La última carta de Juan Manuel Santos frente a la reelección

Colombia se enfrenta a un escenario complicado en los próximos años. En medio de un proceso de paz que se realiza en La Habana con el grupo terrorista de las FARC , y que ha tenido como telón de fondo el recrudecimiento de las acciones de terrorismo en el país -denominado “el octubre negro”-; un segundo elemento que es fundamental y no puede dejarse de lado: es la decisión de la Corte Constitucional de tumbar el fuero militar por vicios de forma, que implicaría (de acuerdo con este alto tribunal) que tendría que iniciarse nuevamente el proceso legislativo que duraría un año completo; en tercer lugar, se da hoy un escenario preelectoral que no sólo tendrá las elecciones de Senado y Cámara de Representantes, sino también la elección presidencial en la cual se debe incluir, sin lugar a dudas, la candidatura de Juan Manuel Santos. En este escenario, no es fácil ver con cierta previsibilidad lo que pueda ocurrir en el país, pero lo que parece ser más cercano a todo esto, y que se convierte en la hipótesis central de este artículo, es que el presidente Juan Manuel Santos aceptará o promoverá un cese bilateral de hostilidades para lograr con ello acelerar un acuerdo de paz con las FARC.

Las negociaciones en medio de la confrontación

Como primer elemento de análisis, las negociaciones con las FARC , de acuerdo con las declaraciones del presidente Santos, no tendrán un punto final en noviembre del año en curso (ver las palabras del señor presidente de Colombia en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, el 19 de octubre de 2013). Esto ha sido evidente desde que en otros momentos las FARC  se han pronunciado, afirmando que ellos no van a dejarse presionar para lograr un acuerdo con el gobierno de Colombia. Es evidente que el tiempo de las FARC es el tiempo revolucionario, es decir, aquel que no puede fijarse con fechas en el calendario, y esto hará que la negociación se prolongue en el tiempo. Además, la presión sobre la mesa de negociación pasa por un momento coyuntural muy importante para este grupo al margen de la ley, y es que durante todo el mes de octubre se han incrementado sus acciones de sabotaje, terrorismo, y un escalamiento en los hostigamientos y la voladura de torres de energía (como en el caso del municipio de Tumaco, que ha permanecido casi un mes sin energía eléctrica por la voladura de al menos 10 torres de energía eléctrica, hecho ocurrido el 16 de agosto), que ponen a prueba la paciencia de la población y del mismo presidente, pero que en última instancia no lo han llevado a reaccionar con contundencia frente a estos últimos atentados, que han afectado directamente a la población civil. El octubre negro no sólo deja en claro que las FARC intentan poner en riesgo la seguridad del Estado, sino presionar al mismo a dar otro tipo de ventajas como las de extender el tiempo de la negociación e incluir, como lo han anunciado otras 99 propuestas, para que se agilice dicho proceso de paz. Por lo anterior, la hipótesis de un cese al fuego bilateral entre el gobierno y las FARC es posible en estos momentos.

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Los dilemas de la gobernabilidad de Juan Manuel Santos

A las últimas declaraciones hechas por el presidente Juan Manuel Santos, en las cuales había dicho que no hay paro general en Colombia, le ha respondido (una parte de la población colombiana) con una serie de protestas de características mayúsculas que al parecer no preocupaban al primer mandatario. El presidente ha tratado de disminuir el impacto restándole importancia a todos los brotes de protesta: a los camioneros que protestan por el precio alto de los combustibles y las bajas tarifas de los fletes, a los campesinos, en especial los paperos y los caficultores que piden un mejor precio para sus productos y los mineros que se encuentran en una encrucijada en la normalización de su situación como empresas legalmente constituidas, y que a su vez se enfrentan al crecimiento de la minería ilegal y la influencia de grupos criminales que los extorsionan por la actividad que desempeñan. El tema de la estabilidad social de Colombia no es claro, y podríamos resumir esta circunstancia en tres dilemas cruciales de la gobernabilidad del presidente de Colombia.

El paro agrario: el dilema del gobierno con los agricultores, transportadores y mineros. 

Durante la administración Santos en 2013 se han vivido varios frentes de protestas frente a las políticas del gobierno en materia de inversión social. Se ha adelantado un paro agrario de nivel tal, que ha logrado detener el ingreso de alimentos a las principales centrales de abastecimiento del país como en Bogotá y Medellín. El presidente aseveró que “ese tal paro agrario no existe” y que la situación es de completa normalidad; pronunciamiento que luego tuvo que aclarar para no generar mayor descontento en la población.

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