Requiem por París

Oscar Dinova

Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad.

Para mí es la soledad infinita.

Albert Camus (Nobel de Literatura)

 

Alguna vez llegué a esa ciudad con 22 años. Tenía una mirada curiosa y un corazón cargado de dolor.

Alguna vez caminé esas calles imbricadas y famosas como quien recorre un lugar para volver a ser y a crecer.

En esa latitud de luz y de historia tuve amigos nuevamente, reinventamos la vida con dos marionetas en un subterráneo. Volvimos a sonreír sin miedos y el amor nos abrazó con su sonrisa de miel.

En esa ciudad pude estudiar, trabajar y conocer el mundo. Hablé en francés, en árabe, en portugués, supe que las tragedias tienen mil orígenes y un solo destino: la humanidad.

En esa pequeña porción de libertad denunciamos a la muerte, la desaparición y el horror de nuestro país. Lágrimas extranjeras eran las nuestras.

Reencontré a mis padres luego de años y disfrutamos juntos un ballotage, algo prohibido en mi propio país. Vi asumir a un presidente socialista y a los demás aplaudir, entendí la convivencia y el pluralismo.

No parecía tan difícil entonces.

En ese lugar formé una pareja, que sostenía su humanidad con el alma quebrada. Recorrí sus parques con una niña-Victoria- y tuvimos un hijo francés en sus hospitales, públicos y abiertos a todo el pueblo.

Alguna vez derramé lágrimas al partir y dejar atrás queridos amigos que nos dieron lo más preciado: su amistad para siempre.

Nunca siete años significaron y nos enseñaron tanto.

Pero esta vez nos hemos quedado sin poder llorar, mudos de espanto.

El dolor es un silencio que camina por dentro y la guerra, la soledad infinita.

Esta vez debo estar junto a ellos…

LIBERTÉ, EGALITÉ, FRATERNITÉ

 

[Viví en París como exiliado entre los años 1978-1985. Mi testimonio es: Bululú Théâtre – Memorias del Exilio]