de los poderosos.

2013, año de especulaciones y perturbaciones en todas partes.

Zapping suicida, me quiero ir.