Década ganada versus modelo agotado: de la teoría a la práctica

Noelia Torres

Ayer se recordó y festejó masivamente los diez años de la asunción presidencial de Néstor Kirchner, y a pocos meses de las elecciones legislativas, se encuentra más vigente que nunca el debate sobre si el modelo está o no agotado. El gobierno y sus simpatizantes hablan de una década ganada y argumentan que hay que profundizarlo, mientras que la oposición sostiene que el modelo económico ha cumplido un ciclo.

¿Ante qué escenario estamos?

Antes de realizar un análisis de los números, es necesario hablar del marco teórico del que se nutre cada referente, ya sea de la oposición o del oficialismo. Muchos de los economistas de la oposición, provienen de escuelas ortodoxas que destacan ciertos principios con poco sustento empírico. Una de las más conocidas de ellas es: la emisión monetaria genera inflación, y recurrentemente suelen usar la clásica receta de la devaluación cuando las cosas no marchan como ellos esperan. Los referentes de estas escuelas son, entre otros, Milton Friedman y Friederich Hayek. En un país como la Argentina, sin embargo, la mayoría de estas políticas son destructoras de la capacidad productiva.

Por otro lado, los economistas más cercanos al gobierno provienen de escuelas heterodoxas donde, si bien hay muchas con diferentes matices, un denominador común que las envuelve es la defensa de la intervención del Estado en la economía. Las políticas que sugieren dependen de la estructura y el gobierno de cada país, y tienden a interpretar a la devaluación como una forma de generar competitividad de cierto sector de la economía, no exenta de altos impactos sociales, y no como un camino simple para reducir los costos salariales. Entre sus referentes se encuentran John Maynard KeynesRaúl Prebisch y Marcelo Diamand. Dentro de esta corriente económica, además, se encuentra el Premio Nobel Joseph Stiglitz, quien en varias oportunidades elogió el modelo de crecimiento que viene llevando a cabo la Argentina desde 2003, resaltando la recuperación económica y la baja del desempleo de nuestro país y la siempre clave relación comercial con Brasil.

Muchos de los economistas de la oposición sostienen sus discursos basados en que el tipo de cambio se encuentra atrasado y que es necesaria una devaluación. Pero poco dicen sobre sus consecuencias. Si un gobierno devalúa por una razón meramente cambiaria, ciertos segmentos de la población se verían notablemente afectados. En primer lugar, los trabajadores, ya que comenzarían a percibir en términos reales un salario más bajo, y sus posibilidades de consumo se verían disminuidas. Como resultado de esta situación, el sector no transable (básicamente el de servicios) también sufriría un impacto, por la merma en el consumo.

Otro argumento que suele plantear la ortodoxia para señalar el agotamiento del modelo es que “la Argentina está cerrada al mundo”. Debemos suponer que el planteo apunta a integrar al país al mundo de las finanzas, del cual, afortunadamente, hoy se encuentra aislado de sus fluctuaciones y desequilibrios por decisión propia.

Desde hace varios años, el gobierno viene administrando el tipo de cambio de una manera bien heterodoxa: es decir, vía competitividad. Gracias a esta política, el PBI industrial creció un 105% en los últimos 10 años y se fortalecieron diversas ramas de la industria nacional. Por ejemplo, dentro del rubro electrónico, en 2008 un 1% de los celulares se producía en la Argentina, y actualmente se produce el 99%; algo similar ocurre con los aires acondicionados: en 2008, un 17% del mercado era de producción nacional y actualmente la totalidad de los equipos de aire acondicionado a la venta son de fabricados localmente. Si miramos estos indicadores desde el lado del empleo, casi un 24% de los empleos registrados provienen del sector industrial.

Por el lado del comercio internacional, las exportaciones crecieron un 63%, y a simple vista se observa el peso que tienen las manufacturas de origen industrial, que en el tercer trimestre de 2012 representaron un 33% del total. Ello constituye un buen indicador sobre el nuevo perfil industrial de la Argentina: no es una industrialización meramente sustitutiva, sino que se está avanzando en otros rubros como máquinas, aparatos y materiales eléctricos y metales comunes y sus manufacturas.

Asimismo, es sabido que la Argentina es un miembro fundador y con una participación activa en la Unasur, y permanentemente promueve la inclusión de nuevos miembros en el Mercosur. Esto demuestra que la Argentina no se encuentra aislada del mundo, sino que por razones tanto políticas, geoestratégicas como ideológicas, prefiere otro tipo de integración en el mundo, con mayor ponderación en el continente latinoamericano.

La economía es una ciencia social y ocupa un lugar muy importante, ya que no sólo provee instrumentos conceptuales para analizar fenómenos, sino que a su vez posee un conjunto de herramientas operativas al servicio del poder. Por supuesto, hay diversas maneras de utilizar estas herramientas; pueden usarse al servicio de la destrucción de la capacidad de la industria, la concentración de la riqueza en pocas manos y los golpes de mercado. Otra manera de utilizarlas es a través de diferentes políticas de industrialización, la integración regional y fundamentalmente la inclusión social a través del empleo. Sin dudas, hacer el ejercicio de llevar la teoría económica a la práctica, viendo sus consecuencias y los efectos que producen sobre el tejido social y productivo del país, es un ejercicio sumamente útil y necesario a pocos meses de las elecciones, lo que permite sacar mejores conclusiones entre la oferta electoral disponible y elegir la más conveniente teniendo en cuenta nuestra propia experiencia reciente.