El PRO en su laberinto

Pablo Das Neves

Spoiler alert: A la gente del PRO no le va a gustar esta columna

Faltando solo 18 meses para la culminación del actual ciclo político, la sucesión presidencial comenzó a recorrerse en las distintas estructuras políticas nacionales. El Frente Para la Victoria, blandiendo la espada de doble filo que significa ser el partido de gobierno, transita simultáneamente el duelo de no poder repetir el liderazgo de CFK por el lógico impedimento constitucional, junto con la definición del sucesor donde se miden el poderoso corporativismo sciolista, la obsecuencia entrerriana, y los sparrings ministeriales. En su horizonte, la amenaza de la reedición de la traición de Menem a Duhalde en 1999 genera algunos rostros adustos en los candidatos.

El conglomerado de egos con fines de lucro, también llamado FAUNEN, sueña con que mágicamente la aritmética deje de ser una rama de la matemática y pueda transformarse en una disciplina de la ciencia política, de forma tal que 9% de Hermes Binner, junto con el 8% de Julio Cobos, más el 6% de Elisa Carrio y el 5% de otros entusiastas neo-aliancistas, rápidamente se transforme en un 28% que les permita colarse entre los aspirantes a la primera magistratura de origen peronista.

El Frente Renovador, confiados en el 25% que ostenta Sergio Massa y sin responsabilidades ejecutivas de gobierno en el nivel provincial y nacional, recorre el país sumando voluntades para su causa. En el horizonte de esta fuerza se observan como amenazas el aburguesamiento y el desgaste que suelen tener quienes van primeros. Para ellos, el desafío es manter la iniciativa política y evitar el desgaste.

Finalmente, la esperanza blanca de la centro-derecha que encarno el PRO se encuentra atrapada en el agotamiento de las estrategias políticas que utilizaron hasta ahora, las cuales, -nobleza obliga- han sido exitosas, pero no alcanzan para la proyección nacional de la fuerza.

El axioma del poder macrista indica que el nada despreciable 16% que ostenta el jefe de gobierno porteño, adicional a un fuerte trabajo electoral en cinco provincias -que suman el 66,9% del electorado-, garantiza la llegada al sillón de Rivadavia. Sin embargo, el desdén federal demostrado por los armadores del PRO puede ser la garantía del fracaso de la gestión en un hipotético triunfo. El error de subestimar a 19 distritos provinciales, la equivocación de no “tener un gaucho en cada pueblo”, solo puede generar conflictos regionales que se expandan viralmente al resto de la nación.

Para graficar esto, vale la pena preguntarse en un hipotético gobierno macrista quien sería el interlocutor válido ante las provincias petroleras –que en su conjunto solo suman un 8% de la población– cuando surja un conflicto que amenace el abastecimiento de combustible a nivel nacional. O quien se encargara de un potencial conflicto por el fondo de tabaco en Jujuy. No está de más recordar que los orígenes del piqueterismo argentino se dieron en provincias del interior olvidadas por la gestión delarruista.

Faltando tan poco tiempo, al PRO solo le queda la búsqueda de una alianza con el FAUNEN para poder proyectar una fuerza nacional. Pero esto se asemeja más a una construcción de laboratorio que una situación factible. Si bien gran parte del anti peronismo argentino puede llegar a fantasear con una combinación de Elisa Carrio con Mauricio Macri -sazonada con un poco de Ernesto Sanz-, es de esperar que por un mínimo de coherencia ideológica el socialismo dominguero de Hermes Binner huya aterrorizado de tal construcción llevándose consigo el barniz progresista de esta neo-alianza.

Así, en el tablero de ajedrez en el que se desarrolla la política argentina, todo parece indicar que la definición será a través de las ramas del peronismo, tanto en su versión renovadora como en su versión neo-kirchenirsta. La cobertura nacional del movimiento fundado por el general Perón, desplegando su injustamente criticado eclecticismo filosófico, permite que el mismo se adapte mejor a la cambiante realidad argentina. Y ya lo dijo Charles Darwin: solo sobrevive quien mejor se adapta.