Si no quiere cobrar, no robe

Cortito y al pie. Nunca un problema se resolvió tan rápido, tan fácil, tan simple. Si quiere evitar ser linchado, no robe. Ese sería el primer consejo que le daría a los malvivientes preocupados por la ola creciente de violencia donde por cada 752 mil personas que asaltan, uno les devuelve, al menos, una trompada. (Los números no son de fuentes oficiales y deben ser tomados a la ligera).

El problema es complejo y viene como resultado de varias décadas perdidas, ganadas tal vez pero solo por unos poquitos, dueños de aviones privados y bóvedas, hoteles y edificios en Puerto Madero.

Por suerte, quien les escribe se toma con liviandad el tema de opinar sobre todo y hoy es experto en sociología del crimen y mañana será técnico de la selección. En definitiva, un aspirante de periodista, doctorado en todo, leído en nada.

Como dije antes, el tema es complejo, pero lo lleva a cabo gente normal, sencilla. Digamos que el tema de los linchamientos parte de lo más natural de las personas, de eso que traemos de nuestra ascendencia animal. Las cosas se arreglan con violencia, la supervivencia del más apto, un enfoque casi nietzcheano donde el más fuerte debe ayudar al más débil a perecer.

Si todo estuviese tan bien, si la asignación universal por hijo funcionara, si sacar subsidios al gas para mantener a 2 millones de individuos que no laburan ni estudian fuese el camino correcto, nada de esto sucedería. Los linchamientos son el síntoma de que algo está mal, muy mal, en el intento forzado de convivencia que llamamos nostálgicamente sociedad.

Y si el linchamiento es el síntoma, la enfermedad definitivamente es el kirchnerismo. No por acción si no por inacción. Negligencia casi con intención de dañar, o al menos de mirar para el costado.
Cristina, tan cínica como acertada, dijo que no podemos esperar que den valor a la vida personas que les enseñaron que su vida vale dos pesos. El problema es que la única responsable de esa realidad es ella.

¿La inseguridad se combate con educación? FALSO. La desigualdad social se combate con educación. La inseguridad se combate con policía, con armas, con equipamiento para que los que nos defienden estén mejor preparados que los que nos atacan. Es fácil ser juez de la Corte Suprema, andar con seguridad las 24hs y pedir que ningún chorro vaya preso.

Pongan un policía por esquina, una comisaría por barrio. Pongan patrulleros que patrullen de verdad, manejando despacito, mirando lo que sucede alrededor. Pongan fiscales que se animen a investigar y dejen de suspender a los que investigan al estado. Pongan jueces que no hayan sido nunca de La Cámpora, jueces que hayan leído el código penal al menos una vez.

Pongan todo lo que hace falta y recién ahí tendremos el derecho y la altura moral de juzgar a los ciudadanos comunes que hartos de la zona liberada se les fue la mano en eso de la legítima defensa.

Ojalá pase algo que te borre de pronto

La frase política de la semana seguramente haya sido la del ex bloggero k @carrascolucas en una entrevista con Clarín: “Tenemos un papa que es de derecha y es pobre, y tenemos una Presidenta que es millonaria y nos corre por izquierda por cadena nacional, eso no se podía sostener”.

Toda la clase política y el periodismo están totalmente revolucionados con una lista de almacenero donde anotan quiénes saltan de bando, quienes se quedan dónde están, y quiénes todavía pueden ser candidatos a presidente.

El kirchnerismo vuela de la izquierda a la derecha día a día entre mano dura, baja en la edad de imputabilidad, menos impuestos, más diálogo, y la gente parece no reaccionar, o por lo menos esta vez, no creerles.

Cristina perdió apoyo por el aumento constante de la presión tributaria sobre los trabajadores. Ahora bajó los impuestos y su imagen sigue bajando.

Bajó el tono de las cadenas nacionales, de los insultos. Ya no grita, no parece enojada. Habla como si quisiera convencer, en vez de imponer. Levantó el toque de queda alrededor de TN y volvieron los debates. Y su imagen sigue en picada.

Ahora suponen que la cosa pasa por la inseguridad y pusieron como ministro a un sheriff del subdesarrollo que le gusta andar a los tiros con los chorros de su barrio y ver quién queda de pie. Ahora quieren meter pibes de 14 años en la cárcel por robar como si no supiéramos que 10 años dentro de ese infierno no los dejara mil veces peor que como entraron.

Pocas cosas son más tristes que ver a alguien aferrado a una era que está por terminar y ya no va a volver. Ver esos manotazos de ahogado, esos últimos tiros. La mediocridad de intentar todo para sobrevivir, para disfrutar un poco más del poder infinitamente centralizado en una sola persona.

Pero nada de eso va a cambiar el rumbo de las cosas. Porque ya no se espera cambios de actitud. Ni de políticas. Ni de gabinete.

Hay una sensación de que estamos en piloto automático esperando que pase octubre y que llegue diciembre de 2015 para ver para dónde patear. De que se vaya este gobierno y venga otro, el que sea.

Lo cierto es que pase lo que pase, lo que nos une a todos es que no podemos esperar por ver un país un poco distinto. No podemos esperar por ver fútbol sin esta propaganda ridícula. No podemos esperar por poner la televisión pública sin ver paneles de iletrados militantes haciéndose pasar por intelectuales.

No podemos esperar por dejar de ver a los Moreno y a los Boudou gobernando como si nada. Ni aguantamos la ansiedad, y esto con un poco de cinismo y de revancha, de ver a los chicos de La Cámpora salir a buscar un trabajo de verdad.

Llega la hora de la normalidad. Ahora toca bajarle a los insultos y empezar a hablar. A terminar con el odio racial ideológico y empezar a asumir que convivimos todos en el mismo país y que mientras mejor nos vaya, mejor.

En medio de lo que podría ser el principio de una Tercera Guerra Mundial, el presidente de Rusia Vladimir Putin se animó a decirle a Obama: “Es extremadamente peligroso incitar a la gente a sentirse excepcionales, sin importar la motivación. Hay países grandes y chicos, ricos y pobres, algunos con largas tradiciones democráticas y otros que todavía buscan su camino hacia la democracia. Sus políticas también difieren. Todos somos diferentes,  pero cuando pedimos la bendición del Señor, no podemos olvidar que Dios nos creó a todos iguales”.

Increíble cuánto de esto se nos aplica.

Macri, el primero

La oposición argentina apesta. Listo. Nos sacamos un tema de encima. Un prejuicio que se volvió juicio con cada ley pedorra que la oposición le votó al kirchnerismo, desde la truchada de Aerolíneas hasta la inescrupulosa estatización de Ciccone.

Papelón tras papelón los políticos no K, ex K, futuros K, todo aquel que hoy, en este momento, no se considere cristinista, van abriendo su paso hacia la mediocridad, hacia la vergüenza y por sobre todo hacia la indiferencia total de la ciudadanía.

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